Manuel y Juan Chiachío, los 'supergemelos' de Jaén que trabajaron en la NASA: su historia de superación
Manuel y Juan llevan toda la vida juntos, han trabajado en la NASA y son doctores en Granada. Su desconocida profesión previene las catástrofes.
10 agosto, 2023 02:39La probabilidad no suele fallar cuando se trata de determinar las posibilidades que existen de que, en una población de unos 6.000 habitantes, nazcan dos grandes científicos. Tampoco suele fallar en el cálculo que determina que estos genios sean hermanos. Que, además, fueran gemelos, sería aún más improbable. Y ya, que compartan todas sus vivencias personales y cuenten con una carrera y un cerebro coincidente en un 99%, es prácticamente imposible.
Pero sucedió, y Manuel y Juan son la prueba de ello. Corría el año 1983 cuando en Porcuna, un pequeño pueblo de Jaén de poco más de 6.000 habitantes, nacieron los hermanos Chiachío. Lo hicieron, además, en el seno de una familia humilde. Ya tenían dos hermanos mayores y, después de ellos, nacería una niña. Desde muy jóvenes se interesaron por aprender y estudiar, y la curiosidad les llevó lejos.
EL ESPAÑOL ha podido hablar con Manuel, el mayor de los dos gemelos, y descubrir los detalles de estas vidas paralelas que, con su trabajo, salvan miles de ellas. A pocos minutos de empezar sus merecidas vacaciones, Manuel no duda en atender a este diario y en aprovechar el poco tiempo que le queda para contar su historia y la de su hermano: la historia de los gemelos que salieron de Porcuna y llegaron a la NASA.
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La infancia en el pueblo
Porcuna no es, para nada, un entorno tecnológico. Los hermanos Chiachío todavía no han llegado a comprender cómo llegó la ciencia a sus vidas. Su familia era humilde y no contaban con referentes ingenieros. Sin embargo, la ambición de los hermanos los acabaría llevando a lo más alto. "Nos encantaba descubrir cosas, estudiar y aprender cosas nuevas, porque venimos de un entorno donde aprender siempre lo hemos visto como una oportunidad", ha comentado Manuel.
Estudiaron en Colegio Juan Carlos I y, después, en el Instituto Nuestra Señora de Alharilla. A los 13 años descubrieron su pasión y a los 18 se fueron a Granada y, desde entonces, no han vuelto al pueblo. Entre sus hermanos hay una gran variedad de profesiones: "Tenemos una hermana que trabaja en banca, un hermano que se dedica a trabajar el campo y una hermana que trabaja en un supermercado".
La vida de sus padres no fue fácil. Como cualquier pueblo andaluz de los años 50 y 60, el desarrollo llegaba con retraso. "Hay que tener en cuenta que en un pueblo como este de Jaén, en los años 50 y 60, cuando nacieron mis padres, no había de nada. La vida era muy limitada, nadie tenía nada. Tener una gallina y un caballo y una huerta ya era un mucho, porque no había absolutamente nada. Sólo campo, animales, huertos y cosas así", ha explicado Manuel.
"Sin embargo, mis padres siempre han querido que sus hijos estudiasen. No han limitado nuestras ambiciones, pero tampoco nos han empujado a nada, y eso creo que también es muy importante, porque desgraciadamente no lo que es lo que se ve hoy en día", ha comentado Manuel, añadiendo que ya con 13 años se metían "en el único ordenador que teníamos en casa con Internet y veíamos el programa de las asignaturas de la carrera y nos encantaba, aunque no sabíamos ni por qué nos gustaba. Pero éramos dos niños muy ambiciosos y nos gustaban mucho los retos".
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De Porcuna a la NASA
Juan y Manuel hicieron sus maletas y se marcharon a Granada. Allí estudiarían Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos. En 2007 acabaron la carrera y empezaron a trabajar en la empresa privada, pero una beca FPU hizo que volvieran a la universidad. A los hermanos les apasionaba la investigación, por eso siempre se mantuvieron unidos a ella.
"No teníamos ningún prejuicio para salir al extranjero, ni para bien ni para mal, y lo que sí que queríamos es trabajar y colaborar, trabajar el la mayor institución del mundo en ingeniería y en la mayor y mejor universidad del mundo. Y lo conseguimos", ha apuntado Manuel. Y vaya si lo consiguieron, en el 2012 marcharon a trabajar con la NASA de mano de la Universidad de Stanford. Para los hermanos, esta es una de esas experiencias que nunca se olvidan.
"Ver lo que veíamos en el trabajo, en unas instalaciones donde se han desarrollado los transbordadores que se han subido muchísimas veces al espacio, incluyendo la Luna, y el túnel de viento donde se testó el paracaídas que sirvió para el robot Discovery cuando llegó a Marte, es increíble. Ves instalaciones donde se han hecho cosas que son historia de nuestro tiempo", ha relatado emocionado el científico.
Mientras se encontraban allí el Curiosity llegó al planeta rojo, un evento de trascendencia mundial del que los hermanos pudieron ser testigos desde las oficinas de la NASA. De ella pudieron contarnos varios entresijos, como los sueldos de los científicos que trabajan de la agencia.
"Te das cuenta de que esos centros se aprovechan de su prestigio mundial, no para pagar mal, sino para darte cuenta de que parte de tu sueldo, o parte de tu retribución, es el prestigio del centro y lo que vas a aprender", ha contado Manuel, que no tardó en opinar sobre ello: "Yo lo veo bien, porque eso es impagable." La NASA, al ser un organismo gubernamental, es el peor pagador de Silicon Valley, donde tiene que competir con los sueldos de gigantes como Google o Facebook.
Pero para los gemelos no fue un problema. Además de con su sueldo, contaban con alojamiento pagado en un lujoso residencial de la zona y, sobre todo, les habían contratado por partida doble, algo muy difícil de conseguir. Pero la NASA no fue su único destino en Estados Unidos. En la costa oeste del país americano hicieron otra de sus escalas.
Pasaron un tiempo en Caltech, el Instituto Tecnológico de California, considerado por numerosos ránkings como uno de los mejores centros del mundo; y, tras estas peripecias al otro lado del Atlántico y su paso por Nottingham, regresaron a España.
Una profesión que evita catástrofes
En el 2018 Manuel ganó una plaza como profesor en la Universidad de Granada y, al año siguiente, entraría Juan. Juntos de nuevo, los hermanos han ido desarrollando su labor docente a la par que la investigación científica.
A Manuel le concedieron un Horizonte 2020, el mayor programa de investigación e innovación en la Unión Europea. Gracias a ello, contó con un presupuesto de casi 3 millones de euros y se convirtió en el coordinador de un gran equipo internacional. Chiachío se encuentra al mando de investigadores en Alemania, Países Bajos, Italia, Escocia y España.
Aunque en un primer momento sea complicado entender la importancia de la investigación de estos hermanos, los de Porcuna explican de manera ejemplar la utilidad de su área de estudio. "Son tecnologías y técnicas que sirven para crear más y mejor conocimiento sobre infraestructuras que se denominan como críticas. Sobre todo para prevenir y anticipar fallos y, además, anticipar las grandes intervenciones de mantenimiento y reparación", ha explicado Manuel.
En definitiva, su profesión "salva vidas evitando que ocurran muchas catástrofes". Los modelos de predicción que investigan los hermanos sirven para saber cuándo se debe reparar, por ejemplo, un puente. Esas grandes infraestructuras que, día a día, son utilizadas por miles de personas, pueden llegar ceder, y el objetivo de los gemelos de Porcuna es evitar que esos siniestros ocurran.
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Ahora cuentan con otro proyecto entre manos del que no pueden desvelar demasiados detalles, pero que contará con una inversión que alcanza las siete cifras y servirá para ayudar a mejorar la seguridad de la sociedad y de las empresas. A la espera de conseguir la ansiada cátedra, que ya casi pueden tocar, los sueños de Manuel -y los de su hermano- no tienen límites. "Me encantaría ser profesor invitado del Instituto Tecnológico de California, del de Massachusetts o de Harvard".
Por el momento, las vacaciones les esperan y, en el sprint final de esta entrevista, suena el timbre que les anuncia el final del verano. Juan y Manuel solo han estado separados durante un año. La de los gemelos ha sido una vida 2x1, en la que las ganas de cumplir sus sueños han hecho que los celebren siempre de la mano. Salieron juntos de Porcuna con 18 años y con 40 ya los han cumplido casi todos. Los hermanos Chiachío son, sin lugar a dudas, unos supergemelos.