Seguro que todos hemos comido alguna vez una galleta María, o al menos hemos oído hablar de Cuétara. De hecho, este tipo de dulce lleva décadas protagonizando estampas tan comunes como el desayuno, la merienda e incluso la cena de muchos. Sin embargo, y a pesar de ser una empresa muy conocida, muy pocos somos conocedores de su origen y la evolución que ha sufrido hasta llegar a lo que conocemos hoy en día. Por ello, desde EL ESPAÑOL mostraremos cómo la mayor empresa del sector galletero en España ha llegado a dar la vuelta al mundo.
La empresa de galletas Cuétara tiene su origen en el norte de España, en el valle de Liébana, situado en el corazón de Cantabria. Desde 1906 y hasta los años veinte, seis hermanos de la familia Gómez Cuétara (Juan, Florencio, Raimundo, Isaac, Paula y Pedro) emigraron a México en busca de un futuro mejor. Dos de ellos, Juan y Florencio, en 1932, allí, fundaron su primera fábrica de pastas para sopas, que bautizaron con el nombre 'La Espiga'. Tres años después, en el verano de 1935, en México D. F. la empresa evolucionó y pasó a llamarse Galletas Gómez Cuétara. Con un éxito absoluto, de ahí que en 1945 inauguraran su segunda fábrica en la ciudad de Veracruz.
Entonces, los dos hermanos, ansiosos por volver a casa, regresaron a España, dispuestos a repetir en Europa los logros alcanzados en América. Fue entonces cuando Juan y Florencio crearon una nueva empresa, Gómez Cuétara Hnos. (G.C.H.), tras la compra de una pequeña galletera en Santander.
En 1951, la compañía, con una fábrica en Reinosa (Cantabria) empezó a hacer historia. Allí creó y elaboró, por primera vez, las recetas originales de muchas de las galletas que luego triunfaron. De hecho, en 1960, Cuétara siguió inaugurando fábricas en toda España y en 1964 se independiza de su homónima en México.
Con un futuro prometedor por delante, en la década de los sesenta la galletera sigue creando productos y en 1963 lanza el archiconocido Surtido Cuétara —el que nunca falta en casa por Navidad—, las napolitanas de azúcar y canela, y las conocidas campurrianas. Poco después, Cuétara comienza a inaugurar fabricas en toda España, la más importante en Villarejo de Salvanés (Madrid) y que, desde entonces, se convertiría en la factoría central de la empresa y poco después en la más grande de Europa.
Y, conquistado España, hizo lo propio en los 70 iniciando un proceso de internacionalización con la empresa Bolachas en Portugal. Pero Juan y Florencio, dada su avanzada edad, en 1980 dan paso a la segunda generación para que siga llevando la compañía a buen puerto. Además de todo esto, cuando la segunda generación tomó la empresa, siguió creciendo. En concreto, fue Florencio Gómez Cuétara, hijo de Juan Cuétara (fundador de la empesa) quien adquirió Chips Ibérica S. A. Pues bien, a esta le cambió el nombre por Risi para convertirla en un referente de aperitivos y snacks en España.
Problemas familiares
Fue entonces cuando entró la siguiente generación a la empresa, que continúa liderando el proceso de modernización y ampliación de la compañía. Herencia que ha ocasionado más de un enfrentamiento entre la familia. Los dos fundadores poseían el total de la empresa. Por un lado, Florencio con el 40% de las acciones optaba por la venta, mientras que Juan que controlaba el 60% se oponía totalmente. Como si de una telenovela se tratase, el lío llegó cuando alguno de los hijos de Juan se pasó al bando de su tío, enfrentándose con su propio padre.
Fue entonces cuando los hijos de Juan vendieron por sorpresa el 52% de las acciones a la empresa arrocera SOS Arana, por 12.160 millones de pesetas. En esa operación, la mitad de la familia se quedaba fuera de la empresa. Y sería al completo poco después, cuando el Grupo Nutrexpa la comprase en 2008 por 215 millones y, en 2015, la volviese a comprar Adam Foods, liderado por la familia Ventura.
El apellido Cuétara se desligaba de la empresa galletera. Y esas operaciones empresariales convertían en prácticamente multimillonaria a la familia, de la que forman parte Mónica, Silvia y sus otros tres hermanos, nietos de los fundadores. Ellos ya no se dedican al negocio familiar, sino a sus propios emprendimientos en España, Estados Unidos y México, donde su abuelo y su tío sembraron el primer grano que daría lugar a la fortuna que poseen hoy.