Isabel es una curranta de la hostelería a la que hace tiempo que no le salía nada a derechas. Tuvo que cerrar el local de comida colombiana que montó junto a su pareja y sufrió fuertes pérdidas económicas que la obligaron a devolver su coche. A pesar de no tener medio de transporte, logró encontrar un empleo en el Restaurante La Mía María II, pero estaba en el kilómetro 14 de La Manga y a diario tenía que hacer transbordo en dos líneas de bus para afrontar un turno de trabajo maratoniano.
Cada día pensaba en sus dos hijos menores de edad para no tirar la toalla, hasta que la diosa Fortuna la ha rescatado con un premio de lotería de 100.000 euros que se ha convertido en un salvavidas para esta madre coraje que lleva más de tres décadas deslomándose detrás de una barra. "Es la primera vez que me toca un premio en mi vida y la verdad es que lo necesitaba muchísimo", subraya emocionada María Isabel Alcaraz.
Esta camarera, de 51 años, se ha convertido en la comidilla de muchos turistas de La Manga que esta semana se debatían en las banales tertulias veraniegas, sobre si era cierto o solo una leyenda urbana que había ganado un rasca de la ONCE una empleada de un restaurante próximo al puente del Estacio. "Me cayó el primer premio", confiesa Isabel a EL ESPAÑOL.
Esta madre de dos hijos, de 14 y 17 años, se ha convertido en la protagonista de una de esas historias felices de verano. El relato de Isabel podría ser el de un guion de anuncio de lotería, pero en este caso la realidad supera a la ficción para alegría de su protagonista: una camarera. Una más de los cientos de empleados de temporada del sector hostelero de este icónico destino turístico que es La Manga, cuya lengua de tierra está plagada de edificaciones y negocios entre dos aguas: el Mediterráneo y el Mar Menor.
"Era mi primer verano trabajando en este restaurante". A buen seguro que Isabel jamás podrá olvidar su paso por este local donde se puede disfrutar desde comida italiana a un arroz con marisco y en el que un simpático vendedor de la ONCE, llamado Javier, se ha cruzado por su vida para rescatarla de la ruina.
"Javi es el vendedor que siempre pasa por aquí y mis compañeros le suelen comprar", tal y como detalla Isabel a EL ESPAÑOL. "Decidí intentarlo y le compré algo para ver si me sacaba de los apuros en los que estoy".
Esta vecina de La Unión se detuvo unos segundos en su jornada de trabajo de este domingo, para sacar un par de euros de su monedero y comprar un Rasca Cleopatra con la misma ilusión que tiene una chiquilla al despertar el Día de Reyes: ver el salón de casa lleno de regalos. "El día que lo compré lo quería rascar en casa, pero no lo hice porque estaba cansada cuando llegué después de trabajar y me fui a dormir".
Isabel dejó "en el bolso" el Rasca Cleopatra de la ONCE, mientras se metía en la cama junto a su pareja, Giovanni, dándole vueltas a la lista kilométrica de quebraderos de cabeza que la perturban desde hace una larga temporada. "Mi pareja y yo montamos un local donde invertimos muchísimo, pero no fue como pensábamos, nuestro socio nos jugó una pasada y estamos de juicios porque perdimos mucho dinero", según explica la que antaño fue una emprendedora de la hostelería y que se ha visto obligada a reciclarse a camarera tras bajar la persiana de su restaurante.
El cierre del local de comida colombiana -especializado en arepas- que Isabel regentó junto a su pareja en el municipio murciano de La Unión, dejó tras de sí una serie de deudas con proveedores, impagos de facturas de agua, luz... La bola de nieve fue creciendo hasta el punto de asfixiar la economía de esta madre de dos adolescentes -menores de edad-.
"Me quedé bastante endeudada, mi coche particular no me lo refinanciaron por mi deuda como autónoma y el banco no me daba ningún crédito porque estaba en paro", según enumera Isabel. "Como se me juntó todo tuve que entregar mi vehículo al concesionario para liquidarlo". La guinda a este panorama desolador fue que su madre cayó enferma, pero esta mujer no se rindió por sus hijos y buscó un empleo en un sector que se lo conoce al dedillo: "Llevo 35 años en la hostelería".
La búsqueda de curro dio sus frutos en La Manga, pero una vez más, Isabel tuvo que lidiar con otra dificultad: el Restaurante La Mía María II está en el kilómetro 14 y no tenía coche, lo que es sinónimo de tener que atravesar en transporte público el denso tráfico de la Gran Vía, trufada de un reguero de semáforos que parecen no tener fin, sin contar con los atascos bíblicos que a veces genera el 'izado' del puente del Estacio.
"Esto para mí ha sido un calvario porque tenía que coger dos autobuses para llegar a mi puesto de trabajo y otros dos para regresar a mi casa: eso suponía una hora en el viaje de ida y otra hora en el de vuelta". Todo ello, sin contar con las horas que a diario tenía que echar atendiendo a cientos de clientes en plena temporada alta para el turismo de sol y playa. "Se me ha hecho muy cuesta arriba la verdad", según admite.
La primera línea de autobús que cogía Isabel, va desde Cartagena hasta El Pedruchillo, y la segunda, de Cabo de Palos a Veneziola. Después de dos transbordos y de sesenta minutos de viaje, esta madre coraje sacaba su mejor cara para servir las mesas y no defraudar al dueño del restaurante. "He tenido que venir bajo una presión muy fuerte al final de La Manga porque fue el único trabajo que encontré y me dieron una oportunidad".
La mejor prueba del compromiso de Isabel es que no ha dejado su trabajo de camarera después de enterarse este lunes de que había ganado un premio de lotería. De hecho, la entrevista con EL ESPAÑOL se produce durante un receso de apenas once minutos en su jornada laboral en La Mía María II, donde atiende a la clientela con una sonrisa de oreja a oreja mientras cuenta que no sabía que llevaba 100.000 eurazos en el bolso. "Cuando este lunes vi al vendedor de la ONCE en el restaurante, me acordé de que todavía llevaba el rasca en mi bolso, lo rasqué con una moneda y se lo etregué a Javi para que lo comprobase porque sin gafas yo no veo nada".
- ¿Qué le dijo el vendedor?
- Isabel: Me gritó cuando yo estaba detrás de la barra, entrando y saliendo para poner bebidas a los clientes. Recuerdo que me dijo: '¡Muchacha que llevas el premio!' Y yo le contesté: 'No me gastes bromas’. Pero él insistió: '¡Muchacha que te han tocado los 100.000 euros!' Al final comprobé que era verdad y me dio un temblor en las piernas que me puse malísima, nerviosa y me quedé bloqueada. Así reaccionó mi cuerpo.
- ¿Qué hizo usted cuando se repuso?
- Me fui corriendo y dejé el servicio un poco tirado para ver si pillaba el banco abierto. Como había cerrado la sucursal y mi pareja trabaja al lado del restaurante donde me han contratado, le entregué el cartón para que se lo llevara a casa y lo guardase bajo diez candados (risas).
- ¿Qué piensa hacer con los 100.000 euros?
- Ahora mismo debía unos 25.000 euros. Con este dinero voy a arreglar mi casa, le voy a comprar unos ordenadores a mis dos hijos para que puedan estudiar bien y muchas cosas más que nos hacen falta.
De momento, el premio ya lo ha ingresado en el banco después de hacerle "una foto al cartón" como "recuerdo" del día en el que la diosa Fortuna acabó con la racha de mala suerte de la murciana María Isabel Alcaraz.