—Diputado, ¿qué ha pasado?
—No ha pasado nada: que soy Sancho, no soy Sánchez. Soy Sancho, sí. Mi apellido es Sancho, en honor a mi padre y a mi familia. Yo soy Sancho.
—¿Y qué quería decir entonces con ese sí?
—Sancho, sí: no. Como que yo soy Sancho, no Sánchez. He dicho: "Sancho, sí".
Así explicaba, sudando tinta china en el pasillo del Congreso de los Diputados, el único diputado socialista por Teruel, Herminio Rufino Sancho, que se apellida Sancho y no Sánchez, como habían leído desde el atril de la Cámara Baja cuando llegó su turno para votar de viva voz la candidatura de Alberto Núñez Feijóo, líder del PP.
Sancho se levantó como un resorte cuando la secretaria segunda de la Mesa, la también socialista Isaura Leal, dijo su nombre y contesto sí cuando tenía que decir no. La votación ya tenía una anécdota para el recuerdo. Los chascarrillos pronto sobrevolaron el ambiente. Sus vecinos en el escaño, el sevillano Francisco Salazar y el gallego José Ramón Gómez Besteiro, no sabían dónde meterse.
Sancho, que había escuchado Sánchez, tardo décimas de segundo en volver a levantarse para corregir su voto. Negó con la cabeza, se sonrojó su rostro afable, explicó que se llama Sancho y no Sánchez, y acabó votando según la disciplina de su partido.
"Pudo ser el subsconsciente, eh, en el pueblo le llamaban el Hernández Mancha porque decían que era más que el PP que ninguno", cuenta a EL ESPAÑOL alguien que conoce la historia. "A él le sabe mal y dice que es del PSOE", completa. "Es un buen tipo, la verdad", aclara. "Además, ahora es verdad que es muy de Sánchez, a lo mejor por eso dijo que sí al escucharlo", pone sobre la mesa otra teoría freudiana. Y es que Sancho tiene una foto de Pedro Sánchez como perfil de WhatsApp.
"Soy Sancho y ya está. He dicho Sánchez, y he dicho soy Sancho. Yo no votaré nunca que sí a eso. He dicho que soy Sancho. Sancho, sí: no. Sancho, yo soy Sancho. He dicho 'Sancho, sí', no Sánchez, joder", terminó de explicarse apenas dos minutos después de su primera aclaración ante la prensa, encarando ya ese túnel de vestuarios que es el ascensor hasta el despacho.
El pastor impuesto por Ferraz
Herminio Sancho, de 57 años, es diputado del PSOE por Teruel desde las elecciones generales de abril de 2019. Repitió en noviembre de ese año y el pasado 23-J. Que encabezase la lista al Congreso por Teruel fue una imposición de Ferraz, que también eligió a los candidatos por Zaragoza y Huesca en contra del criterio de Javier Lambán y de las propias bases del partido. La apuesta del líder de los socialistas aragoneses no era otro que Ignacio Urquizu, exdiputado y alcalde de Alcañiz, un viejo conocido del presidente del Gobierno.
"Urquizu se proclamó en su momento como la 'tercera vía' entre Sánchez y Susana Díaz, y Sánchez acabó vetándolo", recuerda una fuente parlamentaria. Antes de llegar a la Carrera de San Jerónimo, Sancho era diputado en las Cortes de Aragón. "Así que el PSOE decidió un cambio de papeles: a él lo trajeron aquí y a Urquizu lo mandaron a las Cortes", explica.
Nacido hace 57 años en la pequeña localidad turolense de Mezquita de Jarque (98 habitantes), Sancho ha sido agricultor y ganadero toda su vida. De hecho, su salto a la política se explica por su implicación previa en UAGA (Unión de Agricultores y Ganaderos Aragoneses), de la que fue secretario general; y en la cooperativa Cotega y Oviaragón, que llegó a presidir. Los únicos perfiles que había de Sancho hasta ahora respondían a ese perfil exótico de pastor —tiene una explotación ganadera con más de 1.000 ovejas—metido en política.
Una vez enrolado en el PSOE, la primera plaza que conquistó es la Alcaldía de su pueblo, cuya vara de mando ostenta desde 2007. El pasado 28 de mayo, además, renovó por otros cuatro años como alcalde tras sacar 46 de los 62 votos emitidos y conseguir los tres concejales en liza. El pasado 23-J, Sánchez sacó 16 votos menos en su pueblo que Sancho. Allí no tiene que explicar cómo se apellida.