Valladolid

A media tarde en la Plaza Martí y Monsó la Valladolid bien ya está tomando copas. Es el centro de la ciudad, por los alrededores trabajan abogados, pequeños empresarios, funcionarios de Justicia y políticos: los del Ayuntamiento, ubicado en la Plaza Mayor, a dos pasos de aquí. En la Plaza Coca, como todo el mundo conoce a Martí y Monsó, funciona eso del afterwork. Los hombres, de 30 en adelante, lucen camisa, gafas de sol y zapatos caros; las mujeres, normalmente maquilladas, van modernas y elegantes. Los bares tienen asientos tapizados en terciopelo, mobiliario a la última de maderas cálidas y un buen estante de ginebras. Éste es el microcosmos por el que se movía un alcalde al que le gustaba dejarse ver. Territorio hostil para un socialista

En las terrazas todo el mundo recuerda un episodio. Ocurrió en mayo de 2021, coincidiendo con el progresivo levantamiento de las medidas restrictivas por el covid. En una mesa alta de uno de los locales un grupito incumplía todas las normativas: había más personas de la cuenta, no llevaban mascarilla y estaban fumando uno al lado del otro. En ese momento pasaron un par de agentes de la ‘secreta’, se dirigieron a los infractores y les recriminaron su actitud. Toda la plaza empezó a aplaudir: el alcalde, Óscar Puente Santiago (Valladolid, 1968), amonestado por la Policía. 

Óscar era un asiduo de la plaza, salía siempre con su grupo de inseparables, aunque le gustaba mezclarse con la gente. Aquí y en la calle Cascajares, donde se va antes de pinchos y donde hay que acudir si uno quiere comprender cómo funcionan las cosas en Valladolid. Las fotos con espontáneos se repiten y se convertirán más tarde en material viral entre los grupos de Whatasapp de colegas. Algunas, incluso, se utilizarán para hacer daño. Porque muchos de quienes se mueven en estos ambientes le tenían y le siguen teniendo ganas.

Óscar Puente en una noche de fiesta

“Tenía muy mal beber y enseguida se ponía muy pesado con las chicas, incluso estando con su novia”, sostiene alguien que ha coincidido con él en más de una ocasión. El testimonio es anónimo, pero lo repiten varias camareras de los bares de la zona. “Era de los que invitan a chupitos y ya se te quedan ahí toda la noche”, dice una de ellas. Por entonces el alcalde ya se había separado de su exmujer, tenía una pareja mucho más joven y había pasado por varios líos amorosos. 

Espontáneos en otra noche de bares por Valladolid

Su ex es la magistrada Laura Soria Velasco, una reputada jueza de la ciudad, con quien tiene dos hijas menores. Una de ellas, Carmen, de 16 años, saltó a la fama hace un par de años por participar en ‘La Voz kids’. La hermana de Óscar, Sofía Puente, también se dedica al mundo de la magistratura: es fiscal y actualmente ocupa el cargo de directora general de Seguridad Jurídica y Fe Pública en el Ministerio de Justicia.

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Como su hermana, Óscar estudió Derecho en la Universidad de Valladolid. Antes había al colegio religioso San Agustín, regentado por los agustinos recoletos, y al instituto público Zorrilla. Pero, mientras su hermana hizo carrera en el Ministerio público, el hoy diputado abrió un bufete de abogados en Valladolid y durante años trabajó a medio camino entre su ciudad y un despacho en Madrid. Se había afiliado a las juventudes socialistas con 22 años, antes incluso de terminar la carrera, y desde ese mundillo de los pleitos coqueteó con la política hasta ingresar en la Ejecutiva del PSOE de Valladolid en 2004. 

El actor que no fue

Óscar Puente en un ensayo de 'El avaro' de Molière Cedida

Antes, su vida vivió un paréntesis que le pudo llevar por otros derroteros. Durante su época de estudiante, un día, por simple curiosidad, bajó a los sótanos de la Facultad de Derecho, donde se reunía el Aula de Teatro de la Universidad de Valladolid. La compañía, de reciente creación, la dirigía el actor Juan Antonio Quintana, con una dilatada carrera en las tablas y en televisión, y por ella pasaron actores como Diego Martín o la cómica Eva Hache. “Juan me mandó leer un texto y al terminar me dijo: ‘me gusta tu voz, te espero mañana a esta misma hora’”, cuenta Óscar Puente, en el libro ‘El teatro de los Quintana-Maroto’, editado recientemente por la Junta de Castilla y León, el Ayuntamiento de Valladolid, la Diputación de Valladolid y Universidad de Valladolid. 

Puente interpretó varios papeles por los teatros de su ciudad, aunque el mayor éxito le llegó haciendo de Valerio en ‘El avaro’ de Molière. La obra estuvo varias temporadas en escena, pasó por el Teatro Maravillas de Madrid, el Festival de Almagro e incluso por el teatro de la Cartoucherie en París. “Fue siempre un gran compañero y un excelente profesional. Los críticos siempre alabaron sus interpretaciones, haciendo hincapié en su gran organicidad”, asegura a EL ESPAÑOL la hija de Juan Antonio Quintana, la actriz Lucía Quintana, quien coincidió con él durante sus actuaciones. Pero Óscar Puente tenía claro que "no quería ser actor”. Quería dedicarse a la política, como lo había hecho su abuelo, en el partido al que siempre había estado afiliada su familia. 

Óscar Puente en una representación de 'El avaro' de Molière Cedida

Inicios en la política

Su carrera en este ámbito comenzó con un bolsazo: el que le propinó su madre a su rival Ángel Velasco en 2002, cuando Óscar, entonces un simple militante de base, se presentó a las primarias del PSOE para ser candidato municipal. Velasco obtuvo el 50,8% de los apoyos por el 49,14% de Puente, lo que no le sentó muy bien a su madre. Los Puente Santiago, una familia de clase media del barrio obrero de La Victoria, ubicado en la periferia norte de la ciudad, podían tener unas fuertes convicciones, pero nunca ocuparon cargos en el partido. Su padre arreglaba televisores y su madre, que siempre estuvo cerca de Óscar, el mayor, sólo quería lo mejor para su hijo. 

El alcalde de la época era el imbatible Javier León de la Riva, un hombre cercano a José María Aznar, que se mantuvo en el cargo durante 20 años, cinco legislaturas. En 2015 el dirigente popular estaba muy quemado en el cargo, acosado por varios asuntos con la Justicia, y en la oposición esperaba su turno Óscar Puente, quien anteriormente había sido relegado del primer puesto de las listas por Soraya Rodríguez -fue secretaria de Estado de Cooperación Internacional entre 2008 y 2011 y más tarde se pasó a Ciudadanos, con quienes fue elegida eurodiputada- y había perdido unas elecciones ya como cabeza de cartel.

El descalabro del PP en las elecciones de aquel año permitieron a Puente hacerse con la alcaldía, junto a las marcas de IU y Podemos en Valladolid. “Al fin consiguió lo que quería, pero entonces comenzó a construir un partido a su imagen y semejanza en el que no cabían las voces críticas”, comenta un dirigente que trabajó con él en el PSOE.

Uno de los que siempre le acompañó es el concejal Pedro Herrero, portavoz del grupo socialista en la primera legislatura de Óscar Puente como primer edil, teniente de alcalde en el segundo mandato y su mano derecha. “Es un político tremendamente intuitivo, con un olfato muy desarrollado y más reflexivo de lo que la gente piensa”, afirma Herrero en conversación con EL ESPAÑOL. En su ciudad construyó carriles bici,  realizó un ambicioso plan de movilidad, remunicipalizó la gestión de las aguas y atrajo importantes empresas, aunque seguramente uno de sus mayores aciertos fue arrimarse desde el primer minuto a Pedro Sánchez.

Herrero asegura que la política local es y ha sido durante estos años mucho más desapasionada de lo que se ha visto recientemente en Madrid. Pero el día que Puente saltó al primer plano, este martes, en el discurso de investidura de Alberto Núñez Feijóo, el concejal también estaba en el Congreso de los Diputados alentando a su jefe. 

Su mano derecha en el Ayuntamiento era de los pocos que conocía que Puente era el ungido por Pedro Sánchez para ofrecer su réplica a Feijóo. Incluso se permitió aconsejarlo, como hace siempre, en alguna cuestión. “Es que lo que no se ha visto tanto es la actitud con la que el PP recibe a Puente. Antes incluso de empezar a hablar ya estaban insultándolo y pataleando en sus escaños. Entonces, lo que él hace es algo deliberado, sube la voz ante el nivel de ruido de la bancada popular. Creo que el discurso hay que enmarcarlo en su contexto, que es una investidura fallida, y les deja descolocados. Para nuestros intereses fue un éxito”, sentencia. 

Herrero reconoce que a Óscar Puente no le falta ambición: “Es que un político no puede ser otra cosa, no puedes presentarte en política sin tener la ambición de ganar”. Y lo describe como “una persona muy natural, que no tiene complejos en aparecer como lo que es”. “Sería la antítesis de la corrección política”, concluye. Y en esa frase sintetiza todo lo que ha llegado después. 

La incorrección política

Óscar Puente jugando al golf

Sus críticos lo definen como una “persona ególatra, altiva, soberbia, que busca constantemente el enfrentamiento”. Y en Valladolid se le dibuja como el “perfecto pijo progre, el pijo de izquierdas”, como apunta alguien que lo conoce bien. A Óscar Puente le gusta jugar al golf, frecuenta bares cool, restaurantes caros y ha tenido más de un desatino que rechina con lo que se espera de un dirigente socialista. Solía veranear en lugares exclusivos de Marbella o Formentera, pero en 2020 el alcalde se subió a un yate propiedad de un amigo, el empresario Sergio Zaitegui, que le pagó unas vacaciones en Ibiza a él y a su hija después de que el Ayuntamiento de Valladolid le hubiera encargado una compra de material sanitario por valor de casi 200.000 euros en los primeros momentos de la pandemia. El juez archivó la causa por presunto cohecho, pero su imagen pública se resintió. 

Meses después pillaron a Puente con una nueva pareja a bordo de un Mercedes AMG, un todoterreno de lujo valorado en más de 170.000 euros, propiedad del grupo Recoletas, una empresa del ámbito sanitario con amplia implantación en Valladolid. De nuevo, reclamaciones de contratos, licencias, etc, y ninguna consecuencia penal. Sí de reputación. Todos estos escándalos fueron filtrados en redes por activistas de extrema derecha -Óscar Puente llegó a calificar al tuitero Alvise Pérez como “saco de mierda”- y amplificados en medios de la misma ideología. Quizás esa animadversión mutua explique el incidente de este viernes, cuando un agitador importunó al diputado en el AVE con destino a Madrid y provocó que el tren saliera con 45 minutos de retraso previa intervención de la Policía. 

Mercedes AMG que conducía Óscar Puente

“Óscar es un acomplejado, toda su vida ha querido ser más de lo que es, dar un salto por encima de sus posibilidades”, afirma un antiguo compañero de instituto. “En clase siempre quiso significarse, había dos grupos de debate: uno con un profesor de ética, al que iban las familias progres; y otro de religión, con los alumnos más conservadores. Él, claro, siempre se dejaba ver con los progres, pero en su día a día se comportaba como el tío más derechas, como el más pijo del lugar, y eso la gente no se lo perdona”, insiste su excolega de pupitre. 

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La fe sobrevenida

En 2016, un año después de llegar a la alcaldía, Óscar Puente ingresó de repente en la Cofradía del Descendimiento y Santísimo Cristo de la Buena Muerte de Valladolid y asumió el compromiso de salir con ellos en procesión. Él dijo que nunca había ocultado sus convicciones religiosas, aunque tampoco había demostrado nunca un excesivo fervor. El párroco Javier Carlos Gómez le concedió la medalla de honor de la cofradía en la iglesia de San Miguel y desde entonces sólo lo ha vuelto a ver unas pocas veces en Semana Santa. 

Óscar Puente recibiendo de Javier Carlos Gómez la medalla de la cofradía

“No sé si era asiduo de alguna otra iglesia, pero yo lo he visto en pocas ocasiones por aquí. Al parecer fue un amigo quien le convenció para ingresar en la cofradía”, asegura el cura en una sala del templo. El párroco afirma que Puente nunca se visitó de cofrade, sino que “desfiló en procesión con la medalla del Ayuntamiento, en representación de alcalde de todos los vallisoletanos”, pese a que sus socios de Valladolid Toma la Palabra -la marca de Podemos- querían que los representantes políticos no acudieran de forma oficial a estos actos religiosos. “Y tampoco he hablado de política con él, más que en una ocasión hace años en la que tratamos la labor social que hacía Cáritas”, zanja el cura, antes de marcharse a misa de siete. 

La Semana Santa se vive con fervor en Valladolid. Y no deja de ser un teatro público, donde los espectadores pasan revista a sus participantes. “Es que Óscar nunca ha dejado de ser un actor, un showman al que le encanta mostrarse y que los otros admiren su presencia”, opina Pilar Vicente, concejala de Ciudadanos durante la segunda legislatura de Puente como alcalde. 

Óscar Puente durante una procesión de Semana Santa

Con ella, el dirigente socialista tuvo uno más de sus muchos enfrentamientos, cuando le afeó en un Pleno que la única experiencia de la mujer había sido "trabajar en una tienda en Vallsur [un centro comercial de la ciudad]”. La acusación era incorrecta, pero el alcalde nunca rectificó. “A mí nunca nadie me había tratado en política así. Pero, además, esa actitud despectiva tenía que ver con el hecho de ser mujer. Lo acusé de ser un mentiroso y un machista”, recuerda al teléfono la exconcejala, que ya no se dedica a la política. “Sé que lo ha pasado muy mal después de perder las últimas elecciones a la alcaldía, debe ser trágico y muy frustrante para alguien a quien le pierde la vanidad y no está dispuesto a renunciar al poder”, remata Vicente. 

El pasado martes, el día de su salto al estrellato, el diputado socialista colgó una foto en su hiperactivo perfil de X, antes Twitter. Él está en el centro de la escena, con todo su público, sus señorías, aplaudiéndole. Su sonrisa, medio tímida, se muestra satisfecha, como la del actor que saluda triunfal después de bajar el telón. “Buenas noches. Saludos cordiales”, escribe. Fin de la obra.