Su vocación se truncó y terminó estudiando Derecho. Su hermano ya era abogado, así que se dirigió directamente a las oposiciones. Notarías no salió bien, pero sí los exámenes que le permitieron convertirse en el registrador de la propiedad más joven de España. Se llama Gonzalo Olmos Gil, procede de Algorta, un pueblo de Getxo (Vizcaya), y pronto empezará a ejercer en el municipio asturiano de Cangas de Onís. Este joven de 25 años deja atrás aquellos infernales días de 15 horas de estudio de lunes a domingo, la incertidumbre de cuánto tiempo tendrá que estar preparándose la oposición y cuál será su destino final.

No fue hasta primero de Bachillerato cuando Olmos se dio cuenta de que tendría que dejar su vocación de lado: "Siempre había querido ser médico y, aunque tenía una media muy alta, no era lo suficiente como para estudiar Medicina", comenta. Siguió por el itinerario de ciencias, pero ahora orientado a estudiar Derecho. "En mi familia no hay juristas, solo mi hermano mayor. Siempre se le ha dicho que él podía pactar con el diablo, que tenía madera de abogado, así que yo me quedaba fuera de esa vía, por decirlo de alguna forma", continúa este algorteño.

Tenía claro que no ejercería como letrado, así que pronto se encaminó hacia las oposiciones. La idea maduró según estudiaba el derecho civil, el de familia y el mercantil. Le entró el amor al derecho privado, dice. Durante la carrera, en su mente se fue labrando el pensamiento de convertirse en notario registrador. En cambio, eso no le supuso ninguna presión. "Mi expediente no es nada brillante, está en un 6,5 de media y en el primer cuatrimestre suspendí cuatro asignaturas", comenta al respecto.

Gonzalo Olmos durante una sesión de fotos. Imagen cedida

Terminó la carrera y Olmos ni siquiera se imaginaba cuánto podría llegar a cambiar su vida en tan poco tiempo. El mundo entero sufría una pandemia cuando este joven acababa sus estudios de Administración y Dirección de Empresas con especialidad económica en la Universidad de Deusto. Ese mismo verano de 2020, Olmos contactó con un preparador de oposiciones que ya conocía su hermano y con la notaria de Lekeitio.

El 1 de octubre comenzó su travesía como estudiante de oposiciones. Llegaron también las 14 horas de estudio todos los días. "Hasta el primer examen de Notarías de noviembre de 2021, sólo me di cinco días de vacaciones. Fueron en marzo, cuando el toque de queda no nos permitía salir del municipio", rememora.

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Esta prueba a la que se refiere consiste en un examen oral de una hora en donde los opositores deben desarrollar tres temas frente al tribunal. "Salí contento, aguanté todo el tiempo. Luego, sí me di cuenta de que había cosas que no había hecho demasiado bien", aduce. Suspendió. Después de aquello le entró un bajón importante: "Perdí la presión por estudiar y tuve ataques de ansiedad y angustia. Tuve que pedir ayuda psicológica porque fue la peor etapa de mi vida". En cambio, visto en retrospectiva, Olmos se siente profundamente orgulloso de no haber fallado ninguno de los días que se había propuesto estudiar. Aquí lo hacía unas 12 horas cada jornada.

En marzo de 2022 se publicó la convocatoria de la oposición para el Registro y meses más tarde le tocó, por azar, el número 36. El primer examen lo hizo en septiembre y lo aprobé con un 19,20 sobre 20. "Luego llegó la época más dura de la oposición, el segundo examen sería sobre derecho hipotecario y fiscal. Desde septiembre del año pasado hasta este febrero de 2023 he estado estudiando mínimo 14 horas al día", recuerda el protagonista de esta historia.

Las seis horas determinantes

El que pronto se convertiría en el registrador de la propiedad más joven de España encontraba escapatoria en el deporte. Tampoco estaba solo. Olmos menciona a Laura como uno de sus grandes apoyos en esta larga y dura travesía: "Ella había aprobado el año anterior y me tomaba los temas. Todos los cantes que hice fueron un simulacro del examen real, que duraba una hora".

Ese septiembre de 2022 ni siquiera descansaba los domingos, un día de libranza del estudio que volvió a disfrutar durante octubre y noviembre. En diciembre volvió a perderlo. El siguiente examen estaba a la vuelta de la esquina. "Yo fui al primer llamamiento del segundo examen, que no es lo normal, pero lo aprobé con 17 sobre 20", cuenta Olmos recordando su viaje a Madrid para realizar la prueba.

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El tercer examen era crucial. En él se determinaría si Olmos podría llegar a convertirse en registrador de la propiedad. "Es un caso práctico que había que resolver en seis horas. Te dan un supuesto de hecho y tienes que encontrar los defectos y lo que impide que pueda darse la inscripción en el registro", determina. El mismo Registro de la Propiedad como institución, sito en la calle Alcalá, número 540, les enviaba enunciados similares a los del examen para que practicaran.

Olmos decidió vivir en la capital durante dos meses, en una residencia. Allí conoció a otras personas con los mismos intereses, inquietudes, proyectos y futuro que él. "Aquello fue frenético. Estudiábamos todo el día, íbamos a un tutor que teníamos para que nos resolviera dudas. Estábamos con el Derecho en la cabeza todo el tiempo", describe.

El joven estudiante Gonzalo Olmos. Imagen cedida

Por fin llegó la ansiada cita. El 22 de mayo realizó la prueba práctica, la metió en un sobre, la selló, la firmó y la entregó al tribunal. Todavía quedaba su lectura. Olmos, que tenía el número 36, le tocó enfrentarse a ella al día siguiente. Tenía que leer lo escrito de manera literal. "Esa noche no dormí nada, te puedes imaginar. Estaba súper nervioso y ni siquiera me despejaba los días siguientes que intentaba desconectar yendo a la piscina o a crossfit", recuerda.

El 30 de mayo recibió un mensaje de su preparador. Tenía que ir a su casa. Él sería quien le dijera si había aprobado o no. "Lo vio y me dijo: felicidades, estás dentro. Yo pensé que me iba a poner a llorar pero no, empecé a gritar", enuncia. Al día siguiente todavía le quedaba un cuarto examen por realizar, otras seis horas, pero la prueba más importante era esta tercera que sabía que había superado.

Olmos ya ha elegido destino: se va a la asturiana Cangas de Onís y empezará a ejercer el próximo 2 de noviembre. "Yo he tenido la suerte de que mi familia ha podido apoyarme, mi madre no trabaja y siempre se ha dedicado a nosotros, y no he sufrido ningún tipo de problema personal. En realidad, hay que tener cierta capacidad económica para poderse preparar así los exámenes", concluye el registrador de la propiedad más joven del país.