La semana pasada, cuando sonó el teléfono de Sara El Khattabi, lo primero que pensó ella es que “se trataba de una broma”. Alguien de protocolo del Congreso de los Diputados que la invitaba a la jura de la Constitución de la princesa Leonor. No podía ser. Pero sí, más tarde llegó un correo electrónico dejándolo todo por escrito: martes 31 de octubre a las 11 de la mañana en la Carrera de San Jerónimo, 28014, Madrid. Se aconseja traje oscuro para los hombres y vestido corto para las mujeres.
El mérito de Sara era haber obtenido el pasado junio un 13,925 en las pruebas de Selectividad, la máxima puntuación en la Ciudad Autónoma de Ceuta. Además de los políticos o los representantes de las instituciones del Estado, la Casa Real decidió invitar a una veintena de jóvenes de entre 18 y 28 años al acto en el que la heredera al trono ha jurado la Constitución, coincidiendo con el cumplimiento de su mayoría de edad. Los elegidos proceden de distintos puntos de España y dibujan el marco de una sociedad plural.
Entre estos jóvenes representantes de la sociedad civil hay una violonchelista, un poeta, una voluntaria de una ONG, un cineasta, un cocinero con una estrella Michelin, una jueza, un piloto del Ejército del Aire, un informático o la última ganadora del Premio Extraordinario de Enfermería. Sara El Khattabi Vilchez tiene 18 años, es hija de dos profesores del IES Siete Colinas de Ceuta -su padre es español de origen marroquí y su madre granadina- y desde hace un par de meses estudia Ingeniería Informática en el campus de Leganés de la Universidad Carlos III de Madrid.
“Me he sentido una privilegiada por poder ver desde dentro un evento histórico”, cuenta al teléfono, más tímida que inquieta. Antes de entrar no estaba “especialmente nerviosa”, porque al fin y al cabo lo suyo ha sido ir allí a presenciar y ya está. Las cosas del vestuario y demás logística son “cuestiones menores”.
La estudiante reconoce que antes de recibir esa llamada, ella sabía “de la princesa Leonor lo que cualquier español medio: que había estudiado en Inglaterra y que había entrado en la Academia Militar de Zaragoza”. Aún así, resalta la imagen que transmite la futura reina como “símbolo de la unidad del territorio español, a pesar de las peculiaridades que pueda tener cada región; y, por otra parte, el estatus que ofrece un rostro como el suyo a nivel internacional”.
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Sara se piensa algunas de las respuestas, pero se expresa a la perfección. Viene de Ceuta, un territorio que “normalmente aparece en las noticias por cosas negativas, cuando en realidad -dice- es una ciudad como otra cualquiera con otras muchas caras positivas. Espero que la invitación haya servido un poco para acabar con un estigma que no debería existir”. Rechaza, además, “esa percepción de que los jóvenes estén menos interesados en la actualidad que sus mayores” y considera que es algo que no depende principalmente de la edad.
Acaba de comenzar el curso, por lo que todavía no ha tenido tiempo de confirmar las buenas notas que había conseguido en Ceuta. Lo que sí aclara es que no ha recibido “ninguna beca”. “Estuve buscando por si hubiera alguna que no conociera, pero no. Venir a Madrid es un esfuerzo importante, como lo es para cualquier familia, pero también es una inversión. Podía haberme quedado en Málaga o en alguna otra ciudad más cercana, pero en casa me dijeron que no fuese la economía el motivo que me llevase a elegir una Universidad u otra”.
Previamente, había reconocido en una televisión local, Ceuta TV, que quería “salir, conocer mundo y hacer algo más que no fuese estudiar”. Ahora asegura que se encuentra “muy a gusto” en Madrid y contenta por haber escogido una carrera que tiene buenas salidas profesionales, pero que era la que a fin de cuentas quería estudiar. “Entiendo que hay que pensar en las posibilidades de empleo, pero personalmente creo que debería pesar más hacer lo que a uno le gusta”, opina.
En su caso, más que un método, afirma que lo que ha primado siempre ha sido la constancia. “Lo único que puedo aconsejar sería la consistencia y tener claro que nadie te regala nada”, sostiene. Lo que no está reñido con “salir y divertirse como todo el mundo. No significa que al que le gusta la Historia salga más de fiesta que el que estudia Matemáticas, o viceversa”.
A Sara, queda claro, no le gustan los estereotipos. Prefiere, de hecho, no entrar a opinar en otras cuestiones políticas. Suena como una joven precisa, que habla de lo que sabe. Antes de sacar la mejor nota de la Selectividad en Ceuta fue campeona de la Olimpiada Matemática en la Ciudad Autónoma y representante de este territorio en el concurso nacional que se celebra cada año.
No conoce el lugar que obtuvo en esas pruebas, porque sólo se publican los nombres de los tres primeros clasificados. Pero tampoco aparenta darle más importancia. No contaba con que poco después de trasladarse a Madrid para estudiar Ingeniería Informática iba a tener una excursión de tan alto caché. “No he sentido ninguna presión porque mi papel ha sido el de espectadora, lo que sentía era más bien curiosidad y ganas”, reconoce.