¿Qué hace un niño de 13 años en una discoteca durante una fiesta de Halloween para mayores de 16? ¿Por qué las cámaras le apuntan mientras baila como un autómata? ¿Por qué se puede contratar sus servicios para que sea el mono de feria de un guateque cualquiera? ¿Qué hace la Real Federación Española de Fútbol usándolo de reclamo? ¿Merece la pena hacerlo feliz de tan peligrosa manera? ¿Dónde están sus padres?
Es uno de los debates que han inundado las redes esta semana. El 'síndrome del niño del yo no he sido' que sufrió Bart Simpson en tan memorable capítulo acecha el futuro más inmediato de Chiqui Ibai, un chaval de 13 años que acumula 561.000 seguidores sólo en TikTok. Su cuenta de Instagram, donde constaba un correo electrónico de contacto bajo el reclamo 'contrataciones', fue eliminada este mismo viernes.
No hay que ser un lince para saber en qué radica la rápida efervescencia de Chiqui Ibai, un chaval con evidentes problemas de sobrepeso y, por ello, cierto parecido físico al streamer alavés. Sin embargo, y a pesar de que el jovencísimo tiktoker considera la popularidad adquirida una tabla de salvación frente al acoso escolar sufrido, la fama es un suflé que baja tan rápido como sube en un mundo volátil, que avanza, digitalizado, a un ritmo endiablado.
Que su manera de bailar como un personaje del Fortnite haya hecho fortuna en las redes fue argumento suficiente para la Real Federación Española de Fútbol, cuyo equipo de comunicación decidió contar con él este octubre ante las citas internacionales de la Selección. "Lo que estamos preparando para mañana... no tiene ningún tipo de sentido. ¡¡Dale, Chiqui Ibai!!", culminaba un post que incluía un vídeo con uno de sus bailes. Le regalaron, al menos, una camiseta con su nombre y el dorsal '22' a la espalda.
Rápidamente, la publicación se llenó de agrias respuestas; mensajes que, a todas luces, fueron leídos por Chiqui Ibai. ¿Cómo se afronta esta diatriba a tan corta edad? ¿Alguien le asesora? Fueron decenas, cientos de usuarios anónimos los que le auguraron un futuro oscuro o una fama efímera.
Las comparaciones giraban en torno a juguetes rotos como Eduardo García (actor de Josemi en Aquí no hay quien viva) o la efímera estrella de Hollywood Macaulay Culkin, engullido por una espiral autodestructiva en su adolescencia tras protagonizar, siendo un niño, en los noventa, las dos primeras películas de Solo en casa o Richie Rich.
Por lo sucedido después, poco importó la presión sobre el niño. Sólo tres semanas después, Chiqui Ibai, vestido con una camiseta del Málaga Club de Fútbol, aparecía bailando en la discoteca malagueña Preventus la noche de Halloween. Hacía lo de siempre: bailar como el gato de Mixta. Lo deslumbraban los flashes. Los vídeos se volcaban en las redes.
Lo acompañaba Misha, un tiktoker local abonado a la polémica y con quien ha compartido directos en Twitch. "¿No puedes pensar que el niño, al menos, está ganando su dinero?", respondía este androide del ciberespacio a otro influencer, Peldanyos, que lo había acusado de "explotar al niño". "No lo estoy explotando, se lo estaba pasando bien en una discoteca, y encima gana dinero", apostilló sobre su relación con un niño de 13 años.
Del acoso escolar a la fama
Turno de Ibai Llanos, rey del streaming en España, socio del exfutbolista del Fútbol Club Barcelona Gerard Piqué, promotor de la Kings League y tótem de gran parte de la juventud del país, incluidos muchos niños. La historia de Chiqui Ibai tituló un video subido a su cuenta de YouTube, donde cuenta con más de 11 millones de seguidores, el pasado 4 de septiembre.
"Al parecer a este chico le hacían bullying en el colegio. A partir de los vídeos que ha hecho en TikTok, que ha empezado a ser muy conocido, y que ahora mismo todo el mundo lo llama Ibai Junior, dice que toda su situación ha cambiado completamente", introduce Llanos la historia. "Es el mejor", remacha.
Chiqui Ibai copia de Ibai hasta el peinado. Lo hace con una ilusión genuina, única en un niño que está viviendo el sueño de codearse con su ídolo. "Estás en tu prime, hay que decírtelo", le dijo Ibai al chaval cuando tuvo oportunidad de conocerlo. Pronto se pusieron a streamear. "Os agradezco mucho a todos, a Ibai, a Santy, la oportunidad que me habéis dado, me habéis hecho muy feliz", se abrió, ya bregado en esas lides.
¿Quién es Santy? Otro joven compañero de redes que, con un puñado de seguidores en su haber, empezó a sacarle en sus vídeos, basados en retos futbolísticos en pistas de fútbol sala. Nada de partidos, las pruebas consisten en atinar en el poste o jugar al fútbol/tenis, contenido de menudeo con fácil salida en esa lonja infinita que es el scroll más ocioso.
Cuando Ibai Llanos reaccionó a estos vídeos y se hizo eco de su pequeño emulador, quien lo imita hasta en la forma de reírse, los seguidores de los niños subieron como la espuma en las redes sociales. Al joven Chiqui Ibai, cuenta, dejaron de insultarlo y "hacerle el vacío" en el colegio. Empezó a ser querido en el recreo. Si antes le negaban el saludo, ahora lo buscaban. Se acabó el bullying, pero empezó la fama.