Contesta animado a la llamada telefónica entrante. "No te lo vas a creer. ¡Estoy en Madrid en una manifa!", responde excitado, haciendo énfasis en la última palabra, lo que genera risas a su alrededor. Pero es cierto. Alberto Abascal es una de las 500 personas —según datos de la Delegación del Gobierno en Madrid— que han acudido a la concentración frente al Congreso de los Diputados contra la amnistía motivada por Rubén Gisbert, abogado y presidente de la asociación civil Junta Democrática de España.
Esta no es más que un movimiento social que surgió en 2020 para recuperar la estela de la Junta Democrática originaria —fundada en 1974— que, según el joven abogado, nació de la confluencia de todas las fuerzas políticas opositoras al régimen franquista que prometieron actuar juntas para romper con el franquismo y, a través de mecanismos pacíficos, sustituirlo por un régimen democrático. Una acción que, según Gisbert, quedó inconclusa. Y "lo que ha quedado inconcluso hay que terminarlo".
Alberto no pertenece a esta estructura política ni está afiliado a ningún partido. Únicamente ha venido, junto a su mujer Cris, desde desde Santa Pola, un municipio ubicado en la costa alicantina, para unirse a la acampada y apoyar así al joven abogado, puesto que es lo que "ahora mismo este país necesita, unión y justicia". "Rubén es un chaval que tiene un sentido de la responsabilidad grandísimo. Creo firmemente que si todas las personas hicieran una décima parte de lo que él hace, no estaríamos como estamos. Le admiramos, entre otras cosas, por cómo actúa frente a lo que está pasando estos días en España. Es muy importante venir a apoyarlo desde Alicante, desde Almería, desde La Coruña o desde donde sea", apunta seguidamente. Y Cris asiente con la cabeza.
Así pues —y nunca mejor dicho— Alberto decidió que hoy se harían la de carretera y manta. Y a las 19:30 horas, la convocada por el abogado, la pareja ya se encontraba en la concurrida zona madrileña escuchándolo tras un megáfono.
Consigo sólo han traído una manta de color rosa pastel, "ni tienda de campaña ni nada, que hace buena noche", comenta divertido. Este diario observa incrédulo al hombre. "¿Ni una esterilla?", se le pregunta. "¡A la aventura! ¿Cuántas veces nos hemos ido de fiesta hasta las siete de la mañana sin tener dónde dormir? ¿No vamos a hacer eso por nuestro país? ¿Me quedo en casa viendo Netflix? Es una vergüenza que la sociedad española no despierte con todo lo que está ocurriendo", espeta.
Uno puede apreciar cuando a Alberto algo le exaspera, porque su tono de voz cada vez asciende más, más y más. Cris le pide que baje el volumen. Y Alberto se agacha para liberar tensiones. De nuevo risas. El alicantino se justifica diciendo que es profesor de robótica y programación en una escuela de educación primaria, y que inconscientemente, en ocasiones, habla más alto de la cuenta. Y Cris, de nuevo, asiente con la cabeza.
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Tras el discurso 'Pongamos límites y control a los políticos' de Rubén, en el que exige independencia judicial y detener la arbitrariedad jurídica actual, entre otras, comienzan a desplegarse las tiendas de camapaña. Alberto busca un hueco entre los asistentes para llegar hasta Gisbert, que inmediatamente es entrevistado por los periodistas allí presentes.
El joven cuenta a EL ESPAÑOL, cuando se le pregunta si esta noche ha cumplido con sus expectativas, que se siente muy tranquilo y satisfecho con la convocatoria: "Han venido muchísimas personas, todo transcurre con perfecta y absoluta normalidad y la gente está siendo muy responsable. Se trata de una acción muy sosegada que demuestra que cuando las cosas se hacen con cabeza y de manera organizada y dirigida —como se tienen que hacer las cosas— nada tiene porqué salir mal". Y concluye en que esto “sólo es el principio”.
Mientras, los cánticos suenan de fondo. "Sin democracia no hay libertad", "se ha acabado la fiesta del Estado", "Independencia judicial", "no es una democracia, es una partitocracia”, se escucha sin cesar.
Pregunta.- ¿Qué es una partitocracia?
Respuesta.- Un estado de partidos, una forma de oligarquía que se caracteriza porque la corrupción es de factor de gobierno y no hay límite y control en la clase política.
Una veintena de tiendas
Tras aproximadamente una hora, lo que eran un par de tiendas de campaña se han convertido en una veintena. Óscar, un joven que acompaña a Alberto y a Cris, se ha querido unir a la acampada, y allí mismo coloca la suya propia. A nuestro alrededor, varias personas empiezan a decir que esto es el próximo 15M, pero Rubén no está de acuerdo. Y tampoco quiere que lo sea. También se empieza a observar un ligero enfado tras la negación de la policía a consumir comida y agua. Y es que al parecer unas cien pizzas han sido pedidas, pero no entregadas. "Bueno, tenemos almendras, cacahuetes y bizcocho casero", comenta Alberto que, como Cris, se ha acomadado en la tienda del joven. Y con la manta rosa, "por supuesto".
La manifestación está convocada hasta las once de la noche. La seguridad policial se intensifica. Pero allí nadie se mueve ni nadie lo hará. "Simplemente nosotros vamos a quedarnos aquí, y si deciden echarnos por la fuerza volveremos mañana. Y al día siguiente. Y al otro", señala Gisbert, cuyas palabras son recibidas entre aplausos.
Minutos más tardes, sobre las doce de la noche, y pese a los intentos de los allí presentes por no moverse, la policía desaloja a las decenas de personas que sentadas cerca del Congreso se hallan. El desalojo, aún así, se desarrolla de forma pacífica, en concordancia con el tranquilo ambiente que se ha respirado durante toda la tarde. "No vamos a recurrir a la violencia. Pero volveremos", comentan.
La acampada en el Congreso ha sido, hasta el momento, la más sosegada. A diferencia de la que esta misma noche ha habido en Ferraz, donde la cifra de manifestantes se cifra en 1.700 personas, con nueve detenidos.