El miércoles alcanza el filo de la medionoche y el madrileño barrio de Argüelles lleva más de una hora convertido en un correcalles entre manifestantes y antidisturbios. La Policía trata de tomar el control mientras los jóvenes se reagrupan constantemente. Los guindillas regulan el tráfico, los conductores asisten a un espéctaculo urbano y secretas disfrazados de skinhead brotan en un chasquido con las esposas prestas en el bolsillo trasero.
Cortado el cruce por una decena de lecheras, en la esquina entre Alberto Aguilera y Princesa los mamporros se suceden como en una película de Bud Spencer y Terence Hill. Un hombre calvo y con barba canosa, alto y corpulento, fruto de una diletante afición al boxeo, asiste a la escena apesumbrado. Junto a él está Bertrand Ndongo, el activista convertido en meme, diana de las chanzas de los manifestantes más jóvenes.
Su nombre es Miguel Frontera y su leve cojera marcó el camino en algunas de las primeras protestas frente a la sede nacional del PSOE, en la calle Ferraz. Desde el primer día, es un fijo. También uno de los manifestantes más conocidos. ¿El motivo? Como un personaje de la Marvel, lleva un escudo de Capitán América tuneado con los colores nacionales, rematado su núcleo por un color que podríamos denominar 'verde Vox'.
[La protesta de Ferraz se llena de muñecas hinchables contra el PSOE por los ERE y 'Tito Berni']
Hasta esta noche, Frontera tenía cuatro escudos. Que ahora sean tres se debe a que algunos camaradas de trinchera hicieron trizas uno de ellos. Tenía uno de repuesto en el cofre de la moto. "Me tengo que hacer uno de metal, para que no se rompa", cuenta en conversación con EL ESPAÑOL mientras suenan petardos. ¿Qué opinas de todo esto? "Es una mierda", se queja de su nuevo status.
Puesto en circulación en los suburbios de la red social antes conocida como Twitter, heraldo único de unos manifestantes que abominan de la prensa tradicional, el rumor de que es un 'chivato' de la Policía Nacional corrió como la pólvora el pasado domingo. Desde entonces, su presencia en la manifestación genera todo tipo de suspicacias. Y violencia. Los ultras ya no le dejan acercarse a la valla, allí donde se cuece la gresca. Este miércoles, lo sacaron de las primeras filas a patadas.
"¿Cómo voy a ser policía si Pablo Iglesias me quiere meter en la cárcel por darle por culo en su casa cuatro meses?", se justifica con un posible delito. Y es que Miguel Frontera fue, hace dos años, durante la pandemia, uno de los activistas que acosó en su casa de Galapagar (Madrid) al exvicepresidente del Gobierno y a su pareja, la ministra de Igualdad en funciones Irene Montero, padres de tres hijos.
Iglesias y Montero lo denunciaron por acoso y revelación de secretos. Fueron cinco meses frente al consabido chalet. Frontera retrasmitía aquello a través de su canal de YouTube, donde acumula unos 25.000 suscriptores. "Cada vez que ponía el himno de España, la Guardia Civil me pedía que lo quitara y no les hacía caso", contó en una entrevista en El Mundo.
El escrache, además, le granjeó multas por valor de 24.000 euros. Un tercio del montante lo pudo pagar gracias a su canal. Otra parte la pagó gracias al bizum de algunos benefactores. Algunas de esas multas están recurridas. También pesan sobre él diversos embargos.
"He venido aquí por el tema de la amnistía y por el felón de la Moncloa [Sánchez], que es capaz de hacer cualquier cosa con tal de seguir volando gratis en el Falcon", declaraba en los primeros días de la protesta. "El escudo surgió cuando nos tiraron piedras en un mitin de Vox en Vallecas", desvelaba este hostelero, relegado por la paranoia colectiva al gallinero de la protesta.