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La historia tras Keller Alonso, el kamikaze de 'El Hormiguero' al que 'martiriza' Pablo Motos

El leonés protagoniza los experimentos del programa de Antena 3 y ha recordado con El ESPAÑOL cómo el presentador le salvó de uno.

19 noviembre, 2023 01:42

La sección de Ciencia de El Hormiguero es una de las más exitosas del programa de Antena 3 y de las que cuentan con un mayor equipo de personas. Aunque los espectadores suelen ver en sus pantallas a Marron o a Gálvez haciendo las pruebas, multitud de compañeros están detrás preparando todos esos experimentos.

No obstante, hay una persona que es la encargada de probar en directo todo lo que se les ocurre. Se trata de Keller Alonso, un leonés que llegó al programa gracias a El hombre de Negro (Pablo Ibáñez) y que se ha convertido en el conejillo de indias de sus compañeros.

Keller es siempre el elegido para sumergirse en agua, recibir golpes, sortear llamaradas… Pese a que los espectadores podrían pensar que es el miembro de El Hormiguero más maltratado, es todo lo contrario: es uno de los que más atenciones recibe debido, precisamente, a que, en ocasiones, se juega la vida en los experimentos.

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El leonés ha atendido a EL ESPAÑOL desde las instalaciones del programa de 7yacción para hacer un repaso de su vida profesional antes de llegar al espacio de Pablo Motos, su curiosa forma de fichar por el programa y retazos de su vida personal.

Su nombre

Muchos pueden pensar que Keller es un apodo, pero no, es su nombre de pila, ya que su madre, cuando estaba embarazada, estaba leyendo un libro y unos de los personajes era Míster Keller. “Ella no sabía que era el apellido, simplemente vio el nombre, le gustó y me lo puso. Lo gracioso es que el personaje es un borracho vividor, y yo no me parezco en nada”, comenta el científico de El Hormiguero entre risas.

En el colegio no sabía si tiraría hacia Letras o Ciencias: “Era un estudiante normal, aprobaba todas, pero no con sobresalientes ni nada parecido. Es que mi madre me decía que el aprobado no estaba en el cinco sino en el seis”, recuerda.

Keller de pequeño.

Keller de pequeño. Cedida

Keller en otra imagen de niño.

Keller en otra imagen de niño. Cedida

“Pasé de un colegio de monjas en León, Las Carmelitas, al instituto y, de ahí, me vine a Madrid a estudiar. Es verdad que las ciencias me empezaron a gustar cuando mi tía me regaló un libro sobre dinosaurios y arqueología, y otro del espacio y las estrellas. Los leí como 700 veces porque eran mis favoritos así que la ciencia pasó a estar presente en mis futuras elecciones de estudio”, señala.

“Como también me gustaba el dibujo técnico y pensé tirar hacia Arquitectura, pero en el último año de instituto hubo un profesor de Física que hizo que me gustara mucho la asignatura, así que al final decidí estudiar eso en Madrid. Es que me parece muy fuerte que con 18 años te hagan tomar una decisión tan importante como la de elegir que vas a hacer en el futuro”, comenta.

Su fichaje

Keller llegó a El Hormiguero sin ningún bagaje profesional, no había trabajado en ningún sitio hasta que se incorporó al programa de Pablo Motos, ya que fue antes, incluso, de acabar la carrera.

“No había hecho nada en absoluto. Me incorporé al programa cuando estaba a punto de acabar la carrera, me quedaban como dos asignaturas o así, estaba casi licenciado. Solo fue un mes, pero estuve ese tiempo trabajando y estudiando a la vez”, comenta Keller.

Pregunta.—¿Cómo surgió su fichaje por El Hormiguero?

Respuesta.— Fue en el verano de 2012, todavía estudiando la carrera. Por las mañanas, antes de ponerme a repasar los temas, miraba un rato Twitter y, como seguía a El hombre de Negro, él puso un tuit pidiendo científicos para el programa. Decidí enviarle mi currículum, pero con las mismas esperanzas de que me contestase que si lo hubiera enviado a la NASA (risas).

Pensé, “total, no pierdo nada…”. A la semana o así me llamó para convocarme a una entrevista al día siguiente a las nueve de la mañana. Eran las siete de la tarde y yo estaba en León… Le pregunté si podía ser otro día porque no podía. Pablo me dijo que no, que era la última tanda de entrevistas… Era muy fan del programa y estaba un poco asustado porque sabía que en el equipo tenían gente muy preparada e inteligente y yo no había trabajado en mi vida, no tenía ninguna experiencia y con la carrera sin acabar. Era una locura aquello que estaba pasando.

Pensé que todo se esfumaba, era una oportunidad profesional de oro para un chaval de 22 años. Mi madre me vio abatido y me dijo que le volviera a llamar para decirle que sí que iba, que me cogía un autobús esa misma noche para ir a la entrevista. Llegué a las cuatro de la mañana a casa de mi tía en Madrid y me puse a prepararme la charla que iba a tener en unas horas.

Me puse a ver entrevistas que le habían hecho a El hombre de Negro y me quedé con una que le preguntaron cuál era su experimento favorito. Se trataba de uno con dos cubetas que si les metías electricidad se creaba un puente de agua entre ellas. Cuando llegó la hora de irme a la entrevista, recuerdo que me puse unas gafas, que no suelo usar, y unos pantalones amarillos que me parecieron muy elegantes.

P.— ¿Cómo fue aquella entrevista de trabajo?

R.— Recuerdo que al ver entrar a Pablo en la sala flipé en colores, era muy fan y me puse mucho más nervioso de lo que ya estaba. Me dijo: “Tú eres el que viene desde León, ¿no? Me gusta tu actitud de venir de un día para otro a la entrevista”. Como el hecho de haber dicho que no, pero luego haber rectificado y finalmente haber ido fue muy importante, le gustó mi actitud.

Por supuesto, lo primero que me preguntó fue que de dónde venía mi nombre, pero fue una charla muy informal, y eso que yo me esperaba algo más serio. Me di cuenta que más que un profesional cualificado, buscaba un ser humano con el que iba a pasar 12 horas trabajando al día y necesitaba tener buen rollo con él.

Keller y El hombre de negro.

Keller y El hombre de negro. Cedida

P.— ¿Recuerda algún detalle que fuera determinante para su contratación?

R.— Sí, en un momento dado él miró hacia el currículum y yo miré a un lado. Había un cuadro de una foto de un programa con Laura Pausini en el que estaban haciendo un experimento, el de los cubos de agua que sabía que era el favorito de El hombre de Negro.

Le dije: “Esa foto me recuerda a que mi experimento preferido es el de los cubos en los que si le metes mucha electricidad se crea el puente de agua”. En ese momento levantó la cabeza, me miró y me dijo que también era el que más le gustaba. Le hizo gracia y aquí estoy.

Como decía, necesitaba un científico con el que tener buen rollo porque pasamos bastantes horas juntos, abarcamos muchas cosas y, con el paso del tiempo, hemos ido mejorando el equipo incorporando a más gente como expertos en electrónica, ingenieros de telecomunicaciones (Miguel Gálvez)…

Estoy muy agradecido tanto a Pablo Ibáñez como a Pablo Motos de la oportunidad que me dieron. Es que en El Hormiguero se respira muy buen rollo, somos como una familia, con muchos equipos que tenemos que trabajar en común para que todo salga bien. De nada sirve que mi experimento funcione si no tiene la luz adecuada o si no se escucha. Al final, todo el mundo es igual de importante, trabajando a una.

P.— ¿Cómo fue la marcha de El hombre de Negro y que Marron le sustituyera?

R.— Marron ya estaba en el equipo de Ciencia y Pablo Ibáñez era como el coordinador de la sección, el jefe del equipo. Le sustituyó Almudena Cerrudos, que fue compañera mía en la carrera, y ahora es la jefa del departamento.

Día a Día

Pese a que El Hormiguero empieza un poco antes de las diez de la noche, el equipo del programa ya lleva muchas horas en las instalaciones de la productora 7yacción en la calle Alcalá, 518, de Madrid, donde está el plató del espacio de Pablo Motos.

“La gente se piensa que, al empezar a esa hora, con que lleguemos a las siete de la tarde para preparar las cosas es suficiente, pero no es así. Nosotros entramos por la mañana, como a las 12:00 horas, y lo primero que hacemos es recoger los experimentos del día anterior, dejando todo colocado, ordenado y limpio, para ponernos con los de ese día”, explica Keller.

Keller de viaje.

Keller de viaje. Cedida

Y añade que, “una vez hecho eso, vamos viendo que haremos la semana siguiente por si se puede adelantar algo. Almudena es la que se encarga de poner los experimentos que van cada día para ir probándolos.

P.— ¿Cómo es el proceso de creación de un experimento?

R.— Todas las semanas tenemos que proponer ideas de experimentos, como unas diez o así, y de ahí es de donde salen los nuevos. Esa es la parte creativa del trabajo. Aunque la última palabra sobre todo los que proponemos y decidimos hacer la tienen Pablo Motos, que es el director, y Jorge Salvador.

Pablo controla el contenido del programa, revisa los guiones, las ideas de los experimentos… Trabaja muchísimo, es muy meticuloso con las luces, con las sillas... Siempre es súper delicado con todo. La exigencia y la presión del directo son muy grandes.

P.— ¿Le gusta la tensión del directo?

R.— Sí, porque te obliga a que tenga que salir bien sí o sí, tienes que dar el cien por cien cada vez que sales porque todo tiene que salir a la perfección. Hay que esforzarse al máximo, dar lo mejor de ti mismo. Eso genera una especie de adrenalina que mola.

P.— ¿Ha hecho algún otro programa aparte de El Hormiguero?

R.— Hubo un programa que se llamaba ADN MAX que lo presentaba Javier Sardá y tenía de colaboradores a Martina Klein, Marta Márquez, Carlos Córdoba o Antonio Díaz ‘El Mago Pop’. A mi compañera María y a mí nos dijeron que si queríamos hacer el casting para colaborar. Nos cogieron y estuvimos los diez capítulos duró. Fue muy divertido y una experiencia muy gratificante. Éramos los ayudantes del científico del programa, Dani Jiménez.

Motos temió por su vida

Keller siempre es el encargado de probar los experimentos que suelen mostrar a los invitados de El Hormiguero cada día. Pero, por muy buen trabajo que realice el equipo de Ciencia, en ocasiones las cosas fallan y pueden resultar peligrosas.

Secuencia en que Keller es salvado por Motos.

Secuencia en que Keller es salvado por Motos. Cedida

Todo el mundo recuerda cuando en 2008 Marron y Motos casi mueren en una de las pruebas, cuando ambos se metieron en una especie de urna gigante llena de bolitas de corchopan y empezaron a metérselas por la boca al respirar, casi se ahogan y tuvieron que ser rescatados por miembros del equipo. Algo parecido le pasó al leonés en una bañera llena de fuego, donde algo salió mal y fue el propio presentador el que se puso en peligro para salvarle.

P.— Lo de probar siempre los experimentos, ¿se ofrece usted?

R.— Al principio no éramos tantos en el equipo de Ciencia (en la actualidad son once), y a alguien se le ocurrió el experimento de ver qué pasaba si colgábamos a una persona con pinzas de una cuerda como si fuera ropa. Como se necesitaba a alguien que pesara poco, lo hice yo. A partir de ahí surgió el “vamos a hacerle cosas a Keller”. Lo hago porque me parece divertido y me lo paso bien, nunca lo haría obligado. Por la calle me dice la gente: “Vaya putadas te hacen”, pero tampoco es así, me siento muy arropado por todos y hacen los experimento con mucho cuidado para que no me pase nada, Pablo Motos el que más.

P.— ¿Cómo fue aquella ocasión en que se jugó la vida para salvarle de uno en noviembre de 2019?

R.— Era un experimento en el que había que respirar a través de un tubo mientras había fuego en la superficie. Lo habíamos probado muchísimas veces, pero justo ese día debía de tener un mini escape el tubo del agua. Me metí en la bañera y aguanté lo que pude, pero me puse muy nervioso, debería haber mantenido más la respiración. En la imagen se vio que los invitados (Ricardo y Chino Darín) se echaron para atrás cuando intento salir, menos Pablo, que fue directo al agua a apartar las llamas para que yo saliera. Por ese motivo me siento tan cuidado por él.

Pero no se quedó ahí (publicaron un vídeo en redes para dar a conocer que Keller se encontraba bien tras el experimento), en cuanto acabó el programa todo el equipo vino a ver cómo estaba y la mujer de Pablo, Laura Llopis me dijo: “¿Estás bien? Pues llama a tu madre para decírselo”. Pilar Rubio también se preocupó, es una chica muy tímida, pero es encantadora.

Aunque los espectadores se piensen que soy el miembro del equipo de El Hormiguero más ‘maltratado’, tampoco soy el ‘niño mimado’, pero sí me siento el más cuidado. Externamente el más ‘puteado’, internamente, el más cuidado.

Una familia

Uno de los mejores ejemplos de que su compañerismo más allá de las paredes de El Hormiguero es que, fuera de horas de trabajo, los miembros del equipo de Ciencia y del resto del equipo del programa también se ven para tomar algo o jugar al fútbol.

“Suelo organizar partidos de fútbol los viernes, el día que no trabajamos. Echamos una pachanga y se apuntan Fontecha, Juan del Val, Juan, Damián y algunos más de los que la gente conoce de salir en pantalla y otros, que aunque no aparecen, también son del programa. Cuando acabamos nos tomamos unas cervezas… mola mucho, la verdad”, comenta Keller.

P.— ¿Qué suele hacer cuando no está trabajando?

R.— Me gusta el senderismo, esquiar, pero, sobre todo, el fútbol. Aparte de los partidos con los de El Hormiguero, también jugaba en un equipo los domingos, es mi hobby principal. También viajo mucho, me gusta ir a destinos poco convencionales, como este verano, que me fui solo dos semanas a Georgia.

Keller de viaje en el desierto.

Keller de viaje en el desierto. Cedida

P.— ¿Qué le dicen por la calle los fans del programa?

R.— A los niños les hace mucha ilusión reconocerme, hacerse fotos, luego los padres lo suben a redes sociales… Por supuesto me dicen todo lo que me pasa en El Hormiguero con los experimentos.