Todo colectivo identitario cuenta con unos actos litúrgicos imprescindibles para afianzar sus mitos fundacionales. Para el Movimiento Socialista (MS) vasco, un grupo con apenas cinco años de existencia, esto se llama el Topagune (punto de reunión en euskera), una especie de convención anual en la que sus miembros celebran juntos la idea de una nueva Euskal Herria libre y socialista. Este octubre miles de jóvenes se dieron cita en Villava y Burlada (Navarra) pese a los trabas que puso Bildu, que gobierna en ambas localidades, para impedir su celebración. Fue el último desencuentro entre esta escisión de la izquierda abertzale con la formación de Arnaldo Otegi, a la que acusan de traicionar sus principios. El siguiente y definitivo se producirá este mismo sábado.
Ese día hay convocado un acto político en el frontón de Eibar, uno de los lugares fetiche para los abertzales. Lo organiza un grupo de nuevo cuño llamado Alternatiba Sozialista Antolatu (Alternativa Socialista Organizada), que hace unas pocas semanas creó un perfil en redes sociales para promocionar el acto. En él se ven imágenes sugestivas de manifestaciones con una música heroica sobre las que se afirma que “la opción política de superación del capitalismo está tomando cuerpo”. Sus organizadores, cuestionados por EL ESPAÑOL, responden que lo que harán este sábado es “presentar una portavocía política”. Es decir, lo que a todas luces parece el germen de un partido.
Aunque no se sabe mucho más de este proyecto político, detrás está el Movimiento Social vasco. Y más concretamente la organización juvenil Gazte Koordinadora Sozialista (GKS), su grupo más organizado. GKS lleva años mostrando sus desavenencias con Bildu y aunque hasta ahora han rechazado formar un partido político, esta opción parece ahora mucho más cercana. “Nosotros estamos centrados en el sector juvenil, pero este sábado el movimiento nombrará unos portavoces políticos de las organizaciones de nuestro entorno más enfocadas a un público adulto”, señalan desde la organización. El resto de detalles se conocerán tras el acto de Eibar.
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Y esta opción, como toda la deriva pactista en la que lleva años instalada Bildu, es la que rechaza el nuevo proyecto político abertzale. Su alcance es limitado y todavía imposible de medir, pues ni se han presentado nunca a unas elecciones ni está claro que lo hagan de forma inmediata a las próximas autonómicas. Pero sí han demostrado “una gran movilización, una importante implantación entre los jóvenes y una capacidad para restarle apoyos a las juventudes de Sortu [el partido mayoritario dentro de la coalición Euskal Herria Bildu], que han sido las que tradicionalmente han atraído a la cantera”, señala una fuente de la política vasca. Su ejemplo más cercano cercano sería el de la CUP en Cataluña, antes de que se presentara como partido y obtuviera unos buenos resultados electorales.
La vida tras ETA
El Movimiento Socialista vasco comienza a tomar forma tras el cese definitivo de la actividad armada de ETA en 2011. En ese momento la corriente mayoritaria abertzale se articula a través de una vía política en distintas siglas que fueron transformándose y hoy confluyen en la actual Bildu. Pero, en paralelo, surgieron grupos que rechazaban esta estrategia, algunos incluso descontentos con el fin de la lucha armada, como Amnistia eta Askatasuna (Amnistía y Libertad). Pero no son ellos, remarcan a EL ESPAÑOL los organizadores del acto de este sábado, quienes están detrás del nuevo proyecto político.
Sí lo están otros disidentes de la izquierda abertzale 'mainstream' que comenzaron a agruparse en gaztetxes (centros okupas con fuerte arraigo en Euskadi) y en universidades, principalmente en la Universidad del País Vasco, con campus en las tres capitales vascas. Muchos militantes proceden de Ikasle Abertzaleak (Estudiantes patriotas), un sindicato estudiantil formado a finales de los ochenta, que tradicionalmente ha servido de base para la juventud abertzale.
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Los colectivos surgidos de gaztetxes y facultades, sin rostros visibles muy reconocidos y una naturaleza fuertemente asamblearia, fueron formando un entramado coral con organizaciones de todo tipo. Los mejor organizados son el citado movimiento juvenil GKS, pero también cuentan con una revista digital (Gedar), un colectivo feminista (Itaia), un grupo que se encarga de los centros okupas (Erraki), diferentes proyectos culturales (Ekida o Arteka) o el reciente sindicato de vivienda Euskal Herriko Etxebizitza Sindikatu Sozialista.
Todos ellos enarbolan un discurso de clase en el que el mensaje marxista y revolucionario convive con un independentismo que se da por descontado. De ahí que la conjunción de esas dos almas, la izquierdista y la secesionista, se pueda comparar a la formación de la CUP en Cataluña.
Comunismo y revolución
Si Gedar, el medio digital que sirve como órgano de propaganda mide el alcance teórico del movimiento, basta con citar este editorial publicado tras las últimas elecciones municipales: “EH Bildu se está convirtiendo en legítimo representante de los intereses de la clase media nacionalista, es decir, EH Bildu, a medida que se va integrando en el seno del Estado y despolitizando su programa político, parece haber adquirido la protección y la capacidad de representar los intereses de la masa electoral, acaparada por la clase media”.
Este movimiento considera a Bildu un partido socialdemócrata acomodado y demasiado blando; al PNV, el perfecto representante de la “burguesía nacional”; y al llamado “Gobierno progresista” de la capital, incapaz de “mejorar las vidas del proletariado”. Es decir, que entronca con ese discurso de la izquierda más radical que equipara a los partidos mayoritarios: PSOE y PP en Madrid; y en este caso, Bildu y PNV en el País Vasco.
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Si bien su estrategia hasta ahora ha sido la abstención, desde Bildu han mostrado una respuesta muy beligerante con ellos. Antes de las elecciones municipales del pasado mayo, el partido abertzale emitió una circular en la que aseguraba que estos grupos buscaban “debilitar a la izquierda independentista” y acusaba a la GKS de “dañar la construcción del socialismo”, de "sectarismo" y de actuar “de manera excluyente y agresiva”. Probablemente su alcance sería limitado, pero Otegi es consciente de que un movimiento a su izquierda podría minar su credibilidad entre el electorado joven, precisamente donde Bildu ha sabido moverse mejor.
“Estos jóvenes apenas han conocido a ETA, aunque puede que tengan interiorizada la idea de la amnistía a los presos o de los homenajes a los etarras porque lo habrán vivido en sus familias. No existe una defensa de la violencia, pero tampoco tienen ya la necesidad de condenarla. Sin embargo, su punto fuerte es ese discurso revolucionario que les da un punto épico. Y hay un elemento importante, ya que sus vídeos y comunicados siempre están en euskera y en castellano, por lo que trascienden el hecho nacional”, apunta la mencionada fuente de la política vasca. Para los jóvenes abertzales ETA ya no es una mancha que esquivar, pero ahora se conforma otro grupo que defiende que los herederos políticos de los terroristas han sido demasiado serviles con el poder.