"Esto tiene que ser una broma" reitera este diario. No es 28 de diciembre y ya ha vivido su primera inocentada. Precios abusivos, camareros desganados, platos repulsivos y establecimientos capaces de hacer contraer una infección. Es a lo que se enfrentan cada día cientos de turistas en Madrid. Y es que muchos restaurantes de la capital son un chiste sin gracia.
"No paréis ni locos", "ni a tomar una Coca-Cola", "malo hasta decir ¡basta!" "huid" y "gentuza. Piratas de la hostelería, sin parche en el ojo" son algunos de los comentarios que los usuarios arrojan en TripAdvisor al Mesón oro y plata, un establecimiento ubicado en la Glorieta de Bilbao. Con 101 opiniones en la plataforma, 75 marcan la casilla 'pésimo'.
"¿Para comer?", pregunto. El camarero rechaza el contacto visual. Son las dos de la tarde y el local se encuentra vacío. Me dirijo hacia la mitad del establecimiento para no perder de vista la barra. Aunque ojos que no ven… "Los bocadillos", expresa con desdén señalando la mugrienta carta. "Un pincho de tortilla, por favor". Pienso en que el día va a ser largo.
[El "peor restaurante del mundo" está en España, según TripAdvisor: tiene 1.588 opiniones negativas]
15 minutos y un trozo de tortilla con migajas de pan duro y un pequeño sobre de mayonesa se presenta ante mí. Me atrevería a decir que de supermercado, expuesta en el mostrador desde hace días y recalentada —sin haberlo pedido— más de una vez. Incomestible. Me dirijo hacia los camareros.
Pregunta.- La tortilla casera no es, ¿verdad?
Respuesta.- ¿Por qué lo dices?
Respuesta.- ¿Está seca?
[Cara disgustada]
P.- He sido incapaz de comérmela.
R.- Dinos que le falta y se lo diremos a la cocinera.
R.- Te devolvemos el dinero.
Salgo del local con la sorpresa de que hayan tenido la decencia de devolverme los 3’20 euros del peor pincho que he probado nunca.
Taberna La Extremeña
Sé que el día sólo puede empeorar cuando me dirijo hacia La Latina para visitar la taberna protagonista de varios artículos. Con 132 opiniones en la plataforma, 104 marcan la casilla 'pésimo'. Se trata de La Extremeña, ubicada en la Plaza de la Cebada. Pregunto antes de entrar si hay sitio para comer, pese a estar completamente vacío. Pareciera que llevara la palabra 'periodista' en la frente. La camarera me mira de arriba abajo. Parece pensar "otra más que viene a criticar". Y es que dudo que exista persona que desconozca la mala fama de este establecimiento: "Racistas, clasistas, violentos", "lo peor que he visto en mi vida", "no entiendo que siga abierto", "pensamos que nos hacían una cámara oculta" y "de lo peor del país".
Antes de sentarme, la camarera me expresa que "toda la comida de la carta es casera". Me pregunta si prefiero raciones o menú de día: de primero lentejas o estofado y de segundo croquetas o chuleta. No hace falta probar las migas para saber que iba a ser lo peor que comería en mucho tiempo. Y objetiva, lo que se dice objetiva, no iba a ser. Porque lo que la mujer no sabe es que en mi casa sí que se cocina comida extremeña de verdad.
Me lanzo por el estofado y las croquetas, que siempre dan juego a crítica. El local es una mezcla de templo budista y feria de Sevilla en navidad. Lo que se dice sentirme en casa, no me siento. Aparece, repentinamente, la camarera con dos rodajas de pan duro y una empanadilla de aspecto insalubre. Escucho el microondas, por lo que intuyo que me están recalentando la comida. Aparece el estofado. Nota media. El que creo que es el gerente se dirige a la mujer. "¿Te parece normal que no estés haciendo nada? Sólo estás con el móvil. ¡Toda la pila de vasos sucios sin meter en el lavavajillas!, le espeta.
[El "peor restaurante chino de España", según Tripadvisor: "Un día vi cucarachas y hormigas"]
Me siento observada. Ella sigue analizándome. Y él parece pedirme clemencia. El ambiente es incómodo e intento hacer de tripas corazón. Escucho de nuevo el microondas. Y otra vez. Hasta que aparecen las croquetas. Es difícil hacer mal unas patatas fritas, pero estas son incomestibles: están agrias y saben a aceite de girasol. Ni siquiera soy capaz de comer una entera. Parecen hechas, al menos, desde hace una semana. Y las croquetas más de lo mismo: no me atrevo a decir que no son caseras, pero sí que han sido refritas más de tres veces en el mismo aceite que las patatas.
Intento huir cuando me preguntan por el postre. "Sólo un café con leche". Y me lo sirven frío. Mientras tanto espero en la barra para seguir observando el local. Las patas de jamón que cuelgan tienen un color enfermizo y la ensaladilla llama a la indigestión. De nuevo observo las migas y evoco mi tierra. Pienso en los turistas que abandonan Madrid pensando que esto es lo que comemos los españoles. ¿Es esto lo que les ofrecemos?
Con náuseas salgo del local. La próxima parada es Café&Tapas, ubicado en la calle Montera y con 293 pésimos. Esto sólo va a peor. Los comentarios más repetidos en la plataforma son del estilo "estafa", "timo", "atraco" y "robo".
Las peores patatas bravas
Pido a la camarera una ración de —tal como se observa en la carta— "las mejores patatas bravas del mundo". En resumen: casi 11 euros por diez unidades de patatas crudas y sin sal. Y si ya de por sí en el plato la abundancia brilla por su ausencia, la camarera casi corre por quitarme el plato sin haber acabado. No seré yo quien diga que en realidad son "las peores patatas bravas del mundo". Pero casi.
Y ahora es cuando me uno a los comentarios del estilo "timo": la ración más una cesta de pan duro y dos cervezas por 22 euros. Esto sí que es la dolorosa. Pero para estafas las que se iban a producir en las siguientes paradas: Bar Los Arcos y el Bar Tineo, ambos en Plaza Mayor.
"Lo peor", "horrible todo", "terrible experiencia culinaria", "por favor, ¡no vayas!" y "la peor experiencia de mi vida" son algunos de los comentarios del primero que, por cierto, se trata del restaurante que se negó a dar de comer a Chicote. 80 pésimos de 118 opiniones.
[El restaurante "más desastroso", según TripAdvisor: moscas y hamburguesas a 12 euros]
Lo único que ofrece el restaurante son bocadillos: calamares, chorizo o tortilla. Menú por ocho euros, casi el doble que en el popular La Campana, ubicado justo en frente. Voy a por los calamares y me los traen crudos con pan de, al menos, el día anterior. Sin embargo, me atrevo a decir que lo peor del establecimiento es la higiene.
Para finalizar, me dirijo hacia el Tineo, con 104 pésimos de 308 opiniones. "Experiencia denigrante", "pésimo, ni os acerquéis", "una vergüenza" y "es una trampa" son algunos de los comentarios en Tipadvisor. Completamente de acuerdo. Un pulpo a la gallega chicloso, expuesto en el mostrador desde a saber cuándo y recalentado en el microondas por 22 euros.
Desde fuera el local parece hasta lujoso. Los camareos visten que ni en el Ritz. Leo en los comentarios que las pizzas, de 15 euros, son congeladas. Pero en cuanto entro me explican que no me pueden servir ni pizza ni pasta porque "son pizzas casera y, claro, tardan mucho en hacerse". Les pido el plato estrella y "sin duda, pulpo a la gallega". Pero tiene de gallega lo que yo: nada. Cuatro unidades de patatas fritas en el centro del plato con cantidades industriales de pimentón arrojado sin ningún cariño.
Con todo, recuerdo lo que me cuenta en ocasiones mi madre: cuando era pequeña mi padre procuraba que ella no se preocupase tanto por lo que podía llevarme a la boca. Entonces mi abuelo aún pronunciaba mi nombre y pasábamos los fines de semana entre matorrales. Un espacio que mi madre observaba poco higiénico para casi una recién nacida. Para aquella tesitura mi padre recurría al típico refrán "lo que no te mata, te hace más fuerte". Es su estrategia para hacernos inmune, supongo. Hoy debo darle las gracias. Si hubiese tenido un estómago delicado quizá ni lo cuento.