La rave de Fuente Álamo se mantendrá activa mientras que sus miles de asistentes sigan con ganas de mover el esqueleto. "No hay una fecha de finalización, esto dependerá de la gente: si ellos quieren fiesta, les seguiremos dando fiesta", según advierte Simón [Ximun], un joven francés, de 21 años, estudiante de un máster en Composición Electroacústica y que atiende a EL ESPAÑOL como miembro de uno de los colectivos organizadores de esta macrofiesta ilegal.
"Somos un grupo de gente que hace música libremente", defiende Simón, mostrando un dominio del inglés propio de un ravero tan políglota como los dos nombres con los que han bautizado esta rave: La Fiesta de la Libertad, en la versión española, o The Big Fucking Party, para la zona euro.
- ¿Cuáles son los colectivos que organizan esta rave?
- Simón: No te puedo decir eso. Hay cuarenta colectivos de siete países: España, Suiza, Inglaterra, Francia… El mundo es una fiesta y necesitamos hacer la fiesta en todas partes.
La respuesta que ofrece este veinteañero que se ha recorrido los 1.380 kilómetros que separan Francia de Fuente Álamo, para ayudar a desplegar una logística más propia de un festival de música electrónica que de una fiesta clandestina, pone de manifiesto que esta rave está organizada con antelación: no se ha improvisado nada. "Esta vez ha tocado en Murcia", subraya Simón. "La próxima vez no sé dónde será".
- ¿Qué red social utilizaron para movilizar a tanta gente en el circuito de motos de Fuente Álamo?
- Simón: Ninguna. Solo llamadas de teléfono. Dos semanas antes solo se sabía que la rave se iba a celebrar en algún sitio al sur de España y el punto exacto solo se conoció dos horas antes de que empezara la fiesta. Nosotros llegamos durante la tarde del sábado.
Al movimiento europeo free party le gusta despedir el año en suelo español. Este tipo de raves empieza a ser una tradición navideña: la primera edición arrancó el 31 de diciembre de 2021, en una cantera abandonada de Sorbas, una localidad almeriense que recibió de una tacada a 5.000 personas de varios países de Europa, en plena cresta de la sexta ola del coronavirus.
La segunda edición dio el pistoletazo de salida, un 30 de diciembre de 2022, en una explanada a las afueras de La Peza: un pueblecito de Granada con 1.120 habitantes que se vio invadido durante seis días por un 'tsunami' de 4.000 raveros. De momento, por el circuito de Fuente Álamo ya han pasado "entre 5.000 y 10.000 personas", según calculan miembros de la organización de La Fiesta de la Libertad o The Big Fucking Party.
El factor sorpresa es clave para que estas fiestas clandestinas no sean abortadas por las Fuerzas de Seguridad y Simón asegura que todo se gesta "de boca en boca". La ubicación de este año solo empezó a circular por WhatsApp cuando toda la logística estaba montada tras forzar la puerta de acceso al circuito de motos. Es decir, cuando era imposible impedir la rave porque cada uno de los grupos organizadores ya había aparcado sus camiones, furgonetas y caravanas, levantando un fortín, en cuyo interior cada colectivo había desplegado su stage [un escenario], con su plataforma para el DJ y un sound system: una mastodóntica torre de altavoces.
De hecho, una fuente de la Delegación del Gobierno confirma que el Ayuntamiento de Fuente Álamo alertó de que "asaltaron el circuito municipal a la una de la madrugada del 31 de diciembre". La concejal de Interior, Marta Dolón (PP), asegura que ya "está todo controlado", pero lo cierto es que tres días después, la fiesta es tan imparable como el Calvin Klein que un grupo de alemanes se está preparando en esta instalación municipal: una mezcla de cocaína y ketamina, como el que se prepara una paella a plena luz del día.
"Esto sirve para desconectar el cerebro, para tener más energía y desinhibirse", tal y como explica Matthias, ante la curiosidad del periodista que se acerca a estos raveros germanos, sentados en círculo como las tribus indias, en mitad del asfalto de una de las rectas del circuito por donde no pasa ni una moto, aunque la gente sí que va como una moto.
Prueba de ello es que Matthias, un profesional de la serigrafía, de 30 años, admite al plumilla que lleva tantos días sin pegar ojo que no sabe en qué fecha del calendario nos encontramos desde que llegó a este circuito de Fuente Álamo que, por momentos, recuerda a las secuencias apocalípticas de Mad Max por la influencia que tiene la estética punk entre los raveros: ataviados con ropa de cuero, tatuados de arriba abajo y con piercings tan imposibles como sus crestas o sus rastas.
- Matthias: ¿Qué día es hoy?
- Periodista: Es martes 2 de enero. ¿Cuándo llegaste?
- Matthias: Estamos aquí desde el viernes por la noche.
- Periodista: ¿Cómo os habéis enterado de la rave?
- Matthias: Llevo dos meses viajando por España y antes de ir a Marruecos me he venido a Murcia porque un amigo me avisó de la fiesta. No nos marcharemos hasta que se acabe la rave.
El reloj marca las 13 horas y la gente se viene arriba porque por los altavoces de uno de los escenarios resuena un temazo The Prodigy: el grupo británico que marcó una época en la música electrónica. Precisamente, estas free parties comenzaron en el Reino Unido, en los años ochenta, y una publicación de la Universidad Autónoma de Barcelona las vincula con el punk, el anarquismo y el movimiento okupa, pero lo cierto es que los precios que algunos piden en los puestos de venta ambulante de esta rave son más propios de la inflación capitalista. Un food truck luce una pizarra donde se lee: '10 € = 1 litro de cerveza'. Un precio poco underground.
Willy, un pizzero que es autónomo, confiesa que en menos de 48 horas ya ha vendido la friolera de "mil pizzas". A 7 euros cada una, ya se ha embolsando 7.000 euros, rentabilizando el viaje que se ha pegado desde San Pedro del Alcántara en Málaga: "Hemos venido tres personas y nos vamos rotando. Ahora están descansando mis dos compañeros".
El negocio redondo que algunos están haciendo con sus food trucks en el circuito de motos, sin pagar la tasa o el impuesto correspondiente como cualquier vendedor ambulante, contrasta con el discurso "antisistema" de Ricardo: un italiano, de 27 años, y que como miembro de uno de los colectivos organizadores de esta rave se muestra "orgulloso" de que la convocatoria de Fuente Álamo haya movilizado a más gente que en Sorbas (Almería) o en La Peza (Granada).
"Esto es una fiesta antisistema: es una forma de disfrutar en libertad y de ser felices", recalca Ricardo, técnico de sonido y productor de música en Italia. "Para nosotros, la anarquía es una forma de respeto. Es un movimiento en el que creemos".
- ¿Por qué han escogido Fuente Álamo para celebrar la rave de este año?
- Ricardo: . Utilizamos sitios abandonados para darles vida y para disfrutar de nuestro tiempo libre con libertad. Hemos escogido este circuito porque estaba abandonado y el pueblo había pagado impuestos a la Administración, pero la instalación seguía cerrada al público.
Un concejal del PSOE en el Ayuntamiento fuentealamero confirma que las desventuras de esta instalación municipal dan "para escribir un libro" y el epílogo ha sido albergar una free party que ha catapultado el nombre de este pueblo agrícola por toda Europa. "El circuito de motos lleva quince años sin terminarse", según calcula este edil desde el anonimato. El trazado inicialmente se ubicaba en el paraje de La Torrica, pero causaba molestias a los residentes de Hacienda del Álamo, de forma que la promotora de este resort ofreció 3,6 millones de euros al Consistorio y al Moto Club Fuente Álamo para reubicar el circuito en el paraje de los Milanos. Allí se quedó sin inaugurar la instalación hasta que una rave épica ha estrenado su pista de 3.700 metros.
"Cuando empezaron las obras hubo problemas porque el asfalto se desgranaba, así que el Ayuntamiento le abrió un expediente al contratista por vicios ocultos", prosigue detallando este edil del PSOE. Después estalló la burbuja inmobiliaria y el circuito se quedó sin ejecutar para disgusto del Moto Club: "Los boxes están sin terminar, hacen falta más de 600.000 euros para acabar el proyecto". De forma que "esta instalación municipal" ha terminado languideciendo y en medio de la nada: alrededor solo hay fincas agrícolas y el Parque Regional del Valle y Carrascoy.
La población más próxima es la pedanía de El Escobar -a cinco kilómetros de distancia- y Ricardo subraya que ese ha sido otro de los factores clave para que los raveros ocupen este circuito: "No molestamos a los vecinos con nuestra música". Tampoco ensucian nada porque a cada paso que damos por la instalación encontramos bolsas con la basura perfectamente recogida. "Nosotros respetamos el medio ambiente", recalca este italiano, mientras cuenta que lleva un par de días sin dormir. "Estoy pinchando como DJ y ocupándome de que no falle nada con el sonido".
- ¿Te estás drogando para aguantar?
- Ricardo: Nosotros no podemos drogarnos. Tenemos mucha responsabilidad, debemos estar pendientes de que todo esté bien y de que no le pase nada a nadie. No podemos hacer nada si la gente se droga.
- ¿Te consideras un raver?
- Ricardo: No soy un raver, soy un artista.
- ¿Cuántos escenarios hay montados en el circuito?
- Ricardo: Hay siete stages, cada uno tiene su propio sound system. Y en cada stage hay al menos, unos cinco colectivos que forman parte de la organización de la fiesta.
En todo momento, tanto Ricardo como Simón hablan de colectivos de forma genérica. No ofrecen más detalles sobre la organización de esta macrofiesta clandestina ni acceden a ser fotografiados, conscientes de que la Guardia Civil no solo ha desplegado un control de alcohol y drogas, a unos kilómetros del circuito, para disuadir la llegada de más fiesteros, sino que también está investigando a los promotores de la Big Fucking Party.
Durante la mañana de este martes, las aspas de un helicóptero del Instituto Armado se han escuchado sobrevolando el trazado para evaluar la situación. "Hay que valorar cuánta gente queda dentro y cuántos efectivos se necesitan para desalojar", explica un portavoz de la Delegación del Gobierno. "No se tiene previsto desalojar el recinto de forma inminente, pero la Comandancia de Murcia está en contacto con la de Granada donde hubo una fiesta similar el año pasado, para marcar las directrices a seguir".
De momento, la Guardia Civil ha tramitado 12 denuncias por positivos al volante en test de drogas, 17 por tenencia de sustancias estupefacientes, 1 por vulnerar la Ley de Seguridad Vial y ha detenido a un brasileño por tráfico de drogas, incautándole 90 dosis de LSD en cartón y 4,1 gramos de LSD líquido. En el recinto nadie se esconde: el consumo de drogas forma parte de la experiencia de las free parties y el periodista de EL ESPAÑOL durante su estancia en la rave comprueba cómo en una tienda de campaña cuelga un cartel que dice: 'LSD'. A buen entendedor, pocas palabras bastan.
Las horas pasan, en el 'mañaneo' y el 'tardeo' hay más ambiente que cuando empieza a caer la noche, pero el chunda-chunda de los altavoces se mantiene perenne. El trasiego de gente no cesa por las carpas, las tiendas de comida, bebida, ropa, accesorios... No parece que nadie tenga la intención de irse antes del Día de Reyes. En la pista del circuito uno se puede encontrar de todo: desde improvisados malabaristas a un padre paseando de la mano con sus niños. "Venimos de Málaga", cuenta Manuel con desparpajo. "He venido solo porque estoy separado: mis hijos tienen 6, 8 y 12 años".
- ¿Cómo se ha traído a sus hijos a una rave?
- Manuel: Esto antes, para nuestros padres, era como una romería. Yo no he pisado una rave hasta que he tenido 44 años y un amigo que conocí en una de estas fiestas en Halloween me ha llamado. Hemos venido a sentir. Aquí hay buena vibra. Quiero que mis hijos aprendan a expresarse y a sentir.