Los 450 días de 'Pambu' preso en Irán: 300 libros leídos, jefe de deportes y manteado por 500 reclusos
El aventurero salió a pie desde Madrid en dirección Qatar para acudir al Mundial de fútbol, pero fue detenido en octubre de 2022 tras visitar la tumba de Mahsa Amini. Durante semanas nadie supo si estaba vivo o muerto.
3 enero, 2024 02:12Primer día laboral del año. El más frío en meses. Los periodistas se agolpan, nerviosos, frente a la puerta de llegadas de la terminal 4 del aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas. El vuelo 141 de Emirates está a punto de aterrizar proveniente de Dubái. A bordo del avión viaja Santiago Sánchez Cogedor, Pambu, el exmilitar español encarcelado en Irán en octubre de 2022 mientras cruzaba el mundo a pie para acudir al Mundial de Qatar. Fue detenido por hacer fotografías a la tumba de Mahsa Amini, la joven salvajemente asesinada por la policía islámica por llevar mal puesto el hiyab.
Hace sólo unas horas que Cogedor fue liberado gracias a la mediación e insistencia del embajador español en Teherán, Ángel Losada. Pero en el aeropuerto madrileño aún no hay nadie. Ni sus padres. Ni sus amigos. "¿No será mañana?", bromea un reportero. De pronto, siete u ocho cámaras comienzan a disparar flashes. La marabunta de periodistas se desplaza como una horda humana hacia una mujer bajita de gafas blancas marca Marc Jacobs y pelo corto y rubio. Todos se arremolinan en torno a ella, formando un asfixiante corrillo. "Debe ser una actriz", cotillea un turista que está de paso, sorprendido por la sed mediática.
La estrella no es nada menos que Celia Cogedor, madre del reo español en Irán. Acaba de cruzar la puerta de la T4 junto a su marido, Santiago Sánchez senior, al que una enorme mascarilla quirúrgica oculta el rostro. Con un tono suave, muy bajo, cansado, prácticamente inaudible fuera de los micrófonos, Celia Cogedor atiende a la prensa, algo desconcertada, pero armada de valor y paciencia. "Mi hijo ya vuela libre hacia España. Hoy la felicidad es completa", se congratula. Pero su gozo se trufa de una pizca de amargura: Pambu, que es como sus familiares llaman cariñosamente a Santiago Sánchez Cogedor, llega "muy delgado, cansado y envejecido". Ha pasado por un calvario de 450 días en la cárcel de Evin, una de las más duras de Irán.
Santiago Sánchez Cogedor, exmilitar paracaidista del Ejército del Aire reconvertido en profesor de boxeo y aventurero, fue detenido en octubre de 2022 por visitar y tomar imágenes de la sepultura de la joven Amini, origen de las masivas protestas que asolaron el país entre 2021 y 2022. La respuesta del régimen de los ayatolás fue aplicar la mano dura contra su propio pueblo: miles de manifestantes detenidos, Cogedor entre ellos, y decenas de ejecuciones en la horca. Siete, al menos, según denuncia Amnistía Internacional, sin un juicio decente, donde se "forzaron las confesiones", tal y como asegura la oenegé.
"Él no sabía que era ilegal hacer fotos de una tumba. Lo engañaron", asegura Celia Cogedor, con la voz ya casi marchitada en un susurro. "Cuando entró en Irán, tenía un contacto. Y este, parece ser, era un opositor al régimen. Le cogió, le engañó y le llevó a la tumba para que hiciera la foto como extranjero y la mandara por las redes sociales". Alguien avisó de que su hijo estaba haciendo una foto y le detuvieron "inmediatamente". A Pambu lo acusaron de espionaje y lo mandaron a la cárcel de Evin, un recinto lleno de prisioneros políticos. Una imputación peligrosa que puede saldarse con la pena de muerte.
Un preso manteado por otros 500
Santiago, padre del aventurero alcalaíno, famoso por cruzar el mundo a pie o en bicicleta para llegar a sus destinos, toma el relevo a Celia Cogedor frente a la prensa. Él es el encargado de relatar cómo el calvario que pasó Pambu por la cárcel de Evin se hizo más liviano gracias a su bonhomía, su buen humor, su entrega, ese afán de hacer sentir bien a todo el que tiene a su alrededor a pesar del infierno personal que pueda estar sufriendo. "Al principio no sabíamos nada de él, pero tras dos meses el embajador, Ángel, le consiguió una tarjeta para poder hablar por teléfono. Eso nos levantaba la moral".
Su estado de salud ha sido bueno, aunque tuvo "problemas de dolor de muelas" que, "sin atención inmediata, fueron muy duros", asegura su padre. "Él ha sobrevivido gracias a la lectura de libros y el deporte. Es muy deportista. En la prisión le hicieron jefe de deportes de su sección, organizó partidos de fútbol sala y campeonatos de ajedrez. También ha estado trabajando en un taller de madera de la prisión, haciendo cositas. Se implicó mucho, y eso le ha ayudado a aguantar. Ahora, anímicamente, está estupendamente, aunque ha tenido bajones".
Se refiere a que hace apenas unos meses el madrileño confesó a sus más allegados que había perdido las ganas de luchar y, a través de un audio que les envió estando entre rejas, les anunció que se disponía a iniciar una huelga de hambre con el fin de que sucediera un milagro. "Voy a dejar de comer porque estoy triste. Llevo un año escuchando unas indicaciones. 'Todo está bien'. 'Vas a salir pronto'. 'Eres inocente'. ¡Hay un español inocente en una prisión! Quiero que la gente escuche, que la gente sepa en la situación en la que estoy", lamentaba el propio Sánchez Cogedor.
Las condiciones de la cárcel en la que estaba recluido, efectivamente, eran pésimas, asegura Celia: "Es una de las peores cárceles del mundo. Pero el sufrimiento, dice mi hijo, nos tiene que hacer fuertes. También le ha dado mucha importancia a la lectura. Dice que tenemos que leer. Él sólo pedía libros. Ha leído más de 300. El sufrimiento lo va a utilizar para ayudar a los demás, como ha hecho siempre". Durante su estancia, explica su madre, también ha aprendido hablar farsi e inglés.
Celia Cogedor asegura que allí ha estado con catedráticos y profesores de universidad. "A su salida le han manteado durante una hora 500 presos. Decían que se iba una perla". No obstante, señala que los primeros meses fueron los peores, cuando ni sus familiares ni sus amigos sabían si Santiago se encontraba vivo o muerto.
"Ha tenido la suerte de dar con un embajador, Ángel Losada, que le ha conseguido beneficios penitenciarios. Se ha portado como un padre. Ha hecho lo posible y lo imposible. Es un ser extraordinario. Estamos convencidos que si no es por él, mi hijo no sale durante años". Nada más abandonar la cárcel el día de Nochevieja, Cogedor durmió en la casa de Losada antes de viajar a Dubái.
"Voy a volver a Irán"
Contestadas todas las preguntas de la prensa, los padres de Santiago Sánchez Cogedor se acercan al cordón de AENA que separa a los familiares de los pasajeros que aterrizan en el aeropuerto. Aguardan, ansiosos, a que su hijo cruce el umbral. Pasan los minutos, pequeñas manadas de pasajeros salen cargados de sus carritos con maletas y se reúnen con sus familiares. Pero Pambu no llega. "Se está haciendo de rogar", bromea un familiar. "Mira la que ha liado, siempre igual", ríe otro, haciendo referencia al dispositivo de la Guardia Civil que trata de arrejuntar a los periodistas, ya nerviosos, fuera del pasillo por el que cruzan los pasajeros.
A pesar de la tensión que imperaba a primera hora de la mañana entre la familia Sánchez Cogedor, hacia las 13:00 el ambiente ya es distendido, todos están felices, más relajados, su hermana Natalia hace algunas fotografías, otro familiar hace una videollamada a un tercero para mostrarle el momento del reencuentro, hasta hay varios niños que tratan de asomarse entre el gentío para ver la escena. Celia y Santiago no paran de ir de acá para allá, como compitiendo por ver quién es el primero que lo ve y lo abraza. "¿Pero dónde está? Ay, apurando hasta el último minuto...".
De pronto, las puertas se abren y aparece un hombre delgado con tatuajes en los brazos. Lleva una camiseta rosa y unos pantalones de chándal. Es Pambu, quien es recibido con una ovación por sus familiares. Abrazos. Gritos. Lágrimas. Su madre lo coge del cuello y lo aprieta con fuerza. Igual sus hermanos, su padre, sus amigos. Llevaban sin verse 14 meses, 450 días. Cogedor no para de sonreír, como si hubiese rejuvenecido el año y medio que el régimen iraní le robó en el presidio. Su hermano lo coge en volandas, como a una estrella de rock, y todos lo jalean emocionados.
Sorprende el jolgorio en el aeropuerto. Ya en el suelo, rodeados de las alcachofas de todos los medios de comunicación de España, Cogedor lee en alto algunas de las frases que el preso de mayor edad de la cárcel de Evin, quien lleva 17 años entre rejas, le entregó antes de irse. "Nos enseñaste que se puede disfrutar de lo malo. Depositaste una semilla con tu amor en todos y cada uno de los corazones más apagados de los presos de este infierno llamado Evin", arranca el alcalaíno. Proyecta la voz ante el silencio sepulcral de las cincuenta personas que lo rodean.
"Aprobaste el examen de la paciencia y la soledad con tu fuerza interior. El respeto y la eduación con tu constancia diaria. La nota para la asignatura del deporte fue un sobresaliente destacando por encima de todos, sin fallar un día. Yo, siendo el preso más antiguo, tengo el honor de entregarte este diploma delante de todos los demás. Después de 17 años aquí, puedo decirte que nadie me ha sorprendido tanto como tú. Aprobaste el examen de la vida. Recuerda que el pueblo iraní te quiere".
Se suceden los aplausos. Un familiar le entrega un cuadro por su cumpleaños. Otro saca una pancarta rosa en la que se puede leer 'Bienvenido Pambu. Te queremos'. Los medios reclaman su atención, pero Cogedor quiere abrazar ya a sus seres queridos. Su madre le ha preparado uno de sus platos favoritos: verduras con pescado. Un manjar que apenas ha podido probar durante su cautiverio. "Ha sido largo, muy duro, pero ya estoy en mi país", consiguen robarle los micrófonos.
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"No sabemos lo afortunados que somos por haber nacido en España. ¿Sabéis qué implica la sentencia de espionaje? La muerte. Sobran las palabras, ¿no? Llevo 15 meses viviendo con una posible sentencia a muerte. Pero estoy bien. Agradecido. Por lo bueno y por lo malo. Ya decidiré cómo contarlo. Lo que sí puedo decir es que guardar rencor y odio es de cobardes y de débiles. El dolor que yo he pasado no me lo va a quitar nadie".
Preguntado por sus próximo planes, Pambu asegura que tiene previsto continuar con sus viajes a pie. Primero, a África, continente que tiene pensado recorrer para "desgracia" de su madre. Además, retador, indomable, asegura que una de las primeras metas que se ha puesto es "preparar un viaje de vuelta a Irán". El miedo no ha podido con Santiago Sánchez Cogedor, que está más vivo y motivado que nunca.