En Ripoll, la "cuna de Cataluña" donde Sílvia Orriols no quiere ni a ilegales ni a "castellanos"
El municipio catalán donde descansan los restos de Wifredo el Velloso se ha convertido en el símbolo del hartazgo nacionalista con la inmigración.
20 enero, 2024 02:00El pasado 10 de enero, el Gobierno de Pedro Sánchez decidió transferir las competencias de inmigración a Cataluña. Tras un pleno en el Congreso en el que logró salvar tres decretos gracias a los votos de Junts, los nacionalistas catalanes vendieron que a partir de ahora sería la Generalitat quien tendría, por ejemplo, la potestad de expulsar de Cataluña a los inmigrantes reincidentes. La alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, no tardó en reaccionar:
"Si la Generalitat recibe competencias en inmigración espero que las delegue inmediatamente a los ayuntamientos. Así al menos salvaremos Ripoll", dijo a través de su cuenta de X (antes Twitter).
A los pocos días, Sánchez cerró las puertas a que la comunidad pudiera expulsar a inmigrantes. La propuesta de Junts, sin embargo, reabrió el debate de la inmigración en Cataluña. La transferencia de las competencias y la radicalización del discurso del partido de Carles Puigdemont contra la inmigración no es más que una reacción al crecimiento y, sobre todo, al eco mediático que Orriols y su partido, Aliança Catalana, han adquirido en el tablero político catalán.
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Con 1.271.810 residentes extranjeros empadronados, la región es la que más porcentaje (16,3%, según el INE) tiene de toda España, por detrás de Baleares, donde la mayoría de foráneos, en conjunto, proceden de países comunitarios. En el caso de Cataluña, la nacionalidad extranjera más representativa es, por mucho, la marroquí: según datos del instituto estadístico, en la comunidad autónoma viven 234.344 marroquíes de los 872.759 censados en España, el 27,29%.
Con estos datos, Ripoll se ha convertido en los últimos años, y especialmente desde el pasado 27 de mayo, en el símbolo de la Cataluña que muestra su hartazgo contra esta inmigración, especialmente la musulmana. Aquel día, con 1.401 votos que se tradujeron en seis concejales –el 30,76% de los sufragios– Orriols, una biblioteconomista y administrativa de 39 años, madre de cinco hijos, se proclamó alcaldesa con un discurso abiertamente xenófobo e independentista bajo el lema Salvem Ripoll! (¡Salvemos Ripoll!).
Esta semana, Orriols, que se hace llamar batllessa, en catalán, porque cree que la palabra alcaldesa es una imposición del castellano, ha vuelto a ser el objeto de titulares: según reveló El Periódico de Cataluña, la líder del consistorio está poniendo todas las trabas posibles para dificultar el empadronamiento de extranjeros en este municipio de la provincia de Gerona de poco más de 11.000 habitantes, donde el 13% son no nacidos en España.
Aunque legalmente no tiene la capacidad de no empadronar, Orriols está determinada a prolongar el proceso hasta los tres meses máximos que da la ley para dificultar la vida de los extranjeros que quieren figurar en el censo de Ripoll. Al menos una decena de familias, al no poder empadronarse de forma inmediata, tienen dificultades para acceder a los servicios básicos de Salud y Educación. La mayoría opta por marcharse, justo lo que Orriols pretende: que Ripoll sea un municipio donde sólo haya catalanes.
A favor y en contra
En Ripoll, al igual que en la mayoría de pueblos de la zona, es común encontrar una mezcla de procedencias que convive de forma mucho más pacífica de lo que muestra la caricatura política y mediática: aquí viven catalanes de interior junto a nacidos en otros lugares de España que emigraron en los años 60, además de una importante comunidad extranjera, sobre todo, de origen marroquí.
Internamente, sin embargo, cada uno guarda sus pensamientos, como es el caso de María, una ripollense de 67 años que pasea a su perro border-collie por la plaza del monasterio de Santa María, en el centro del pueblo. En las últimas elecciones municipales, ella votó a ERC, pero transcurridos algo más de siete meses con Orriols en el consistorio, no esconde su simpatía por su alcaldesa.
"Tenemos muchos aprovechados y no viene mal un poco de mano dura. A las marroquíes les pagan por estudiar catalán, pero a nosotros nos dan una pensión miserable", se queja la vecina a EL ESPAÑOL. "No estoy en contra de la inmigración, pero sí de los que no trabajan y cobran ayudas, y ella por fin dice las cosas claras", añade en respuesta a las preguntas de este periódico, repitiendo el mismo discurso que Orriols.
Otra mujer, Mercè, de 84 años, sí que la votó. "Yo no entiendo mucho, pero dicen que somos la comunidad autónoma con más inmigración, ¿por qué tienen que venir aquí?", dice. "Orriols defiende nuestros intereses y da la cara, y esto ya es algo que valorar en un político", prosigue, mientras relata un incidente que la propia alcaldesa explicó en su cuenta de X a principios de año, cuando un marroquí le llamó "perra racista" a la salida del teatro.
Quienes la ven con indiferencia, sin embargo, son los inmigrantes. La mayoría de ellos no están imbuidos en el clima político que ha generado Orriols, como es el caso de Jalid, un pakistaní que regenta un restaurante de kebab y que se limita a trabajar y a salir adelante. Hamid, por contra, un joven de origen marroquí de 19 años nacido en Ripoll que se encuentra al mediodía en un banco de la plaza principal del pueblo junto a un amigo, se muestra preocupado con la deriva de Orriols.
"Hay muchas cosas que se inventan sobre nosotros. Cuando un marroquí hace algo, lo que sea, lo discriminan", dice. "A mi familia –son siete hermanos– la quieren echar de casa [un piso de protección oficial] por ser marroquíes", denuncia. No existen registros sobre la denuncia del joven, y tanto Orriols como su equipo de gobierno han declinado hablar con este periódico para explicar este y otros casos como el de las trabas al empadronamiento.
Lo que sí es cierto es que en los meses que lleva Orriols en el Ayuntamiento, su partido facilitó a la Policía Nacional, por ejemplo, los datos de un marroquí en situación irregular y que dormía en la calle para que se le expulsara. Junto a las trabas para el padrón, o gestos como organizar una 'butifarrada' con productos porcinos de forma intencional para excluir a la comunidad musulmana, dan buena cuenta de las intenciones de la nueva alcaldesa y del movimiento al que representa y que teme Junts a escala regional.
"Cuna de Cataluña"
Con un 13% de inmigrantes, Ripoll no es ni de lejos el pueblo catalán con mayor porcentaje de extranjeros respecto a su población total. Según datos de la Generalitat, Guissona (53,1%), Castelló d'Empúries (45,1%), Portella (40,1%), Salt (38,1%) y Barbens (37,1%) son los municipios que cuentan con más residentes nacidos fuera de España.
Pero es aquí –además de en Salt (Gerona), lugar en el que Vox tiene cuatro concejales– donde el discurso contra la inmigración musulmana ha calado más hondo. Culpa de ello la tiene que la célula terrorista –conocida como "la célula de Ripoll"– responsable de los atentados que dejaron 16 muertos en la Rambla de Barcelona en agosto de 2017 surgiera de este pueblo.
Tampoco es casualidad que Ripoll sea conocido como la "cuna de Cataluña". En el imponente monasterio románico de Santa María, edificado en el año 880 por el conde Wifredo el Velloso, reposan los restos de este noble, fundador de la casa condal de Barcelona y padre mitológico de la identidad catalana tras la desintegración del Imperio carolingio.
Bajo el sarcófago, en la pared de piedra, se puede ver la insignia de las cuatro barras de la 'senyera', que según una leyenda post-medieval se atribuye igualmente al conde, cuando manchó con cuatro dedos y la sangre de sus heridas un escudo dorado tras una batalla contra los normandos. Y también una inscripción que recuerda que murió "combatiendo a los sarracenos" en el año 897.
Para el nacionalismo catalán más acérrimo, Ripoll es su Covadonga particular. El lugar donde, para gente como Orriols, comienza una Reconquista cuyo objetivo es tanto la expulsión de los musulmanes como de la presencia "castellana" en Cataluña. No en vano, fue bajo el mausoleo donde el día de las pasadas elecciones municipales que le dieron la victoria, Orriols juró sus votos: "Aquí comenzó todo, y desde aquí conquistaremos todo".
La formación del pensamiento e ideología de Orriols no puede explicarse sin sus antecedentes familiares. Según explican a EL ESPAÑOL quienes la conocen en el pueblo, fue su abuelo quien le inculcó un fuerte apego por las tradiciones, la Historia y una identidad catalana nacionalista antagónica de Castilla y de la idea de España.
Se crió en una casa de payés a las afueras de Ripoll, rodeada de naturaleza, animales y costumbres arraigadas, y en un ambiente profundamente religioso. Orriols no esconde su devoción religiosa, como otro elemento identitario. María, la vecina, recuerda cómo le llamó la atención que, por primera vez en sus 67 años en Ripoll, vio desfilar en procesión la talla de la Virgen del monasterio con motivo del día de la Inmaculada Concepción, el pasado 8 de diciembre.
La actual alcaldesa se matriculó más tarde en Biblioteconomía y Documentación en la Universidad de Vic y al terminar la carrera, a los 22 años, decidió entrar en la política activa: se inscribió a las listas de las elecciones europeas por el partido Estat Català. Esta es la formación ultranacionalista que fundó Francesc Macià en los años 20, durante la dictadura de Primo de Rivera.
La trayectoria política de Orriols continuó en el ámbito del activismo independentista. Participó en numerosas protestas a lo largo del tiempo que duró el procés y, en 2019, se presentó por primera vez a la alcaldía de Ripoll con el partido ultra Front Nacional de Catalunya (Frente Nacional de Cataluña). Ésta se trata de una formación de ideas lepenistas que se adscribe a la teoría conspirativa del 'gran reemplazo', formulada por el escritor francés Renaud Camus. La teoría defiende que la inmigración masiva pretende sustituir a la población autóctona con costumbres y creencias importadas.
Aquel año, Orriols obtuvo 503 votos y salió elegida concejal. Antes había trabajado en una empresa de la zona como administrativa, mientras desarrollaba una vida familiar y de valores tradicionales. Aunque no está casada, tuvo cinco hijos (cuatro niñas y un niño) con un instalador de puertas y ventanas, también del pueblo. Sus nombres, todos de origen medieval, demuestran nuevamente la obsesión identitaria en torno a la que se construye su personaje: se llaman Guinadell, Queralt, Violant, Peronella y Fortià.
Guinadell se refiere a Guinidilda de Ampurias, mujer de Wifredo el Belloso y madre de los nueve primeros condes de Barcelona y de Cerdaña. Queralt, que significa "piedra alta", da nombre a otro importante santuario medieval catalán situado en Berga, levantado en honor a Santa María de Queralt. Violant procede de la reina Violante de Hungría –posteriormente de Aragón– esposa del rey Jaime I el Conquistador. Peronella se refiere también a otra reina de la Corona de Aragón y condesa de Barcelona, Petronila I. Y Fortià, de raíz etimológica en "fuerte", es la denominación de otro linaje medieval catalán del Condado de Ampurias.
El Vox independentista
Tras la llegada de Orriols al pleno del Ayuntamiento como concejal, el resto de partidos decidieron formar un "cordón sanitario" para silenciar sus propuestas. Desde el primer día, estas fueron tildadas de "xenófobas", de "extrema derecha" e "islamófobas". En una entrevista al canal autonómico privado 8tv la propia Orriols dijo: "Catalana soy seguro; islamófoba, probablemente también. Por tanto, islamófoba sí, catalana también, de extrema derecha nada".
En marzo de 2020 abandonó el Frente Nacional y continuó como concejal no adscrita. Meses más tarde, en julio, fundó el partido Aliança Catalana junto a perfiles procedentes de la antigua Plataforma per Catalunya. Este partido, también de ideología xenófoba y en contra de la inmigración, fundado por Josep Anglada, se desintegró, derivando sus miembros a Vox y al Frente Nacional de Cataluña. Los separatistas optaron por la segunda opción, que ahora representa Aliança Catalana.
Tras hacer una dura oposición, poniendo a la inmigración en el centro de su discurso, concurrió a las municipales de 2023. Esta vez, los partidos políticos trataron de hacer un nuevo "cordón sanitario", pero finalmente Junts se desmarcó posibilitando su acceso al poder.
"Es como los de Vox", dice Sabina, una mujer de 61 años que hace 47 llegó con sus padres desde Andalucía en busca de oportunidades. Esta mujer votó a ERC y denuncia el discurso de Orriols contra los inmigrantes, de quienes dice que son "necesarios". Pero también se muestra preocupada por las proclamas contra el resto de españoles no catalanes que no comparten sus ideas. "Nosotros hablamos catalán, pero ella lo es hasta la médula, no le gustan los de fuera", dice Sabina.
Precisamente por esto, "como Vox" no es, aunque pueda compartir parte del discurso del partido que dirige Santiago Abascal contra la inmigración. Junto al eje migratorio, Orriols ha hecho hincapié, desde su entrada en política, en la "cuestión nacional catalana" como un proceso de emancipación identitario que choca de lleno contra el ideario antiseparatista de Vox. La alcaldesa de Ripoll considera que, al igual que la inmigración extranjera corrompe la identidad catalana, también lo hace la del resto de España, a la que se refiere habitualmente como "Castilla".
Así lo expresó en una entrevista publicada en La Vanguardia en junio del año pasado: "Yo siempre he dicho que priorizo más el eje nacional, por tanto siempre estaré cerca de los que quieren la independencia y supervivencia de Cataluña antes de los que quieren la extinción".
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Además de sus declaraciones en contra de la inmigración, Orriols también lanza mensajes en sentido nacionalista e independentista, como uno que describe una situación que vivió en Andorra: "Estoy en Andorra. En el supermercado me han atendido en castellano. En el hotel, en castellano. En el bar, en castellano. ¿Dónde están los andorranos? Si no fuera por la pizarra de los tejados, juraría que estoy en Colombia".
En la otra entrevista en 8tv, afirmó que "defender la identidad propia de Cataluña no es ser xenófobo ni racista" y que "los únicos racistas son los franceses y los castellanos que consideran que les hemos de hablar en francés o en castellano porque el catalán sólo lo podemos hablar en el comedor de casa…"
Con el debate migratorio de nuevo en el centro de la política catalana, sus aspiraciones no terminan en Ripoll. Con el mismo discurso que le ha dado rédito en su pueblo, quiere dar el salto al Parlament, llevar su 'Salvemos Ripoll' al 'Salvemos Cataluña'.