La tristeza de Fabiola, David y los empresarios de Paiporta que han perdido todo por la DANA: "Nuestros sueños son barro"
- Los negocios a pie de calle han sido destrozados por el paso de la tormenta y muchos se ven desamparados. Seis días después siguen sacando escombros.
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Lunes 4 de noviembre después de unos de los puentes más catastróficos para Valencia, y para España. Casi una semana desde la llegada y devastación de la DANA, la situación en la zona cero de la provincia sigue siendo peliaguda. La oleada de voluntarios de las áreas cercanas no cesa pese al inicio de la jornada laboral en el resto de la comunidad y las autoridades y cuerpos de emergencia cada vez son más frecuentes entre sus calles. Aun así, la población de los barrios más afectados tiene muy claro cuál ha sido el desenlace de la atroz tormenta. Lo resumen así: "Nos hemos quedado sin nada".
La realidad que se vive en Paiporta, uno de los pueblos más destruidos, la "zona del apocalipsis" como la describen algunos, es efectivamente de película. Seis días desde que se inició el tormento para los vecinos y que han visto como todo lo que conocían se ha quedado cubierto de lodo y escombros. "Todo lo que está en la planta baja no ha sobrevivido, no ha quedado nada", destaca uno de los residentes mientras saca el fango de su portal.
La brutalidad del agua ha hecho que pocas puertas, persianas, ventanas y garajes pudieran retenerla, permitiendo su paso a los interiores y arrasando con todo lo que estuviera delante. "En algunas partes el agua ha llegado a superar los 2,5 metros de agua, imagínate, todo lo que estuviera ahí ya no vale para nada", menciona un bombero voluntario. Las carreteras de Paiporta ahora parecen cementerios de recuerdos de lo que un día fue una vida. Personas como José, que viven en una planta baja, no tienen casi palabras para describir cómo se sienten. A duras penas consigue articular "no sabemos qué hacer". No han podido salvar casi nada de su casa y todo lo que hubo en ella ahora está arruinado y entumecido enfrente de su portal.
Al igual que son cientos de vecinos los que vivían en plantas bajas y se han quedado sin nada, son cientos de empresarios los que han perdido su sustento económico, por ende los de sus trabajadores. "Prácticamente el 100% de los negocios que estaban a pie de calle han sido arrasados", declara Juan con escoba en mano y sacando los escombros del suyo propio. Otros propietarios prefieren ser más precisos: "Estamos perdidos, no sé cómo nos vamos a recuperar".
Los negocios y la ruina
Es complicado andar por Paiporta y ver a una persona parada. El sonido de las palas, la maquinaria pesada y los pasos entre el fango se ha convertido en la nueva realidad. Ir a tomar un café, al supermercado o al taller, se ha sustituido por ir a por suministros a los puntos de recogida más cercanos, pues la venta y atención al público se encuentra enterrada por capas y capas de barro. Wan, una mujer de origen chino que regenta un restaurante, ha perdido "absolutamente todo". "Estamos sin nada y no sabemos hasta cuándo". Los cuatros miembros de su familia tratan de limpiar como pueden el local, pero las marcas del agua sobrepasan los dos metros. "Esta es la planta de arriba y hemos hecho lo que hemos podido, pero la planta baja sigue completamente inundada", añade.
"Los vecinos nos avisaron para que pudiéramos echar el cierre y poder salvar algo, aunque se ha salvado más bien poco" informa su hijo pequeño. Las pérdidas son "incalculables". ¿Cómo se calcula cuando lo pierdes todo? No se puede. Esta familia no sabe cómo salir de esta ni que será de ella, solo "esperamos reabrir en cuanto podamos", menciona con optimismo. Otros locales que están a escasos 20 metros no han tenido su "suerte", solo ha quedado el letrero.
David iba a celebrar el décimo aniversario de su empresa cuando la DANA se lo arrebató todo. "El COVID-19 se queda corto al lado de esto, no tiene ni punto de comparación". El propietario de una pequeña empresa de pintura y reparación se enfrenta a unas pérdidas aproximadas de 60.000 euros, seis trabajadores a los que mantener y dos socios con los que gestionar.
"La tormenta nos ha dejado sin nada, toda la pintura y las herramientas ya no sirven, solo ha sobrevivido un coche que teníamos fuera del pueblo. El almacén, la oficina, la maquinaria… todo estropeado". Todavía no saben cómo proceder, "los primeros días fueron de subsistencia, primero la vida y luego el trabajo", comenta con una sonrisa después de 5 días sacando escombros. Además, "vamos a tener mucho que pintar y reparar con tanta tragedia", dice irónico.
Sueños en barro
La indignación y tristeza de los empresarios de Paiporta son más que evidentes, solo hay que fijarse en la desolación de sus rostros cuando todo lo que han conseguido construir en años se esfumó en horas. Muchos residentes eligieron este pueblo para iniciar sus andaduras empresariales como es el caso de Fabiola, que hace nueve meses invirtió todo lo que tenía en montar una cafetería. Seis días después de la catástrofe cuenta a EL ESPAÑOL con una de las pocas cervezas que ha podido recuperar que "todos sus sueños se han convertido en barro".
Ante los continuos saqueos e intentos de robo que se han producido en las noches posteriores a la DANA, la familia de Fabiola se mantiene tranquila: "¿Qué nos van a robar si hemos perdido todo? Lo que teníamos se ha convertido en basura", sentencia con una lágrima a punto de derramarse.
Cata, Paula y José también lamentan la pérdida de sus negocios. Dos empresas, una de limpieza y otra de construcción, se han quedado sin materiales para trabajar. "Nuestras casas se han inundado y nuestros coches están para desguace. Estamos totalmente paralizados porque no tenemos cómo atender a nuestros clientes".
La incertidumbre de los empresarios
"No sabemos qué vamos a hacer". Esa ha sido la manifestación más sincera ante esta situación de los dueños de los negocios que se han puesto en contacto con este diario. Su actividad y sustento económico se ve amedrentado por los estragos de la tormenta. Las labores de limpieza incesantes, la incomunicación del propio pueblo y la falta de suministro han hecho que muchos de ellos no se hayan podido poner en contacto ni con sus seguros. Otros empresarios han dejado sus negocios a las afueras de lado, como Javier, que tiene una empresa de fontanería en Valencia centro y no ha dudado ni un segundo en dejar sus responsabilidades de lado para socorrer a la zona cero: "Lo primero es ayudar a los que se han quedado sin nada".