Nicolás García, francés, alcalde comunista de Elna y anfitrión de Puigdemont: "Es un perseguido político"
La localidad francesa se ha convertido en un santuario del independentismo, por sus vínculos con el catalanismo y su papel en el 1-0 de 2017.
21 marzo, 2024 03:00Todo movimiento independentista necesita su tierra sagrada. Los escoceses tienen el castillo de Stirling, donde William Wallace y Robert Bruce derrotaron a los ingleses; la Liga italiana, el prado de Pontida, escenario de la supuesta victoria de los pueblos del norte contra las tropas del Sacro Imperio Romano Germánico; mientras que el mundo abertzale tiene su mito en Bayona, capital de la anhelada Iparralde, en la que hace siglos gobernaron reyes navarros. Todos estos lugares siguen acogiendo actos que sirven lo mismo para la acción política que para la veneración. Y el independentismo catalán lleva camino de hacer lo propio con Elna, a escasos 40 kilómetros del paso con La Jonquera.
Allí, en esta localidad de la comarca del Rosellón, al sur de Francia , acude este jueves el expresident Carles Puigdemont, presumiblemente para anunciar su candidatura a las elecciones catalanas como cabeza de lista de Junts. Lo acogerán algunos de sus seguidores y un alcalde comunista, Nicolas Garcia, que siempre ha estado en el mismo barco.
Como en todo relato secesionista, sus argumentos comienzan por la explicación histórica. En la Edad Media, Elna perteneció a la Corona de Aragón, tuvo su propio obispado en confrontación con la cercana Perpiñán y entre 1939 y 1944 acogió una maternidad en la que dieron a luz cerca de 600 refugiadas de la Guerra Civil española. Elna escribió su historia de resistencia entre el catalanismo y el exilio de la dictadura franquista. Un cóctel perfecto al que acudir cuando el discurso político se basa en la épica.
Nicolas Garcia fue alcalde de este municipio de unos 8.600 habitantes desde 2001 a 2014, y lo es de nuevo desde 2020. En lo que llevamos de siglo sólo ha estado alejado del cargo precisamente en los años en los que el independentismo catalán llevó más lejos su desafío al Estado español.
“Yo no era alcalde en ese momento, pero aquí se imprimieron las seis millones de papeletas con las que se votó en el referéndum del 1 de octubre de 2017. Las hizo a título personal un señor que tenía una imprenta, pero sólo le puedo decir que era la misma persona que imprimía el diario del Partido Comunista Francés en la zona y que trabajaba para el Ayuntamiento”, confiesa.
Ese señor se llama Bruno Salvador y actualmente se encuentra enfermo, meses después de haberse jubilado de la Imprimerie Salvador, en la que ha trabajado toda la vida. Su hazaña, sin embargo, fue relatada en el libro ‘Operació urnes’ (Columna, 2017), que escribieron a cuatro manos los periodistas Laia Vicens y Xavier Tedó.
“Toda esta zona de la Cataluña Norte tuvo un papel crucial durante la preparación del referéndum del 1-0. Las urnas llegaron a Marsella y durante días estuvieron en un almacén de un pueblo cercano a Elna, que se llama Ille-sur-Tet, donde la gente sabía lo que estaba pasando. La zona fue utilizada como el campo base del independentismo, de ahí que ahora se considere casi como un santuario en territorio francés”, considera Xavier Tedó.
De China al sur de Francia
Para contar la historia completa habría que ir primero a China, donde la empresa Smart Dragon Ballot Expert, con sede en Guangzhou, fabricó las urnas de plástico. A ella acudió el líder de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sànchez, sencillamente porque eran más baratas. En la web de la compañía lo dejan bien claro: “Sabemos exactamente las necesidades de nuestros clientes. Cumplimos los plazos y controlamos la calidad rebajando los precios considerablemente”. Así que Jordi Sànchez compró 10.000 urnas al módico precio de 66.000 euros y las hizo llegar al puerto de Marsella para evitar los controles de la Guardia Civil.
De ahí llegaron en camiones a Ille-sur-Tet, la segunda parada de este recorrido del independentismo por la clandestinidad. Quedaron a resguardo en un discreto almacén privado y días más tarde salieron para Cataluña, gracias a una red de voluntarios que entregó el porte apenas unas horas antes de la celebración del referéndum.
Jérôme Parrilla ya era entonces teniente de alcalde de Ille-sur-Tet, cargo que sigue ejerciendo en la actualidad. “Nosotros no tuvimos nada que ver con aquello, nos enteramos tiempo después. Pero de haberlo sabido tampoco hubiéramos hecho nada por impedirlo, era un asunto privado que no nos concierne”, revela al teléfono.
Parrilla es un firme defensor de la cultura y la lengua catalana, aunque se desmarca de toda acción ligada al independentismo desde su puesto público. “Yo ocupo un cargo electo de la República francesa y no me involucraría en nada así. Aunque desde un punto de vista personal sí que defiendo la libertad de opinión y de acción, y estoy en contra de que se organizara un juicio contra gente que promovió que la gente pudiera votar. No se puede negar a nadie ese derecho”.
En Ille-sur-Tet, que en catalán recibe el nombre de Illa, también se organizó hace años un acto de la ANC. “Buscaban un lugar y nosotros les facilitamos un espacio público pagando el alquiler de la sala, como todo el mundo”, señala Parrilla. El concejal pertenece al Partido Socialista y, como su colega de Elna, también tiene origen español. Sus abuelos eran de Castilla La Mancha, su padre de Sagunto y él nació en Perpiñán. “Yo me considero totalmente francés, pero sí que apuesto por un mayor reconocimiento de la lengua catalana en este territorio”, defiende.
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Cárceles y homenajes políticos
Algo parecido a lo que propugna el alcalde de Elna, Nicolas Garcia. El año pasado él y otros cuatro alcaldes de la zona fueron llamados a declarar al Tribunal Administrativo de Montpellier, acusados de haber infringido el reglamento municipal por permitir el uso del catalán -además del francés- en los plenos. “Mi combate es dar a conocer la historia de un pueblo con una cultura y un grado de autonomía tan alto que sólo le falta un paso para la independencia”, sostiene. Él también nació en territorio francés, pero su madre era de Tarragona y su padre, andaluz.
Tras su carné del Partido Comunista Francés y su bastón de mando en el Ayuntamiento, no oculta su colaboración con los líderes del ‘procés’. Aquí comienza la tercera y última etapa de esta historia, la del seguimiento. Tras la implicación del otro lado de los Pirineos, donde era más fácil escapar del control policial en el 1-0, llegó el momento de prestar apoyo a sus protagonistas. “Yo estuve en los colegios electorales en Cataluña y pude comprobar el grado de represión. Y nosotros ante los perseguidos por sus opiniones políticas siempre vamos a estar de su lado”, apunta el político.
“La gente en Francia se preguntaba cómo era posible que peguen a alguien en un país por el simple hecho de querer votar. No es una cuestión de catalanismo, sino de libertad, democracia y justicia social”, prosigue. Nicolas Garcia cogió el altavoz, participó en manifestaciones, firmó documentos de condena y se puso al servicio de la causa. “Fui a las cárceles a ver a los represaliados y comprobé que se estaba haciendo una injusticia muy grande contra ellos. Hubo gente que tuvo que elegir entre el exilio y la represión, no nos podíamos mantener al margen”.
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De vuelta a la Alcaldía, en 2021 Garcia acogió en su localidad un acto en homenaje a los 60 años de Òmnium Cultural, al que acudieron entre otros Carles Puigdemont, Oriol Junqueras, Pere Aragonès, Jordi Cuixart o Anna Gabriel. Esos líderes del ‘procés’, “entre el exilio y la represión”. “Yo no tengo preferencia por ninguno de los partidos, pero cuando la gente del independentismo me ha pedido colaboración para hacer reuniones, yo siempre se la he prestado”, insiste el alcalde.
De aquí al 12 de mayo, día de las elecciones autonómicas, se esperan más actos políticos en esta zona de la Cataluña Norte. “Si vienen aquí es porque Puigdemont puede hacer campaña y la gente se puede desplazar desde Girona”, afirma Nicolas Garcia. De momento, el santuario del independentismo no es un campo sagrado de históricas victorias, sino la tierra de las libertades. Las que le permiten al expresident moverse sin riesgo de ser detenido, con o sin amnistía.