Nunca imaginaron que un viaje a México para visitar a su hija se fuera a convertir en su peor pesadilla. Carolina Martínez (62 años) y Juan José María González de Chaves Dreyer (76 años), conocido por sus amigos como Hansi González, pusieron rumbo hacia Monterrey el pasado 14 de marzo. Lo que prometía ser un viaje idílico para este matrimonio tinerfeño se truncó días después cuando Juan José empezó a enfermar.
El día 28 de marzo, Hansi comenzó con tos. Era una tos muy fuerte, que no remitía, según ha contado Carolina en declaraciones a EL ESPAÑOL, por lo que decidieron acudir al médico. El doctor que les atendió auscultó a Juan José, y apreció lo que parecía "un murmullo en los pulmones". Le dio un medicamento para tratar la tos e instó al matrimonio a volver pasados unos días.
Acudiendo a la cita, la cual tenían agendada el día 10 de abril, Juan José nota algo raro y, cuando intenta bajar del taxi, se da cuenta de que ha perdido toda la sensibilidad de su pierna derecha. Ya en consulta los médicos se dan cuenta de que los dedos del pie de la misma pierna se encuentran en estado de necrosis.
"Esto es algo peor de lo que pensábamos", les dice el doctor. E inmediatamente les deriva a un hospital privado. De eso hace ya casi un mes. El estado de salud de Juan José fue empeorando, lo que hizo que tuviera que ser ingresado en la unidad de cuidados intensivos (UCI). Esto acarreó un gran aumento en la factura.
Ahora, el matrimonio está atrapado en México, en una encrucijada médica que ya supera los 90.000 euros. La gravedad de la situación hace que Juan José no pueda volar en un avión que no sea medicalizado, pero se encuentran "en vilo y a la espera" de una respuesta por parte de las autoridades competentes.
"No hacen más que dorarme la píldora. Que si dame más tiempo, que si estamos mirando un avión comercial... pero seguimos esperando. La cónsul dice que desde Madrid no le dan respuesta. Yo lo único que quiero es salir de aquí, quiero volver a casa", relata Carolina.
En 16 días perdieron sus ahorros
La necrosis de Juan José empeoraba. En la UCI vieron que tenía trombos en la pierna que, de seguir creciendo, provocarían la amputación completa del miembro, hasta la altura de la ingle. "Le tuvieron que hacer una trombectomía porque si no mi marido podía perder la pierna. Además, como la tos persistía, le hicieron una broncoscopia, que mostró sangre en los pulmones", explica Carolina.
Le hicieron todo tipo de pruebas, y estas intervenciones, junto al coste que conllevaban los medicamentos, los honorarios de los médicos y la habitación en la UCI hicieron que la factura se elevara hasta los 90.000 euros en tan solo 16 días.
"Aquí te cobran por todo, hasta por una tirita. Si te la ponen, te cobran, si te la quitan, te cobran. Y ya no podíamos costearnos más cosas". En ese momento, Carolina pide el traslado a un hospital público.
El día 28 de abril, aprovechando que Juan José se encuentra sedado e intubado a causa del delírium que sufría, le trasladan al Hospital Metropolitano de Monterrey. A día de hoy, sigue en la UCI de ese hospital, pero los gastos ya han superado todas las previsiones.
"Mi marido y yo somos jubilados, y la gran mayoría de nuestros ahorros hemos tenido que invertirlos en esta situación. He tenido que pedir préstamos a los padres y al novio de mi hija. También ella ha tenido que poner parte de sus ahorros", cuenta Carolina.
Ahora, en el Hospital Metropolitano, los gastos son menores, pero el matrimonio aún debe dinero: "Tengo que pagar aún al cardiólogo y al neurólogo, pero gracias a Dios no han tenido inconveniente en que les pague a plazos".
Por eso, su hija María Victoria, que reside en México desde hace más de un año, ha creado un enlace a una página web para recaudar fondos: "Ayuda a afrontar el tratamiento y medicamentos de mi padre".
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El seguro no responde
Al emprender su viaje, programado en un principio del 14 de marzo al 25 de abril, el matrimonio cogió un seguro de viajes al comprar los billetes con la aerolínea Iberia. La póliza cubría unos gastos de asistencia de hasta 60.000 euros, pero no se hace cargo alegando que Juan José ya viajó enfermo.
"¿Tú te crees que mi marido haría un viaje de este calibre estando así de enfermo? Él estaba sano cuando llegó", afirma Carolina. Acusa al seguro de usar a su conveniencia uno de los primeros informes que le entregaron a Juan José cuando enfermó, "pero eso no demuestra nada".
Aunque ahora está centrada en la recuperación de su marido, Carolina piensa "pelear" cuando llegue a España. "Presentaré informe de sus médicos de Canarias que demuestran que Juan José estaba perfectamente", sentencia.
"Me sentí totalmente abandonada"
Carolina no solo se siente desprotegida por el seguro, que lleva sin responderle más de 20 días, sino también por parte de las autoridades competentes, que siguen sin darle una respuesta. "La cónsul está haciendo lo que puede por nosotros, o eso me dice. Pero al principio, tan lejos de casa, me sentí sola y totalmente abandonada", declara.
No fue hasta la aparición del caso en los medios de comunicación que la comunicación empezó a ser más estrecha y constante. "Me reuní con la cónsul el sábado, me dice que se está encargando de mandar los informes médicos a Madrid... pero de momento no sabe nada más. Están mirando un avión comercial, pero mi marido no puede viajar así, y menos estando en un estado grave", explica.
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En vilo por la salud de Juan
Juan José ha mejorado, pero su salud sigue siendo preocupante. Tiene buenas constantes, pero ahora Carolina cuenta preocupada que "aún no ha despertado de la sedación".
"No sé si es que se pasaron con la dosis, o que a lo mejor necesita más tiempo, pero lleva seis días sin sedación y no responde. El médico dice que siente el dolor, reacciona a él, pero aún no sabemos nada", explica Carolina.
A esta situación se suma la total desinformación a la que la someten sobre el estado de salud de su marido: "Los horarios de visita son totalmente descabellados. Tengo un cuarto de hora a las seis de la mañana, y luego media hora a las doce del mediodía. Cuando voy, me informan, pero si no, no sé nada hasta que vuelvo al día siguiente".
Afirma que la pidieron el número, pero aún así, nunca ha recibido ninguna llamada para darle información. Esta situación mantiene en vilo a Carolina y a su hija, con quien se alojará hasta que el estado de salud de Juan mejore y, por fin, puedan volver a casa: "Aún no sabemos ni cómo ni cuándo. No tenemos diagnóstico ni pronóstico para mi marido, pero no veo el momento en el que acabe este calvario".