Fotografía aérea del municipio días antes de la inundación.

Fotografía aérea del municipio días antes de la inundación. Cedida

Reportajes

Alcorlo, el pueblo ahogado y reconvertido en pantano: “No murió, lo 'asesinaron' y echaron a sus vecinos”

Este pueblo inundado de Guadalajara forma parte de la 'España sumergida' y se calcula que hay en torno a 500 municipios en su misma situación.

23 junio, 2024 01:51

Este reportaje pertenece a la serie elaborada por los alumnos del Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL y la Universidad Camilo José Cela, en su 1ª edición. Una investigación de semanas realizada para sus Trabajos de Fin de Máster.

Nos echaron de nuestra tierra con una mano delante y otra detrás! ¡Nos dejaron sin nada y nos obligaron a empezar una nueva vida!", dice Agustín Esteban señalando al horizonte. Un horizonte que todavía no se acostumbra a ver porque no es donde creció, o, como él dice, "donde echó sus primeros dientes".

La historia de Agustín es la historia de todas y cada una de las personas que algún día vivieron en la denominada 'España sumergida'; y que ahora se conforman con divisar en la superficie del embalse los tejados más altos de lo que en otra época fue su pueblo. Si es que eso todavía es posible.

Agustín Esteban nació en el año 1962 en Alcorlo, un pequeño pueblo de la provincia de Guadalajara, y vivió allí hasta su adolescencia. Cuando tenía 15 años, el pueblo quedó inundado por las aguas del embalse de Alcorlo, desapareciendo por completo del mapa para abastecer a ciudades como Guadalajara o Madrid.

Desde entonces, este alcorleño se ha dedicado a contar a los cuatro vientos su triste destino y el de sus paisanos para que la historia no se vuelva a repetir. En su corazón todavía cabe la esperanza de que algún día puedan ser recompensados tras tanto daño.

La 'España sumergida'

Aunque no hay datos oficiales de la cantidad de municipios que fueron destruidos para construir embalses, se calcula que rondan los 500, según iAgua. La mayoría de ellos fueron arrasados durante la época franquista, pues es el periodo en el que más presas se edificaron. Concretamente, 824 embalses fueron construidos en los años del Franquismo. Todo ello se hizo en aras del desarrollo del país y consiguió abastecer de agua a las ciudades, aunque también sirvió de herramienta de manipulación política.

Elaboración propia.

Elaboración propia. Clara Arrabal

A día de hoy, España es el quinto país del mundo con mayor número de infraestructuras hídricas y el primero de la Unión Europea, según el Inventario de Presas y Embalses del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medioambiente (MAPAMA). Cuenta en la actualidad con un número de 1225 embalses. Además, España ha sido hasta el año 1989 el segundo país del mundo en densidad de presas por millón de habitantes, solo por detrás de Suiza.

Sin embargo, la proliferación de embalses no solo posicionó al país a la cabeza de Europa y del mundo, también trajo consecuencias negativas: los daños fueron múltiples en el paisaje, el patrimonio y la sociedad de la época. Para empezar, la inundación de bosques y valles supuso la desaparición de un gran número de especies vegetales y animales. Además, cambió el régimen fluvial del país. También se destruyeron multitud de elementos patrimoniales con un valor artístico, histórico, arqueológico, etnográfico y cultural incalculable.

Las cuevas de Alcorlo, de gran valor geológico, quedaron inundadas.

Las cuevas de Alcorlo, de gran valor geológico, quedaron inundadas. Cedida

En cuanto a los perjuicios personales, la construcción de presas dejó un gran número de fallecidos debido a las pésimas condiciones de trabajo, que fueron mayoritariamente los represaliados del bando republicano. Además, la creación de embalses ha desarraigado entre cincuenta y ochenta millones de personas en todo el mundo, según Virginia Mendoza, periodista y autora del libro Detendrán mi río.

En España, no hay datos oficiales de la cantidad de exiliados, pero solo en Alcorlo fueron más de 500, según Agustín Esteban. "Años después de que Alcorlo desapareciera se empezó a rumorear que algunos ancianos del pueblo ingresaron en centros psiquiátricos, aunque nadie quería hablar de ello abiertamente", explica.

Alcorlo, pueblo serrano y castellano

Alcorlo era un pueblo ubicado entre la Campiña y la Sierra Norte de Guadalajara, de origen agrícola y ganadero y con gran riqueza geológica. Su término municipal contaba con dos vegas de aguas templadas y cristalinas, un puente sobre el río Bornova fruto de la dominación romana y gran cantidad de pastos y pajares para el sustento de sus habitantes.

"Mi madre se dedicaba a cuidar cerdos y mi padre era cabrero, tenía 500 cabras. También cogíamos patatas y judías, y con la matanza hacíamos costillas y lomos", recuerda Concha Alcorlo, una mujer que nació en el pueblo en 1964 y vivió allí hasta el mismo día que inundaron sus calles aquel 28 de enero de 1982. "Tengo muchos recuerdos, te podría decir cómo se llamaba cada vecino y dónde vivía, también los juegos del colegio y los rincones del pueblo", cuenta la alcorleña.

Fotografía tomada en Alcorlo por Tomás Camarillo en el año 1932. La niña más pequeña es la madre de Agustín Esteban.

Fotografía tomada en Alcorlo por Tomás Camarillo en el año 1932. La niña más pequeña es la madre de Agustín Esteban. Cedida

Sin embargo, la vida en Alcorlo comenzó a verse amenazada por la construcción de una presa. Al principio solo fueron rumores de los propios vecinos, pero en el año 1967 los regantes de la vega del Henares y el Gobierno Civil acordaron que las aguas del río Sorbe servirían para consumo humano en la zona de Guadalajara y Alcalá de Henares, por lo que el caudal del río mermó. En ese momento, el embalse de Alcorlo se convirtió en una verdadera necesidad: los regantes de los pueblos limítrofes no tenían agua para sus cosechas y la presa sería la única solución.

Finalmente, en el mes de marzo de 1969, el gobernador civil y otros altos cargos de la provincia se reunieron con los vecinos de Alcorlo para comunicarles la noticia: en unos meses comenzaría la construcción de la presa y a su término el pueblo desaparecería por inundación. En ese mismo mes de marzo, el anuncio de la creación del embalse salió publicado en el Boletín Oficial del Estado.

Concha Alcorlo: “Mi padre y otros vecinos de Alcorlo trabajaron en la construcción de la presa, fue muy duro para ellos”.

En el año 1960 llegaron al pueblo las primeras máquinas de obra y en 1976 la presa estaba casi acabada para desgracia de los vecinos, que no dudaron en manifestar su desaprobación con el proyecto. Finalmente, en el año 1978 se inauguró el embalse y el 28 de enero de 1982 se produjo el desalojo de sus habitantes para la posterior inundación del pueblo.

Los vecinos eran reacios a la construcción de la presa y la inundación del pueblo

Los vecinos eran reacios a la construcción de la presa y la inundación del pueblo Cedida

La gran injusticia

La expropiación de las tierras del término municipal de Alcorlo dejó a sus habitantes una gran desazón: "Los precios por los daños indirectos y demás perjuicios eran irrisorios. Por ponerle una comparación, el precio de una cosecha de judías superaba a lo mejor cinco veces el precio que te pagaban por la tierra", comenta Jesús Castillo, último alcalde de Alcorlo cuando el pueblo ya estaba inundado.

Agustín Esteban: "A mi familia le dieron 340.000 pesetas por todos nuestros bienes y solo pudimos comprar una casa vieja en las afueras de Guadalajara".

"Luchamos para recuperar los derechos de nuestros vecinos desde la legalidad y conseguimos muchos avances", comenta el alcorleño. "Recurrimos al Consejo de Estado aplicando el artículo 14 de la Constitución para que a las mujeres se las indemnizara con la misma cantidad de dinero que a los hombres, porque no le puedes negar sus derechos a una persona por ser del sexo femenino".

Antes de su inundación, las autoridades destruyeron y calcinaron Alcorlo.

Antes de su inundación, las autoridades destruyeron y calcinaron Alcorlo. Cedida

Además de las injustas indemnizaciones que recibieron los alcorleños, tuvieron que ver cómo algunos efectivos de la Confederación Hidrográfica del Tajo y del MOPU (Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo) en colaboración con la Guardia Civil destruyeron sus casas con excavadoras, quemaron el pueblo y abrieron las compuertas para que el agua lo inundara todo: "La situación era patética porque veías allí a los vecinos que estaban en la calle y presenciaban ante sus ojos cómo una máquina destrozaba su casa", explica Luis Barra, fotógrafo que estuvo presente en la escena.

Además de Luis Barra, asistió al día del desalojo Jesús Orea, un periodista de la provincia de Guadalajara. Este cuenta así cómo lo vivió: "Pasé de la bradicardia a la taquicardia cuando vi aquello. Intentaba ser un periodista profesional, pero fue imposible no empatizar con los pobres vecinos", comenta Jesús Orea.

Fotografía de Jesús Orea en Alcorlo el día del desalojo.

Fotografía de Jesús Orea en Alcorlo el día del desalojo. Luis Barra.

Destierro y desarraigo

Tras el desalojo, los alcorleños tuvieron que rehacer sus vidas con el poco dinero que se les asignó en el proceso de indemnización: "Yo me marché a la ciudad ilusionado y pensando que ya no iba a ser un niño paleto, pero pronto me di cuenta de todo lo que perdí en Alcorlo", comenta Agustín. Por su parte, Concha recuerda lo mal que lo pasaron sus padres: "Mi padre era un hombre de pueblo y no quería irse de allí", explica.

Concha y su marido en el embalse de Alcorlo.

Concha y su marido en el embalse de Alcorlo. Cedida

Todos los alcorleños sufrieron el llamado 'desarraigo', una sensación de ausencia y desconexión con un lugar al que ya nunca podrán volver. "Recordemos que a esa gente le han obligado a irse de sus hogares, y donde antes había un pueblo, ahora solo queda un embalse", apunta Jesús Orea.

Luis Barra: “A los alcorleños no les quedó otra opción que aceptar el cruel final de su pueblo”.

"Mi caso no es nada comparado con el de un hombre que estuvo yendo andando todos los días a Alcorlo, y si llovía dormía debajo de un puente al lado de la carretera. Eso sí que es amor por la tierra", recuerda Agustín. “A mí me gusta volver a Alcorlo frecuentemente, pero cuando veo el paisaje no me quiero ir. Esa sigue siendo mi tierra”, explica el alcorleño emocionado.

Fotografía aérea del embalse de Alcorlo en la actualidad.

Fotografía aérea del embalse de Alcorlo en la actualidad. Cedida

A día de hoy a los alcorleños, al igual que al resto de exiliados de la 'España sumergida', solo les queda preguntarse si algún día desaparecerán y caerán en el olvido aquellos lugares donde fueron felices.

Concha piensa en el futuro: "¡No! ¡Mientras se hable de ellos, nunca morirán! ¡Seguirán en nuestras vidas, en los libros y en los corazones de miles de personas!", dice exaltada. Por su parte, Agustín prefiere recordar a aquellos paisanos con los que compartió su infancia: "Un vecino se llevó un esqueje de parra del pueblo a la ciudad pensando que algún día lo volvería a plantar en Alcorlo. Pero nunca pudo".