En la Bajada de San José se ha impuesto la ley del silencio. Nadie quiere hablar sobre lo sucedido en la casa de Joaquín: un vendedor de ropa en el mercado semanal de Totana, casado con Manuela y padre de una prole numerosa, al que uno de sus hijos, la sangre de su sangre, le asestó cinco puñaladas mortales, cuando vio que la integridad física de su madre estaba en riesgo -supuestamente- a manos del cabeza de familia en el transcurso de una acalorada discusión. "Mi hermano no es un maltratador", sentencia Ana.
En esta barriada humilde de Totana, marcada por calles estrechas, empinadas y por el sonido de algún gallo de pelea, los únicos que pueden hablar son los familiares de Joaquín. "No quiero que mi hermano quede como un maltratador encima que ha muerto", insiste Ana mientras atiende a EL ESPAÑOL luciendo un camisón estilo animal print, en la puerta de su casa, justo al lado del domicilio donde Joaquín fue apuñalado en el pulmón y en el corazón por su hijo pequeño de 14 años.
- ¿El hijo de Joaquín mató a su propio padre para evitar que su madre sufriera un episodio de violencia machista?
- Ana: Joaquín y Manuela discutían a menudo como cualquier matrimonio, pero mi hermano no iba a matar a su mujer. Discutían delante de sus hijos y eso no hay que hacerlo. Un matrimonio tiene que resolver sus cosas a solas. Ella era la que provocaba las discusiones. Ponía a sus hijos en contra de su padre. Mi hermano era el maltratado. Lo tenía como un 'pobretico'.
- ¿Ha hablado sobre lo sucedido con Manuela: su cuñada y esposa del difunto Joaquín?
- Ella estuvo en el entierro. No hablamos. Aquí no hay problemas, mis sobrinos siguen viendo a su abuela y a su familia.
Pero lo cierto es que en la casa donde se produjo el parricidio no hay nadie: Manuela y sus seis hijos se han tenido que marchar de la barriada. Así lo corroboran integrantes de Cáritas y de la ONG El Candil: "Ellos han desaparecido y nadie habla. Lleva todos los días la Guarda Civil patrullando el Barrio San José y no los encuentran". Tanto el Instituto Armado como la Policía Local velan porque nadie tenga la tentación de aplicar la temida 'Ley del Talión': la norma con la que una familia imparte a otra un castigo de las mismas características al delito cometido por su autor.
Una buena muestra de la tensión que se respira en el barrio es la manera abrupta con la que termina la conversación de Ana con este diario, cuando un familiar se acerca al porche de forma tan acelerada como su tono, para invitar al periodista a marcharse, a pesar de que la hermana del fallecido quería defender que el difunto no es un maltratador.
A partir de ese momento, a cada paso por San José, el plumilla se siente observado, en una de las ocasiones desde un balcón, convertido en una suerte de Atalaya, desde la que un vecino lanza esta advertencia: "Nadie va a hablar". Y acto seguido, casualmente, por otra calle, aparece el mismo familiar de Ana que insiste en su petición: "Es mejor que te marches".
Puede que Manuela haya recibido un recado similar porque es como si la tierra se la hubiera tragado tanto a ella como a sus seis hijos. De hecho, en un bloque de pisos próximo a la piscina cubierta, a cuatro kilómetros de la Bajada de San José, el cuñado de Manuela asegura que desconoce el paradero de su familiar y de sus sobrinos: "No sabemos dónde está, si ella sigue en Totana o si se ha marchado del pueblo".
El cuñado niega de forma tajante que su sobrino, de 14 años, matara a su padre, Joaquín, de 51 años, porque estaba maltratando a su esposa, Manuela, durante la discusión que mantuvieron en el domicilio familiar cuando se produjo el parricidio el jueves 20 de junio: "Él no le pegaba a mi cuñada". Parece que los miembros de ambas familias niegan la hipótesis que maneja la Guardia Civil como desencadenante del ataque: el hijo menor del matrimonio apuñaló a su padre para proteger a su madre.
Hasta el pastor evangelista del culto al que acudían Joaquín y Manuela, junto a sus hijos, niega la existencia de episodios de violencia de género en el seno del matrimonio: "No había una mala relación entre Joaquín y Manuela. Hay momentos en los que hay discusiones de pareja, pero de maltratar como se ha comentado: eso no es así. Están dejando en mal lugar a Joaquín encima que ha fallecido", zanja el responsable de la congregación.
- ¿Qué relación mantenía Joaquín con el hijo que le apuñaló?
- Pastor evangelista: Esto son cosas que pasan que no las puedes controlar. Es un momento caliente y a las personas hay que juzgarlas por los hechos. Hay momentos en los que no se puede dominar lo que ocurre y se le fue de las manos: ya está. Es una cosa que no esperábamos. Joaquín era una persona formal. Llevaba toda la vida trabajando en el mercado. Yo no conozco mucho a su hijo, de 14 años, sí que es verdad que ha estado en la escuela dominical, pero cuando llegan a esas edades están más sueltos.
Tal postura de la comunidad gitana y de las familias contrasta con la decisión de la Fiscalía de Menores de Murcia que no ha decretado el internamiento en un centro ni ninguna otra medida contra este chico, de 14 años, que estuvo desaparecido hasta el martes 25 de junio, tras apuñalar cinco veces a su padre con un cuchillo de cocina. "El menor se presentó voluntariamente en la Guardia Civil, asistido por un abogado, y se acogió a su derecho a no prestar declaración", tal y como confirma la citada Fiscalía. De modo que el joven está en libertad, junto a su madre y sus hermanos.
El menor de los seis hijos que tuvieron Joaquín y Manuela nunca tuvo la vida fácil, a tenor de lo que cuentan dos vecinos de la Bajada de San José: los únicos que acceden a hablar con EL ESPAÑOL, con la condición de hacerlo de forma anónima y dentro de su casa para que nadie les vea. "Cuando el hijo de Joaquín era un niño, un día estaba jugando con otro crío, cada uno llevaba una pistola de agua y el otro se confundió: la recargó con aguarrás y al dispararle al hijo de Joaquín le quemó un ojo y lo perdió", recuerdan estos residentes del barrio. "Ese chiquillo es buena persona".
De hecho, lo definen con un carácter similar al de su madre: "Manuela solía ir sola por la calle y era muy callada". La Guardia Civil trata de esclarecer si tanto esta madre como sus seis hijos sufrieron los supuestos malos tratos del cabeza de familia, durante mucho tiempo, hasta que el jueves 20 de junio el menor de la casa apuñaló mortalmente a su propio padre. "Como al lado de la casa de Joaquín vive su hermana, Ana, su marido, Melchor, fue el que se encargó de llevarlo en su coche hasta las urgencias del centro de salud porque iba desangrándose".
La investigación de la Guardia Civil también trata de esclarecer si la discusión que acabó a puñaladas se inició por un tema económico. Las heridas de Joaquín eran tan graves que tuvo que ser derivado al Hospital Rafael Méndez de Lorca donde murió un día después en la UCI: el viernes 21 de junio. "El cuerpo lo velaron dentro de la casa de Joaquín, y eso no lo hace nadie en Totana. En la calle había cientos de personas, por eso la gente del barrio no habla de lo sucedido. Todos tienen miedo".