El periodista, en una de las obras donde buscó trabajo.

El periodista, en una de las obras donde buscó trabajo. Laura Mateo

Reportajes

Los obreros se quejan de falta de mano de obra y yo he intentado trabajar de albañil: mi experiencia

Se estima que hacen falta 700.000 trabajadores en este sector para cubrir las vacantes, pero la formación necesaria y el relevo generacional lo dificulta.

15 julio, 2024 09:22

Faltan albañiles. En realidad, en España, faltan muchas cosas, pero la construcción es de los sectores más necesitados de mano de obra. Curiosamente, no es la obra nueva la que promueve la oferta de empleo, sino la rehabilitación de edificios, donde la maquinaria más moderna no puede sustituir al humano de toda la vida. Chúpate esa, ChatGPT.

Según los últimos datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social, por primera vez en 23 años el número de parados en el sector de la construcción ha bajado de los 200.000. Las grúas se ponen en marcha y las páginas de búsqueda de empleo rebosan de ofertas.

¿Su reclamo? Que al margen de tratarse de un trabajo mayoritariamente físico y a la intemperie, su remuneración está en niveles considerablemente superiores a otros sectores de 'fácil acceso' (como es el caso de la hostelería), con horarios también más atractivos.

"Tenemos uno de los mejores convenios de España. Pagamos un 30% por encima del salario mínimo interprofesional", explica Mariano Sanz, secretario general de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC).

"Hacen falta 700.000 albañiles en España", explica el representante de las constructoras. Y continúa: "Pero hay empresas que están decidiendo no crecer. La inmensa mayoría del tejido empresarial de este sector la forman empresas pequeñas, de no más de 10 empleados, y muchas de ellas están decidiendo no crecer porque no pueden encontrar el tipo de mano de obra que necesitan".

Es esto lo que me llama la atención lo suficiente como para levantar una ceja a lo Ancelotti: si las condiciones (más allá de la exposición a los elementos) son tan favorables, con sueldos dignos, horarios atractivos, una oferta laboral mayúscula, posibilidades de promoción… ¿por qué no se está haciendo todo el mundo albañil?

El periodista en la obra.

El periodista en la obra. Laura Mateo

Para averiguarlo, decido hacer lo más lógico y sencillo: abandonar el periodismo y buscar trabajo en el sector de la construcción. ¿Quién no me querría si soy fuerte, joven, motivado, sano y tengo una resistencia al sol sobrehumana? (spoiler alert: prácticamente nadie).

Búsqueda de ofertas

Con un conocimiento absolutamente nulo del sector me encomiendo a Google para que me solucione la vida: "oferta+trabajo+albañil+Madrid". Tras pulsar 'buscar', un sinfín de oportunidades se presentan ante mí. 'Oficial de 2.ª', 'oficial de 1.ª', peón, etc. La cosa pinta bien y me meto en casi todas ellas.

Para ahorrarme trabajo, en los buscadores de empleo marco la casilla de 'sin experiencia', a pesar de creer que haber cambiado los rodapiés de mi casa me cualifica para considerarme el albañil definitivo.

El número de puestos se reduce significativamente, pero siguen quedando bastantes. Entro en todos ellos y me inscribo en las ofertas. Es aquí donde la cosa empieza a ir cuesta abajo.

La emoción de que la búsqueda de empleo pintase bien me ha hecho obviar la casilla de 'requisitos'. En ella, casi todas incluyen la necesidad de carné de conducir y coche propio, cosas que no tengo. Además de eso, también requieren una cosa llamada PRL.

En mi mente, el trabajo en la construcción, al menos como peón, era una de las profesiones que podías realizar sin ningún tipo de formación. Una pequeña búsqueda en internet muestra la magnitud de mi equivocación: los cursos de Prevención de Riesgos Laborales (PRL) son una necesidad ineludible.

En mi empeño para engañarme a mí mismo y decirme que el PRL no será necesario, cojo el teléfono y llamo a mi amigo Santiago Romero, arquitecto y aparejador en un estudio malagueño que se ha pasado media vida entre obra y obra.

La obra de la Garrucha.

La obra de la Garrucha. Laura Mateo

Pregunta.- ¿Cómo está el sector de la construcción por Málaga? ¿Falta gente?

Respuesta.- Muchísima, pero sobre todo faltan albañiles buenos. La crisis de 2008 hizo que desapareciese el concepto de 'aprendiz', por lo que ahora los pocos que hay apenas saben hacer el trabajo.

P.- Entiendo. ¿Y yo (creyéndome, de nuevo y sin razón alguna, un escalón por encima del resto de la humanidad), crees que podría encontrar curro como albañil? ¿Es absolutamente necesario el PRL?

R.- A tu primera pregunta: no. A la segunda: sí, sin duda alguna. Hay inspecciones cada dos por tres. Las constructoras jamás se van a arriesgar a contratar a nadie sin el PRL y, además, ahora los promotores también han empezado a exigirlo de forma masiva.

P.- Pero ¿no crees que habrá algún albañil que, al menos, fiche temporalmente a gente para cambiar unos azulejos de un baño o algo? (Nadie como Santiago para ponerme los pies en el suelo y hundir mi moral).

R.- Es posible. En una ciudad como Madrid no, ni de coña, pero en un pueblo… podría ser.

Mentiría si dijese que, llegados a este punto, no valoré si lo más práctico sería sacarme el PRL y acabar con esto de una vez, pero su duración, fechas específicas, así como la presencialidad del mismo y, sobre todo, el precio (entre 180 y 300 euros, aunque con descuentos para desempleados), me hicieron desistir.

¿La otra opción? Subirme a un autobús e irme a Vera, en la provincia de Almería. No a lo loco, claro está, sino porque tengo familia allí y algún contacto me podrían dar. En efecto, mi tía, ya jubilada, pero que hace pocos años tenía una empresa de administración de fincas, me pasó una página de Facebook.

En ella, Ginés buscaba gente para trabajar en su empresa multiservicios en Garrucha. Electricidad, albañilería, fontanería, pintura, cerrajería… un poco de todo, perfecto para mí.

La obra de Garrucha.

La obra de Garrucha. Laura Mateo

Por primera vez en 5 años envié un mensaje por Facebook. Le dije que estaba interesado y (gracias a los consejos de mi tía), que no tenía experiencia pero que sí muchísimas ganas. Al parecer, surtió efecto, dado que me preguntó mi teléfono y me llamó.

Ginés.- ¿Qué tamaño de EPI tienes?

Periodista.- Perdóname, pero soy nuevo en esto… ¿EPI?

G.- Sí, de uniforme. Para hacerte la prueba te tengo que dar el mono y las botas de obra.

P.- Ah, pues de arriba una M, y de pie un 47.

La llamada se corta y, tras unos minutos, vuelve a sonar mi teléfono

G.- Perdona. No sé qué le pasa a mi móvil. Desde que los madrileños habéis inundado esto el día 1 me pasa cada dos por tres.

Tampoco fingí acento patano (el de Vera), pero no esperaba que me tuviera fichado tan rápido.

G.- Vale, hacemos una cosa. Mañana a las 8 y media, estate en mi oficina en Garrucha y hablamos.

P.- De acuerdo.

G.- ¿Tienes coche?

P.- No, la verdad. No tengo ni carné. Pero puedo pedirle a mi novia que me lleve.

G.- No te preocupes, estate en la rotonda de la plaza de toros a las 8 y cuarto y paso a por ti, que voy a recoger a otro de mis chicos.

El periodista en la obra.

El periodista en la obra. Laura Mateo

Colgamos y me doy cuenta de que me he metido en un jardín del 15. Mi novia no está aquí, solo mi tía a la que él conoce (y tirar de enchufismo está mal, pero para hacer un reportaje, peor) y tengo que justificar por qué un madrileño, pudiendo elegir entre todos los lugares del mundo para trabajar, se ha quedado con Vera.

Sin un plan en mente decido ir donde me lleve la corriente y si fracaso, pues que así sea. Me planto en la rotonda a las 8 y cuarto de la mañana del viernes y aparece Ginés. Al parecer, su otro chico tiene algo y no va a aparecer, así que vamos hacia Garrucha.

Durante el trayecto hablamos y me pregunta por qué con este acentazo de Madrid (que juro que no tengo), estoy buscando trabajo de albañil en Vera.

Periodista.- Pues soy periodista y me he quedado hace poco en paro. Tengo familia en Vera y me puedo quedar con ellos, así que, al menos en verano, me he venido a ver si la cosa tira.

Ginés.- ¿Solo para el verano?

P.- Si encuentro trabajo, no. Pero si no sale nada volveré a Madrid.

G.- Ya. Es que aquí lo que falta es gente con ganas. Mira si está bajo el listón, que yo ya no pido gente que sepa hacer cosas, sino que solo quieran trabajar. ¿Por qué? Porque ahora hay muchas ayudas y tal, y la gente prefiere cobrar 700 u 800 euros y estar en su casa que cobrar 1.300 y estar todo el día fuera.

Tonto de mí, que podría estarme callado y hacer la entrevista sin más, decido preguntar por la situación.

P.- ¿Tú fichas a mucha gente?

G.- Antes sí, ahora menos. El problema que tenemos los autónomos es que estamos cobrando casi al mínimo y estamos hinchados de pagar impuestos excesivos. Que quede claro, un empleado tiene que tener todos los derechos del mundo. Pero no puede ser que eso sea a costa de que el empresario se fastidie o tenga pérdidas.

P.- ¿Esto pasa solo en Garrucha?

G.- Que va. Está pasando en toda la zona, en toda Almería. Los empresarios están optando por reducir plantilla y quedarse solo con los trabajadores que saben que cumplen y pasar de crecer. Esa es la única forma de funcionar. Hoy en día das de alta a un chaval con 18 o 20 años, en edad de trabajar, que yo a esa edad me comía el mundo, y lo que te dice el primer día es que es un trabajo muy agotador, que no puede llevar ese estilo de vida. Venga hombre, ¿con 20 años me dices eso a mí, que he tenido currantes de cincuentaytantos y no se han quejado en su vida?

P.- Está difícil la cosa entonces.

G.- No, a ver, si trabajo hay, de sobra, para todo aquel que quiera trabajar. Pero no para los que quieren estar ahí, cobrando, dados de alta y patatín patatán, dando pérdidas.

Periodista en la obra.

Periodista en la obra. Laura Mateo

Llegamos a su almacén y sin sentarnos ni nada me empieza a comentar cómo sería el proceso si me contrata.

G.- Te cuento, yo como lo hago es así. Primero un contrato de un mes de prueba, y si me convences y se te ve con ganas, te haría indefinido a partir del segundo mes, automáticamente.

P.- Genial, y… ¿qué horario tenéis?

G.- Mira, en mi empresa solo trabajamos hasta medio día. Estamos muy metidos en el tema de las comunidades y ahí, por las tardes, no les gusta que haya ruidos o molestias y tal. Trabajamos de 8 a 2 o de 8 a 3.

Decido lanzarme y preguntar por lo más importante:

P.- ¿Y sueldo?

G.- Una persona que trabaja de 8 a 2 o a 3 me está saliendo casi por 1.000€, poco más de media jornada. A ver, los 3 que tengo contratados, que me funcionan muy bien, si un mes ha habido mucho trabajo y tengo que darles una extraordinaria de 50€ o de 100€, pues se los doy, y más contentos que un chumbo.

Por desgracia, la conversación da un giro de 180º y empieza a tratar sobre mí, y eso no es bueno:

G.- Mira, antes de hacerte la prueba en obra, necesito el PRL y que pases por la mutua, para hacerte una analítica completa.

P.- Pues no lo tengo.

G.- Tú no puedes pisar una obra sin haber hecho el curso de prevención de riesgos laborales. Te puede causar un accidente y un problema muy gordo. No solo para ti, sino para mí.

P.- (Derrotado) Entiendo

G.- Yo soy una persona que valora mucho las ganas. Cuando ficho a alguien, me haga el trabajo bien, regular o mal, si le pone empeño y ganas me lo quedo. El PRL es un curso de 20 horas presencial. Lo da la Fundación (Fundación Laboral de la Construcción, que pertenece a la CNC -50%-, CCOO y UGT -25% cada una-).

Con la posibilidad de hacer una prueba desechada, decido hacer un órdago y salir de ahí con toda la información que pueda.

P.- Vale, eso haré y cuando me lo saque, si sigues buscando, te llamo.

G.- Claro hombre. Si tienes ganas de currar…

P.- Más allá de eso, ¿hay algo para lo que deba prepararme? ¿Cómo será el primer día?

G.- Mira, yo, de inicio, no te voy a poner a usar maquinaria ni nada de eso. A los chicos a los que les hago pruebas les pongo a hacer el trabajo más liviano, como sacar capazos de escombro, por ejemplo, porque no vas a estar preparado, aunque hayas hecho un curso. Luego el encargado te irá diciendo, poco a poco, cómo se cortan las cosas, cómo posicionarte y tal. Yo lo que digo es que nosotros, dentro de las pequeñas empresas, somos una pequeña escuela. Pero te repito: solo para el que tiene ganas de trabajar y aprender. Si no sabes hacer una masa de mortero, pues el encargado ya te dirá que es un cubo de agua por tres palas de arena y una de cemento y tal. Así es como funcionamos.

P.- Vale. Y, en este tiempo hasta que me lo saque, ¿puedo hacer algo más? ¿Vale la pena que me saque un curso o algo?

G.- Mira, en estos tiempos, si hay algo que todo el mundo tiene es el YouTube. Ahí puedes encontrar tutoriales de todo tipo de trabajo: de marquetería, de madera, de construcción, de forjador, de lo que sea. Con esos vídeos se aprende muchísimo, porque te explican lo elemental. No dan veinte mil vueltas a la cosa para explicártela, van a lo directo. Yo hago de todo, de levantar terrazas a cerrajería, fontanería, electricidad… cuanto más sepas de inicio pues mejor. Pero no hacen falta cursos para currar conmigo, solo ganas.

Tras este último intercambio, dimos por finalizada la entrevista y nos despedimos. Quedamos en que le volvería a avisar tras sacarme el PRL.

En efecto, hay trabajo en la construcción y los albañiles tienen un futuro. Pero como explicaba Mariano Sanz, "muchas de las personas que en 2008 se vieron obligadas a dejar el sector desconfían de la construcción". A pesar de eso, explica, "la Fundación Laboral de la Construcción es la segunda institución académica con más alumnos de España, solo por detrás de la UNED". Si quieres ser albañil, puedes.