La Romería Vikinga de Catoira, organizada por los vecinos del concello, honra la memoria de aquellos gallegos que, entre los siglos IX y X, perecieron a golpe de espada en las costas de Pontevedra mientras trataban de resistir los sangrientos envites de los vikingos. Casi un milenio después, las tornas han cambiado, y hoy los lugareños rinden homenaje a quienes fueron sus agresores. Quieren honrar el pasado de su pueblo y el espíritu folclórico de su tierra a través de la unión de culturas; hermanarse a través de la fiesta y el jolgorio.
La idea de celebrar este encuentro nació hace seis décadas como una pequeña iniciativa de un grupo de intelectuales catoirenses. Hoy es un festival internacional multitudinario al que acuden entre 30.000 y 50.000 personas todos los años. Su día culminante es el primer domingo de cada agosto, donde los vecinos del municipio se suben a varios drakkares y, caracterizados de vikingos, desembarcan en las marismas del río Ulla para recrear un asalto.