Paco Tormo y Cristina Aristoy, los fundadores de Singularu.

Paco Tormo y Cristina Aristoy, los fundadores de Singularu. Cedida

Reportajes

El imperio de Cris y Paco tras Singularu, la marca de joyas española de moda: facturan 20 millones

La firma valenciana fue fundada hace 10 años por los emprendedores. Este 2024 aspiran a llegar a los 25 millones de euros de facturación. 

9 agosto, 2024 02:09

Cristina Aristoy era joven, pero lo tenía claro. Quería emprender; quería hacer algo que se mantuviese en el tiempo, que le gustara y que tuviera buen mercado. No sabía hacia qué sector empresarial dirigir su carrera y, la verdad, tampoco lo había meditado mucho. Llevaba años fuera de España. Primero, en Londres; luego, en Seúl (Corea del Sur). Estaba formándose, aprendiendo idiomas, cerrando sus estudios… Hasta que en 2013 llegó el momento de volver a su Valencia natal con 24 años.

“Y en diciembre de ese año hubo un evento organizado por Demium Startups durante un fin de semana. En él, ponían en contacto a varios perfiles profesionales –emprendedores, inversores, diseñadores…– con el fin de establecer ideas de negocio para ver si se podían llevar a cabo, etc. Ahí fue donde conocí a Paco Tormo, con el que, unos meses más tarde, decidí emprender. Ambos fundamos Singularu”, explica a EL ESPAÑOL Cristina Aristoy (Valencia, 1989), cofundadora y co-CEO de la citada firma española de joyas.

Diez años después de aquellos inicios, Singularu se ha convertido en una de las marcas de joyas españolas que más ha crecido. Está de moda y, por ello, la marca creada por Cristina y Paco Tormo (Valencia, 1979) cerró 2023 con una facturación cercana a los 20 millones de euros. “Y este 2024, si todo va bien, esperamos llegar a los 25 millones de euros facturados”, esgrime la CEO en conversación con este diario. En una década, por tanto, el crecimiento de la marca ha sido exponencial.

Los clientes haciendo fila durante la inauguración de una tienda de Singularu.

Los clientes haciendo fila durante la inauguración de una tienda de Singularu. Cedida

Pese a ello, los inicios de la marca estuvieron salpicados por momentos de incertidumbre. Cristina y Paco, al principio, ni siquiera sabían que se iban a especializar en la joyería. “Nosotros teníamos claro lo que queríamos hacer. Buscábamos un modelo de negocio en el que queríamos poner en relación la artesanía con los clientes. En otras palabras, que una persona pudiese diseñar una mesa, una silla… o como acabó siendo, una joya, para que se lo pudiesen fabricar. Era la idea inicial”, recuerda Aristoy.

10 años de Singularu

Eso sí, cuando Singularu echó a andar 2014 tanto Cristina como Paco se dieron cuenta de que encargar algo “desde cero” era algo bastante complicado. “Tú le das un folio en blanco a la gente y no sabe qué hacer con él. Por ello, empezamos a experimentar con una cápsula de joyería a modo de prueba. En ella, le das la base a los clientes pudiendo ellos elegir las piezas, los acabados, el color de la piedra… Y ahí vimos que todo empezó a cobrar sentido”, explica Cristina Aristoy.

¿Y por qué se decantaron por el mundo de la joyería y no por el de cualquier otro sector que requiriera diseño para una futura venta online? Porque Cristina ya tenía algunos conocimientos sobre el mundo joyero valenciano. Conocía a una red de joyeros además de que, según reconoce, “la logística de una joyería siempre es más barata y fácil”. “No es lo mismo transportar un mueble que una joya”, dice.

Con estas bases, se pondría en marcha Singularu. El primer escollo, no obstante, llegó en 2015, un año después. Los emprendedores valencianos se dieron cuenta de que no eran competitivos con los plazos de entrega. El motivo: desde que el cliente diseña su joya hasta que se elabora y se entrega posteriormente pasaba un tiempo prudencial.

De ahí que empezaran a compaginar este modelo original con hacer pequeñas colecciones que guardaban en stock. “Conservábamos las que funcionaban y retirábamos las que no”, explica. Por ello, la empresa joyera valenciana empezó a crecer en ambas líneas. Cristina y Paco superaban, de esa manera, el escollo de la competitividad en cuanto a los plazos de entrega. Superaban así ese primer bache.

Una tienda de Singularu.

Una tienda de Singularu. Cedida

El siguiente hito claro de la marca fue la apertura, en 2017, de la primera tienda física de Singularu. Fue en Valencia, como no podía ser de otra manera, una ciudad y un mercado que conocían Cristina y Paco como la palma de sus manos. “Para mí fue muy bonito porque llevábamos tres años funcionando de manera online, únicamente, y claro, nunca habías puesto cara a tus clientas. Pero el día de la inauguración todo cambió: de repente, empiezas a conocerlas. A ver cómo son… Nos emocionó mucho que en la apertura hubo una cola que daba la vuelta a la manzana”, recuerda la CEO de Singularu.

A partir de ahí, se desató la propagación de tiendas físicas de Singularu por todo el país, bien sean propias, bien sean abiertas por franquiciados. En 2019, por ejemplo, Singularu abrió su primera franquicia y en la actualidad ya cuenta con 20. Esas, sumadas a las 37 tiendas propias, provocan que la marca de Cristina y Paco ya tenga 57 tiendas físicas en España. “El último gran hito en este sentido ocurrió en 2023 cuando abrimos, por primera vez, en El Corte Inglés”, explica Cristina.

Este año, el siguiente reto para la marca, pasa por la internacionalización con visos a abrir tiendas en el extranjero a partir de 2025, si todo va bien. En todo caso, cuando emprendieron Cristina Aristoy y Paco Tormo nunca imaginaron que, 10 años después, su marca llegaría a ser una de las más importantes del sector joyero, empleando más de 250 personas y facturando 20 millones de euros.