Carles Puigdemont saluda a agentes de los Mossos d'Esquadra.

Carles Puigdemont saluda a agentes de los Mossos d'Esquadra.

Reportajes

La sintonía entre los Mossos y Puigdemont: de escoltarlo en Waterloo a llevarlo al Arco del Triunfo

El 'expresident' fugado recuperó en 2016 la figura del mayor de los Mossos. Varios agentes de la policía autonómica siempre le han apoyado y cuidado.

9 agosto, 2024 02:08
Nicolás Alba Domingo Díaz

Carles Puigdemont llegó, habló y se esfumó. El expresident de la Generalitat de Cataluña y europarlamentario de Junts Per Catalunya reapareció en un acto público en España 2.475 días después de convertirse en un prófugo de la Justicia. Los Mossos no le detuvieron en su amago de asistir a la investidura de Salvador Illa como nuevo president y quedaron en evidencia por distintos motivos.

La primera imagen de Puigdemont en su vuelta España quedará grabada para siempre en los anales de la Historia. A pie, escoltado por dos miembros de los Mossos d'Esquadra, un bombero y Jordi Turull, Carles Puigdemont paseaba las calles de Barcelona con relativa tranquilidad hasta alcanzar la vía de Trafalgar

Una vez abierto el paso hasta el Arco del Triunfo, tras pasear entre sus fieles, el otrora president proclamó un breve discurso. Creyéndose Tarradellas volviendo del exilio exclamó: "¡Encara som aquí!". A partir de entonces habló de "politización de la Justicia", del referéndum unilateral de independencia del 1 de octubre de 2017 y su posterior "represión feroz" y de "devolver a la política lo que nunca debería haberse ido de la política".

El expresidente catalán Carles Puigdemont durante su acto en Barcelona.

El expresidente catalán Carles Puigdemont durante su acto en Barcelona. EFE

"No sé cuándo nos volveremos a ver", finalizó Puigdemont. "Pase lo que pase, que cuando nos volvamos a ver, que podamos acabar con el grito de que yo acabara mi discurso: ¡Visca Catalunya lliure!".

A partir de ahí, Puigdemont desapareció, aún no se conoce cómo. Sin embargo, los grandes señalados por la huida han sido los Mossos d'Esquadra. El cuerpo policial emitía por la tarde un comunicado en el que se exponía que el "principal objetivo del cuerpo" era "garantizar que el Pleno de Investidura se celebrara con normalidad". Los agentes denunciaron tensión y agresiones "contra la línea policial": dos detenidos y 15 denuncias.

La primera vez que el Comunicado habla de Carles Puigdemont establece: "Ha hecho acto de presencia en la zona de Arc de Triomf y, mediante las personas concentradas, ha accedido al escenario donde ha hecho un discurso. Acto seguido, protegido por varias autoridades del país y rodeado de las personas concentradas, ha iniciado la marcha hacia la puerta principal de acceso al Parque de la Ciutadella".

Sobre la fuga, fueron taxativos: "En el transcurso de esta marcha y aprovechando el número de personas que le rodeaban huyó del lugar en un vehículo que los mossos intentaron detener pero no lo consiguieron".

Además, aseguraron que el dispositivo se había diseñado para que la detención se hiciera de forma proporcional y en el momento más oportuno "para no generar desórdenes públicos". "Los Mossos d'Esquadra desmienten que hubiera acuerdo ni conversación previa con el entorno de Carles Puigdemont", aclaraban.

Tras unas primeras horas de Operación Jaula, el dispositivo quedó suspendido. En relación con la huida ha habido dos detenidos: dos mossos d'esquadra. Presuntamente, el coche en el que desapareció Puigdemont era de uno de ellos. A lo largo de la tarde se detuvo a otro agente de los Mossos acusado de participar en la huida. Uno de ellos, informó el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, pidió el habeas corpus por la detención.

"La investigación liderada por la Comisaría General de Información sigue abierta y se prevén nuevas detenciones", avisaba la nota de los Mossos. Este cuerpo, pese a todo, vuelve a estar bajo lupa, porque desde que Carles Puigdemont llegara en 2016 a la presidencia de Cataluña, ha habido varios episodios en los que algunos de sus agentes han actuado en su connivencia. Y, en alguna ocasión, rozando la ilegalidad. 

La relación Puigdemont-Mossos

Pero vayamos al principio, cuando Carles Puigdemont llegó a la presidencia de la Generalitat de Cataluña. Fue el 12 de enero de 2016 y entonces los Mossos d'Esquadra no tenían mayor –la más alta categoría del cuerpo policial catalán–. Esa plaza estaba vacante desde 2007, cuando el exmayor Joan Unió abandonó el cuerpo. Pero bajo el mandato de Puigdemont se vio la necesidad de recuperar esta figura, pues existía una suerte de bicefalia en la cúpula policial con el entonces comisario de Gerona, Josep Milán, y con el entonces comisario jefe, Josep Lluís Trapero.

Precisamente, el 18 de abril de 2017 el propio Carles Puigdemont arropó a Trapero durante su toma de posesión del cargo de mayor. El expresident catalán, ayudado por su conseller de Interior, Jordi Jané, colocaba así a uno de sus amigos en la cúpula de los Mossos d'Esquadra. La relación de Puigdemont y Trapero, no por nada, se había estrechado muchos años atrás.

Prueba de ello fue que el verano anterior, en agosto de 2016, ambos coincidieron en un día de paella organizado por la periodista Pilar Rahola. Aunque no estuvieron solos –había una veintena de personas entre los que destaca también Joan Laporta, presidente del Barça–, lo cierto es que ya hubo complicidad entre el president y el comisario. La relación de Puigdemont con los Mossos, por tanto, ya era fluida en aquel momento.

Los lazos Govern-Mossos se estrecharon tanto que cuando ocurrieron los atentados de Barcelona y Cambrils en agosto de 2017, Puigdemont no dudó en apoyar a la policía autonómica, colocándola como el epicentro de la investigación. Degradaba así al resto de cuerpos policiales presentes en Cataluña y dinamitaba la cooperación. "Se han ganado poder estar allí donde sea necesario como policía", afirmó.

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, entonces líder la oposición, intervinieron en favor de la cooperación policial porque lo importante en aquel momento era la lucha contra el terrorismo islámico. Puigdemont reculó e incluso se le vio cómplice con ellos en aquel momento, llegando a aparecer en una imagen con el rey Felipe VI y con el presidente del Gobierno.

Pese a ello, el trágico atentado en el que perdieron 16 personas no aplacó al expresident para seguir su “hoja de ruta” de convocar el referéndum de independencia el 1 de octubre de 2017. El 1-O fue una fecha en la que los Mossos d'Esquadra y las demás fuerzas policiales se vieron desbordados.

La "traición" de los Mossos el 1-O

El 1-O no sólo se partió la sociedad catalana en dos. También las fuerzas policiales que operan en Cataluña quedaron divididas. Hubo guardias civiles, como el coronel Diego Pérez de los Cobos, mando único de las fuerzas de seguridad ese día, que tacharon de "traición" algunas acciones de los Mossos d'Esquadra. Esa tesis costó una ruptura entre el cuerpo liderado por Trapero y el Ministerio del Interior. Tal herida ya ha cicatrizado, pero ha costado.

Pero aquel día, el 1 de octubre, el día en el que Puigdemont declaró la República catalana durante 1 minuto, la actuación de la policía autonómica fue puesta en duda. Se acusó a Trapero de desplegar pocos mossos en los colegios electorales donde se celebraba el referéndum ilegal. Además, la Policía Nacional y la Guardia Civil criticaron haber tenido que cargar en solitario para frenar los disturbios que se desataron.

Los ciudadanos catalanes y el Govern de Puigdemont, no obstante, aplaudieron la actitud de los Mossos d'Esquadra. Subyacía entonces una lucha de egos entre Trapero y De los Cobos sobre cómo se debía gestionar el 1-O. Pero lo que quedó patente fue una suerte de pasividad de la policía catalana, que ayudó a allanar el camino de Puigdemont.

Agentes antidisturbios de la Policía Nacional y de los Mossos d' Esquadra discuten durante el 1-O.

Agentes antidisturbios de la Policía Nacional y de los Mossos d' Esquadra discuten durante el 1-O. Efe

El Tribunal Supremo, en 2019, sostuvo que hubo "episodios de auténtica complicidad" y "casi connivencia" entre los mossos y las personas congregadas en los centros de votación. La actitud de los policías autonómicos estuvo motivada "quizás" por la "coincidencia ideológica o por la seguridad de que de esta forma podían granjearse el aplauso y el beneplácito" de esas personas "rebeldes o de los responsables políticos", decía la sentencia.

Es más, se llegó a destacar que los mossos "llegaron incluso a recoger, hacerse cargo y trasladar material electoral que le era entregado por los ciudadanos". Eso sí, "no interfirieron en la emisión de votos". La votación ilegal dio la victoria a los independentistas, pero dejó en evidencia la actuación de los mossos y Trapero, a la postre, fue cesado de su cargo como mayor por el Ministerio del Interior aquel octubre de 2017. Su entonces amigo, Puigdemont, huiría a Bruselas el 28 de octubre de 2017 y posteriormente –y hasta el día de hoy–, sería reclamado por la Justicia.

Trapero, icono 'indepe'

Josep Lluís Trapero, por cierto, se convirtió uno de los grandes iconos del independentismo durante un tiempo, concretamente a partir del verano de 2017. Los motivos fueron varios. Después de la fiesta con los líderes independentistas llegaron una serie de declaraciones que hacían presagiar que estaba inmerso en la lucha separatista.

El mayor de los Mossos se convertiría en icono después de una frase a un periodista que le pedía una respuesta en español tras los atentados de Las Ramblas. Trapero no se amilanó y dijo que a las preguntas en catalán respondía en catalán y a las que fueran en español... No había terminado cuando el periodista se levantó y se marchó de la rueda de prensa a modo de protesta. El mayor apuntó: "Bueno, pues molt bé, pues adiós".

Se hicieron desde camisetas hasta chocolatinas con la frase. La actuación policial en el 1-O desató todo tipo de comentarios que llevarían a pensar que Trapero era alguien muy favorable a la causa. De hecho, llegó a exponer que él siempre estaría "al lado del pueblo de Cataluña". 

Todo se cayó tras su imputación por los incidentes ocurridos aquel día. La defensa de Trapero se basó en su respeto en todo momento al orden constitucional. Además, en reuniones previas, se aseguró que el mayor trató de desactivar la celebración de la Declaración Unilateral de Independencia. Fue finalmente absuelto de todos los cargos.

Trapero se alejó en último término del independentismo y de Carles Puigdemont. Sobre todo cuando se supo que había trazado un plan en 2017 para detener a Puigdemont antes de que se fugara por primera vez. Finalmente, abandonó al independentismo para enrolarse en el PSOE, en el equipo de Salvador Illa

Fugado con un mosso

28 de octubre de 2017. Carles Puigdemont huye de España para evitar ser juzgado y el mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, es cesado. Todo el mismo día –o noche–. El desgaste de la amistad de estos dos hombres, ahora inexistente, entonces no era palpable, pero esa no era la única relación cercana que tenía el expresident con algún agente de la policía catalana. 

El expresident también tenía una buena relación con Lluís Escolà Miquel, un sargento de los Mossos d’Esquadra que entonces era el jefe del operativo del área de escoltas de la Generalitat. Es decir, se encargaba de proteger al entonces Carles Puigdemont allá donde fuera. Y ese allá donde fuera le llevó a Bruselas, donde huía su jefe.

En el coche en el que se fugó Puigdemont estaba este mosso. No se sabe si conducía, pero hay evidencias de que fue aliado del expresident en aquella fuga, como presuntamente lo son los dos mossos detenidos por la fuga de este jueves. A partir de ahí, uña y carne. El sargento juntó todas sus vacaciones para estar con su jefe, después los días libres que tenía acumulados y cuando estos se terminaron, pidió una baja médica por problemas en la espalda. 

Lluís Escola, escolta de Puigdemont, tras el expresident esta semana.

Lluís Escola, escolta de Puigdemont, tras el expresident esta semana. EFE Efe

Así llegó hasta julio de 2018. Entonces, estando todavía de baja, ideó un resquicio para legalizar más o menos su función. Le transmitió entonces a la Generalitat que quería acogerse al estatuto de los expresidentes, que incluían, entre otras cosas, contar con un escolta. 

El Ministerio del Interior y el de Exteriores, que debían aprobar su traslado a Bélgica, lo desestimaron. Pero el entonces conseller de Interior catalán, Miquel Buch, lo nombró “asesor en materia de sistemas de seguridad”. Un cargo muy ambiguo, que le permitió al mosso pasar al menos la mitad del tiempo en Bélgica

En el exilio

"Lluís Escolà es un patriota que si está en este juicio es por haber prestado un servicio muy grande al país y por ninguna otra razón. Y lo he visto sufrir mucho, lo he visto sacrificar su vida privada incluso para poder acompañarme en momentos en los que las autoridades españolas negligían de su deber de cumplir la ley que ha de garantizar mi protección".

Estas palabras son de Carles Puigdemont durante el juicio en la Audiencia Nacional contra Escolá, mosso d'esquadra que le hizo de escolta tras su primera huida a Bélgica. "Es una persona de la cual soy amigo, una persona que me merece toda la confianza", había dicho anteriormente para justificar que estuviera con él.

Varios agentes de los Mossos d'Esquadra acompañaron a Puigdemont durante sus primeros meses en el exilio. Lo hacían como acompañantes, pero en ningún caso durante el ejercicio de la profesión. Era el caso de Escolà, que incluso llegaba a decir a los reporteros: "No me saquéis, que me metéis en un follón, sólo estoy de vacaciones".

Los Mossos escoltan a Puigdemont durante la Diada de 2017.

Los Mossos escoltan a Puigdemont durante la Diada de 2017. Europa Press

Escolà, que era el encargado de la escolta de Puigdemont en el momento de su primera fuga de España, se fue con él. Acumuló vacaciones y, una vez que se le acabaron, pidió una baja médica. Hasta julio de 2018 estuvo en esta situación. Luego fue nombrado por Miquel Buch, conseller de Interior, "asesor en materia de sistemas de seguridad". Y a Bélgica con Puigdemont, al menos la mitad del tiempo. 

Lluís Escolà Miquel fue juzgado y condenado a cuatro años de cárcel y diez de inhabilitación, pero no llegó nunca a ingresar en prisión al ser uno de los primeros beneficiarios de la Ley de Amnistía.

Y este jueves, en su vuelta a España, el expresident de la Generalitat estuvo rodeado por dos mossos d'esquadra. A la postre, sus propios compañeros detuvieron a dos miembros del cuerpo (no ha trascendido si los mismos) por colaborar con una nueva fuga de Carles Puigdemont, por el momento en paradero desconocido.