
Miel en diferentes estados.
Soy experto en miel y tengo muy claro qué es lo que llega de fuera de España: “Son bombas calóricas muy perjudiciales”
Fabián Torres, director de Desarrollo de Negocio de SICPA y especialista en este producto, desvela cómo es la miel que consumimos.
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Cuando una persona compra un tarro de miel en un supermercado, y lee la etiqueta, puede ver que en muchas ocasiones dicha miel procede de diferentes países: España, Portugal, Ucrania, Uruguay y Argentina. ¿En qué porcentaje? Misterio total.
Lo que no es ningún secreto es que el mercado de la miel, en la Unión Europea (UE), está en pleno crecimiento. Si en 2020 facturó 2.200 millones de euros, en 2024 esa cifra ha aumentado hasta los 2.500 millones.
Cierto que la UE es el segundo productor de miel del mundo, sólo superada por China. Pero no menos cierto es que es el segundo importador mundial después de Estados Unidos. En concreto, importa 175.000 toneladas al año, lo que supone el 30% del total de las importaciones.
¿Qué miel se consume en España?
Son Ucrania, China, México, Argentina, Cuba, Brasil, Uruguay y Turquía los países que cubren el 90% de las importaciones de la UE. Y los principales receptores son Alemania, Polonia, Bélgica y España.
Según un informe emitido por la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) y el Centro de Investigación Conjunta de la UE, se estima que el 46% de la miel importada a la UE ha sido alterada. ¿Cómo? Mediante la adición de agua o jarabes de azúcar artificial. ¿Con qué fin? Aumentar su volumen.
Porcentaje que aumenta al 74% para las importaciones de China; al 93% para las de Turquía; y alcanza el 100% para las de Reino Unido. Recordemos que la mayor parte de la miel importada se utiliza en mezclas y se comercializa al por menor bajo marcas comerciales, dando lugar a que alrededor del 80% de las mieles que se venden al por menor en realidad sean mezclas.
“Esas mieles ‘falsas’ y de mala calidad, que al final lo que hacen es añadir aditivos, en el peor de los casos, lo que los convierte más en jarabes que en miel como tal”; afirma Fabián Torres, director de Desarrollo de Negocio de SICPA y especialista en este producto.
El miembro de la multinacional de soluciones antifraude del mundo va más allá: “En el mejor de los casos, les añaden azúcar, lo que les convierte en bombas calóricas muy perjudiciales para niños o personas mayores”.
El experto remarca que “Europa tiene una normativa muy concreta y muy exigente con respecto a este producto y, por suerte, la miel que podemos encontrar en nuestros supermercados son de origen español o de mercados europeos controlados”.
Sin embargo, hace hincapié en que el problema se encuentra más en repostería, pastelería y productos procesados con miel. “Ahí el control del producto y el origen con el que se hacen esos pasteles o esos postres es más difícil de saber”, indica Fabián Torres.
Y añade: “Conseguir controlar la trazabilidad de los bidones de miel desde el productor hasta el cliente final es casi imposible, ya que los productores no pueden asumir ese coste. Aun así, las fases por las que pasa el producto hasta llegar a nuestras mesas son muchas y muy variada”