La lección de Super Lucky tras morir de cáncer con 7 años: regala sus juguetes a Oncología y a sus amigos de Molina
- "Todavía quedan muchos niños con cáncer y si no encontramos una cura se perderán, y para que eso no ocurra, hace falta inversión en investigación contra los tumores", subraya su madre Tatiana Mosquera, de 34 años.
- Más información: El último sueño de 'Super Lucky', el niño de 7 años que lucha contra el cáncer: "Quiero ir a ver al Barcelona"
El pequeño Luciano donará su preciada colección de Playmobil, entre otros tesoros, al área de Oncología del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, para que jueguen los niños que están ingresados. A sus amiguitos del Colegio Cervantes de Molina de Segura que le escribían cartas de ánimo, cuando estaba hospitalizado, les regalará sus mejores coches deportivos y pistas de Hot Wheels, mientras que a sus amigas les dejará sus montañas de plastilina con las que hacía volar su imaginación.
Luciano ha fallecido con solo 7 añitos, pero se ha comportado de principio a fin como Super Lucky, como lo que siempre ha sido desde que le detectaron un tumor cerebral: un superhéroe.
"Después de Luciano, todavía quedan muchos niños con cáncer y si no encontramos una cura se perderán. Para que eso no ocurra, hace falta inversión en investigación contra los tumores", tal y como reflexiona Tatiana Mosquera, una madre que ha dado dos lecciones magistrales de vida con la gestión del cáncer que este martes 5 de noviembre, a las 4 de la madrugada y 17 minutos, se llevaba la vida del pequeño Luciano Emanuel Padilla Mosquera, conocido como Super Lucky en Instagram y entre los sanitarios del Hospital Virgen de la Arrixaca.
"Me gustaría dar gracias infinitas al equipo de cuidados paliativos porque sin ellos no hubiéramos podido culminar bien este proceso", subraya Tatiana. La primera lección de esta madre coraje se produjo el 15 de noviembre de 2021, cuando una doctora le dijo que la causa de los dolores de cabeza de su hijo era un tumor cerebral, por el que debían operarlo de urgencia. Lejos de derrumbarse, Tatiana optó por motivar a su hijo, de 4 añitos, diciéndole que era Super Lucky y tenía una misión de superhéroe: someterse a ciclos de radioterapia y quimioterapia, para poder tocar la campanita mágica con la que recibiría el alta en Oncología.
"Lucky era un niño muy especial". "Era muy sabio". Tanto es así que el pequeño siguió a pies juntillas la historia ideada por Tatiana, como en la película de La Vida es Bella, cuando Roberto Benigni, encarnando al judío Guido, le hace creer a su hijo que es una yincana el campo de concentración nazi al que ambos acababan de llegar y que deben superar muchas pruebas para llevarse un premio: un tanque militar.
De modo que Tatiana le encargó a una modista que le diseñara a su hijo el traje de Super Lucky, con un antifaz y una capa, cuyo símbolo era el emoji de un brazo flexionado, sacando bíceps, para demostrar la fuerza de voluntad de este pequeño ante el cáncer. Este superhéroe menudo logró el alta médica tras pasarse todo 2022 ingresado en La Arrixaca. "Yo pensé que mi hijo iba a superar la enfermedad porque siempre había diagnósticos feos, pero Lucky lo conseguía", recuerda su madre.
En enero de 2023, en una consulta rutinaria, una resonancia detectó que el cáncer se había reproducido por la médula y Luciano volvió a ponerse su capa de Super Lucky, para luchar contra su tumor cerebral, sometiéndose a la quimio. Pero hubo metástasis y el pasado 2 de agosto llegó un diagnóstico que equivalía a una sentencia de muerte para un niño que el 17 de julio había cumplido 7 años. Una oncóloga de La Arrixaca le dio tres meses de vida a este chiquillo de pelo ondulado, de color negro cafetero como su Colombia natal, y de sonrisa tan blanca como la pureza de su alma. Entonces, llegó la segunda lección de su madre, la de la dignidad de no llorar, para que el menor de sus dos hijos no sufriera y disfrutase de cada uno de los días que le quedaban en la Tierra.
"Siento que mi hijo se fue tranquilo, en paz y con mucho amor", subraya esta colombiana, de 34 años. "Ha sido una lucha de toda la familia". "Hemos peleado mucho para evitar que no ocurriera este final". "No le deseo a nadie que pase por esto". "Estoy vacía, triste y contrariada".
Tatiana Mosquera y su marido, José Padilla, le han dado visibilidad a la recta final del cáncer de Super Lucky para hacer un llamamiento público para que se financien investigaciones, para obtener nuevos tratamientos contra los tumores que afectan a la población infantil. Estos padres también han pedido donativos para organizaciones que luchan altruistamente contra el cáncer, como la Fundación Martín Álvarez Muelas, impulsada por Isabel Muelas, madre del pequeño Martín, fallecido a causa de un glioma difuso intrínseco de tronco (DIPG): un cáncer raro del que se diagnostican 30 casos al año en España, en niños de 5 a 10 años.
La difusión que Tatiana le dio al cáncer terminal de su hijo, como la mami de Super Lucky en Instagram, también le permitió recibir el cariño de Pedri, con motivo del partido que España disputó ante Dinamarca en la Nueva Condomina. "Mi hijo cumplió su sueño de conocer a un jugador de su equipo favorito: el FC Barcelona". La Fundación Ambulancia del Deseo trasladó a Luciano y a su hermano mayor, Juan, de 9 años, hasta el Hotel JC1 de Murcia para hacerse unas fotos y recibir unos autógrafos del centrocampista del Barça; el portero David Raya del Arsenal F. C.; y el defensa Alejandro Grimaldo del Bayer 04 Leverkusen.
Desde el 2 de agosto hasta el 5 de noviembre, los padres de Luciano se han desvivido para que este niño lo pasara en grande a diario. "Le gustaban mucho los animales y hace dos semanas nos lo llevamos a pasar el día a un refugio donde los acogen", ejemplifica Tatiana. "Lucky quería sacar a pasear a todos los perros y también tuvo la oportunidad de montar a caballo por primera vez en su vida".
De hecho, esta madre aporta a EL ESPAÑOL varias imágenes de su hijo pequeño, feliz, sonriente, acariciando a los perros y montando a un equino, junto a su hermano mayor, totalmente ajeno a la cuenta atrás en la que estaba encarando la recta final de su vida por culpa del maldito cáncer.
"La verdad es que en las últimas semanas estaba muy bien y comía mucho", tal y como relata esta madre que acaba de pasar el duro trago de incinerar los restos mortales del pequeño de sus dos hijos. "El sábado pasado estuvimos en la casa de campo de un familiar y se lo paso muy bien. Ese día nos fuimos a comer juntos, él y yo a solas, mientras su hermano mayor, Juan, jugaba un partido de fútbol. Estuvimos en una cafetería del Parque de la Compañía en Molina de Segura. Brindamos con Aquarius y se pidió un plato de fingers de pollo".
- ¿Cuándo ganó la batalla el tumor cerebral que padecía su hijo?
- Tatiana: El pasado domingo, Luciano se levantó a las seis de la madrugada, quejándose de que le dolía mucho la cabeza. Le puse morfina, pero a las ocho de la mañana, volvió a despertarse porque seguía con el dolor de cabeza. Tuvimos que llamar a la doctora de cuidados paliativos porque a las nueve seguía muy mal, se durmió y no se despertaba.
Pensé que era porque le tuvimos que suministrar morfina en dos ocasiones y un medicamento muy fuerte que lleva fentanilo, pero la doctora nos explicó que había entrado en coma porque podía tener un sangrado cerebral a causa de su tumor. Luciano ya no se despertó desde el domingo hasta que murió el martes: a las 4 y 17 de la madrugada.
- ¿Cómo se gestiona una situación así de dura?
- Tatiana: La doctora nos dijo que Lucky nos escuchaba aunque estuviese dormido. Lo podíamos llevar al Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, pero mi hijo no quería volver a estar hospitalizado, así que le tuvimos todo el tiempo en nuestro piso de Molina de Segura, abrazándole y hablándole. Mi marido, José, le prometió que iba a cuidar mucho de su madre y de su hermano. Lucky nos apretaba las manos cuando le decíamos que le queríamos, pero solo se marchó cuando yo le prometí que estaríamos bien.
Es terrible escuchar a una madre narrar cómo el cáncer ha alterado el ciclo normal de la vida, ese que dice que son los hijos los que entierran a los padres y no al revés. "El tanatorio de Molina de Segura se llenó de padres y madres, de gente a la que no conocíamos de nada, pero que sabían quién era Super Lucky". El ataúd de este niño, de 7 añitos, estaba presidido por su camiseta del FC Barcelona: el club de sus amores. Esa elástica azulgrana, junto a la capa de superhéroe y sus fotos con los jugadores de la selección española, presiden un rincón del domicilio de esta familia colombiana porque solo mueren aquellos que son olvidados.
"Me cuesta levantarme de la cama cada día, pero mi marido y yo nos estamos apoyando el uno en el otro. Debemos seguir adelante porque tenemos otro hijo, de 9 años", confiesa Tatiana, una madre que solo se ha permitido llorar cuando ya no estaba delante la personita que lo estaba pasando mal de verdad: Luciano, diagnosticado de un tumor cerebral con el que ha batallado desde 2021. "Mi hijo mayor está sufriendo mucho porque su hermano pequeño era su compañero de juegos y le hemos tenido que explicar que Lucky ha sido muy valiente, ha pasado por una enfermedad muy grave y que lo importante es que ahora no tiene ningún dolor".
Todo ello, sin olvidar las dos últimas lecciones vitales que ha dejado Super Lucky y su madre. Una, consistente en donar sus juguetes al área de Oncología de La Arrixaca y a sus amiguos del Colegio Cervantes de Molina de Segura donde le están preparando un homenaje a Luciano Emanuel Padilla Mosquera, fallecido cuando cursaba segundo de Primaria. Y la última, un nuevo llamamiento de Tatiana "para seguir donando fondos" a la Fundación Martín Álvarez Muelas, para financiar un ensayo de la Universidad de Navarra que se aplicará a niños con cáncer, consistente en un adenovirus modificado genéticamente, para que mate las células tumorales.
"Mi hijo no ha podido llegar al ensayo, pensábamos que lo iba a conseguir porque derribaba cualquier diagnóstico, pero justo se nos fue a los tres meses como decía el diagnóstico que le dio la doctora", se lamenta desolada la madre de Luciano.
- ¿Le han enterrado en Molina de Segura o en Colombia?
- Tatiana: Hemos incinerado a Lucky porque queremos enterrar sus cenizas en un pueblo de Teruel donde fuimos a visitar varias veces a sus tíos. Ese pueblecito le gustaba mucho porque jugaba con libertad por sus calles. Vamos a plantar un gran árbol. Solo queremos que toda la gente recuerde a Luciano de forma especial.