Aitor, hospitalizado tras sufrir un corte en la pierna durante la DANA: "Estoy feliz por la sociedad en la que vivimos"
Vilariño, entrenador personal, busca recuperarse y volver a empezar en Benetúser. "Se ha volcado todo el mundo, esto ha cruzado nacionalidades e ideologías".
"Lo que no se olvidará será el movimiento de todos los españoles [tras la tragedia]". La frase la pronuncia Aitor Vilariño desde el hospital. Lleva siete días hospitalizado por un corte que se hizo en la pierna mientras rescataba a sus vecinos, afectados como él por la DANA que azotó Valencia hace una semana. La infección comienza a remitir y quiere dar las gracias a la sociedad y mirar hacia adelante.
"Esto ha cruzado nacionalidades e ideologías", dice al otro lado del teléfono. "Se ha volcado todo el mundo y me gustaría que toda España se viera felicitada y recompensada por todo esto", insiste. "Han venido a ayudar a vecinos que estaban muriéndose".
Este ciudadano vasco reside en Benetúser y sufrió como todos los vecinos de su pueblo la DANA. Rememora cómo se hizo el corte que aún le mantiene hospitalizado y tomando antibióticos.
"Estaba en casa con mi padre y mi hijo y mi mujer estaba en Massanassa trabajando. El barrio se estaba llenando de agua y yo llamé a mi pareja y le dije que no viniera. La gente estaba cayendo a la riada y muriéndose", explica.
Su mujer le tildó de exagerado, pero él veía por la ventana cómo la crecida del agua alcanzaba los tres metros. Perdió la conexión con ella, que se dirigía a casa. "Estaba llorando y desesperado", narra. "El agua venía tan fuerte que los coches chocaban con mi edificio, que da a un descampado, y llegaron a atravesarlo. Cuando vi eso, activé mi instinto de supervivencia".
Las siguientes horas fueron una continua búsqueda de lo mejor para él, su familia y su comunidad. Pensó que debía llevar a su hijo, a través de los tejados colindantes, hacia edificios de construcción más nueva para poder estar a salvo de la riada y los golpes de los vehículos que arrastraba esta.
"Me subí al tejado con mi padre y mi hijo, rompí un tragaluz y desde ahí vehíamos cómo el agua se estaba llevando a gente de mi barrio. Era una hecatombe, como la película de Lo Imposible", explica a EL ESPAÑOL.
Afortunadamente, recibe un mensaje de su mujer en ese momento. Está refugiada en el edificio de unos vecinos del municipio. "La gente estaba chillando y era como una película de terror", explica, pero "como todos los míos estuvieron bien, dije: tengo que salir al barrio a ayudar a la gente e intentar acercarme a donde estaba mi mujer".
Aitor, entrenador personal y de gran fuerza física, se hizo una mochila con herramientas para salir cuando el agua había reducido su caudal. "Cogí herramientas y rompí las cuerdas de mi tenderete para meterlas en la mochila. Un destornillador, un rompecristales...".
Con los suyos a salvo, salió a la calle. "Me recorrí todo el barrio rescatando gente con otros vecinos. Rompimos puertas, entramos en los bajos, miramos coche por coche para ver si había gente atrapada...".
Fue en uno de esos momentos de rescate donde se hizo la herida que ahora le mantiene hospitalizado. Andando por una de las calles llena de agua y lodo, "metí la pierna y me caí en una alcantarilla".
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Se hizo una herida en la pierna. "Me arranqué la chaqueta, me hice un nudo en la tibia porque eso sangraba horrores, y seguí rescatando a las personas", termina de explicar.
Pasada la tormenta
Aitor Vilariño quiere dejar claro que estuvieron 24 horas incomunicados. "No entró un solo policía, una ambulancia. La policía se quedó evitando que la gente entrara a los barrios, pero no entró nadie a los pueblos", comentan. "No había agua, no había nada", rememora.
Pasadas las 24 horas, el miércoles por la tarde, llegaron las primeras ambulancias. Y pronto comienzan los rumores de una nueva riada, de que había un escape de gas en la zona... "Era una hecatombe, es como si todos los pueblos desaparecen".
Ahí, Vilariño y su familia tomaron otra determinación: irse a Valencia. "No me voy a quedar aquí esperando a morir", se dijo. "El problema es que yo estoy muy cerca de Valencia, pero hay gente en pueblos a 30 kms que no podían hacerlo andando y no tenían coches porque se los llevó la riada".
Pasó 48 horas "sin comer ni dormir". "El instinto de supervivencia está tan activo...".
Mientras tanto, su herida iba empeorando. "Se me fue infectando, porque son bacterias de aguas fecales, los antibióticos diarios no sirven para pararlo". El dolor era tan fuerte por la infección que ha habido días que le ha dejado "cojo". Ni 150 miligramos de tramadol lograban parar el dolor.
Su hermana es médico y le dijo desde el primer día que tomara amoxicilina, pero al ver la evolución, a los tres días le dijo que fuera a Urgencias. Una vez allí, los médicos le dijeron: "¿Cómo vienes ahora?". La respuesta es obvia, tenía otros quehaceres.
La inflamación se le bajó cuando le inyectaron hasta 8 bolsas de antibióticos. Se recuperó y le dieron el alta. El problema es que luego volvió a subir.
"Me dejaba cojo la infección, pero estoy dándole la vuelta", dice ahora Aitor. Si a lo largo de este lunes se recupera y las últimas pruebas dicen que está bien se irá a casa el martes. "Yo ya he dicho que no quiero irme hasta que no haya remitido la infección", avisó a los médicos.
Mira atrás y recuerda que ni con 150 miligramos de tramadol al día desde el día uno se le quitaba "el dolor". "El golpe fue gordo y estuve horas sin dormir. Para que veas la magnitud de la adrenalina", apunta.
Levantarse de nuevo
A pesar del agujero que tiene su edificio, el perito ya le ha dicho a Aitor y su familia que pueden vivir allí. Él ha perdido el coche y la moto, pero tenía una hucha que ahora romperá para recuperar su vida y no para alcanzar nuevas metas. "El problema que tenemos no es material", apunta.
El gran problema es cómo poner en pie de nuevo Valencia y los pueblos de alrededor. "El problema es que donde yo hacía la compra, donde tomaba café, donde entrenaba, las cosas que tú haces, que son quién eres tú. Ha desaparecido mi barrio y todos los kilómetors a la redonda. Ahora cómo lo hago. Estoy en Buñol: ¿qué hago? ¿quién soy? Te encuentras como perdido… Imagínate que desaparecen todos los pueblos de la periferia de Sevilla. Esto es igual".
Sin embargo, queda mirar hacia adelante para reconstruir Valencia de nuevo. "Aun con todo esto, sabes que hay esperanza. Soy feliz con la sociedad en la que vivo porque sé que la gente responde ante este tipo de situaciones. Quiero que la gente se vea recompensada por ello".