Eran cinco narcolanchas las que entraron en la noche de este miércoles por la desembocadura del río Guadalquivir, en Sanlúcar de Barrameda, para remontarlo hasta Sevilla. Y en la Río Irati -la patrullera de la Guardia Civil- los agentes a bordo, alertados por el SIVE, ya sabían que estaban en desventaja numérica. Desde mucho antes de verlas aparecer por la playa de Bonanza.
Quizá fue una maniobra distinta. Un extraño. La velocidad, un matiz. Un pálpito. Lo mismo, el azar. En cualquier caso, la adrenalina que antecede la decisión pasa de cero a cien en décimas. La Guardia Civil tuvo que elegir únicamente a una, de entre las cinco, para perseguirla. La probabilidad matemática es aplastante: un paupérrimo 20%. Las otras cuatro, cargadas, continuaron su ruta para alijar. La respuesta de la narcolancha, separada ya de las otras, y con su tripulación consciente de qué papel les había tocado en aquel porte, fue embestir la patrullera. ¿El resultado? Dos guardias civiles heridos y un narco a las puertas de la muerte y abandonado por los suyos. Los suyos, lejos de auxiliarle, hicieron lo suyo: aprovecharon para quemar la goma mientras los agentes trataban de reanimarle, sin éxito, en la Rio Irati.
El herido se llamaba Mustafá y tenía 22 años. No salió con vida de aquello. Era de origen marroquí aunque con nacionalidad española, le constaban numerosos antecedentes por narcotráfico y vivía en Algeciras. "De un clan de La Línea", precisan una fuente consultada del Instituto Armado. Otras dos, expertas en la lucha contra el narcotráfico, lo certifican a EL ESPAÑOL: "Todo lo que está entrando por el Guadalquivir lo están moviendo los clanes del Campo de Gibraltar, y en concreto, de La Línea. Los Pantoja, los Castaña... los de siempre. Han descubierto el río. Y estos clanes, donde entran, lo achicharran. Arrasan con todo".
La historia es tan vieja como la misma humanidad. Los reyes del río son los que controlan el transporte fluvial. Desde el que tenía la única barca para cruzar a remo a quienes rebajan los precios y transportan mayores cantidades en más embarcaciones y más trayectos arruinando cualquier competencia. La versión 3.0 es hacerlo con muchas lanchas potentes, wifi, visores nocturnos y GPS... y llevando toneladas y toneladas de hachís... y ahora, también cocaína.
A cualquiera que se le pregunte hoy del Campo de Gibraltar, o de la provincia de Cádiz, responderá que no recuerda desde hace cuánto tiempo no se incauta un alijo que haya cruzado por la frontera sur más cercana con Marruecos."Se ha ido todo al Guadalquivir", cuenta a EL ESPAÑOL el abogado Manuel Morenete, especializado en defender a acusados por delitos contra la salud pública en el Campo de Gibraltar, y concretamente, en causas abiertas por investigaciones abiertas por el extinto OCON Sur. Como letrado, el cambio geográfico lo está notando también en una caída de los casos que le llegan en su área. "¿El motivo de que se hayan ido al Guadalquivir? La fuerte presión tras la muerte de los dos guardias civiles de Barbate y la infraestructura".
Los clanes de La Línea saben de presión, y ahora tienen la infraestructura. Dominando el río, además, se han cargado otros puntos de entrada donde narcos autóctonos tenían su mando territorial y su clientela. "Desde Zahara de los Atunes y Barbate, a Chipiona, ya no hay mercado". En esos lugares están cogiendo "las sobras" que no quieren meter los que lo hacen por Sanlúcar. "Y nos estamos dando cuenta además porque por ejemplo en Barbate, o Chiclana, como no hay chocolate, están transportando inmigrantes subsaharianos", cuanta un miembro de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado especializado en luchar contra el narco.
Los clanes de La Línea han descubierto que el Guadalquivir les funciona como una autopista. "En principio, lo hicieron asociados con los clanes de Sanlúcar. Pero éstos, como los de Chipiona, tienen otra forma de trabajar: son más contrabandistas que narcos y son muy, muy leales. Pero (los de La Línea) ya se han pasado de nivel y tratan directamente con los clanes de Sevilla. Va a haber una guerra".
La guerra económica
De hecho, ya ha empezado. Como todos los conflictos bélicos, el germen de las primeras rencillas es económico. "Han tirado los precios. Un alijo de hachís que entre por Barbate o Chiclana de la Frontera cuesta hoy 120 euros el kilo. Una tonelada, 120.000 euros. Pero es que se han llegado a pagar entre 160.000 y 140.000 euros por tonelada", precisan otras fuentes solventes del ámbito de la investigación contra las redes del narcotráfico.
-¿Cuánto cuesta por el Guadalquivir?
-Entre 40 y 60 euros el kilo de hachís. Una tonelada, entre 40.000 y 60.000 euros. Les trae cuenta, porque además de copar todos los portes, lo compensan metiendo muchos más kilos. Hay días que entran quince narcolanchas cargadas.
Tratan con clanes como Los Paleros, de Sevilla, y Los de Ginés, de Coria del Rio. "Hay más: los clanes de las Tres Mil Viviendas, los clanes de Dos Hermanas... Los que hacen los portes son de infraestructuras mixtas, por el momento: collas compuestas por miembros de los clanes de La Línea, y los clanes sevillanos introducen a dos o tres para controlar, ya en tierra, a los descargadores de La Línea".
Y eso que el Guadalquivir, desde su desembocadura hasta Sevilla, siempre ha sido de aguas revueltas. Los primeros traficantes de hachís, hace 30 años, lo hacían en sus barcos pesqueros y empezaban llevando tabaco. Ahora esos pesqueros transportan gasolina para abastecer las narcolanchas. "Lo de que entre todo por Sanlúcar es histórico, pero no a los niveles de ahora", matiza una fuente de Policía Nacional que ha sido durante muchos años miembro de la UDYCO, la Brigada Central de Estupefacientes. "También están yendo a Portugal, pero menos: si en Portugal te pillan con una narcolancha las penas de prisión son mucho más duras que en España".
La cocaína
Por el rio Guadalquivir está entrando más droga que nunca. "Ha habido días que han entrado hasta 15 embarcaciones". Y además, ya hay blanca. "La introducen los clanes del Campo de Gibraltar, porque el narco de Sanlúcar de Barrameda o Barbate, más contrabandista que narco, nunca ha querido ni quiere la 'blanca'. Ni en pintura, porque trae problemas", insisten otras fuentes de la Guardia Civil.
-¿Por qué?
-Porque el marroquí se hace cargo de su droga hasta que toca la orilla. A partir de la orilla, el hachís es del clan y de la colla contratada. Si se pierde el alijo antes de tocarla, la cubren y no pasa nada. Pero un colombiano no. Un colombiano no se anda con hostias.
En Barbate, además, se dieron casos de que se alijó hachís -y se cobró por alijar hachís- cuando era cocaína. Una estafa. "Además es que no quieren". Porque en caso de ser víctimas de un vuelco, de un robo de droga, las consecuencias son fatales. Esos engaños, hace un tiempo, eran habituales. "El hachís, además de que se paga más barato, supone menos años de cárcel que por tráfico de cocaína. Pero los de La Línea ya han aprendido y hacen transportes mixtos de hachís y coca y también de cocaína exclusivamente".
En Sanlúcar, según otras fuentes centradas en la lucha contra el tráfico de drogas, hubo un narco local que hace unos meses cobró por un porte de un alijo de cocaína... en cocaína. "Al colombiano, pagar en especie le viene mejor, porque le sale más barato. Al de Sanlúcar le dieron el diez por ciento: 100 kilos. Cuando uno que entiende de hachís, pero no de coca, recibe eso, esa mercancía le quema en las manos. La vendió en el mismo Sanlúcar a 16.000 euros el kilo y sacó 3,2 millones de euros, cuando el precio normal oscila entre 26.000 y 30.000 euros el kilo. El resultado fue que esa coca salió y reventó los precios del mercado en Sevilla y en Madrid durante dos meses".
Los cambios
Las fuentes consultadas, con una amplia experiencia contra el narco, advierten sin dudar que "en el Guadalquivir vemos muy a menudo cómo circulan tres narcolanchas en fila. La primera y la última van, en realidad, protegiendo a la del centro. Eso no pasaba con el hachís que se movía por el Guadalquivir. Es una técnica importada del Campo de Gibraltar: la del centro lleva cocaína. Y por eso si les das el alto, se te tiran encima".
Otra fuente incide en que "lo que hace dos días llevaban las cinco narcolanchas era seguramente cocaína, no hachís. Por eso embistieron y luego quemaron la goma. ¿Por qué estamos viendo que últimamente llevan últimamente fusiles Kalashnikov? ¿Para proteger el hachís?", pregunta irónicamente. "¿El tiroteo de hace unas semanas en las Tres Mil Viviendas? Fue por un vuelco de cocaína".
Todas las fuentes consultadas alertan que "el tráfico de cocaína trae unos problemas y una violencia que no causa el hachís, que sigue siendo mayoritario en la zona. Con la cocaína, en el Guadalquivir va a ocurrir algo gordo. En Sevilla, lo cierto es que el rio nunca se ha vigilado. No entendemos por qué. El otro día murió un narco, y parece que no importa porque no es un guardia civil. Hasta que ocurra. Los chalecos antibalas de los agentes no protegen de una ráfaga de Kalashnikov".
Otro de los cambios que detectan todas las fuentes consultadas son los de la edad. En el Guadalquivir "cada vez son más jóvenes: desde los que descargan a los que pilotan. Le echan un par de huevos. Cuando se es más joven se le tiene menos miedo a la Policía y a la Guardia Civil", cuentan desde Policía Nacional. "Hoy son niñatos criados con una play en la mano", ilustra gráficamente otra fuente.
"Antes tú a un narco le decías que estuviera a las 8 de la mañana en el puesto de la Guardia Civil y cogía el tío e iba. Porque era más contrabandista que narco y entendía que el papel de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado era perseguirlos. Y si los trincábamos, sabían que tenían que apechugar".
La situación hoy ha evolucionado en más aspectos. "Por ejemplo, en el consumo de droga dentro de la misma organización. Antes uno que consumiera cocaína era expulsado. Sin miramientos. Ahora todos esos del Campo de Gibraltar y de Sevilla que arrasan por el Guadalquivir son niñatos encocados que llevan un Kalashnikov. Por eso pasa lo que pasa cuando se les da el alto".