Los 7 retos de la universidad en España en 2024: de elevar la inversión a mejorar la empleabilidad de los alumnos
- El 'Informe CYD 2024', el estudio más importante de la universidad en España, manifiesta las prioridades estratégicas para que ésta contribuya al desarrollo económico y social.
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Siete retos. Ése es el número de prioridades estratégicas que plantea la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD) para mejorar la universidad en España. Lo ha hecho en el vigésimo informe anual que publica esta entidad en la que no sólo participan diversas universidades de España, sino otras instituciones tanto públicas como privadas.
Para todas ellas, la Educación superior es de vital importancia, por ello han publicado el Informe CYD 2024, el estudio de referencia de la universidad en España, que analiza, diagnostica y propone líneas de mejora para la universidad española con el fin de favorecer la contribución de la universidad al desarrollo económico y social.
En la edición de este año, publicada este martes y a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, la Fundación CYD ahonda en siete prioridades estratégicas que ya había planteado en su informe de 2022. Aun así, destaca su “vigencia”, ya que “continúan siendo fundamentales para garantizar el desarrollo y la competitividad del sistema universitario español”. A continuación, los siete retos que debe abordar y afrontar la universidad en España, según la Fundación CYD.
1. Elevar la inversión
El reto fundamental en la financiación de la Educación superior en España radica en orientar la inversión pública hacia objetivos estratégicos que impulsen la calidad, la eficiencia y la relevancia del sistema universitario.
Los datos más recientes (2021) revelan que España destina un 1,43 % del PIB a la Educación superior frente al 1,48 % de la OCDE. El 67 % del gasto en Educación superior en España proviene del sector público, un porcentaje inferior al 76 % de la UE, y la proporción del gasto público en Educación superior respecto al gasto público total en España es del 2,19 %, por debajo de la media de la UE (2, 44%) y la OCDE (2,72%).
Más allá de pretender equiparar estos porcentajes, el incremento de la inversión debe ir acompañado de una transformación del modelo de financiación, centrado en el uso estratégico de los recursos y en una rendición de cuentas continuada y periódica en base a resultados.
2. Relevo generacional de profesores
La precariedad laboral, el envejecimiento, las políticas retributivas y la falta de perspectivas de estabilización para quienes buscan una carrera académica en España son algunas de las razones que dificultan la renovación del personal académico.
Así, la edad media del personal docente e investigador se sitúa en 49,5 años (curso 2022-2023) y un 18,1 % de sus miembros se jubilarán en la próxima década (34% en el caso de los funcionarios), lo que evidencia la falta de una entrada significativa de nuevo personal.
En el curso 2022-2023, sólo el 52,6 % del PDI en universidades públicas contaba con puestos permanentes, frente al 82,4 % en las universidades privadas. Este nivel de precariedad afecta tanto a la calidad de la docencia como a la capacidad investigadora, además de dificultar el desarrollo de carreras académicas con perspectivas en el tiempo.
3. Mejorar la empleabilidad de alumnos
La universidad tiene un papel fundamental en la preparación de los jóvenes para incorporarse al mercado laboral, pero también en la dotación de competencias versátiles y transversales que les permitan desarrollarse en un mercado en constante transformación. Para ello, es necesario otorgar a las universidades de mayor autonomía en la toma de decisiones estratégicas y capacidad para colaborar con los empleadores.
La expansión de la oferta de másteres oficiales, con un crecimiento respecto al curso pasado del 3,6 % en 2023-2024, y el aumento del 8 % anual en el número de titulados de este nivel educativo en 2022-2023, demuestran un avance hacia una formación más diversificada. Esta tendencia es un paso importante, ya que puede facilitar la adquisición de conocimientos y habilidades que permitirán a los jóvenes adaptarse a las necesidades de los empleadores. Sin embargo, se detectan desajustes notables entre las competencias adquiridas en la universidad y las demandas del mercado laboral.
4. Aplicar la academia a la sociedad
España destaca por su importante capacidad productiva en investigación científica, con un volumen de publicaciones ligeramente superior a la media mundial. No obstante, el reto que se plantea es el de garantizar que esta producción científica se traduzca en investigaciones que impacten en la sociedad, en el sistema productivo y en la economía en general.
Entre 2020 y 2023, el 69,5 % de las publicaciones fueron de acceso abierto, facilitando su difusión, y un 33,3 % también estuvieron alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), lo que refleja una voluntad creciente de vincular las agendas de investigación con los retos globales.
5. Fomentar la internacionalización
La internacionalización sigue siendo una prioridad estratégica fundamental en un escenario de competencia global. La movilidad estudiantil es insuficiente: en 2022-2023, un escaso 6,2% de los estudiantes eran estudiantes internacionales con matrícula ordinaria. Una más que posible causa de esta situación es la escasa oferta de titulaciones en idiomas extranjeros (15,86 % en el curso 2022-2023), lo que reduce la competitividad internacional de los estudios ofrecidos.
El estancamiento en la atracción de personal académico extranjero sigue siendo otra de las principales debilidades del sistema universitario español. En el curso 2022-2023, el porcentaje de personal docente e investigador de nacionalidad extranjera se situó en un 3,2 %, con un incremento mínimo de siete décimas desde el curso 2018-2019. En el ámbito de la investigación, ha disminuido el liderazgo de investigadores nacionales en las colaboraciones de ámbito internacional.
Para fomentar una internacionalización efectiva es necesario flexibilizar las normativas de contratación, incentivar la movilidad y promover la participación de investigadores y docentes en redes internacionales.
6. Mejorar el acceso y la equidad
Factores como el nivel de renta familiar, el nivel educativo, la situación laboral de los progenitores y el municipio de residencia, siguen condicionando el acceso de los jóvenes a la universidad, lo que perpetúa las desigualdades sociales. En el curso 2020-2021, el 63,6% de los estudiantes de grado tenía uno o ambos progenitores con estudios superiores, mientras que el 35% de la población de 45 a 64 años (franja de los progenitores) tenía estudios superiores en 2021; hecho que indica una sobrerrepresentación de alumnos de familias con un alto nivel educativo en las aulas.
A pesar del avance en los últimos años, sigue preocupando la paridad de género y la presencia de la mujer en las áreas STEM. El porcentaje de mujeres matriculadas en grado en el sistema universitario (56,8%, curso 2022-2023) supera al de los hombres; sin embargo, su presencia sigue siendo escasa en las áreas más técnicas (el 33,5% de los estudiantes de STEM son mujeres) y, especialmente, en tecnologías de la información y la comunicación (TIC), donde las mujeres apenas representan el 16,3% de los matriculados. Revertir esta situación no es responsabilidad exclusiva de las universidades: debe abordarse desde las primeras etapas educativas y fomentar la visibilidad de referentes femeninos en estos campos.
7. Acelerar la transformación digital
La universidad española sigue enfrentando un reto mayúsculo y nada fácil de afrontar: dar el salto definitivo hacia la transformación digital, un proceso amplio y profundo que implica reconfigurar los procesos internos, las estructuras organizativas y, lo más importante, la cultura y mentalidad de los que forman parte de la institución.
La complejidad inherente de la universidad como sistema puede dificultar el proceso, aunque, al mismo tiempo, justifica su urgencia: es una necesidad inaplazable que requiere un cambio de paradigma y la reestructuración de la organización en todos sus niveles.