Publicada

De fondo ladra su perro. "Calla, calla", le dice a su mascota. "¿Te molesta? ¿Le llevo a otra habitación?", pregunta Anabel Alonso a quien escribe estas líneas. No hace falta. Su voz enjabonada con la ilusión de aquella niña nacida en Barakaldo es más que suficiente. ¡Qué energía! A diferencia de muchos de sus colegas, la actriz confiesa a EL ESPAÑOL que "aunque no esté de promoción siempre que se pueda se ha de atender a un periodista".

A sus 60 años recién cumplidos, la inolvidable Diana de 7 vidas (2000-2006) hace balance de una vida personal y profesional digna de los grandes y, como tal, se enorgullece de haber trabajado con la realeza del cine español: José Luis López Vázquez, Fernando Fernán Gómez, Manuel Alexandre, Amparo Baró, Agustín González... "Ellos sí que eran grandes y qué humildes. Trabajar con ellos fue algo tan excepcional como inolvidable. Ya no queda gente así, aunque tengamos muy buenos actores en nuestro país".

Anabel estalla a risas y sonrisas. Quita de un plumazo cualquier atisbo de negatividad. El ambiente creado entre entrevistador y entrevistada es cálido, placentero. En un momento determinado se interrumpe brevemente la conversación, ya que un carpintero le comenta no se qué de una puerta del armario, ella le responde ufana y volvemos a tajo.

Desde hace una década comparte su vida con Heidi Steinhardt (46), dramaturga argentina a quien conoció en 2013 en el trabajo mientras ensayaban Lastres. Hubo tan buena sintonía entre ellas que echaron la carne al asador. Desde entoces han formado una bonita familia.

"Es cierto que llegué a pensar en la adopción como he dicho otras veces, pero fue pasando el tiempo, conocí a Heidi y finalmente fue ella quien se quedó embarazada", comenta con orgullo. El pequeño nació el 24 de mayo de 2020, una fecha marcada históricamente por la Covid.

Pregunta.- Seguro que tiene 1.000 anécdotas con ellos ¿alguna que se le venga a memoria?

Respuesta.- ¡Uy, madre mía!. Hay tantas que no se me vienen a la cabeza (Pensativa) ¡Ay, sí!, era muy divertido cuando todos se reunían a jugar a las cartas, a los más jóvenes nos contaban sus batallitas con mucha gracia, eran una escuela en toda regla y a Agustín le daba por bailar tangos. Nos lo pasamos muy bien. Han sido compañeros y siguen siendo referentes.

Anabel Alonso, durante la entrevista con EL ESPAÑOL.

Anabel Alonso, durante la entrevista con EL ESPAÑOL. Javier Naval

P.- Menudo aprendizaje.

R.- No se puede olvidar. La época que vivieron fue extraordinaria. Por eso, cuando eres joven, lo mejor que puedes hacer es escuchar a los veteranos para aprender lo que no se enseña. Eran muy currantes, humildes, te lo ponían fácil

P.- ¿Entre las mujeres del teatro a quien ha admirado más?

R.- Ahí tienes a Nuria Espert, Julia Gutiérrez Caba, Julieta Serrano, Rosa Maria Sardá, etc.

P.- Una veterana actriz española me comentó que en la Real Escuela de Arte Dramático (RESAD) se gradúan sin saber quién era Margarita Xirgu.

R.- No me extraña. Hay buenos profesores, pero... Y no solo en esa escuela, ocurre en la gran mayoría. No se imparte adecuadamente la historia del teatro, que es la base para cualquier actor.

P.- Se cumplen 40 años de su debut teatral con Las troyanas...

R.- ¿Ya? Madre mía, cómo pasa el tiempo.

P.- ¿Su carrera en las tablas ha evolucionado como pensaba?

R.- Todo ha ido a mejor. Qué duda cabe que los comienzos son duros, pero he tenido la suerte de ir empalmando un proyecto con otro. La sensación de estar parada no la he tenido nunca. He interpretado a personajes maravillosos en teatro y aún los sigo haciendo como en La Celestina, con la que estoy de gira.

P.- Debe guardar muy buenos recuerdos de La bola de cristal. Ya no queda gente como Lolo Rico (realizadora, guionista y creadora del programa), ¿no?

R.- Fue lo primero que había en televisión. En aquel momento nos lo pasamos muy bien, era un programa infantil que veía toda España porque en aquel momento solo teníamos una televisión y pasaron muchos de los personajes que había en La Movida como Alaska. Fíjate, después de 40 años La bola de cristal sigue siendo no ya un referente, sino que es uno de los programas más míticos de la historia de televisión española. Lolo era especial, una mujer tremendamente inteligente, creativa, sabía lo que quería, empática, entusiasta y con miles de ideas en su cabeza. Ha sido una de las grandes, sabía muy bien cómo penetrar en cualquier tipo de público.

Anabel Alonso.

Anabel Alonso. Javier Naval

P.- Uno queda impresionado con su currículum con una veintena de obras de teatro, otra veintena de series de telvisión, una treintena de películas, ha hecho publicidad, ha participado en concursos y aún sigue luchando después de tanto tiempo. Sigue alegre. ¿Ha sufrido en sus propias carnes el no encontrar papeles a partir de los 45?

R.- Muchas actrices se quejan porque les pasa a menudo. Es cierto que hay una brecha muy pequeña para tantas actrices buenas de una edad determinada. En mi caso no sé si ha sido cuestión de suerte o tesón, pero afortunadamente no me puedo quejar porque sería una desagradecida. He tenido trabajo ininterrumpido desde hace cuatro décadas y poca gente puede decir lo mismo, lamentablemente. También ocurre que no dejamos escapar ciertos estereotipos en cuestión de género porque los hombres pueden ser delgadísimos, con barriga, con o sin barba, calvos, muy bajitos... En cambio, la mujer siempre ha de estar fresca, que su belleza sea lo primero que se mire, que esté bien proporcionada. A ver si cambia de una vez por todas esta forma de pensar.

P.- ¿A estas alturas de la película qué es lo que peor lleva de la profesión?

R.- Hay una constante que siempre planea sobre nosotros y es la incertidumbre. No saber si mañana sonará el teléfono o si el proyecto que te han ofrecido va a tirar hacia adelante provoca que el sentimiento de estar en la cuerda floja no se desvanezca nunca. Depender de alguien tiene sus cosas buenas y malas, has de pensar y decidir de otra manera y si existe la posibilidad de que tú misma seas capaz de gestionar tu propio trabajo, adelante. Era muy pequeña cuando decidí ser actriz, me encanta transformarme y evolucionar con los personajes, aprendo y desaprendo, y eso es maravilloso. La incertidumbre y la ilusión por afrontar roles nuevos son dos elementos que están siempre presentes en la balanza.

P.- En los últimos tiempos cada vez son más los actores o cantantes que 'salen del armario' en redes sociales. ¿Es necesario que se haga así? ¿Cuánto miedo hay en la industria a que te cierren puertas por ser LGTBI+?

R.- En mi caso yo nunca tuve la necesidad de confesar nada porque siempre lo he llevado con naturalidad. Supongo que esa es la clave. Cuando salieron los titulares de que soy lesbiana no es porque yo quisiera anunciar nada, simplemente, salió durante una conversación en una entrega de premios. Cada uno es libre de afrontar su sexualidad como quiera y pueda, ya que cualquier vía es respetable. Y sí, el respeto es fundamental. Qué duda cabe que nuestra profesión es mucho más abierta que otras, pero hay que pensárselo dos veces por si acaso. Es obvio que hay actores que han dado visibilidad a su sexualidad, pero esto no es aplicable a todos. ¿Miedo? No te sé decir porque es una situación muy personal.

P.- Si no recuerdo mal, en 7 vidas interpretó a una lesbiana en horario de máxima audiencia. ¿Lo consideró un reto en algún momento?

R.- Quieras o no todos los papeles son un reto, porque tienes que dotarles de alma, sentimiento. En este sentido daba lo mismo que el personaje fuera hetero, bisexual u homosexual porque de igual manera tienes que poner una parte de ti. Qué duda cabe que mostrar en prime time a un personaje gay dio mucha visibilidad para que la gente pudiera entender que existen diferentes tipos de sexualidad y que se puede vivir con tranquilidad si uno se comporta con ética. Recuerdo que nos dieron muchos premios de organizaciones LGTBI. En las tramas de la serie no se estigmatizaba, se actuaba con normalidad.

P.- Con Heidi mantiene una relación estable y son madres de un niño llamado Ígor ¿de qué manera le están educando para que no se vuelva adicto a las redes sociales?

R.- Aún es muy pequeño, tiene 4 años, pero no es excusa porque hay muchos niños y niñas que a esa edad, o incluso antes, están enfrascados con las pantallas. Es una adicción terrible. Nosotras con Ígor lo que intentamos es educarle como siempre se ha hecho y fomentamos mucho el juego. Pero el juego tradicional, estar en el suelo haciendo cosas, montando puzzles o cualquier otra vía que fomente su intelecto de una manera racional.

P.- ¿Qué es lo que más le entristece de todo lo que estamos viviendo?

R.- ¡Madre mía! Es que son infinidad de cosas, mira las guerras que hay, los disparates que se dicen unos políticos a otros, te mienten, se ríen en tu cara, los alquileres son prohibitivos, millones de personas no llegan a fin de mes... Hay una crispación que se palpa en el ambiente. Te sientes impotente, insegura y sí, yo también me crispo. A ver hacia qué lugar nos dirigimos porque todo está muy gris.