César Pinto

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César, el abogado que evitó el desahucio de 1.700 familias: "La vivienda se ha convertido en un bien de inversión"

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En plena calle Gran Vía de Madrid se encuentra el despacho de César Pinto, el abogado de oficio que va a recibir un premio por el respeto de los derechos humanos. Lo otorga el Consejo General de Abogacía, que reúne a todos los colegios de abogados, en el transcurso de la Conferencia Anual de la Abogacía Española que se celebra este jueves 12 de diciembre.

Ha llevado numerosos casos como abogado de oficio, que han acabado de forma favorable para el afectado, pero el que más destaca es el de la venta de casi 3000 viviendas sociales de la Comunidad de Madrid a un fondo de inversión. Este caso ha durado diez años, pero han conseguido que muchas de ellas sean devueltas a sus inquilinos iniciales. “Yo creo que es uno por los que más se me conoce, ha sido largo, pero no ha sido el más difícil”, asegura César en una entrevista con EL ESPAÑOL.

César eligió estudiar derecho por su padre, quien era médico en el barrio madrileño de San Blas en los años 60, donde atendió a personas vulnerables. “Yo quería imitar lo que hizo mi padre en el ámbito de la medicina, pero como yo soy de letras, lo que me gustaba era el derecho desde el punto de vista de ayudar a personas vulnerables”, recuerda César.

“En la práctica, de lo que me di cuenta es que la mejor forma de ayudar a las personas, aparte de lo penal, es con temas del sistema administrativo”, cuenta el abogado. Por eso, la rama a la que se dedica es la del contencioso-administrativo, que es cuando el ciudadano va frente a la administración.

Pero él empezó como abogado privado hace unos 30 años, fue más tarde cuando decidió presentarse también para ser abogado de oficio. “Empecé con un tío mío que tenía una constructora, y trabajaba en servicios jurídicos, temas de impuestos, de licencias urbanísticas y también temas tributarios, de recaudación ejecutiva. Y cuando la empresa empezó a ir mal, aparte de trabajar con la empresa, decidí apuntarme al turno de oficio y llevo ya unos 28 años”, comenta César.

Después se presentó al examen de la convocatoria para los Servicios de Orientación Jurídica, que es una forma de justicia gratuita para las personas que necesitan iniciar procedimientos sin recursos. “Lo que empecé a llevar en el Servicio de Orientación Jurídica, era el Contencioso Administrativo. Lo que yo hacía era informar y tramitar todos los temas de justicia gratuita para gente que necesitaba abogado frente a la administración, que podían ser temas de vivienda, multas, ayudas sociales…”, explica César. A eso es a lo que se sigue dedicando hoy en día, aparte de sus responsabilidades privadas.

Además, César también suele llevar temas de extranjería en el turno de oficio: “Son sobre todo temas de expulsiones, de rechazo en frontera, de asilo y protección internacional”. Cuando una persona de un país extranjero llega aquí y solicita asilo, él se encarga de que no le expulsen del país y que consiga quedarse. “Son casos que a veces marcan más, porque llegas a situaciones límite por la tensión de que sean devueltas a su país de origen”, asegura el letrado.

César Pinto

César Pinto Cedida

Pero como abogado de oficio se ha tenido que enfrentar a muchos casos muy distintos. “Uno que recuerdo muy bien es el primer caso de jurado que tuve, que según empezó el juicio, el acusado se levantó y dijo que no creía en mí como abogado. El acusado no hablaba conmigo, pero yo tenía que seguir con la defensa”, relata César. Se trataba de un asesinato y los forenses iban a ir a ver el cuerpo el día 11 de marzo de 2004, pero sucedieron los atentados en Madrid y no pudieron acudir, así que se suspendió.

De temas de extranjería recuerda dos casos: “Una madre con sus dos hijos que venían de Colombia y pedían asilo en el aeropuerto, pero se lo denegaron”. Al final tuvo que pedir medidas cautelares y la Audiencia Nacional lo paró, así que finalmente le dejaron pasar.

También recuerda el caso de un chico de Senegal que se iba a casar con una española, pero la policía acordó su ingreso en un centro de internamiento. “Se pudo casar porque finalmente se suspendió su internamiento gracias a que fueron sus vecinos a aportar su versión en las medidas cautelares”, explica César.

“Hay muchos casos que no consigues ayudar lo suficiente, pero hay otros que acaban bien y es muy gratificante, como cuando la Comunidad de Madrid vendió 2.934 viviendas sociales con garajes y trasteros”, recuerda el abogado. A César le designaron el caso particular de uno de los inquilinos que iban a desahuciar, pero como se habían vendido en bloque, era complicado que lo consiguiera para él solo.

Finalmente, consiguieron que el juzgado les diera la razón y aceptara que la venta afectaba a todos los inquilinos, así que pararon los desahucios. Pero para cuando esto fue aceptado, ya se habían vendido 1.200 viviendas, por lo que ahora siguen luchando para que los que fueron desahuciados vuelvan a tener derecho a una vivienda social.

El abogado piensa que este caso ha ido más allá de lo institucional y se ha convertido en una causa social:"Yo creo que el enfoque sobre el derecho a la vivienda es erróneo, porque la vivienda se ha convertido en un bien de inversión, por lo que se deja desamparada a mucha población al no poder acceder a ella".

Por el caso de las viviendas, el Consejo General de Abogacía ha decidido reconocer su labor entregándole un premio por el respeto de los derechos humanos. “Cuando me lo dijeron me dio mucha alegría, para todos los que nos dedicamos a esto significa que tiene un sentido. Que te reconozcan tus propios compañeros, para mí es una alegría”, recuerda César.

Y es que muchos ven al abogado de oficio como algo inferior a los abogados privados: “Como saben que ganas poco dinero, parece que no tienes conocimientos jurídicos y que, si lo tuvieras, te dedicarías a otras cosas”. Por ello, este reconocimiento tiene un valor especial para él.