Montserrat amaneció claro y frío el sábado 14 de diciembre. Desde la cima de sus laderas rocosas, el paisaje se desplegaba nítido: un mar de tierra catalana bajo un cielo sin nubes. Era una mañana de invierno perfecta para caminar. Allí, en uno de sus senderos más transitados, Isak Andic, fundador de Mango, murió tras una caída de 150 metros. Lo acompañaba su hijo mayor, Jonathan, el único testigo de un final que, como en la película Anatomía de una caída, deja un eco imposible de ignorar.
En el film de Justine Triet, una caída mortal en los alpes franceses genera más preguntas que respuestas. Lo que parece accidental pronto se ve envuelto en dudas, contradicciones y silencios. Algo similar ocurrió en el camino de Les Feixades, un sendero de piedra de cinco kilómetros que parte de las cuevas del Salitre y se despliega hasta el monasterio de Montserrat. En ese tramo estrecho —de aproximadamente un metro— y sin protección, el equilibrio se rompió. Un padre y un hijo. Un supuesto gesto de paz. Y un silencio que lo interrumpió todo.
Un encuentro suspendido
Isak Andic y Jonathan llegaron temprano al aparcamiento de Collbató, en la base de las cuevas del Salnitre, a unos 40 kilómetros del centro de Barcelona. La caminata era simbólica. Después de meses de desencuentros, decidieron reunirse en un espacio lejos del ruido, donde sólo la montaña fuera testigo. La reconciliación, para quienes la conocen, es un acto frágil: un equilibrio que depende de gestos tan pequeños como caminar juntos. El fundador de Mango, acostumbrado ir a todas partes con escolta, pidió ese día que nadie le acompañara para poder centrarse en la conversación con su hijo.
La travesía duró aproximadamente dos horas, recorriendo parte del sendero que para el empresario catalán ya era conocido. Fue de camino al regreso del vehículo cuando Jonathan, que caminaba unos pasos por delante, escuchó el ruido. Un desprendimiento de piedras. Al girarse, vio a su padre resbalar y desaparecer por el barranco. Lo que ocurrió después es un relato seco, contado a los Mossos d'Esquadra en la comisaría de Martorell: una caída rápida, imposible de detener.
Jonathan llamó a emergencias de inmediato. "Mi padre está inconsciente, lo he visto caer, pero no puedo llegar a él". Los bomberos, junto a la unidad de montaña de los Mossos, llegaron con un helicóptero. Descendieron con cuerdas hasta el punto exacto donde yacía el cuerpo. Recuperaron la chaqueta verde de Andic, que se había desprendido, las gafas de sol y el reloj. El móvil y la cartera seguían intactos. Según fuentes de la investigación, la caída no se considera un despiste ni una distracción. Sólo una fatalidad en un tramo sin margen para el error.
La montaña y el vacío
Montserrat, con sus paredes verticales, tiene algo de sagrado y de implacable a la vez. El sendero de Les Feixades, donde murió Isak Andic, no es especialmente complejo: miles de turistas lo recorren cada año sin incidentes. "Por este camino pasan cada día decenas de personas y jamás ha habido un accidente fatal, en la vida", explica Antonio Tejedor, un senderista jubilado de 75 años que trabajaba para el Patronato de la Montaña de Montserrat, por lo que lo conoce perfectamente.
Lo dice mientras él mismo cruza ese pequeño extremo por el que, según las autoridades, Isak Andic se desvaneció. "Este camino de piedra se construyó en 1910 para que los caballos pudieran pasar de camino al Monasterio. Me sigue pareciendo muy estable. Y no hay que ser un experto para pasar por él, pero siempre hay que tener cuidado. Porque lo siguiente es el vacío", sentencia.
Allí donde el camino pierde protección y el suelo está cubierto de piedras sueltas, la calma se convierte en peligro. Otros dos senderistas que completan la ruta buscan el lugar donde perdió la vida Andic. "Es cierto que tenemos un poco de curiosidad porque conocemos muy bien este lugar, la hacemos [la ruta] varias veces al año, y nos sorprendió mucho cuando nos enteramos", cuentan.
El informe de diligencias previas entregado por los Mossos d’Esquadra al juzgado de Martorell sostiene que "todos los hechos objetivos inducen a creer que el caso se trata de una accidente". La autopsia preliminar, a su vez, no dejó lugar a dudas: la caída fue la causa de la muerte. No hay constancia de una intervención externa, ni de negligencia, según explican a este medio fuentes de la policía autonómica.
Sin embargo, y aunque las mismas fuentes sostienen que no hay ninguna prueba que les lleve a pensar que se trató de una muerte homicida, la unidad de investigación de Martorell sigue trabajando en el suceso realizando entrevistas al entorno personal. Mientras que el equipo médico forense debe emitir aún el informe definitivo de autopsia, que podría tardar un par de semanas, según confirman fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
Los restos de Isak Andic fueron velados en el tanatorio de Les Corts, donde la élite empresarial y política catalana acudió a despedirlo. La empresa, sólida y en crecimiento, seguirá adelante bajo su liderazgo. Pero el espacio vacío que deja Isak Andic —en su familia, en Mango, en la montaña— será más difícil de llenar. "Isak ha sido un ejemplo para todos nosotros", cuenta Toni Ruiz, actual director ejecutivo de Mango.
Detrás del imperio
Andic fue un hombre de extremos. De los mercadillos humildes donde vendía blusas con su hermano Nahman hasta fundar Mango, un imperio textil con, recordemos, más de 2.750 tiendas en 115 países. De la discreción de sus oficinas en Palau-solità i Plegamans al lujo de su velero Nirvana Formentera, donde surcó el mundo dos veces.
En 2012, Isak Andic dejó el control ejecutivo de Mango. Cedió espacio a la nueva generación, con su hijo Jonathan a la cabeza. Él, mientras tanto, buscó otros refugios: el mar, las montañas, el silencio. En los últimos años, según fuentes cercanas, Montserrat fue uno de sus lugar de escape. Allí, lejos del vértigo de los negocios, caminaba sin prisas, sin escoltas, en busca de algo que quizás sólo él entendía.
Una afición, la del senderismo, que compartía con su mujer, Estefanía Knuth. La exgolfista y empresaria catalana de 51 años no acompañó ese sábado a su marido, que quería tiempo a solas con su hijo, pero fue una de las primeras en llegar al lugar tras la tragedia para reunirse con Jonathan. A pesar de no ser la madre de los hijos de Isak Andic, con el que comenzó una relación en 2018, Knuth fue la cara visible a quien políticos y personas del mundo empresarial dirigieron el pésame en el funeral del fundador de Mango.
La muerte de Andic deja un imperio en manos de sus tres hijos. Jonathan, el mayor, formado durante años para asumir el liderazgo de Mango; Judith, la diseñadora de las colecciones más sostenibles de la marca; y Sarah, la menor, miembro del consejo de administración.
Fuentes de Mango consultadas por EL ESPAÑOL sostienen que "aún se desconoce quién liderará la empresa", en relación a los términos de la herencia familiar y la consiguiente sucesión, y que "de manera provisional es Toni Ruiz, el actual CEO y vicepresidente, quien va a asumir las funciones del presidente de la compañía".
Suspendido en el tiempo
El camino de Les Feixades volvió a abrirse al público el día siguiente al suceso. Días después de la caída, la montaña permanece igual. Otros excursionistas caminan por el mismo tramo donde ocurrió la tragedia, sin detenerse más de lo habitual. La montaña, como siempre, se mantiene impasible. Y ningún aviso marca el punto donde la mayor riqueza de Cataluña perdió su vida.
Dicen que Isak Andic buscó algo más que un paseo o una desconexión aquella mañana. Buscó cerrar un círculo, reconciliarse con su hijo mayor, con el que llevaba unos meses ligeramente separado. Lo consiguió, según informaron fuentes de la propia familia, aunque el gesto quedó suspendido en el tiempo, interrumpido por una fatalidad que nadie pudo prever.
En la película Anatomía de una caída es la nieve de los Alpes lo que cubre todo. Aquí, en esta popular zona a las afueras de Barcelona, las piedras y el vacío guardarán siempre los últimos pasos de Isak Andic. Es la montaña la que sabe lo que ocurrió. Los demás sólo podemos seguir sus pasos.