Lucía Soncín durante su viaje a Bangkok

Lucía Soncín durante su viaje a Bangkok Lucía Soncín Cedida

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La pesadilla de una española en el terremoto de Bangkok: "Estaba aterrorizada. Me refugié en un templo para salvarme"

La madrileña estaba de vacaciones con su madre en la capital tailandesa cuando la ciudad empezó a temblar. La magnitud del seísmo fue de 7,7.

Más información: Un fuerte terremoto de magnitud 7,7 sacude Birmania y Tailandia

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"Al principio pensaba que me estaba dando un vértigo, luego miré al techo y vi los farolillos moverse". Son las palabras de Lucía Soncín (Madrid, 2001), una joven española que ha sufrido este viernes el terremoto que ha azotado Tailandia y Birmania. Estaba en Bangkok de vacaciones con su madre. Concretamente, se encontraba en uno de los centros comerciales más grandes del país, el Icon Xian, a punto de comer en un mercado ubicado en la planta subterránea. 

Lo que comenzó siendo un viaje madre e hija terminó convirtiéndose en una pesadilla. Mientras su progenitora esperaba en la mesa con la comida, la joven fue a comprar unas bebidas. Ahí fue cuando el suelo empezó a temblar. "Primero, vi que la gente empezaba a correr", cuenta en conversación con EL ESPAÑOL, "después, vi a mi madre venir hacia mí gritando mi nombre". 

"En España nos habríamos vuelto locos y más en la planta más baja de un edificio tan grande", afirma. La turista cuenta sorprendida que quienes se encontraban en ese mismo mercado salían "de forma muy ordenada y todo estaba muy bien organizado". Ellas se unieron al resto y buscaron la salida, que daba a una especia de terraza a ras de suelo. Poco después sabrían que la magnitud del seísmo había sido de 7,7 en la escala de Richter, el más fuerte de la última década.

El suelo había dejado de temblar, pero la calma todavía estaba muy lejos. Los locales mostraban una tranquilidad sorprendente. "Algunos se grababan vídeos y se reían bromeando", narra la joven. "Ahí nosotras ya lo estábamos pasando bastante mal, porque veíamos edificios muy altos cerca y pensábamos que se iban a caer". 

El agobio fue a más cuando no localizaron ninguna salida en esa terraza. Finalmente, vieron que había una pequeña puerta que las llevó al exterior. "No podíamos ir muy lejos y, evidentemente, tampoco coger el transporte público".

En estos casos, los templos son el mejor lugar para utilizar de refugio. Madre e hija avistaron uno a pocos metros y se dirigieron hacia allí. Al ser una estructura baja, cuadrada y más alejada de otras edificaciones, pensaron que ahí estarían más protegidas "en caso de que hubiese alguna réplica". El desconcierto era total y solo les quedaba esperar órdenes de las autoridades.

"Allí todo el mundo era local, nosotras éramos las únicas extranjeras", recuerda Soncín. "Como veían que no éramos de allí y estábamos tan asustadas, venían a traducirnos lo que decían los responsables". Además, allí les repartieron agua y comida. 

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WhatsApp Image 2025-03-28 at 17.44.34 Lucía Soncín

"Sus acompañantes en ese templo se mostraban más nerviosos, incluso escucharon a lo lejos a uno de ellos comentar que "hacía 10 años que no había un terremoto de esa magnitud". Esto no tranquilizó mucho a las dos turistas, que seguían sin saber qué iba a ocurrir.

Nos quedamos allí hasta las cuatro de la tarde". Las dos turistas no sabían lo que estaba pasando fuera y confiesan haber vivido momentos en los que incluso llegaron "a entrar en pánico". Una vez pasado todo, reconocen que el miedo les ha llegado a producir una "sensación de mareo constante" que todavía mantienen más de 12 horas después de los hechos.

Después de una interminable tarde ahí dentro, que para ellas se sintió como una eternidad, las autoridades dieron carta blanca y permitieron de nuevo la movilidad. "Me sorprendió mucho que la gente volviera a su rutina como si no hubiese pasado nada"

Aun con el miedo en el cuerpo y una vez recuperada más o menos la normalidad, madre e hija se montaron en un tuk tuk para volver al hotel donde se quedaron refugiadas el resto del día. El tráfico estaba tan colapsado que "un trayecto de 20 minutos duró 2 horas", según relata Soncín.

Lucía Soncín y su madre, días antes del seísmo en Bangkok.

Lucía Soncín y su madre, días antes del seísmo en Bangkok. Cedida

De camino al hotel pasaron por delante de un hospital. La capacidad estaba al máximo y habían tenido que trasladar a algunos pacientes a las calles, llegando a invadir la carretera con camillas. "Los coches pasaban con total normalidad al lado de cientos de camas con personas". 

Las últimas noticias que tienen es que el estado de alarma sigue activo. En el momento de escribir este reportaje les quedan aún dos días en la capital tailandesa, aunque sienten que el viaje "ya no va a ser igual" y el nudo en el pecho tardará todavía un tiempo en desaparecer.