Santiago Posteguillo (Valencia, 1967) es técnicamente una rata de biblioteca cuyos bocados chupan la vida misma hasta el tuétano. No es habitual que alguien tan estudiado y tan leído, tan profesor de Literatura, tan versado en lenguas muertas, tan obsesionado por la Antigua Roma, sea capaz de contar historias tan trepidantes. Lo suyo queda a medio camino entre el Robert Graves español y el Steven Spielberg latino. La erudición que le sale por las orejas no le estorba para narrar arrebatadora... y ejemplarmente. De Escipión el Africano a Trajano, el gran César hispano que soñó un Imperio más grande que él mismo, Posteguillo se adentra en la incorrección política histórica (revelándonos por ejemplo la abyección de todo un Adriano, digan lo que digan las memorias de la Yourcenar…) y en el correctivo político actual. ¿Dónde hay un Trajano para poner orden en el circo de la España de hoy?
Es verdad que lo último que he escrito, La legión perdida, la culminación de mi trilogía sobre el emperador Trajano, es una obra muy larga, un libro muy gordo, como todos los míos. Pero debo decir que ningún lector se me ha quejado nunca. Yo siempre digo que no hay historias demasiado largas ni demasiado cortas, sino historias que funcionan y que no funcionan. Se puede y se debe contar brevemente un relato de Conrad. Pero Guerra y Paz de Tolstoi, por ejemplo, requiere muchas, muchas páginas...
En esta última obra mía, todo el trabajo de documentación casi me lleva a la locura. Al final ya casi no podía con todo lo que me había documentado, literalmente me desbordaba. ¿Documentación despiadada, dice que pensó usted? No está mal la definición. Es como emprender un camino que al principio no conoces, poco a poco te van saliendo al paso expertos que te van llevando de la mano y te van guiando. Esta vez el camino me ha llevado dos años y medio y me ha arrastrado muy lejos de los confines de la Antigua Roma, hasta China…
Yo he procurado no cometer el “craso error” que tanta importancia adquiere en la trama de mi historia, el error de no hacer caso de los que saben más que tú. Eso le pasó a Craso en Partia, desoyó todos los consejos y advertencias y cosechó aquella derrota tan absoluta, tan humillante, que paralizó a todo el Imperio durante más de un siglo. De ahí la expresión “craso error”, cualquier romano de la época conocía el origen trágico de esta expresión. Yo soy mucho más humilde que Craso y no me canso nunca de escuchar a los expertos... Pero al final tienes que filtrarlo todo y decidir, porque la novela es tuya. Ellos ponen la erudición, los hechos históricos, y tú tienes que poner la tensión dramática. Procurando que lo uno no oscurezca lo otro, ese es a veces, ciertamente, el gran reto.
Es verdad, como dice usted, que para el lector puede resultar muy frustrante, en plena aventura del Corsario Negro, que Salgari pare la acción para describirnos en minuciosísimo detalle todas las luciérnagas que hay en la selva, o cuando a Melville se le va un poco la pinza poniéndose a clasificar tipos de ballenas... Mi obsesión es ofrecer al lector un relato tan ilustrado como vívido, dosificar la máxima información pero sin romper nunca el ritmo.
Es para mí importante conjugar las dos cosas porque, entre otras cosas, espero que el éxito de mis libros demuestre la gran falacia que es pretender que a la gente, al gran público, la cultura le aburre o no le interesa. Que sólo se mantiene el interés de la gente a base de frivolidad absoluta.
La calidad de los líderes políticos españoles ha caído en picado desde la Transición
Bueno, pues eso no es cierto. A lo mejor les gustaría que lo fuera a los que nos gobiernan y tratan de tenernos adormecidos con pan y circo. El mejor ejemplo actual del pan y circo es el fútbol. No soy contrario al fútbol en sí mismo, no tengo nada contra la práctica noble de este deporte, pero sí quiero criticar, y mucho, su uso para distraer a la gente de la realidad y de los verdaderos problemas.
Sencillamente no es verdad que para triunfar y tener éxito hay que hacer lo que se ha hecho siempre y como lo hace todo el mundo, sin ninguna ambición de cambiar o de mejorar. Si haces algo mejor, si haces algo distinto, hay quien te sigue. Y siempre se encuentran caminos para que el talento se abra paso. Por ejemplo, el talento de los grandes guionistas, al empezar a cerrárseles puertas en el cine, ha migrado a las series de televisión, que las hay estupendas. Lo cual demuestra que jamás hay que resignarse a las exigencias de mediocridad de cierta industria. Siempre está en tu mano tratar de subir el nivel.
Usted lo sabe porque copresenta con Fernando Sánchez Dragó el programa Libros con Uasabi. Programas así los ve mucha más gente de la que a veces parece, gracias a la posibilidad de descargarse los podcast a otra hora. Quien sabe lo que busca, encuentra. Si se emitieran en prime time, como ocurría con toda naturalidad antes, así sea buen cine, buenas películas de los años 40 y 50, haría furor, todo el mundo lo vería. No pasaría como pasa ahora que yo me encuentro estudiantes de cuarto de carrera que no saben quién era Paul Newman o Liz Taylor.
Yo de joven me podía escapar al cine a ver películas de Bogart, ahora como todo fluye por Internet el peligro es sumergirse en sus aguas desde la inopia, sin saber qué buscar. Todos los programadores de radio y de televisión tienen miedo de buenos programas y esa es la pescadilla que se muerde la cola, unos estamos en manos de la ignorancia o la cobardía de otros.
Si echaran buen cine de los años 40 o 50 en prime time, yo no tendría alumnos de cuarto de carrera que no saben quién fue Paul Newman
Uno de los problemas resultantes de eso es que la historia se repite constantemente, en gran medida porque nadie o casi nadie que debería leerla y releerla la lee. Ahora nos enfrentamos a esta última gran genialidad del brexit, que en realidad es el enésimo intento de romper no ya la UE sino Europa (¿se acuerdan de la guerra de los Balcanes?).
En realidad todo esto ocurre porque los gobernantes europeos llevan demasiado tiempo gobernando contra sus propios pueblos, contra la gente. Es para ellos muy cómodo eludir su responsabilidad en las decisiones comprometidas y echar siempre la culpa de todo a Bruselas. Usted que es catalana ya habrá notado cierto paralelismo cuando los malos gobernantes en Barcelona echan la culpa de todo a Madrid. De ahí al hastío, a la desafección y al quererse ir no va nada.
La historia se repite tanto porque nadie la lee
Insisto en la gravedad del problema de estar en manos de políticos que no leen ni quieren leer Historia, que, como dice Pérez-Reverte, son culturalmente imberbes, yo lo que veo es que todos los gobiernos son absolutamente indiferentes a la cultura, excepto el último, que se ha dedicado a machacarla todo lo que ha podido.
Escribiendo sobre la aventura de Trajano, sobre su ambicioso plan de conquistar Partia, la antigua Mesopotamia, he encontrado muchos paralelismos con la guerra de Irak. Estados Unidos copió militarmente la estrategia de Trajano de desplegarse en una región entre dos ríos descendiendo a la vez a lo largo de esos dos ríos, el Tigris y el Éufrates, descendiendo en doble columna.
Es muy cómodo para los políticos europeos echar la culpa de todo a Bruselas, como los catalanes echan la culpa de todo a Madrid
Lo malo es que los estrategas del Pentágono sólo leyeron hasta aquí, llegado este punto cerraron el libro y se olvidaron de algo tan fundamental como que Trajano tenía un plan para la posguerra (y aun así tuvo muchos problemas) y ellos no. Este ha sido el craso error moderno, el craso error de Bush y compañía. Pero en fin, ¿qué vas a esperar, sino un desastre? ¿Se acuerdan de lo que estaba leyendo Bush cuando le dieron la noticia de la caída de las Torres en Nueva York? Un cuento infantil. Pues, con todos los respetos... en fin.
Yo creo que en lo que respecta a la calidad y la cultura de nuestros líderes hemos ido muy a menos en todas partes. Aquí se nota una gran caída en picado desde los tiempos de la Transición. Antes por lo menos trataban de disimular sus limitaciones, ahora es que hasta parece que alardean de ellas. Yo tengo la fantasía, no sé si realizable, de llegar a tener algún día un presidente español que hable fluidamente inglés, ya no digo latín, oiga, pero es que el inglés es el latín de la actualidad, no rascarlo te deja donde te deja en el circuito político internacional.
Me pregunto cuándo tendremos un presidente que hable inglés, que no dé vergüenza verle ir por el mundo
Es muy humillante ver deambular a nuestros dirigentes por ahí sin poder hablar con nadie ni enterarse directamente de nada. Y lo peor es que tiene mal remedio porque, ¿se acuerda usted del gran cachondeo que se generó con la relaxing cup of café con leche? Pues mucha gente que entonces se reía de Ana Botella habla inglés bastante peor que ella, eso es muy típico de aquí.
Yo tomaría medidas urgentes para arreglarlo, hay soluciones para subir significativamente el nivel de inglés de la población incluso en poco tiempo, pero no es fácil porque, por ejemplo, te tendrías que cargar toda una pequeña industria como es la del doblaje. Todo en versión original subtitulada por ley y ya está, tal que ocurre en otros países de nuestro entorno. No habría que doblar nunca nada y menos que nada los dibujos animados. Pero como propongas algo así aquí te encuentras seguro con una especie de motín de Esquilache. Falta audacia para explicar bien las cosas y se trata de asegurar el voto no gobernando a favor de la gente sino en su contra, pero halagándola y ocultándole las verdades.
Es muy cómodo para los políticos europeos echar la culpa de todo a Bruselas, como los catalanes echan la culpa de todo a Madrid
Pero por mucho que los políticos lo intenten esconder o disimular, la gente cada día se siente más descontenta, más insatisfecha y más maltratada. Todos los precios suben, todos los salarios bajan, digan lo que digan las cifras macroeconómicas, la certidumbre que la tiene puede tener en su propio bienestar es cero.
Los únicos que no han sufrido recortes ni EREs son precisamente los políticos. En Castilla-La Mancha se produjo el único intento que yo recuerde de reducir el número de diputados autonómicos, de apretarse el cinturón, pero no da la impresión de que haya cundido precisamente el ejemplo. Seguro que con la mitad de los políticos que tenemos funcionaríamos igual o mejor. Mire usted lo ricamente que hemos estado todos estos meses sin gobierno. La economía parece que remonta mejor sola, por mucho que luego vaya De Guindos sacando pecho. No compensa pagar a tantos gobernantes para lo poco y mal que gobiernan.
Y que conste que yo no me hago ilusiones ni con la izquierda ni con la derecha, creo que en los dos bandos se dan persecuciones ideológicas de la cultura, intentos de controlarla y/o sofocarla, cuando la cultura tiene que ser siempre transversal, absolutamente ajena al condicionamiento político. Pero eso a nuestros dirigentes les da exactamente igual.
En nuestra clase política falta mucha ejemplaridad, muchos valores como los que se encuentran en un Trajano. Duele decirlo pero a veces los valores militares o castrenses son más nítidos, honestos y satisfactorios que los puramente políticos. Nuestros políticos deberían aprender ejemplaridad de un general como Trajano, que no pedía a nadie ningún sacrificio que no estuviera dispuesto a hacer él en primer lugar. Para luchar seriamente contra la corrupción y el despilfarro tienes que dar ejemplo tú siendo el más austero. Eso es todo lo contrario de ir recortando y recortando mientras tú te garantizas sueldos de 3.000 euros y toda clase de prebendas, privilegios y ventajas, que si iPad o un iPhone pagados por el Congreso, que si taxi a la puerta... No es extraño que luego Sus Señorías no sepan ni siquiera cuánto cuesta un café en un bar.
No compensa pagar tanto a tantos gobernantes para lo poco y mal que nos gobiernan
En fin, a ver qué pasa este verano, a ver por dónde sale este país. Yo por mi parte sigo a lo mío. Después de la gran aventura narrativa de Trajano ahora estoy trabajando en un librito de relatos, de historias noveladas sobre escritores. Por ejemplo, cuento el suicidio de Emilio Salgari. Poca gente sabe que se hizo el seppuku o harakiri porque estaba arruinado y no podía pagar sus deudas. Se lo hizo sobre la nieve. Más adelante veré si me sumerjo en otra trilogía. ¿Sobre Adriano, dice? Quite, quite, qué personaje más detestable, malversador de fondos públicos para su uso privado, cruel, despótico... Me da igual la versión idealizada que haya podido dar la novela de Marguérite Yourcenar, yo no me invento nada, son todo fuentes históricas. Bien es verdad que la Historia admite siempre siempre o casi siempre varias versiones novelescas.
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