J.J. Benítez (Pamplona, 1946) es autor de una exitosa saga de novelas tipo Dan Brown, basadas en la vida de Jesús de Nazaret vista con ojos contemporáneo-conspiranoico (Caballo de Troya...) pero también de una apabullante bibliografía de investigación sobre el fenómeno ovni que le ha llevado 44 años escribir y fácilmente puede llevar otros tantos leer. ¿Visionario de lo que nadie quiere ver o espabilado explorador de la E.T. reality? Su último libro, Sólo para tus ojos (Planeta), hace una recapitulación de 300 casos (los tiene a miles) donde se codean con los extraterrestres desde Fidel Castro hasta Juan XXIII pasando por nuestra reina emérita, doña Sofía. ¿Ver para creer? ¿O era al revés?
¿Yo el rey del fenómeno ovni en esta parte del planeta? El rey, no sé, el más viejo, sí. En Sólo para tus ojos describo más de trescientos casos de avistamientos y encuentros con extraterrestres. La selección fue difícil porque, imagínese, en cuarenta y cuatro años yo he entrevistado a miles de personas, sin parar, constantemente, por todo el mundo. Yo quería hacer un libro conmemorativo de todos estos años y tenía tanto material, pero tanto, tanto, tanto, que la criba ha sido muy complicada. Me costó mucho elegir porque tuve que dejar cantidad de cosas fuera.
Me pregunta usted por mis criterios de selección... Bueno, yo me dejé guiar por el instinto. En general son casos que a mí, en su momento, me han impactado especialmente, me han llamado más la atención que otros. Ya digo en el libro que no sé si son los casos más importantes. Son los que a mí me han impresionado y emocionado más.
Por ejemplo, el caso del presidente cubano, Fidel Castro, reconociendo haber avistado un ovni cuando se encontraba acampado con sus comandantes en Sierra Maestra, antes del triunfo de su revolución. Yo con Fidel Castro no he hablado nunca. Esta historia me la cuenta José Luis Gil, un empresario español afincado en Panamá muy interesado en el tema ovni; él ha investigado mucho también.
En un viaje a Cuba con uno de los Torrijos asistió a una recepción. Y allí fue presentado a Fidel precisamente como un experto en ovnis. Y ante eso Fidel se lanza y dice: “Ah, pues yo he visto uno”. Y empieza a describir esa noche en Sierra Maestra, con todos los comandantes sentados alrededor de la hoguera, con los fusiles... De repente, vieron todos una estrella que corría. Y se colocaba encima del fuego, encima del grupo, y bajaba. Se quedaron todos de piedra.
Según contaba Fidel, pensaron al principio que aquello era cosa de los “malditos gringos”... Un helicóptero, un caza de guerra, algo así... Pero sucedía todo en un estremecedor silencio, era una esfera roja enorme, y no les dio tiempo ni a usar las armas. Que lo pensaron. Pero aquello salió disparado antes de que pudieran ellos reaccionar. A partir de ahí yo hice una serie de investigaciones, que no están en este libro, que me llevaron a descubrir que los hermanos Castro, Fidel y Raúl, sabían de una criatura que fue capturada y metida en un búnker. En Cuba, sí. En Santiago. Y allí seguía, no sé si todavía viva, pero rodeada de excepcionales medidas de seguridad...
¿Que cuando pudo ocurrir esto, me pregunta usted? Pues en los años 60. Después de la invasión de Bahía de Cochinos. Los testigos fueron dos niños que jugando se metieron en una finca y llegaron a un sitio donde había un búnker. Entraron y vieron. En Cuba ha habido muchos, muchos casos.
Fidel y Raúl Castro capturaron una criatura extraterrestre y la metieron en un búnker en Cuba poco después de la invasión de Bahía de Cochinos, y allí sigue, no sé si viva o muerta
También es bastante llamativo, en efecto, el caso del papa Juan XXIII. En julio del 59, en Castelgandolfo, Juan XXIII y su secretario particular, Francesco, estaban paseando por los jardines. Entonces vieron una luz que se paraba encima de ellos, que descendía y que se les acercaba. De repente, dentro de la luz vieron una especie de túnel por el que iba bajando una criatura humana o de aspecto humano. De considerable estatura, eso sí, y con las orejas muy puntiagudas. El Papa y su secretario cayeron de rodillas.
Si lo primero que Fidel Castro pensó fue, ¡los americanos!, pues lógicamente en el Vaticano la primera hipótesis fue una visión divina. Allí estaban los dos arrodillados cuando Juan XXIII tuvo una reacción muy típica de él, de su personalidad: se levantó, se fue derecho a la criatura y empezaron a hablar. El que lo cuenta todo veinte años después, que es el secretario, no escucha esa conversación. No oye nada. Se produciría a un nivel... no sé, telepático. Ni siquiera oía la voz de Juan XXIII. Al cabo de unos minutos la criatura se da la vuelta, se mete en el cilindro de luz, sube y desaparece. A los pocos meses, el Papa convocó el Concilio Vaticano II. La sospecha que tenemos es si esa conversación pudo influir o no en esta convocatoria.
Si lo primero que Fidel Castro pensó al ver un ovni fue, ¡es cosa de los americanos!, lógicamente cuando le pasó lo mismo a Juan XXIII su primera hipótesis fue una visión divina
Ya veo que a usted, señorita, aparte de estos dos le ha hecho especial gracia el caso de nuestra reina emérita, doña Sofía. Esto pasó en 1978. Doña Sofía ha sido siempre una persona muy inquieta, con una mente muy abierta, le interesan mucho los ovnis y muchas otras cosas. En algunos de los viajes que yo hice con los reyes hablamos mucho de esto. Y en un viaje a Perú, ella se mostró interesada en hablar con Carlos Paz, un señor que dirigía en Lima un grupo de estudiosos del tema. Yo le llamé y él vino. Estuvimos charlando un rato y de repente la reina le pregunta a Carlos: “¿Y yo puedo ver un ovni?”. Y el otro le dice que sí. Nos quedamos todos los presentes bastante alucinados. “¿Y cuándo quiere usted verlos?”, inquirió Carlos. Estábamos en otoño y la reina dijo, “pues en Navidad, que estamos toda la familia, porque a todo eso, ¿cuántos podemos estar?”. Y Carlos, muy tranquilo: “Los que usted quiera”. Quedaron emplazados para el día de Nochebuena... y yo he de confesar que no sabía dónde meterme. Efectivamente, señorita, aquello parecía una quedada cósmica.
Bueno. Las cosas quedan así, llega el día de Nochebuena y yo estaba pendiente. Al día siguiente llamo por teléfono a la Casa, estaba Sabino y me dice: “Aquí no se ha visto nada, hemos estado hasta las tres de la mañana, pasando un frío de cojones, y aquí nadie ha visto nada, esto es un desastre”. Total, que me pongo a hacer averiguaciones por si acaso. Y sí, había habido avistamiento... pero no desde la Zarzuela sino desde el Pardo, que está a 300 metros. Un día se lo comenté a la reina. Le dije: “Joder, Señora, sí que vinieron y se les vio... pero en el Pardo”. Y ella, muy graciosa: “¿Y tus amigos no saben que ya ha llegado la democracia a España?”.
A la reina Sofía le habían prometido que avistaría un ovni desde la Zarzuela la Nochebuena del 78; y se avistó, pero desde el Pardo. "¿Es que tus amigos no saben que ya ha llegado la democracia?", me comentó ella
Qué a gusto se ríe usted, señorita. ¿Cómo dice? ¿Que si usted viese o creyese ver un ovni, no se lo diría a nadie? ¿Por miedo a no ser creída, no ser tomada en serio o incluso a que se rieran de usted? Pues mire lo que le digo: depende. Depende del susto que tuviera usted encima. No es lo mismo ver una luz de lejos, a que esa luz se te ponga encima, baje, aterrice, salgan unas criaturas y te saludan. Depende.
Sugiere usted que quitando estos casos excepcionales de celebridades, de pontífices o de royals avistando ovnis, la mayoría de testigos son personas de un perfil sociocultural bajo, más sospechosos de ser blanco fácil de la superchería o la superstición. Yo niego eso rotundamente. Entre los casi 27.000 testigos que yo he entrevistado a lo largo del tiempo me he encontrado de todo. Desde la más alta personalidad hasta el más humilde campesino. Por cierto, los campesinos son los mejores observadores, porque la gente de campo, como la de mar, tiene la capacidad de ver las cosas mejor que el hombre de ciudad. Yo recuerdo una vez que salí a navegar con un amigo mío en Barbate, íbamos en una pequeña lancha, y allá en el horizonte, perdidos y minúsculos, se apreciaban barquitos lejanísimos, y mi amigo los reconocía a todos, sabía de quién era cada uno, el pescado que traía, etc. Y yo por más que me esforzara casi no veía ni el perfil de la barca...
Si son sinceros, te cuentan lo que han visto con mucha precisión. ¿Cómo? ¿Que si me han mentido mucho? No, mucho no, pero a veces sí. ¿Por qué? Puede ser por afán de protagonismo, por enfermedad o desequilibrio mental, incluso por venganza. Venganza, sí. Hay gente, por ejemplo, que, de una manera solapada, piensan, bueno, pues yo ahora me voy a reír un poco de los investigadores del fenómeno ovni.
Estoy pensando en un caso concreto de un tipo, un pintor español muy famoso. No ponga esos ojos golosos, señorita, porque no le voy a dar el nombre hasta que publique el caso. Sólo le diré que este pintor famoso va, agarra una radiografía de un enfermo que tenía una deformación en la cabeza, y me la intenta colar como si fuera una imagen de uno de esos seres pequeños con grandes cráneos que se citan en mi libro. Va este pintor, me cuenta una historia totalmente falsa y me da la radiografía.
Yo investigué. Con la mala suerte para él de que lo descubrí. Empecé a consultar con médicos de otras clases que, puestos a eliminar posibilidades, empezaron a sugerir la posibilidad de lo que esa radiografía mostrara fuese una pura y dura deformación genética de un cráneo humano. Supe que el pintor tenía un hermano radiólogo, me fui a ver al radiólogo, le enseñé la radiografía, y me confirmó que era suya, que había salido de sus archivos de pacientes. Al final me fui a ver al tipo, al mentiroso, y lo confesó todo. Me lo puso incluso por escrito. Esas cosas pueden suceder. Tranquila, que ya haré público todo esto cuando toque, tengo hasta las fotos de él firmando el documento donde confiesa el engaño.
Un famoso pintor español, hermano de un radiólogo, me intentó colar una radiografía de un cráneo humano deformado por una enfermedad como si fuera de un extraterrestre; le descubrí y algún día revelaré su identidad
Luego hay quien se inventa cosas sólo por salir en los periódicos. Pero no es lo más común. Supone un porcentaje muy pequeño en los miles y miles y miles de casos comprobadamente reales. Cuando tienes visión global de tantos casos juntos como la tengo yo, o los lectores de mis libros, asombra y abruma la machacona repetición de coincidencias, de datos que en casi todos los casos se mantienen constantes. Por ejemplo, en los encuentros con tripulantes; hay muchas clases de civilizaciones. Yo tengo 2.000 ó 3.000 casos de encuentros con seres distintos. De los cuales un 80 por ciento más o menos son humanos. Pero hay un 20 por ciento que no. Incluso hay encuentros con criaturas híbridas, que analizas sus restos y te sale que en parte tienen origen humano... y en parte no.
¿Como Ulises, Aquiles, y otros héroes de la antigüedad, hijos de dios o de diosa y de humano o humana? Pues sí, visto así... Todo eso me lleva a pensar que si esas clases de encuentros en el siglo XX, con criaturas como cíclopes, nada menos, son reales, y lo son... pues entonces a lo mejor las leyendas de Ulises también eran más literales y menos literatura de lo que parecen. Al final todo se confunde en un espeso bosque mitológico donde hay unicornios, centauros... Todo eso da mucho que pensar.
Desde el cíclope de Ulises hasta los legendarios centauros y unicornios pueden ser de origen extraterrestre
Y qué escribir y qué leer... En efecto, señorita. ¿Qué me ha preguntado? ¿Si yo con esto de los ovnis lo que he encontrado es un filón, una mina editorial para incautos con gente nostálgica de la magia? Vamos a ver, señorita: un radar no sabe nada de magia ni de supercherías. Cuando un radar civil o militar está captando un objeto, o varios objetos, y sale un caza en alerta, y filma, fotografía o dispara a eso... eso no son supercherías. Eso es real.
Pero contestando al meollo de su pregunta: hay gente que sí, probablemente piense que esto es para mí un filón. Pues ya les puede usted ir contando que para mí no lo es. En absoluto. Yo escribo de esto porque creo que la gente tiene derecho a saber. Yo puedo ir a China o a África a investigar, pero la mayoría de la gente no puede. Si la gente supiera que mis libros de ovnis no son rentables económicamente no se lo creería... Pero creáme, yo nunca cubro gastos. Siempre pierdo dinero con mis viajes, las idas y venidas, los coches, los equipos, los aparatos, el tiempo que paso fuera investigando...
La invito a preguntarle a Blanca, mi mujer, que es la que lleva las cuentas. Y sí, ya que me pregunta usted en broma si nunca me ha pedido que me deje de marcianitos y me ponga a ganar pasta, pues algo de eso me ha dicho alguna vez. Otra cosa es que luego esto te dé margen para escribir otro tipo de libros, como Caballo de Troya, y que eso sí te permita ganar dinero y rehacerte, pero ese es otro tema, otro asunto.
¿Un filón, los ovnis? Yo pierdo dinero con estas investigaciones, si no me cree, pregúntele a mi mujer
De todos modos, déjeme decirle que a mí ya hace mucho que no me preocupa que haya gente escéptica, que vivamos en una especie de mundo de pantalla partida, con millones de personas intuitivamente convencidas de que es absurdo que estemos nosotros solos al fondo a mano izquierda del universo, mientras élites académicas, periodísticas y supuestamente científicas niegan la mayor y hablan de superchería.
Yo he dejado de tratar de convencer de nada a quien no se lo cree. Eso ya se terminó. En primer lugar porque cada uno tiene derecho a creer lo que quiera. Y en segundo lugar, porque el 90 por ciento de los negacionistas o escépticos lo son porque no tienen información. Porque no se preocupan de salir a investigar nada. Porque no les interesa, porque cuesta dinero, porque supone mucho tiempo... Entonces, la postura más cómoda es negarlo todo y ya está. Además, es lo que se lleva... Usted misma me decía hace un momento que si viera un ovni a lo mejor no se lo contaría a nadie por miedo a quedar como una friki. ¿No fueron esas sus palabras?
Mire, igual que hay una ciencia del siglo XXI y la habrá, es de suponer, del siglo XXV, hubo una ciencia del siglo XII. Imagínese que alguien le hubiese dicho a Napoleón, mira, si tú tuvieras media docena de teléfonos móviles, no perderías la batalla de Waterloo. Si tú tienes unos cazas, tampoco la vas a perder. Si tú a Colón le dices, mira, en sólo quinientos años, yo voy a hacer en siete horas y por el aire el mismo viaje que a ti te ha llevado meses y meses de navegación.
¿Se lo había creído? No. Como no se lo creen muchos científicos de hoy ni siquiera confrontados con la evidencia de que la ciencia hace mucho que ha superado sus límites empíricos comprobables a base de ver y tocar, toda la vanguardia, toda la física cuántica, la teoría de cuerdas, etc, se mueve en el terreno de la especulación indemostrable, o directamente de la fe. Pero insisto: toda esa palabrería nos la podemos ahorrar saliendo al campo a investigar sobre el terreno un solo caso ovni. Uno solo. No te pido que hagas miles de casos como yo, aunque el método científico consiste precisamente en eso, en investigar y repetir la investigación hasta la extenuación... Pero es que ellos no van ni quieren ir a investigar a ningún sitio.
Cuando alguien sale en los periódicos diciendo que ha visto un ovni, o una nave tripulada, directamente no les creen. Por la cara. ¿Por qué y cómo se puede negar credibilidad en bloque a tantos miles de personas? Yo por eso hace tiempo que no pierdo ni un minuto, pero es que ni un minuto, en convencer a nadie que no quiera ser convencido. Sólo para tus ojos es una exposición de casos, casos y más casos, información pura casi sin ni una gota de opinión, a lo sumo puedo hacer algún comentario. Bastaría con que uno solo de los trescientos casos fuera cierto para confirmar el fenómeno. Y yo creo que lo son los trescientos.
Me pregunta usted así de sopetón qué le aconsejo que haga si cuando menos se lo espere se da usted misma de bruces con un ovni: pues depende. Depende de la proximidad de la nave. De si salen o no salen los tripulantes. Si es usted capaz de aguantar ese tirón, cuéntelo. Porque si no lo cuenta, no va a poder usted con el peso. Mire, el fenómeno ovni es el fenómeno más importante de la historia de la Humanidad después del nacimiento de Jesús de Nazaret. Esto es lo más importante. Lo que pasa es que estamos en otras guerras, con la crisis, con la política...
¿Qué debe hacer usted si ve un ovni? Pues si es capaz de aguantar el tirón, cuéntelo
Me interrumpe usted en seco en este punto para preguntarme si nuestros gobiernos nos mienten sobre los ovni, si nos ocultan información. Los gobiernos no; los militares. Los militares son los que saben, los que tienen la información, los que disponen de las naves estrelladas, de las criaturas capturadas. Básicamente los militares de EEUU, de Rusia y de la OTAN, pero también los del resto del mundo, aunque a menor escala.
En España, por ejemplo, se hizo una desclasificación del tema ovni en 1992 que es pura risa, es el camelo más grande del mundo, nos tomaron el pelo porque no sacaron los expedientes más importantes, los que sacaron los mutilaron, dieron unas opiniones ridículas, absurdas, dejando en mal lugar incluso a sus propios pilotos, pero, en fin, eso es una constante. ¿Que si el CNI tiene información sobre ovnis y no nos la cuenta? Por supuesto. ¿Que si esa información se comparte entre gobiernos? A veces sí. A veces. No siempre.
¿Que si estamos en peligro, me pregunta usted? No, yo creo que se acercan más a la realidad los Encuentros en la Tercera Fase de Spielberg que La guerra de los mundos de Orson Welles. Si fuesen agresivos, estaríamos perdidos. Ya nos habrían liquidado hace tiempo. Pero yo creo que eso lo tienen prohibido. Además, qué ganas de ir a buscar inteligencia con el proyecto SETI y esas cosas. ¡Pero si no hay que ir al otro extremo de la galaxia! ¡Si ya están aquí!
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