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Marcos de Quinto (Madrid, 1958) ha sido siempre un directivo y hasta un hombre atípico, capaz de vender Coca-Cola en el desierto, que es lo que más o menos ha hecho durante las últimas tres décadas y media. Ahora prepara su despedida de la vicepresidencia mundial de la compañía. Se dice pronto. ¿Qué hacía un chico como él en un sitio como ese? Y, sobre todo… ¿qué hará y dónde a partir de septiembre de 2018? Feliz en lo personal, enamorado de la soprano Ángela de la Riva –cuya encantadora sonrisa es todo lo que de ella va a asomar a esta entrevista: De Quinto simplemente no contesta pregunta alguna sobre su vida privada-, inquieto en lo civil, agudo observador en lo político… ¿Qué será, será?
Pero no me trate de usted, trátame de tú. Toda la vida yo he pedido eso. Ah, ¿que usted todas las entrevistas las hace de usted? Pues usted perdone. Adelante con la primera pregunta. Y la primera pregunta de usted, señorita, es si debe felicitarme o si debe darme el pésame por dejar Coca-Cola. Bueno, la voy a dejar dentro de un año y medio, en septiembre de 2018. La dejaré entonces laboralmente, pero personalmente la seguiré llevando en el corazón. Todos los que están ahí son íntimos amigos y supongo que seguiremos vinculados. Es que es toda una vida, sí. Menudo milagro, ¿no? Porque si se piensa que yo siempre he sido la persona más desobediente que ha habido. Que no me hayan despedido en estos 35 años es sorprendente, porque nunca he hecho caso.
Es verdad que yo, a todo lo que he llegado, he llegado siempre sin pretenderlo, haciendo siempre las cosas a mi manera. Como las cosas fueron saliendo bien, me fueron empujando hacia arriba, pero ese no fue nunca mi objetivo. Debo decir, aunque pueda parecer que peco de arrogancia, que lo de trasladarme a vivir a Atlanta fue un favor que le hice a la compañía. Porque yo estaba muy confortable aquí, tenía aquí mi vida hecha, después de trabajar en muchos sitios no pensaba tener que volver a coger la maleta, y mucho menos para perpetuarme allí.
Por otro lado, y aunque no quiero abonar estereotipos, es verdad que en una compañía española no es fácil llegar arriba si no formas parte de la familia fundadora. En una empresa japonesa a lo mejor puedes estar pero siempre va a haber un japonés mandando en la sombra. En las compañías francesas también suelen mandar franceses. Y, sin embargo, en las compañías norteamericanas han tenido y tienen un montón de ejecutivos españoles.
Porque lo bonito de esas compañías es que ahí lo único que importan son los resultados. Cómo eres, cómo piensas, qué religión tienes, todo eso no se pregunta si hay resultados. En ese sentido le estoy muy agradecido a Coca-Cola porque me ha permitido ser como yo soy. Cuando yo era joven, mis amigos me decían que, por ejemplo, tenía que aprender a jugar al golf si quería ser empresario. Y a mí lo que me ha encantado siempre son las motos de campo. Pues en Coca-Cola he podido seguir montando motos de campo y hacer todo lo que me da la gana. Por ejemplo, leer poesía, me encanta Elvira Sastre. ¿Que si sigo cultivando mi propia miel en mis propias colmenas, y embotellando mi propio vino? Tuve que dejar de embotellar vino cuando me fui a EEUU, ahora espero volver a hacerlo.
Es sorprendente que Coca-Cola no me haya despedido en 35 años porque nunca he hecho caso
Me pregunta usted si mis últimos años en Coca-Cola no se han visto o no se verán amargados por los conflictos laborales aquí en España. Pero nosotros no hemos tenido ningún conflicto, ha sido la embotelladora. Apunta usted que queramos o no, eso afecta a la imagen de la marca. Me recuerda aquel rifirrafe en el Senado sobre aquel parlamentario tan crítico con el tema que luego fue sorprendido bebiendo una Coca-Cola.
Bueno, es evidente que los trabajadores que tienen ese problema, para dar publicidad a sus problemas, prefieren hablar de Coca-Cola que de European Partners. Aun así yo me siento solidario con el embotellador porque sé que las cosas se han hecho muy bien. Todos los empleados de Fuenlabrada tienen el puesto de trabajo garantizado. Entonces, ¿qué conflicto hay? Lo que pasa es que Fuenlabrada ha dejado de fabricar, porque en España había, no sé si 11 fábricas, y han pasado a ser 7. Más grandes las 7. Lógicamente había que cerrar 4 plantas. Si en vez de cerrar la de Fuenlabrada se cierra la de Sevilla, los de Fuenlabrada estarían contentísimos. Pero a los de Fuenlabrada se les ha dado la opción de jubilarse los que se quisieran jubilar; los que quisieran trasladarse a otro centro de trabajo, se les daban todas las facilidades, y los que han querido quedarse en Fuenlabrada, que se ha reconvertido en un centro logístico, tienen el mismo salario asegurado. ¿Cuál es el problema? Cuando ves problemas reales en compañías con gente que se ha quedado en la calle.
Me recuerda usted que yo en su día cogí fama de ser el directivo que simpatizaba con el 15-M, porque escribí unos tuits favorables. Pero, vamos a ver una cosa, que quede claro: el 15-M era, fue, un movimiento transversal. Allí probablemente no había tantos radicales como ahora se cree. Había gente de izquierdas, gente de centro, de todas las sensibilidades, porque la gente estaba muy harta. El problema es el 16-M y el 17-M. Porque mucha gente que no estuvo el 15-M, cuando de repente vio lo que pasó el 15-M, se fue a su casa, desempolvó alguna banderita que tenían muy antigua y se hizo con la Puerta del Sol. Y empezaron a echar fuera a la gente que había estado en el 15-M pero que no eran radicales. Que era la sociedad española legítimamente indignada, eso y no otra cosa representaba el 15-M. Pero luego el 15-M fue secuestrado por unos pocos, que expulsaron a toda la gente de centro, que no comulgaban con esos radicalismos llenos de polvo a los que durante tantos años nadie había hecho caso.
Cuando me trasladé a vivir a Atlanta, fue para hacerles un favor
De todos modos, déjeme decirle que hace poco estuve en una reunión con directivos y yo comenté la gran admiración que siento por Podemos desde el punto de vista del marketing. Cómo son capaces de vender un producto viejo como si fuera nuevo. Yo lo comparaba con intentar vender a día de hoy una máquina de escribir. ¿Cómo lo harías? Pues haciendo lo que hace Podemos: la estrategia es no hablar de tu producto, de la máquina de escribir. Habla sólo del producto de los demás, los ordenadores. Di que los ordenadores se cuelgan, que los ordenadores tienen virus, que te puede entrar un hacker, que gastan electricidad. Y ese análisis de los problemas de los ordenadores es completamente cierto. Pero ¿qué producto tienes tú para sustituirlos? Eso es lo que ocultan, que ellos sólo ofrecen a cambio una máquina de escribir.
¿Y Albert Rivera? Yo con él siempre he tenido cierta simpatía, porque yo, a diferencia de lo que dice mucha gente, sí pienso que Ciudadanos tiene una gran coherencia. No es que pacten con el PSOE y con el PP a capricho: es que ellos buscan pactar con el partido más votado, poniendo siempre sus condiciones. Lo mismo que hacía Pujol en sus buenos tiempos, apunta usted. Pues sí, la estrategia es, yo no puedo gobernar España, no voy a meterme en el gobierno con ellos, pero sí puedo condicionarles, puedo condicionar cómo se gobierna. Y mis condiciones van a ser las mismas para unos que para otros. Así ejercen una transformación, por así decirlo, apolítica o no partidista. Todo eso tiene interés. En el corto plazo Albert Rivera no puede llegar a la Moncloa. Pero yo creo que esto es una carrera de fondo. Y que si siguen buscando no el voto rápido, sino la credibilidad y la constancia, al final la gente los va a valorar más.
¿Y Pedro Sánchez? Pues a Pedro Sánchez no le conozco personalmente. No tengo el gusto. Me parece muy curioso todo lo que se ha producido en el PSOE. ¿Que le invite a una Coca-Cola y así nos conocemos?, me sugiere usted con picardía. Pues espero que si le invito a una Coca-Cola, sus amistades con Podemos no le impidan tomársela. En serio, yo creo que lo que está pasando en el PSOE revela el eterno conflicto entre votantes y militantes. Los partidos que ganan las elecciones son aquellos que atraen más votantes. De cara a los militantes, siempre gana quien hace el discurso interno más radical. Pero no necesariamente es ese el que va a atraer más votantes.
En las compañías norteamericanas hay muchos altos ejecutivos españoles porque allí no miran quién eres sino los resultados
Esto ya se vio un poco con Alberto Ruiz-Gallardón y con Pepe Bono. Ruiz-Gallardón no era muy querido internamente por los militantes del PP, pero en un momento dado, hace ya muchos años, podía presentar una cara más amable y más centrista que atrajera más votantes para el PP. Lo mismo que Bono, que siendo una persona al que nunca votarían tantos militantes del PSOE, era más capaz de pescar votos en la piscina ajena. Ese es el peligro de las primarias. Yo lo que creo es que España necesita un partido de centro-izquierda serio y responsable, que tenga cierta responsabilidad de Estado. Igual que hace falta un partido de centro-derecha.
¿Que cómo he visto yo la corrupción política desde el plano empresarial, y si creo que ya está liquidada, que ya ha pasado lo peor, o todavía queda mucho escándalo por conocer? Aquí hay distintos planos. Yo creo que, por desgracia, van a aflorar más casos. En cuanto determinados procesos vayan adelante, la gente hablará, dirá, y se sabrá más. Por otro lado, creo que las declaraciones y tal no sirven para mucho. La ciudadanía respirará el día que haya más funcionarios públicos destinados a la lucha contra la corrupción, que haya más independencia en el sistema judicial para poder investigar de una manera mucho más libre, cuando haya más inspectores de Hacienda enfocados a este tema, más policías. Muchísimos más medios, en una palabra. Lo que no se puede es mantener un discurso de querer acabar con la corrupción y luego no dotar de recursos al Estado para poder hacer esta labor.
Lo del embotellador de Coca-Cola en España ha sido un falso conflicto, todos los trabajadores tienen el salario asegurado
Por ejemplo, en este país la evasión fiscal es un problema a todos los niveles. No sólo defraudan los ricos. Todo el mundo que puede lo hace, excepto los que vivimos del sueldo, alto o bajo, que somos los únicos transparentes. Hay muchísimo fraude, pequeño y grande. Tanto uno como otro es absolutamente inaceptable. Sin embargo, la gente lo asume como normal a pequeña escala. Falta remotivación ética de la ciudadanía.
Y, por supuesto, las amnistías fiscales son absolutamente infumables. Hay que acabar con todo eso, con esa dejación de funciones del Estado frente al fraude. Es como todo esto del Banco Popular y el Santander. No conozco el detalle del caso concreto, no voy a opinar de los bancos, pero está claro que aquí hay unos reguladores financieros que a veces funcionan y a veces no. Entonces, ¿para qué los pagamos?
Me propone usted cruzar el charco y hablar de Donald Trump. Yo no me he recatado, ni mi compañía tampoco, en mostrar mi, nuestro, desacuerdo, con decisiones que este hombre ha tomado. La primera fue ese control de fronteras, de discriminar a la gente por sus países de origen; eso seguimos pensando que es un disparate.
El 15-M era un movimiento transversal que unos pocos decidieron secuestrar, desempolvando viejas banderas que tenían en su casa y echando a todos los que no eran radicales como ellos
Nosotros operamos en todos los países del mundo con excepción de Corea del Norte y de Cuba. Sí, señorita, en Cuba sigue vigente el bloqueo del Congreso norteamericano… Pero operamos en todo el resto de países, por ejemplo, en Yemen. Desde siempre. ¿Que si se vende mucha Coca-Cola en Yemen? Bueno, se vende razonablemente, no tanta como en España. En Yemen hay ciudadanos que trabajan en Coca-Cola, que representan los intereses de Coca-Cola, y que tienen pasaporte yemení. ¿Y se pretende que luego no puedan viajar a su casa matriz? ¿Por qué? Compara usted el caso con el de los iraquíes que trabajaban como intérpretes para el ejército de EEUU y luego, cuando las cosas se pusieron feas, EEUU les abandonó a su suerte, sin darles visado. Es que a la gente no se la puede juzgar nunca por su pasaporte, por dónde ha nacido, sino por sus actos, por lo que ha hecho. No se puede estigmatizar a países enteros porque con eso lo único que consigues es hacer el juego a los que dentro de ese país buscan la radicalización.
Y otro gran error de Trump es la retirada de la cumbre del cambio climático y de todos los compromisos asumidos. No sólo Coca-Cola se sumó a la carta al presidente de varias compañías oponiéndose a esa decisión presidencial sino que, una vez tomada la decisión, hemos anunciado que nosotros sí seguimos comprometidos con nuestros objetivos de reducción del cambio climático.
Yo admiro mucho el marketing de Podemos; cómo critican los ordenadores de los demás, ocultando que ellos sólo venden una vieja máquina de escribir
Me pregunta usted por qué esto no pasa aquí. Que si empresas americanas como Coca-Cola pueden mojarse así, tomar partido en los grandes asuntos que afectan a la sociedad, por qué las empresas españolas en general no lo hacen, se ponen al pairo todo lo que pueden. Por qué aquí la sociedad civil no acude a la brecha, se pregunta usted. Mire, yo ahora vengo precisamente de un encuentro con empresarios en Segovia, y allí hablábamos de cómo es posible que aquí haya tanta gente que tiene una mala visión del empresario, o que haya tantos votantes de sensibilidad comunista y anticapitalista. Y yo les digo: esto pasa porque no hay contradiscurso. Si de repente hay corrupción, hay problemas en empresas, y alguien sale y lo denuncia, ¿no deberían ser los empresarios los primeros en denunciar esos problemas? Porque si hay silencio, o miedo, eso a los ojos de la gente hace cómplice al empresario con las cosas que funcionan mal. El empresario tiene que encabezar la lucha contra la corrupción, no callar por miedo.
Albert Rivera es coherente, pone las mismas condiciones a PSOE y PP, si mantiene la credibilidad y la constancia, cada vez le valorarán más
¿Que si con todo lo visto y lo hablado, cómo puede ser que a mí no me tiente la política? A mí la política me encanta personalmente, pero yo lo que pasa es que soy una persona absolutamente indisciplinada, lo he sido toda mi vida, imagínese yo sometido a la disciplina de partido.
No habría partido político que me aguantara a mí lo que me ha aguantado Coca-Cola, se ríe usted. O yo no les aguantaría a ellos. Pero para mí es muy importante, demasiado importante, mantener mi libertad de criterio y de opinión. Si me equivoco, rectifico. Pero yo nunca podría acertar o equivocarme al dictado, opinar lo que me mandan que opine, eso para mí sería castrante. Por suerte, me puedo permitir el lujo de poder decir lo que pienso y espero seguir así. Siempre con respeto. En fin, que para qué me voy a meter en un partido si yo además no tengo ganas ni necesidad de medrar, si yo lo único que quiero es ser feliz.