He tenido entrevistas movidas en mi vida. Ninguna como esta a Inés Arrimadas (Jerez de la Frontera, 1981). Empezamos a hablar una semana antes de que el Parlamento catalán se desgarrara con un dramatismo difícil de olvidar. Esta joven y valiente mujer, andaluza, catalana y española, empezó midiendo mucho las palabras y los pesimismos para no dar alas ni ideas al caos. A medida que los acontecimientos se sucedían y precipitaban, de prudencia hacía tripas y de corazón, coraje…
¿Qué hace una chica como yo en una Cataluña como esta?, me pregunta usted. Oiga, como usted sabe muy bien, Cataluña es un lugar fantástico para vivir y para formar una familia y para trabajar. A mí a pesar del gobierno que hay, Cataluña me sigue gustando mucho. Siempre me ha gustado, desde que era chiquitita. Mucha gente que me conoció de pequeña me dice: "Si yo ya sabía que tú ibas a acabar en Cataluña…". Siempre me había gustado mucho el Barça, el idioma catalán… Yo estoy muy feliz aquí, y el único problema que tenemos es el gobierno.
Me hace usted volver a explicarlo todo desde el principio y más despacio: yo nací en Jerez de la Frontera. Mis padres, que son de un pueblo de Salamanca, vivieron en Cataluña unos años antes de trasladarse a Jerez, que es donde nací yo. Mi hermano mayor sí nació en Barcelona, los cuatro restantes vinimos al mundo en Jerez. Y seguíamos teniendo familia aquí, seguíamos en contacto. A mí desde muy pequeñita me gustaba mucho el Barça. En cuanto a lo de aprender catalán, los idiomas siempre me han gustado mucho, y me empeñé en aprenderlo con una compañera mía de clase que era hija de un futbolista catalán que estaba jugando en el Jerez Deportivo… Yo me iba a casa de esta amiga mucho antes de que existiera Internet ni todo esto. Ella me enseñaba palabras en catalán y me enseñó a cantar el himno del Barça. Sin duda las primeras palabras que aprendí en catalán fueron 'Tot el camp, és un clam'… Con diez añitos yo ya iba con mi diccionario catalán-castellano bajo el brazo.
Pero aún tardé mucho en volver. Paso la infancia en Jerez y estudio la carrera en Sevilla. Luego me voy un año a estudiar a Francia. Vuelvo a Jerez y empiezo a trabajar en una empresa de servicios industriales en el Campo de Gibraltar. Luego empiezo a trabajar en una consultoría catalana que tenía sede en Barcelona y en Andalucía; en principio estoy en la sede andaluza, pero empiezo a ir mucho a la central de Barcelona, hasta que acabo pidiendo el traslado. Y vuelvo a Barcelona pues eso, con veintitantos años.
Me pregunta usted si cuando me metí en política ya se veía venir el gran follón o todavía no. Yo jamás había pisado la sede de un partido político, ni se me pasaba por la cabeza… Ni siquiera estaba en el sindicato estudiantil mientras estudiaba la carrera. Pero cuando yo voy a Barcelona a vivir empiezo a ver cosas que digo: "Uy, esto es muy raro". La presión del nacionalismo la empiezas a apreciar en pequeños detalles. Pequeños gestos, pequeñas palabras, pequeños marcos mentales. Cuando oyes gente hablar de España como una cosa ajena o, peor, como si no existiera España, sólo el Estado español… Que si esto, que si lo otro… Empiezan a preocuparme todas estas cosas y en ese momento descubro Ciudadanos.
Ciudadanos me ofreció por primera vez una alternativa de centro progresista liberal sin caspas del pasado ni gente del partido enchufada durante treinta años. Un partido nuevo, regenerador, con gente joven, trabajadora y acostumbrada a trabajar. Hablando de eliminar aforamientos, de listas abiertas, cosas que ahora parecen muy normales, pero que la primera vez que las oías, se te ponían los ojos como platos. Y encima…¡sin complejos ante el nacionalismo! Que el nacionalismo debo confesar que nunca lo he entendido. Me parece una cosa antiquísima y anacrónica, que no tiene ningún sentido en el mundo de hoy y en la UE.
Y en cambio me enamoré de un nacionalista, dice usted con retintín, refiriéndose a mi marido, Xavier Cima, antiguo diputado de CDC que dejó la política poco después de empezar a estar juntos… ¿Que si yo lo convertí a él, me pregunta usted? No, no, aquí no hay conversión ni nada. Mi marido militaba en CDC, sí, pero es de los que abandonaron el barco ante las barbaridades que ahí se decían y se hacían. Nunca le he considerado un nacionalista, no se dan en él ningunas de las premisas del nacionalismo. Mucha gente, no sólo él, militaba en CDC cuando aquello parecía otra cosa, y al evolucionar hacia lo que es ahora, toda esa gente se ha sentido huérfana. No lo digo yo, lo dicen los datos: CDC tenía antes un montón de votos y un montón de militantes y ahora no llegan ni a la mitad de la mitad de la mitad de lo que fueron. De tener 62 diputados hace cinco años a que las encuestas te den menos de 20. El partido se ha movido pero la gente sigue donde estaba.
Ataca usted por otro lado preguntando si, en una pareja de políticos, siempre es mejor que alguien, uno de los dos, dé un paso atrás y deje toda la cancha al otro. Que si en cada caso sólo cabe un Macron… o una Macrona, se ríe usted mirándome. No sé. Sabe, es que mi marido siempre ha trabajado fuera de la política. Él nunca fue un político viviendo de la política quince años. Había trabajado once o doce años en el sector privado y no le supuso ningún trauma volver a él cuando el partido político en el que había creído dejó de inspirarle confianza. El partido que se ha quitado la careta ha sido el suyo, no el nuestro.
Pega usted ahora un quiebro y me pide revivir el atentado del pasado 17 de agosto en las Ramblas de Barcelona. Que dónde estaba yo, que cómo me enteré… Pues nosotros estábamos todavía en Salamanca, donde hemos pasado este verano unos días, y yo he sido pregonera de las fiestas en el pueblo de mis padres, Salmoral. Bueno, pues estábamos allí, llega la alerta por Twitter de “atropello en Barcelona”… Al principio, prudencia, claro. No se sabe qué es, de hecho al principio se llegó a hablar de un tiroteo entre narcotraficantes, con rehenes y todo… Vamos, pues lo dicho, prudencia, pero pegados al móvil.
Cuando se empezó a confirmar que era un atentado terrorista nosotros ya estábamos camino de Madrid. Me volví esa misma tarde a Barcelona. La frustración y la preocupación, la rabia y la incertidumbre eran inmensas. "Ya está, ya lo han hecho, ya nos han golpeado otra vez", pensaba yo. Es verdad que en España hemos tenido la suerte de pasar unos años sin atentados, pero no hemos dejado de vivirlos muy de cerca aquí mismo, en Europa. Bueno, pues todo conectado, al principio la información iba saliendo con cuentagotas…
A lo mejor otros en la oposición no habrían sido tan responsables, tan respetuosos y tan prudentes como nosotros con los atentados de Cataluña
Me pregunta usted si yo recibí alguna comunicación oficial del gobierno catalán, y, de ser así, cuándo, en qué momento. A ver, en las primeras, primeras horas, hablo con Puigdemont. ¿Que si le llamé yo a él? Sí, le escribí, le pregunté, le dije: "Aquí estamos". Al día siguiente, por la mañana, me llama el conseller, no me acuerdo ahora de si Forn o Turull, y ya nos empiezan a dar un poco más de información. Y luego tuvimos una reunión de seguridad con los Mossos d’Esquadra, en fin.
Bueno, es que da la casualidad de que somos líderes de la oposición en Cataluña. Entonces, ante un atentado como este… Sinceramente creo que nos hemos portado de una manera absolutamente responsable, como no podía ser menos. A lo mejor otros en la oposición no habrían sido tan responsables, tan respetuosos y tan prudentes como nosotros. Pero hay cosas que están por encima de las peleas políticas, y ahí sale a relucir la moralidad de cada uno. Alguien habría podido intentar utilizar esto para desgastar a Ada Colau por la falta de bolardos en Barcelona, o desgastar a Puigdemont por si los Mossos no habían avisado o no se habían dado cuenta de lo de Alcanar, o al gobierno de España por no haber hecho registro de imanes… Pero nosotros somos de los que creemos que para luchar contra el terrorismo hay que dejar la confrontación política de lado. Idea no compartida por todo el mundo, ya hemos visto estos días.
Insisto, Cataluña es un buen sitio para vivir. Yo siento la simpatía y el apoyo de mucha gente, bien es verdad que a veces me lo bisbisean por la calle, vienen a decírmelo casi a escondidas: “Seguid así, en casa os votamos todos”, te bisbisean. ¿Que por qué tienen que bisbisear? ¿Que si yo me he encontrado situaciones violentas, como cuando a Albert Rivera le mandaban fotos suyas con una bala? Bueno…yo a ese nivel no he llegado, no…
(Antes lo dice, antes aparece una energúmena en Twitter llamándola “perra asquerosa” y deseándole ser violada en grupo…)
Que cuáles fueron mis sentimientos ante semejante ataque, me pregunta usted. Pues mire, no me negará que es de llevarse las manos a la cabeza en muchos sentidos. ¿A qué punto hemos llegado que una mujer que parece que lleva una vida la mar de normal sea capaz de desearle tanto mal a alguien? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo se puede llegar a odiar así? Me pregunta usted si veo atisbos de lavado de cerebro. No diría yo eso, no diría yo tanto. Llevamos mucho tiempo inmersos en la anomalía de que insultar a los demás sea más importante que defender lo tuyo.
Vivimos en medio de una enorme tensión política que se está empezando a trasladar a la sociedad. Impera el ataque sistemático al discrepante. ¿Que si he tenido o voy a tener contacto con esta mujer? Mi equipo, mi jefa de gabinete, habló con ella, que le dijo que estaba muy arrepentida, muy abochornada. Lo que pasa es que la denuncia ya estaba cursada y sigue su curso. De todos modos siempre es mejor disculparse que no hacerlo. ¿Que si yo la perdono? Tengo en cuenta sus disculpas. Las valoro.
(Apenas recuperada de este susto, esta era la actitud, el pronóstico de Inés Arrimadas, ante el horizonte de los plenos de esta semana en el Parlament…)
Todo esto va a ser un gran espectáculo teatral. Registraron esa chapuza jurídica de ley de Transitoriedad el día que la registraron, que no lo tenían previsto, en un intento de desviar la atención de todas las tortas mediáticas que se estaban llevando a cuenta de la manifestación después del atentado. Yo lo encuentro un poco ridículo, la verdad, improvisando todo el rato, diciendo: "Ay no, esa información todavía no la podemos dar…". Ocultando información, vamos… Si hasta muchos catalanes independentistas se están hartando de estas cosas. ¡Registraron la ley de Transitoriedad cuando todavía la ley del Referéndum, registrada el 16 de agosto, no habían tenido narices de llevarla a la mesa del Parlament! ¡Se reunió dos veces la mesa sin admitir a trámite una cosa así estando ya registrada! ¡Es un teatro y una chapuza! Si Oriol Junqueras además ya está pensando en el tripartito, nada más hay que ver con quién se reúne. Junqueras se da cuenta de que vamos de cabeza a elecciones, entonces se acerca con la flauta a Podemos y al PSC, supongo que tratando de reeditar el tripartito famoso. Yo lo que creo es que hay que ganarles para que no puedan repetir la hazaña. Porque un gobierno tripartito con ERC es alargar todo el proceso otra vez, venga a seguir hablando del referéndum todo el día… ¡Otra temporada de Juego de Tronos!
(…No habían transcurrido ni 48 horas y ya se liaba la mundial… A partir de aquí, hubo que hablar con una Inés Arrimadas desbordada, entrando y saliendo del pleno de la marmota…)
Perdone que la haya tenido esperando, me acabo de reunir con Xavier Albiol y con Miquel Iceta. Con Lluís Rabell no porque con el cacao interno que hay en Podemos, ni siquiera sabe si le dejan reunirse conmigo… ¿Novedades? Bueno, que no se cierra ninguna puerta pero tengo que seguir negociando para recabar apoyos a nuestra moción de censura a Carles Puigdemont. ¿Ha visto el comunicado del PSC? Iceta me dice que comparte nuestro objetivo de convocar elecciones, que esa es la única salida democrática para esta situación, pero que la moción de censura no la ve porque cree que no se va a poder aprobar. Albiol tampoco se ha negado de plano, se ha puesto de perfil, ha manifestado dudas, dice que no tienen nada decidido.
Me pregunta usted si es compatible que Pedro Sánchez le ofrezca su apoyo a Mariano Rajoy y que luego el PSC se dé el lujo de pactar con los nacionalistas en un montón de Ayuntamientos catalanes y quién sabe si no tratarán de hacerlo otra vez en la Generalitat en el futuro. Yo de verdad espero que el Partido Socialista reflexione y se aclare, que no cometa los errores de siempre, de pactar con ERC y con los nacionalistas. Repetir un pacto como el del Tinell sería un grave error después de saltarse la legalidad así a la torera…
Hay que preservar la libertad de los funcionarios de no implicarse políticamente
¿Que si me imagino a Puigdemont en la cárcel después de la acción emprendida por la Fiscalía? Creo que todo se puede solucionar, espero que se encuentre una solución en el marco de la justicia. Lo que decidan los jueces tenemos que respetarlo. Ahora me pregunta usted si la autonomía catalana no se ha autoaplicado ella misma un artículo 155 de facto, si no se ha hecho el harakiri. Desde luego todo esto pone en peligro la legitimidad del Parlament y la autonomía de Cataluña. Se están violando los derechos de los catalanes. ¡Se están usando direcciones postales y DNI de catalanes de forma ilegal!
No quiero ni pensar en cómo puede llegar a ser la presión sobre todo en los pueblos pequeños si no es para esto. Me imagino al personal de los Ayuntamientos y a los directores de los colegios desgarrados entre la ley que hay que cumplir y el estigma de que, si no la incumples, eres el malo del pueblo. ¡Esa es una tesitura brutal! Hay que proteger los derechos de los catalanes, hay que preservar la libertad de los funcionarios de no implicarse políticamente.
Volviendo al caso de la mujer que volcó su odio contra mí en las redes, me pregunta usted si vamos a ver escenas y situaciones así en todos los pueblos. Uf, no generalicemos ni especulemos. Pero la tensión política y el desafío democrático están ahí. La estrategia reconocida de los separatistas es tomar la calle si no les dejan hacer el 1-O. ¿La calle es mía en plan Fraga?, se alarma usted. Bueno, lo que han hecho es asumir todo el discurso antisistema de la CUP. ¿Manda la CUP en Cataluña? Desde luego, Puigdemont ha puesto Cataluña en manos de la CUP.
¿Que si yo sigo pensando que el 1 de octubre no habrá referéndum? A ver, un referéndum de verdad, evidentemente no. No sé qué va a pasar pero sí sé lo que no: no va a producirse ningún proceso de votación serio, legal, vinculante y con garantías. Por muchos derechos que se violen en cascada, no van a conseguir celebrar nada parecido a un verdadero referéndum. Pero si lo consiguieran, o consiguieran hacer una especie de simulacro, ¿qué hay que hacer si no estás de acuerdo? ¿Ir a votar no o quedarte en tu casa y no votar? Yo desde luego no votaría, me niego a participar en fraudes ilegales que utilizan la coacción a personas, que manejan datos ilegales, que no tienen nada que ver con la democracia ni con votar. Poner una urna en cualquier lado no es democracia.
Me pregunta usted por el singular papel encarnado estos días por el portavoz en el Parlament de Catalunya Sí que es Pot, Joan Coscubiela… Pues mire, me estremece sólo pensar en la que le ha caído por defender algo tan básico como la democracia. Porque le ha caído una mortal. Por uno que se levanta y dice que todo esto es una locura, que es todo antidemocrático.
Con todas las incertidumbres que rodean al 1-O, yo sólo puedo decirle que seguiremos al pie del cañón el día 2 de octubre, y el día 3. Vamos a dejarnos la piel, vamos a conseguir devolver el sentido común al gobierno catalán. Y lo haremos sin complejos, porque la ley, la gente, y el sentido común están con nosotros. Cuantas más barbaridades hagan ellos, más a pie firme mantendremos nuestras convicciones. Llevamos diez años preparándonos para gobernar Cataluña en un momento como este. ¿Un mensaje para el resto de España? Pues que no caigan en el error de considerar que el gobierno de Cataluña es Cataluña. Que no tomen la parte por el todo. Hay una mayoría de catalanes que quieren seguir siendo sus compatriotas.