Nacho Abad es la joya de la corona este verano en Mediaset: el periodista de sucesos y criminólogo ha conseguido que Cuatro reluzca estivalmente encadenando varios máximos de audiencia bajo su liderazgo en Código 10 y En boca de todos. Tiene la experiencia, el magnetismo, la investigación y las exclusivas. Un cóctel imparable.
Hace décadas que se ha labrado el ser una de las voces más reputadas e influyentes de la crónica negra -ahí su cobertura de casos tan mediáticos como el de Marta del Castillo o Diana Quer-. Hoy vuelve a demostrarlo con su seguimiento especializado del crimen de Daniel Sancho contra Edwin Arrieta en Tailandia, que mantiene a los españoles en vilo.
Los datos hablan solos. No sólo por el triunfante especial de Código 10 liderado por su compañero David Alemán y por él mismo (que firmó récord de audiencia al anotar un 8,4% de share y 514.000 espectadores), sino por su soltura y carácter al frente de un formato de actualidad como En boca de todos. “Lo curioso es que Daniel Sancho no siempre se encuentra entre los picos de audiencia del programa. Lo más visto de esta semana ha sido la política o, por ejemplo, el testimonio de la camarera que ha denunciado ser despedida de un chiringuito por tener vello en las axilas”, revela. Charlemos sobre las claves del informador.
P.- ¿Cuáles son los rasgos fundamentales que ha de tener un buen periodista de crónica negra? Estudiaste Criminología para completar tu formación.
R.- Sí, yo era periodista de sucesos antes que criminólogo, y mi mujer me recomendó esta carrera. La hice con 39 o 40 años, ¡fue tardía! Creía que tenía que completarme. La Criminología te da unas bases para completar el periodismo de sucesos. Te pongo un ejemplo: después de la rueda de prensa tailandesa con el tema de Daniel Sancho. Bien. Se habló de todo lo que se había dicho, pero yo cogí cierta información visual y me puse a estudiarla. Por la formación criminológica pude determinar cosas que no se habían dicho.
En la camiseta que presuntamente llevaba puesta hay una raja. Con ella le apuñaló el corazón a Edwin Arrieta. En la camiseta que se nos ha mostrado, vemos la incisión, pero no hay sangre. Eso no tiene ninguna lógica, porque el corazón bombea sangre y la hubiese impregnado. Se plantean varias cosas: uno, no es la camiseta. O dos, alguien la ha lavado. ¿Quién? ¿Daniel, la Policía…?
Otro punto: se dice que se le dio un golpe en el cráneo, pero en la fotografía cenital, el cráneo no aparece golpeado. O ese no es el cráneo… o se han confundido… o la visión que presentan no es correcta.
P.- ¿Cuáles son tus líneas rojas?
R.- Bueno, lo fundamental creo que es el conocimiento y la empatía, ser consciente de que es un trabajo complicado porque juegas con muchas sensibilidades y sentimientos. Hay que pensar mucho lo que cuentas y lo que no cuentas.
P.- ¿Por ejemplo?
R.- Eso depende de la moralidad de cada uno. Es un trabajo moral. Yo me declaro culpable de haber metido la pata en ciertas ocasiones y padezco cada error como un gran fracaso, porque trabajamos con personas. Mi línea roja consiste en dormir bien por las noches. Tengo un hermano psicólogo que me dice que siempre hay un “yo víctima” y un “yo inquisidor”.
El “yo víctima” dice “jo, me han hecho daño, la culpa es de ellos”… el “yo inquisidor” es una culpa terrible que se te engancha a la espalda y no te suelta, te castiga. Yo tengo el “yo inquisidor” encima. Cuando meto la pata, me autoflagelo, lo paso fatal. Intento relativizarlo, pero eso sólo te lo da la edad. Ya tengo 53 años y sé que meteré la pata hasta el final de mis días. ¿Qué cuento, qué no cuento…? Bueno, el periodismo televisivo te da menos tiempo a la reflexión, pero tengo ciertos códigos asimilados de lo que no se puede hacer. La cosa es poder irme después a la cama y dormir.
"Cuando meto la pata, me autoflagelo, lo paso fatal: tengo el 'yo inquisidor' encima"
P.- ¿Has llegado a obsesionarte con algún caso, has llegado a implicarte emocionalmente en él, en el que sea, a lo largo de tu historia como periodista de sucesos, tan cercano a las familias de las víctimas, tan familiarizado con las pruebas y con los asuntos no resueltos…? ¿Te han perseguido?
R.- Sí. He estado obsesionado y lo sigo estando. Con el caso de Marta del Castillo. Me obsesionan los casos sin resolver. Tengo, además, una especial relación con los padres de Marta, con Antonio y con Eva. Tenemos una relación personal. Cuando terminó el juicio y concluyó como concluyó… yo no quise dejarles solos, quise resolver lo que no se sabe, que es dónde está su hija. Flotaba una segunda duda en el aire: ¿fue Miguel Carcaño el autor del crimen, por mucho que lo diga una sentencia judicial? Hemos hecho muchas cosas… hemos avanzado… pero ya está. Cualquier caso no resuelto a mí, personalmente, me obsesiona.
P.- ¿Te ha afectado a tu vida personal?
R.- Antes me afectaba mucho más, porque no tenía mecanismos de defensa. El dolor de la familia de la víctima es tan terrible que te alcanza a ti por expansión, pero tienes que resetear y decir “oye, yo tengo una vida personal, no puedo machacar a mi mujer y a mis hijos”. Intento disociar. De momento lo he conseguido, pero yo tengo la persiana abierta 24 horas al día. Si me llaman a las once de la noche, lo cojo, y eso puede crear tensiones familiares, si estás en el cine, si estás cenando… pero no sé dejar de ser periodista en ningún momento.
P.- ¿Has llorado, te has derrumbado, has padecido ansiedad?
R.- Sí. He llorado. Incluso en directo. He llorado en televisión y no me importa reconocerlo. Lo he pasado mal.
P.- ¿Recibes o has recibido ayuda psicológica que te dé soporte?
R.- No he necesitado ayuda psicológica como tal. Soy una persona abierta, no me guardo las cosas, lo hablo todo con mi mujer y lo ponemos en común. Mi familia me ayuda muchísimo en determinadas circunstancias.
P.- Además de los puntos que has citado antes respecto al caso de Daniel Sancho, ¿cuáles son las grandes preguntas que te haces como experto, qué más cosas no te encajan?
R.- Es complicado porque la investigación se está desarrollando en Tailandia y el sistema policial no es el mismo que en España. Los protocolos no son los mismos, ni la forma de actuación es igual. Además, es difícil entender lo que está sucediendo por las traducciones: del tailandés al inglés y del inglés al español… se pierde información, y diría que hasta hay datos erróneos. Es difícil de manejar… tenemos a un español detenido y a un colombiano fallecido. Te genera empatía la familia de Daniel porque Rodolfo es conocido y muy querido. En cualquier caso, para mí es indudable que cualquier crimen merece un castigo, y Daniel se ha confesado culpable sin ser torturado. Es un asesino confeso. Otra cosa es que el móvil sea real o no.
"Los padres de Daniel Sancho se arruinarán económicamente por proteger su seguridad en la cárcel de Tailandia"
Me produce cierto grado de ternura o de afecto pensar en lo mal que lo tendrán que estar pasando Silvia y Rodolfo, los padres de Daniel, a los que les ha destrozado la vida. Pero a la vez, al matar a Edwin, también le ha destrozado la vida a otra familia.
P.- ¿Qué piensa el padre o la madre de un asesino? ¿Es incrédulo? ¿Disculpa?
R.- Yo vi en televisión cómo llegaba Silvia a la cárcel y pensaba en qué le iba a preguntar a su hijo… ¿lo ha hecho, no lo ha hecho? ¿Esto le convence? ¿Le va a reprochar algo? ¿Se va a sentir ella culpable? No hablo por conocimiento de este caso en concreto, sino por otros. A menudo los padres se preguntan: “¿Qué he hecho mal yo para que mi hijo haya llegado a este punto?”. Además, allí las cárceles no son como en España. Tendrán que pagar por su seguridad… igual que se paga la comida o el traje carcelario. Frank de la Jungla tuvo a su mujer ingresada en prisión allí y se dejó cientos de miles de euros. Te arruinas por proteger su seguridad.
P.- Una doble pregunta. ¿Entrevistarías a Daniel Sancho? Entiendo que sí. Yo lo haría. Pero es un debate siempre problemático. Recuerdo el revuelo tremendo con El Mundo y 'El carnicero de Mondragón', por ejemplo... ¿Aporta algo entrevistar a un asesino o sólo añade regodeo y dolor para las víctimas? ¿Sirve de algo describir el mal, mirarlo a la cara? La segunda cuestión sería: ¿qué tres preguntas le harías si lo tuvieras delante?
R.- Pues mira… estamos en la dictadura de lo políticamente correcto y hemos perdido una cantidad de libertades brutal en los últimos diez años. Si hace diez años me hubieses preguntado “¿entrevistarías a Daniel Sancho?”, te diría “sí”. Y a Bin Laden. ¿Ahora lo entrevistaría? No lo sé. ¿Como periodista creo que hay que entrevistarlo? Sí. ¿Cuáles son las consecuencias? Pueden ser duras. Hay muchos linchamientos. Así que ya no lo sé. El periodismo está siendo presionado por lo políticamente correcto y creo que se están dejando de hacer cosas. En el caso de Daniel Sancho, tiene testimonio porque todavía es presunto.
P.- Será presunto, pero es confeso.
R.- Sí… pero si es condenado, ¿preguntarle y regodearse merece la pena? Si está clarísimo que es culpable, quizás no aporte nada.
"Hace diez años te diría que sí habría entrevistado a Daniel Sancho, ahora no lo sé, el periodismo está presionado por lo políticamente correcto, hay linchamientos"
P.- ¿Cómo calibrar…?
R.- ¿Cuánto daño va a hacer una entrevista a un asesino confeso? El asesino de Valencia que mató a cinco o seis mujeres… un asesino condenado que acaba de salir de prisión… me encantaría poder entrevistarlo. Pero, ¿y las sensibilidades? ¿Y las víctimas? ¿Y los familiares de las víctimas? ¿Generaría dolor en el entorno de esas mujeres? Sí. Pues eso. ¿Tenemos derecho a entrevistar a Sancho si resulta condenado y ya se conocen todos los detalles del crimen? Es un debate. Oye, también habría que estudiar en qué circunstancias se ha producido la confesión. ¿De qué manera? Seguro que yo querría entrevistar a Silvia y a Rodolfo. Pero no sé hasta qué punto hay que ponerle el micrófono a los asesinos.
P.- Bien, pero en el caso de llegar a hacérsela, ¿cuales serían tus preguntas principales?
R.- Depende de si tuviera hora y media… si fuese así, empezaría con preguntas relajadas para ir ganando terreno y confianza. Si sólo son tres preguntas, las haría lo más abiertas posible para que desarrollase todo. Si al final tomase la decisión de entrevistarle, la primera pregunta sería: “¿Por qué lo hiciste?”. La segunda, que dónde está el móvil de Arrieta. Y la tercera, ¿qué le vas a explicar a tus padres?
P.- ¿Una persona que no sabe descuartizar es capaz de descuartizar a alguien en 17 trozos?
R.- Bueno. Matar es muy difícil. La primera vez que un asesino mata tiene que romper miles de barreras de lo que sabe que está mal. Planificar un asesinato es romper mi barreras. La sensación que te tiene que quedar dentro después de descuartizar a alguien… de desmembrarlo… todo lo que había dentro, su alma…
P.- Hay una sensación tétrica en el descuartizamiento que es una especie de arrebato último de la dignidad. De la dignidad que te queda como cadáver. ¿Lo sientes así?
R.- En este caso creo que fue conciencia forense. Es decir, es cuando quieres eliminar las pruebas para que no te pillen. Limpias todo para que no se encuentren restos, etc. Pero se le olvidó limpiar los desagües. Si lo hubiera tirado en el fondo del mar… “oiga, demuestre usted que yo he sido el asesino”. En fin, creo que esto fue desapasionado, no creo que fuese malvado. En cuanto a tu primera pregunta: cortó por las articulaciones, que es una cuestión fácil. No le veo tanta dificultad a la elección de los lugares del corte.
"Si decidiese entrevistar a Daniel Sancho, le preguntaría por qué lo hizo, dónde está el móvil de Arrieta y qué le va a explicar a su padres"
P.- Desde luego, todos estamos cerca de ser potencialmente asesinados, pero, ¿somos potencialmente asesinos también? En determinados casos da la impresión de que cualquiera puede estar cerca.
R.- Todos podemos ser asesinos. Otra cosa es que todos planifiquemos un crimen, como Sancho. En un momento de rabia o de tensión, o en una guerra… hay gente que acaba matando y que jamás hubiese matado. Si viene un hombre armado y le hace algo a mi mujer o a mi hijo les defendería hasta el nivel que fuese, esto es así. Si corre peligro la vida de los míos, prefiero la vida de mis hijos y mi mujer a la del asaltante. Luego voy a la cárcel.
P.- ¿Por qué la prensa ha sido así de simpática con Daniel Sancho? También en Twitter y redes sociales… ¿ha afectado que fuera español, ha sido su belleza, ha sido que el asesinado era latino, o que era gay…? ¿Qué resortes han actuado ahí? ¿Homofobia, racismo, qué de todo?
R.- Para mí es difícil contestar a esa pregunta. Me he negado a ser maestro de periodismo: cada uno lo hace lo mejor que sabe y puede.
P.- Sí, pero no es opinativo, es una percepción general. Vi un tuit que decía algo muy cierto, que la cobertura se estaba haciendo como si Sancho estuviese de Erasmus. "¿Ha llegado bien, ha comido bien, cómo le tratan en el extranjero…?".
R.- Sí. ¿Yo he tenido la sensación de que se blanqueaba a Daniel Sancho? Sí la he tenido, pero tras esa sensación uno intentar explicar el porqué. Te pongo un ejemplo. ¿Sancho recibió mensajes de amenaza de Edwin Arrieta? Yo no sé si es verdad o no, por eso no lo he publicado, porque no lo tengo confirmado. ¿Eso justificaría algo? No. Pero al contarlo parece que justifica, se traslada esa sensación. Es difícil informar del móvil de un crimen. ¿Se sentía de verdad aprisionado? ¿Como en una celda? ¿Hay una mafia colombiana detrás? ¿Qué relación tenía Edwin Arrieta con narcos y mafias colombianas…?
Ha habido mucho debate, pero nosotros decidimos que hay que estar con las víctimas. Mandamos a nuestra compañera Clara Murillo a Colombia y creo que fuimos el único programa en hacerlo, al menos durante unos días, porque estuvimos días solos allí. Fue a hablar con su hermana, con su padre, con su madre, con sus amigos.
"¿Sancho recibió mensajes de amenaza de Edwin Arrieta? Yo no sé si es verdad o no, por eso no lo he publicado, porque no lo tengo confirmado"
P.- ¿Qué te parece el concepto acuñado por Sostres en su polémica columna (penúltima antes de ser despedido de la Cope), “la mala leche del maricón”? Se han dicho cosas tremendas estos días justificando el asesinato.
R.- No lo he leído. No lo conozco. Ningún crimen tiene justificación, pero puede tener explicación, que es sinónimo de móvil. En España existe un atenuante llamado “miedo insuperable”. Es una situación de miedo tan fuerte... en la que ves, por ejemplo, que van a asesinar a tu hijo o a tus padres o a tu mujer, y tú reaccionas y matas a alguien. O estás en tu casa tranquilamente y llega alguien con un cuchillo y te amenaza y consigues clavarle tú el cuchillo. ¿La amenaza de una mafia constituiría miedo insuperable? Es discutible. Depende del cerebro de cada uno. A mí me parece más sencillo: “Oye, te quiero dejar, hasta luego”. “No, yo no quiero dejarte”. “Pues tú no querrás, pero yo me voy”.
P.- En su relación íntima, entiendo que te refieres.
R.- Sí. Es que hay tantos factores. No es justificación, pero, ¿y si le chantajea? Hay tantos elementos aquí que es difícil valorar. ¿Le había prestado dinero? ¿Cuánto? ¿Se lo había gastado, lo había invertido? ¿Eran pareja, no eran pareja?
P.- ¿Sientes que Sancho podía haberse ido, simplemente, y esconderse de él?
R.- Bueno, sí, pero, ¿tendría miedo de que se instalase en España y allí descubriese a la gente que él tenía una relación sentimental o física con Edwin…? Sus compañeros dicen que en el colegio era homófobo y se metía con los chicos gays…
P.- Hombre, pero no parece muy proporcional que la amenaza de un vídeo íntimo, por ejemplo, equivalga a una respuesta de asesinato. Me refiero: es terrible pero los delitos tecnológicos están a la orden del día, mucha gente se ve expuesta a ellos y no reaccionan así.
R.- Claro. Si te amenazan con un vídeo sexual íntimo, presentas una denuncia y que se haga justicia contra la persona que lo ha hecho. Existe el derecho al honor y a la propia imagen. Se exige condena de indemnización. ¿Cómo se filtrarían, en todo caso? No lo publicaría ningún medio de comunicación nunca. Sería por redes sociales, vete a saber.
P.- ¿Te sorprende que a pesar de su colaboración desde el principio se le vaya a juzgar con pena de muerte o cadena perpetua? Tú, como criminólogo, ¿estás favor o en contra de este tipo de penas tan problemáticas a nivel ético?
R.- La pena de muerte no la veo, pero no porque no piense que haya asesinos que merecen ser castigados, sino porque la justicia comete errores. Estoy en contra de la pena de muerte porque ¿y si se le aplica a un inocente? No merece la pena nunca. Pero sí estoy a favor de que nos defendamos de determinados agresores, de tipos que han violado y matado a niñas, que entran en prisión y salen y vuelven a matar…
"Ningún crimen tiene justificación, pero puede tener explicación"
P.- ¿Te refieres a si salen y vuelven a delinquir, o antes de que salgan?
R.- Creo en la prisión permanente revisable. Creo que hay gente que no es reinsertable en la sociedad y creo que hay gente que es un peligro. Tenemos la Constitución que tenemos, pero hay gente que no es reinsertable, y nosotros tenemos que salir a la calle y asumir ese riesgo. Para esos energúmenos y esos animales sí estoy a favor de la cadena perpetua.
P.- ¿Consideras que Daniel Sancho tiene algún problema psicológico, algún problema clínico…?
R.- No me atrevo a responder a esa pregunta. Tendrá que responderla un psiquiatra forense. No podemos juzgar algo así por lo que vemos en televisión.
P.- ¿Qué papel puede tener la diplomacia, los contactos y, en general, el dinero de su padre para salvarle?
R.- El dinero de su padre servirá para mantenerlo en prisión. La diplomacia será lo más discreta posible.
P.- ¿No hay una posibilidad real de que sea trasladado a España?
R.- En España tendría una pena inferior, pero sólo podría volver, si es condenado allí, al cabo de entre 5 y 8 años, con la condición de que terminase de cumplir su condena aquí… para eso no hay tutía. En España no hay nada por el estilo, ninguna pena homóloga a la de allí, únicamente la prisión permanente revisable.