El talento se defiende solo. La verdad y la belleza también. Por eso no habría nada que explicar sobre la ópera prima de Antón Álvarez (desdoblado musicalmente en C. Tangana, un tipo con millones de imágenes en vuelo, un hombre con tentáculos obsesivos e insatisfechos hacia un arte que siempre está un poco más allá, un cráneo privilegiado que hace exactamente lo que le da la gana, porque puede y porque a ratos se aburre de sí mismo). No habría nada que comentar ni que recomendar: es un poema fulgurante y asimétrico y se come como tal.
Esto lo hacemos por placer, por regodeo.
La guitarra flamenca de Yerai Cortés es la historia de un milagro híbrido: un muchacho a los que los modernos tratan como un moderno y los gitanos tratan como a un gitano. Una figura extravagante en el flamenco. Es el nuevo mundo y el viejo, un runrún atemporal, un chaval en estado de gracia poseído por algo más grande que él, una especie de un médium inspirado trayendo a la plaza los designios del cielo.
Hay un secreto en sus manos. Hay un tabú, una leyenda.
Yerai toca desde el fondo del dolor. Hila finísimo. A mí me dan escalofríos cuando le escucho y entiendo cosas que se me sugieren, cosas de la vida que se me van abriendo en flor. Cosas en lenguas que no hablo.
Pero cómo toca así este niño, se dice una. De dónde sale esa desesperación antigua, ese espíritu que le cierra los ojos y le echa a rodar. A Antón Álvarez se le figuró lo mismo la noche que le conoció, una noche en la que se les hizo de día. Le fascinó. Le escuchó. Le comprendió. Se hermanaron y Antón le animó a verbalizar por fin un terrible trauma familiar que le persigue: decirlo, al cabo, es una forma de empezar a dominarlo, de limpiar con aguarrás la caja de los truenos.
Toda su historia se había cimentado en el silencio. En la vergüenza. En la mentira. En la confusión. Con esta película se empieza a quitar las escamas de un pasado sangrante. Con esta película se restaura la justicia, si es que eso significa algo en el mundo de los vivos.
Álvarez detecta la historia y sabe cómo contarla. La carga en todo su peso, en su mitología, en su simbología, en su idioma de las tripas, y las vísceras y el corazón fuera del pecho. Hay realismo mágico. Hay gracia radical. Hay música y homenaje y contratos no escritos. Hay clan. Hay navajazos metafóricos. Hay fiesta y luto. Hay relato del que escuece.
Los padres de Yerai son un descubrimiento. María y Miguel, ¿con cuál te quedas? Hace rato que no se hablan ni se miran por la calle. Él es un granuja encantador y peligroso, un buscavidas enredado en trapicheos de esa generación de hombres que no se doctoró en ternuras. Ella es un personaje femenino brutal, desgarrado, cómico, mágico, insurgente, lúdico... yo me quedo en la cocina de María a vivir y a escucharla siempre jugando y fabulando como un cascabelillo roto a fatiguitas. La quiero para siempre. En sus anécdotas está dios mucho más que en los pucheros.
De estas dos criaturas poderosas nace Yerai y de su amor enfermizo e intermitente nace la más larga de las penas. La vida no va de lo que se dice, sino de lo que se murmura. De las estirpes rotas salen niños prodigio con intuiciones en los diez dedos de las manos.
Hijo sano de Isaki Lacuesta y de Saura, Álvarez clava la estaca en el centro de la diana "poniendo en juego la vida real". Digamos que es una película que al hacerse ha cambiado el transcurrir de la propia historia: ha modificado el mundo. Eso es extremadamente ambicioso. Muy suyo. Muy en su estilo de remover en la misma olla el pasado y el futuro. Dice el director novel que cuando puedan hacer un ciclo en la Filmoteca, le gustaría que este filme estuviese acompañado por dos películas que vio después de rodar ésta pero que se pueden leer en la misma línea: El desencanto y Función de noche.
Ésta es una película sustenta en el misterio. Es una película-péndulo. Te quedas mirándola hipnotizado. Te perturba, te intriga, te enferma de trance. También es caliente. Familiar. También te hace desear pertenecer a algo o cuidar de alguien aunque estemos irremediablemente solos, solos en el mundo, separándonos a cada instante, creciendo raro hacia otro lado. Esta es una película con una idea de lo eterno: la muerte y la vida dialogando constantemente entre sí. Esta película es un oráculo de pasión y rabia y revancha contra uno mismo. Esta es una película que despierta al duende, como decía Lorca, en las últimas habitaciones de la sangre.
¿Cómo se aprende a escuchar y a manejar los silencios? Eso lo hacía muy bien Jesús Quintero. Esto de “si me callo un poco más… el otro hablará de algo insospechado”. A la verdad se llega apretando el silencio.
Pues como todo en la vida: pura intuición. Estoy atento a lo que me dice mi sensibilidad. Preparo las cosas muy poco y estoy atento en el momento en el que las hago. No intento estudiarme nada el día antes del examen, no intento aprobar todo el curso en un segundo, pero confío en que todo lo que he hecho en la vida, hasta este momento, me ha llevado a tener una sensibilidad particular, un gusto particular… y en el fondo… sólo se trata de no cagarla de alguna forma. ¿Sabes? Cuando vas con demasiada información, no estás expectante. Mi trabajo siempre ha ido, en realidad, de sentarme a mirar o sentarme a escuchar.
¿Les conocías de antes, a los padres de Yerai?
No, fue todo casi a la vez, yo acababa de conocer a Yerai también e intentábamos grabar cosas que al principio eran sólo musicales. Pero la primera vez que conocí a María llegué con una cámara, con una cámara pequeñita… llegamos una zoom, una grabadora de sonido y no sé si era Súper 8 o 16, para hacer unos retratos nada más.
"A mí me gustan los artistas de la vida, la gente que está sola en su casa y está haciendo que el rato merezca la pena, como si estuviese en una obra de teatro"
Una declaración de intenciones: te miro a través de la cámara.
Sí. Luego me he hecho amigo de María y de Miguel y ya es otro tipo de relación… pero al principio estábamos ahí porque yo también confiaba mucho en… la espontaneidad, ¿no? Hay un montón de temas que Yerai no ha hablado en su vida, nunca, o muy pocas veces, y yo confiaba en “qué va a pasar cuando eso salga por primera vez entre nosotros”. ¿Qué puede pasar ahí?
Uno no está preparado para decir lo que le pasa en voz alta. Es como si tomase cuerpo.
No lo estamos, no... En las primeras veces está todo. Esos son los momentos más mágicos y los que se han quedado en el montaje. Las primeras veces que se menciona un tema tan doloroso…
Cuando se va rajando el tabú. Al principio el padre no quiere hablar de ciertos temas y te lo dice.
Sí. Yo le preguntaba siempre “pero, Miguel, ¿tú te sientes cómodo con esto?”. Y trataba de ayudar, no sé. Pero no hay ninguna vez como esa vez, cuando yo también me doy cuenta de que eso a Miguel le puede molestar… y que realmente me estoy metiendo en un lugar complicado para la familia. Eso no se puede estilizar, no se puede interpretar. Eso no vuelve a suceder nunca.
¿Cómo se enfrenta uno al trauma y al silencio de los otros? ¿Cómo fue para ti arañar cuestiones incómodas?
Yo no me siento capaz de sacarle cosas a la gente, por mucho que las quiera saber, pero en este caso, yo entendía que ese deseo de contar ya estaba en Yerai. Yerai tenía un disco en el que quería hablar de esto y esa verdad estaba en él, lo tenía clarísimo, yo me limité a animarle. “Escribe un verso que hable sobre esto para que tengamos algo sólido de lo que partir”. Si te fijas, el momento en el que más sonsaco de toda la peli es a partir de un texto que ha escrito Yerai.
Tocas las teclas. Pero también te ganas su confianza y la de su gente, que es algo que está en tu ADN: la idea de la comunidad, la lealtad casi mafiosa, el que “todo sea un asunto de familia”, como dices en una de tus canciones.
Sí, eso total. Pero definitivamente, en el momento en el que yo empiezo a ser amigo de Yerai no puedo hacer algo que perjudique a nadie de su familia. Yo con María tuve una fascinación tan grande…
"No hay nada que me resulte más artístico que ser un artista de tu propia vida: vivir como en una obra de teatro y encontrar una forma interesante de hablar de ti mismo"
Es mi personaje favorito. Es una Carmina. Tan arrebatada... tan poderosa a su manera herida.
Sí, para mí es un personaje mitológico, es espectacular. Hubo un momento en el que Yerai me dijo “bueno, ya está, ¿no? Que le vas a hacer toda la peli a mi madre” (ríe).
Lógico. Yo quería quedarme con ella todo el rato.
Tiene tantas capas ha vivido tantas cosas. Es de este tipo de personas que están en la vida viviéndola. Es una artista de la vida, entonces está todo el rato haciendo que los momentos merezcan la pena, aunque esté sola en su casa, aunque sean momentos pequeños…
Es muy traviesa.
Sí. Está jugando. Es como si estuviese en una obra de teatro. Hay un momento en el que le pregunto “¿y por qué te enamoraste de Miguel?”, y ella pasa absolutamente por todas las emociones posibles. Empieza diciendo “pues porque era no sé qué”, y finge estar rodeando a Miguel cuando era joven. Luego se pone trágica: “Pero fíjate, todo lo que me ha pasado, he perdido a mis hermanas…”. Y luego juega: “Pero bueno, qué le voy a hacer, a mí lo que me hubiera gustado es ser una princesa”. Que es como… ¿me estás vacilando? (Ríe) Y sí. Creo que sí. Me vacila. Eso lo hace en minuto y medio. Tú tratas de escribir un personaje así y no te sale. Le darían un Oscar. Y ella siempre interpreta un poco… ella es teatral… pero es su vida y su forma de sentir directamente. No hay nada que me resulte más artístico que esa forma de vivir y ese encontrar una forma interesante de hablar de ti mismo.
En la película asaltan momentos de realismo mágico, un poco rollo Erice. Con sobriedad… pero asaltan. Como cuando María cuenta que ha metido el nombre de su exmarido en la nevera para que no vuelva a verla jamás… y se cumple.
Pues mira, yo era un completo descreído.
¿Eras ateo pero ahora crees?
(Ríe) Literalmente es eso. Yo he cambiado de pensar desde el día en que conocí a Yerai y a su familia, por eso la película empieza así, con los astros alineándose: ver eso para mí tenía un significado. Cuando le he ido conociendo todo ha ido encajando. No creo en nada más que en la magia de María. Eso antes no estaba en mí. Yo nunca he estado vinculado a algo esotérico, mi música no tiene nada de ensoñación ni de espiritual…
Pero sí tiene grandes simbolismos. Pienso en Guille Asesino.
Sí, totalmente, el simbolismo sí. Para mí ha sido fácil trabajar con imágenes que tenían que ver con la magia, aunque no sea yo muy mágico, porque todo es puro simbolismo. Yo creo en el símbolo y creo en las metáforas, pero también creo ahora en la relación que tiene esta familia con el 13. Y creo que lo que hace María para que su vida le vaya mejor le funciona. Estoy seguro de que funciona.
El flamenco, como el amor, como el dolor, siempre va de lo inexacto.
Sí: mi vida es lo inexacto, todo es pura emoción. No trabajo con material científico. Creo en la sensibilidad y en la subjetividad. Una de las cosas que más me ha sorprendido de mí mismo es que haya momentos en la película medio oníricos, medio de realismo mágico: pensé que eso no formaba parte de mí.
¿Hablamos del misterio?
Por favor. Sobre el misterio te diría millones de cosas. El flamenco es misterioso… y el misterio está en peligro de extinción. No vivimos en una sociedad que esté interesada en el misterio. Estamos interesados en la desnudez y en la absoluta transparencia de todo, ¿no? Pienso en que antes unas personas iban a un espectáculo y hablaban de ese espectáculo y de esa conversación podía surgir un mito. Pero ahora hay todo tipos de documentos que te verifican cuántas personas hubo, qué canciones se cantaron. Está aquí grabado y además del vídeo hay un reportaje documental. La vida ya no tiene lugares ocultos en los que hubieras deseado estar… de esto de “y si no estabas, te lo has perdido”.
"Los artistas que están preocupados porque la IA les arrebate la creatividad no creen en el misterio: creen que el arte es un cálculo al que se puede llegar"
Eso pasa con los toros. Es el único espectáculo que realmente es irrepetible porque involucra a algo vivo.
No nos gusta el misterio. Nos gusta que las cosas estén aclaradas y que pasen como por la legislación. A mí lo que más me interesa del mundo es el misterio. La gente está súper preocupada porque la Inteligencia Artificial les va a arrebatar la creatividad, no tanto los puestos de trabajo, que eso entiendo que se defienda de una forma más beligerante… pero los artistas que están preocupados porque la inteligencia artificial les quite la creatividad es porque no creen en el misterio, porque creen que todo es un cálculo al que se puede llegar. No creen que exista un misterio o algo más allá, o algo no revelado… y yo creo que el arte va justamente de algo parecido a eso.
¿Dónde encuentras tú el misterio?
En todo lo que tenga que ver con mitología y con emoción. Un gran artista, una gran obra, un momento de inspiración, todo tiene que ver con el misterio. Los flamencos lo hacen muy bien, que es rollo “tenías que haber estado, porque esa noche, cuando cantó no sé quién… ese momento fue único, fue irrepetible y fue perfecto”. Cuanto menos hay de eso, más hay de cálculo y de hacer la canción perfecta. No importa hacer la canción perfecta, no va de eso, va de un gran misterio.
Es el rito, el mito, el símbolo, el sueño.
Sí. Lo que no se puede repetir nunca más es lo más mágico, es lo que se puede y debe venerar. La magia ha desaparecido por completo, esa leyenda sobre un artista, eso que se contaban unos a otros sobre lo que había hecho un día que tú no habías estado… ya no le permitimos al mundo que sea así. Yo aún tengo esa visión de la vida. Y quiero una película que merezca la pena, y una canción que merezca la pena, y una obra que merezca la pena. Luego hay otra parte del misterio, en esta película, que tiene que ver con el secreto… y a la vez con el reflejo de cómo han vivido la vida esas personas. Ese secreto también genera cierta confusión, pero eso está hecho intencionalmente.
Fue el proceso con el que se hizo la película, nosotros también íbamos descubriendo las cosas así… poco a poco, revelándolas progresivamente, había muchos temas no resueltos, muchos temas sin terminar de hablar. Me gusta que el espectador pase por esos viajes. Mis amigos más calculadores me han dicho “está muy bien, pero hay un par de momentos en los que no se entiende bien esto”… pero si quito esa confusión, para mí, la película es mucho menos interesante. Yo quería ese prisma del misterio.
¿Cuánto de lo que somos tiene directamente que ver con nuestros padres? ¿Cuánto tienes tú de tu madre y de tu padre? ¿Crees que es verdad eso que dicen de que la mitad de nuestra vida nos la joden nuestros padres y la segunda mitad nuestros hijos?
(Ríe). Yo creo que la pregunta debería ser qué parte de nosotros depende únicamente de nosotros, ¿no? Es muy poca. Yo creo que todos formamos parte de algo más grande y que nuestra aportación a nuestra propia vida es muy, muy pequeña, en un mundo de infinitas posibilidades. Es muy poco lo que depende de ti. Eso lo pensé desde la música, luego traspasé ese pensamiento, en general, al mundo del arte, y luego al de la vida cotidiana. Tu vida diaria, lo que eres físicamente, todas las cosas que te han pasado… depende mucho del tiempo y del momento que hayas vivido, y del impacto que haya tenido la cultura en ti, y de tu madre y de tu padre, pero no sólo de ellos, sino de toda una línea de personas, de culturas, de tierras…
Es un poco aterrador, ¿no?
No te creas, a mí me reconforta.
Bueno, te libra de culpa. Es como “que me quiten lo bailao’”, ¿no?
Es más bien “estamos aquí todos juntos en esto, somos parte de lo mismo, estamos bien”. No hay una soledad del artista maldito y bohemio, eso es una gilipollez.
¿Tú te reconoces alguna particularidad, alguna manía o extravagancia?
No lo sé. O sea, yo creo que mis padres se han hecho una serie de preguntas. Y yo me he hecho todas esas mismas preguntas y dos o tres las he contestado distinto. Mi padre ya era un poco bohemio, pero nunca ha producido nada, nunca ha escrito, pero le gustaba todo eso. Mi madre es una persona súper familiar, con una familia muy grande y la idea de que la familia es lo más importante… y yo también tengo eso.
Tienes un poco de mamitis, ¿no?
¿Eso es que necesito a mi madre mucho?
Bueno, que se nota que está muy presente en tu vida.
Sí, lo está, lo está muchísimo, y su madre estaba muy presente en la suya. Una vez más, creo que hay muy pocas cosas que sean solo particularmente mías.
Yerai es una versión sensible, observadora y dulcificada de los dos nervios arrolladores que son sus padres. Él está tocado por la varita, pero tiene una mirada mucho menos rocambolesca. ¿Cómo te explicas esta mezcolanza?
Esa es justo una de las cosas que más me flipó cuando les conocí, dije “pero dios, de dónde ha sacado todo esto”. ¿Cómo puede ser una persona como tan interesada en el mundo ortodoxo del flamenco y cómo puede sentir a la vez esa curiosidad brutal para salir fuera de eso? Es muy guay. Y es muy curiosa su personalidad. Si él te va contando su vida, vas encontrando a gente que le ha ayudados como sus padrinos, por ejemplo, que no salen en la peli y que le han dado una segunda educación o por lo menos le han enseñado cosas que no estaban en sus ida normalmente. Y luego Tania, que sí sale mucho en la peli, que es un contrapunto importante. Siempre me he preguntado de dónde saca esas herramientas para tener esa sensibilidad y esa manera de mirar el mundo…
"Es muy poca la parte de nosotros mismos que depende únicamente de nosotros: nuestra aportación a nuestra propia vida es muy pequeña en un mundo de infinitas posibilidades”
Da cierta paz. A mí, cuando habla, me pacifica.
Total, parece que hubiera hecho terapia durante toda su vida y realmente no, a él le sale natural.
¿Qué es el talento? ¿Cómo lo distingues? Hay una frase de Truman Capote que cita Almodóvar en ‘Todo sobre mi madre’ y que dice “cuando dios le da a uno un don, le entrega también un látigo, y ese látigo es para autoflagelarse”. Me gusta mucho. ¿Qué me dices de eso?
Yo creo que el talento no es algo tan poco común como a veces pensamos, ¿eh? Lo que es poco común es tener el talento y el látigo, o sea, el hacerte sangre por tu propio talento. Eso significa que lo estás exprimiendo. Pero hay que estar un poco loco y un poco obsesionado, y hay que dedicar mucho tiempo para producir cosas y para ser, no sé, el mejor delantero centro del mundo, o para hacer una película. Sólo terminar una película ya es una locura. Para escribir canciones, para tocar la guitarra… para todo, para todo lo que te mate y por lo que te mueras.
No da tiempo a tener amigos y talento al mismo tiempo, ¿no? A veces queremos querer, queremos estar con los nuestros… y queremos crear. ¿Cómo vamos a repartir en 24 horas el amor y la obsesión por la propia creación?
(Ríe) Yo creo que se puede hacer todo.
Si no duermes.
Lo que no es posible es producir al nivel que se nos exige. A lo mejor haciendo menos… en menos tiempo. Pero claro, si produces a ese ritmo no puedes vivir de ello, parece que hay que hacerlo todo muy rápido y es difícil. A mí me pasa que cuando estoy muy concentrado en el trabajo eso me obsesiona, y trabajar con las emociones varía la forma en la que te relacionas con la gente. Es complicado, pero en general se puede. Se puede crear y tener una vida.
"El talento es más común de lo que pensamos: lo difícil es tener talento y látigo para hacerte un poco de sangre con él, estar un poco loco y obsesionado, exprimirlo"
¿Todo el mundo tiene un dolor? ¿Dentro de todos hay una cosa no resuelta?
Sí. No creo que sea una, porque eso da la sensación de que era esa y llega un día en el que te la quitas y ya todo está bien…
Eso es el psicoanálisis. Si descubres el origen de tu dolor, se resolverá.
Eso es mentira, ya te digo yo que eso no funciona así. Hay que aceptar que buena parte de nosotros es dolor y sufrimiento y eso no quiere decir que tengamos que sufrir todo el rato, pero sí que erradicar el sufrimiento es imposible, es una parte esencial de los seres vivos.
Esa es también nuestra cultura cristiana. El camino de la pasión y la muerte.
Yo no estoy de acuerdo con sentirse culpable y con autoflagelarse, yo creo que a la vida venimos a pasárnoslo bien y a disfrutar, pero sé que ese goce exige una parte de dolor y sufrimiento.
Se paga un tributo.
Sí. Las cosas no están mal ni bien, simplemente tienen que estar ahí. Para mí sería imposible la creación sin una parte de sufrimiento y dolor, y la quiero muchísimo, pero sé que me va a conllevar un montón de cosas… y que hay que pasar por trámites. Esta película es eso: queremos hacer algo precioso con la familia, queremos también que la película impacte positivamente en sus vidas particulares, pero para pasar por todo eso hay que pasar por el dolor.
¿Cómo tratas tú los estigmas que existen en los otros? No es un documental nada buenista, te podías haber quedado en un plano mucho más cómodo, pero de repente el padre confiesa trapicheos de drogas y los chavales gitanos hablan de su propio machismo. Hay temas espinosos. Te decidiste a no dar sólo la versión angelical de una familia encantadora, sino también su reflejo chungo.
Eso me interesa mucho. No me gusta tener una visión moralizante del mundo. Yo soy capaz de querer a mucha gente que no es buena al 100%. De hecho, no creo que nadie sea bueno al 100%.
"Yo quiero a gente que me resulta fascinante y sé que hacen cosas que no están bien: la vida es así, uno quiere a alguien con todo lo que lleva"
¿Y tú, eres bueno?
Yo sí, pero al 100% no. Pero hasta el mayor asesino loco del mundo te puede decir que cree que él es bueno, ¿sabes? La gente tiene sus razones. Y yo creo que se puede amar a la gente con sus errores y que, de hecho, estamos en la obligación de querer a la gente así, y hay gente a la que yo quiero y que me resulta fascinante y sé que hacen cosas que no están bien. Esto me encanta porque quiero que la gente acabe la película diciendo “es que les quiero”. Así se acepta que la vida es así. Y yo te quiero con todo lo que llevas.
Sucede en la autoficción. Si no quedas un poco mal, es una mierda de obra. Habrá que diferenciar la publicidad del arte.
Pero también hay un truco sobre eso. Se enseñan cosas, pero no exactamente lo malo. Pero si se enseña algo malo de alguien, ese alguien es malísimo. Hay una burla de la vulnerabilidad, que es la palabra de éxito dentro de la crítica artística, ¿no? Es un poco ya engañosa porque todo el mundo la está esperando. Hay que contar cosas por las que te plantearías dejar de ser amigo de alguien. Esas son las cosas que comienzan a ser interesantes para exhibir en tu obra. El resto es publicidad.