Laila Rattab tiene los ojos redondos como aceitunas. Lleva sandalias de plataforma, pantalones, blusa, mochila y, sí, hijab. Comenzó a llevarlo con 17 años, tras estudiar el Corán y leer a intelectuales árabes con los que vio reforzadas sus convicciones. Dice que el primer día que salió a la calle cubierta sintió vergüenza: el conductor del autobús que la llevaba al instituto la había conocido sin velo, hasta que un día apareció con él. Pero no le dijo nada. "Creo que lo que peor llevé fue que había gente por la calle que me llamaba 'señora'. Me decían: '¿Me deja pasar, señora?'. Como que asociaban el velo a una mujer mayor. Y yo pensaba: '¡Pero cómo que señora! Si tengo 17 años!'.
Laila, de 31 años, nació en Madrid; sus padres —una maestra y un pintor marroquíes— llegaron a la capital hace 45 años buscando mejorar su situación económica. "Ellos nunca me han inculcado el islam. Es cierto que yo siempre he ido a un colegio iraquí fundado por Sadam Husein en 1972, que ya no existe. Pero mi madre, por ejemplo, no usó velo hasta los 45. Se lo puso porque a mi padre le dio una descarga eléctrica trabajando, estuvo muy mal, y ella lo hizo como promesa. Como las católicas que prometen algo a la Virgen si un ser querido mejora".
Ella estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, y ha trabajado en Córdoba TV y en agencias de comunicación. Ahora está casada y tiene una niña de 3 años y un niño de 1 año. "Ahora estoy con ellos en casa, pero en cuanto empiecen el colegio quiero volver a trabajar", dice. Y añade: "En alguna entrevista me han dicho: 'Si te quitas el velo, el puesto es tuyo'".
Laila es una de las muchas mujeres que usa burkini. Lo hace porque quiere. Porque considera que cubrirse es un precepto islámico que cada musulmana debe seguir si así lo considera. "Cuando no tenía un burkini me metía en el agua con ropa. El año pasado supe de la existencia de esta prenda y la compré por internet. Es casi una cuestión práctica: se seca mucho antes que la ropa normal. Eso sí, la capucha no me la pongo, porque la tela se pega a la cabeza y parezco una ninja, no me gusta. Me pongo un velo normal".
Criada en Vallecas "como Pablo Iglesias o la Pedroche", Laila tiene un discurso combativo y místico. Alude a la espiritualidad para explicar por qué se cubre tanto por la calle como en la playa. "El islam es una experiencia personal. El Corán dice que tanto mujeres como hombres deben vestir recatados. Y el profeta dijo [mandato conocido como hadiz] que a nosotras solo se nos puede ver la cara y las manos. Entiendo que haya quienes no estén de acuerdo con eso, pero a mí sí me convence y quiero hacerlo. No me molesta ni me resulta pesado ponerme el velo. De verdad, dentro de la ropa no me siento oprimida. Si así fuese, no lo llevaría. De hecho, tengo una amiga musulmana que no quiere llevarlo y no es menos musulmana por ello".
—¿Cree que hay partes del Corán que han sido malinterpretadas aposta para someter a la mujer?
—Sí. Está claro que a un machista musulmán le encanta ver que la mujer se cubre. Y cuanto más, mejor. Y si puede ser la cara, mejor. Pero eso no imposibilita que la mujer también tenga un criterio propio y que muchas lo entiendan como una experiencia religiosa personal. Que diga: "Yo quiero ir con velo, me da igual que a un machista musulmán le parezca bien o no".
Francia y el burkini
El cuerpo de la mujer, especialmente el de las musulmanas, se ha convertido en un campo de batalla. Sobre todo ajeno. Una decena de municipios galos han prohibido el uso del burkini en sus playas. La vestimenta que emplean ha trascendido al debate público y se emplea como arma política. Es lo que más molesta a Laila: "Estoy hasta las narices de que nos juzguen. Todo el rato hablan de nosotras, de cómo vestimos. Supongo que habrá gente que de corazón piensa: 'Pobrecitas'. Que de verdad piensan que estamos oprimidas. Y no digo que no haya opresión en el mundo islámico, pero si hablas con mujeres musulmanas verás que muchas lo hacen porque ellas lo han decidido. Ni siquiera acabo de entender bien la polémica: ¿por qué cubrirse por la calle sí y en la playa no? ¿Y si simplemente me pongo una camiseta de manga larga y unos pantalones...? ¿Me dejarían, no? ¿Y cuál es la diferencia con el burkini? Si lo prohíbes solo vas a conseguir que esas mujeres ni siquiera vayan a la playa. Como hacían antes: se quedaban en la orilla, se metían al agua con la ropa o ni siquiera iban. Cuando yo he llevado burkini en la playa no me ha parecido que a nadie le haya llamado la atención".
—Muchos supuestos hadices del profeta son inventados y eso se traduce en facciones del islam que defienden cosas contrarias a los derechos humanos.
—Sí, ha habido mucha manipulación, sobre todo con el tema de la mujer. Hay quienes para mantener a la mujer en casa se han inventado que el profeta dijo: "No enseñéis escritura ni lectura a las mujeres". Y durante muchísimo tiempo no escolarizaban a las niñas por eso.
Laila dice no estar de acuerdo con aquellas que se cubren también la cara. "Me parece una exageración. Si te tapas la cara es como si te aislaras, como las monjas de clausura, es lo mismo. Te clausuras. Supongo que la cultura de aquí me ha influido, pero muchas mujeres de países árabes piensan como yo e incluso me dan mil vueltas. En Irán, por ejemplo, es una obligación y eso no me parece bien".
"No llevo velo por un hombre"
Tras una hora de conversación, Laila se dirige a casa mientras relata que cuando hay un ataque terrorista no sale de casa durante dos días. "Hay mucha tensión en el ambiente y me da cosa. Por la calle me han llegado a escupir y me han llamado 'asesina'. No recientemente, pero sí antes". El odio, como el fuego, es algo que se propaga rápido. "Tengo una amiga de Madrid que con el tema de los atentados y tal se ha quitado el velo. Ella lo pasa muy mal cuando sale a la calle, la insultan y sienten que la miran, y no lo puede aguantar".
Ya en el portal, reconoce el llanto de su hija Mariam, que se oye desde el tercer piso. "Mi marido está con ella. Mira, esa es otra cosa que me molesta, cuando dan por hecho que un padre o un marido te obliga a llevar velo. Si yo lo llevase porque me lo ha dicho un hombre no tendría ningún mérito ante Dios, porque entonces no lo haría por Dios, sino por mi marido o por quien sea".