La mañana del 9 de noviembre de 2006, Isaac Martínez se disponía a salir del parking de su casa con su Volkswagen Touran. Eran las 7 de la mañana, hacía frío en el barrio de Cappont (Lleida) y una densa neblina dominaba el ambiente. Tal vez por eso a nadie le extrañó que en la puerta del garaje se hubiese apostado un hombre con pasamontañas y chaleco reflectante. Cuando Isaac subió la rampa, el desconocido le estaba esperando. Desenfundó una pistola y le vació el cargador entre la espalda y la cara. Le descerrajó seis tiros que le quitaron la vida en el acto. El criminal huyó a pie y nadie consiguió darle alcance. Isaac, de 26 años, dejaba esposa (llevaba un año casado) y un hijo de 4 meses.

Se van a cumplir diez años de aquella fatídica mañana y no hay nadie en la cárcel por ese crimen. Fernando, el padre de Isaac, se encarga de que este suceso no caiga en el olvido. Todas las mañanas coge su furgoneta blanca, llena de flores y fotos de Isaac, y se marcha a trabajar. En las lunas laterales, un cartel: “Ofrezco 20.000 euros a la persona que delate al asesino de Isaac Martínez”.

Los padres de Isaac muestran una foto de su hijo asesinado en 2006. David L. Frías

“Al principio dábamos 10.000 euros de recompensa”, recuerda Fernando, “pero en vista de que no obteníamos resultados, optamos por doblar la cantidad. Si es una cuestión de dinero, ahí está el nuestro: 20.000 por una pista concluyente”. Lo único que precisa la familia es esa prueba que incrimine de forma concluyente al autor material de los disparos. No esperan sorpresas, porque ellos tienen bastante claro quién mató a Isaac.

“No está pagando por ese crimen, pero tenemos muy claro que el asesino de mi hijo es Jordi Rueda”. Se trata de la única persona que entró en prisión por la muerte de Isaac. 6 meses pasó entre rejas, hasta que el juez determinó que los tres informes de la policía científica no ofrecían pruebas concluyentes. “Ya se sabe: In dubio pro reo. En caso de duda, no se puede condenar a una persona. Tiene que estar muy claro. Y en este crimen, al asesino le salieron bien las cosas”, resume el abogado de la familia, Pau Simarro.

CONFLICTOS FAMILIARES

Pero, ¿quién es Jordi Rueda y por qué querría matar a Isaac? La madre del asesinado rememora los hechos con precisión. “Yo tengo otro hijo que se llama Raúl, que se separó de su mujer (Soraya) y consiguió arrebatarle la custodia de una hija que tienen en común. Durante todo aquel proceso, mi hijo Isaac se involucró mucho para ayudar a su hermano. Hizo falta contratar a detectives y recabar pruebas del estilo de vida que llevaba la exmujer de su hermano. Isaac se implicó al máximo en aquella causa”.

Después de que el magistrado le concediese la custodia a Raúl, empezaron los problemas. La familia del fallecido sostiene que ella, indignada por haber perdido a la pequeña, “empezó a inflarle la cabeza a Jordi Rueda, su nuevo novio tras separarse de mi hijo. Le decía que la culpa de haber perdido a la pequeña no la tenía Raúl, sino su hermano, Isaac”.

Varios incidentes le siguieron a aquellos acontecimientos, aunque los protagonistas no llegaron a las manos en ningún caso. Jordi aparecía por casa de los Martínez para pasar a recoger a la hija de Raúl y llevársela con su madre Soraya. Siempre se registraban momentos de tensión. “La última discusión fuerte la tuvimos por unas zapatillas de la niña”, recuerda la madre del asesinado. “Aquí le poníamos unas zapatillas y nunca nos las devolvían. Un día decidí hacer lo mismo con el calzado que le había puesto su madre y Jordi Rueda se puso como loco. Me empezó a gritar desde la puerta. Isaac salió por la ventana a decirle que dejase de meterse conmigo”.

DENUNCIA RETIRADA

Tras el incidente, Soraya y Jordi decidieron denunciar a Isaac por amenazas, pero al final, la denuncia no prosperó y ellos mismos optaron por retirarla. “Pero creemos que ahí empezaron a planear todo el crimen”, aseguran los padres de Isaac. Se basan en el testimonio de un funcionario de prisiones que vivía en el bloque contiguo al de Isaac y que, tras el crimen, y después de ver la imagen de Jordi Rueda en las noticias, decidió ir voluntariamente a declarar ante los Mossos d'Esquadra. “Declaró que unos días antes del asesinato había visto a Jordi Rueda en su portal, rebuscando entre los buzones. Le preguntó qué hacía allí y Jordi reconoció que estaba buscando el domicilio de Isaac. Ya lo estaban buscando”, lamenta Conchi, la madre de Isaac.

Fernando, padre de Isaac, también recuerda que “unos días antes de que lo matasen, Isaac me confesó que se había enterado de que Jordi Rueda se había comprado una pistola. Pero no le hice mucho caso a aquello. Nunca le pregunté quién se lo había dicho. Hubiese sido importante para saber quién estaba al caso de lo que estaban preparando”. Jamás sabrán si esa es la misma pistola de fabricación suiza de marca Glock, de 9 milímetros y muy usada por las fuerzas de seguridad, que mató a su hijo.

SEIS TIROS A BOCAJARRO

El 9 de noviembre, Isaac salía de su parking y se disponía a ir a la fábrica de palas de excavadora donde trabajaba. En una esquina de la puerta del garaje estaba apostado el asesino. Parapetado tras un pasamontañas y un chaleco reflectante, esperó a que el Volkswagen de Isaac acabase de subir la rampa. Cuando atravesó la acera, el asesino le disparó desde detrás del coche. La bala impactó en la luna trasera justo cuando el vehículo bajaba el bordillo, por lo que erró el tiro. En el segundo no falló y le atravesó el tórax. Con el coche ya inmovilizado, se acercó a la ventanilla del conductor y le vació el cargador en la cara. Cuatro tiros que lo mataron en el acto. Asesinado Isaac, el pistolero echó a correr.

“No era un profesional, eso seguro”, confirma el abogado de Isaac, argumentándolo de la siguiente manera. “Un sicario hace un trabajo más limpio. No dispara por detrás. No se está más de diez segundos. Le espera en la acera y le dispara por la ventanilla. Luego alguien le espera con un coche o una moto y huye. El asesino de Isaac no hizo nada de eso. Actuó torpemente. Tuvo suerte de que no rondasen por la escena del crimen ningún agente de la policía en aquel momento”.

NADIE LO RECONOCIÓ

Consumado el crimen, el asesino huyó a la carrera. Frente al lugar de los hechos estaban construyendo un concesionario de Citroen. Dos de los trabajadores que se encontraban en el lugar se dieron cuenta del suceso y uno de ellos echó a correr tras el criminal. A mitad del camino se arrepintió porque pensó que, al ir armado, podría disparar contra él también. Le dejó marchar.

La escena del crimen fue la puerta del garaje donde Isaac guardaba su coche. David L. Frías

El hecho de ir ataviado con pasamontañas y chaleco reflectando resultó una buena idea para evitar que le identificasen. Ninguno de los testigos presenciales recuerda prácticamente nada del asesino: sólo que llevaba un llamativo chaleco amarillo.

“La otra de las características en la que coinciden los testigos presenciales es que el tipo que disparó tenía una leve cojera de una pierna. Eso coincide con la descripción de Jordi Rueda, que tuvo un accidente de tráfico unos años antes y acusaba una lesión en una pierna”, confirma la familia de Isaac.

REGISTROS DE LLAMADAS BORRADOS

El juez decretó el secreto sumarial. Aquello, según el abogado, “lo complicó todo". "Tardaron seis meses en levantarlo. Cuando yo tuve acceso a la documentación, vi que Jordi Rueda había llamado al bar de su padre unos minutos antes del asesinato. Enseguida pedí que hiciesen una triangulación de las llamadas de su teléfono, pero ya era tarde”, explica el abogado de la familia. Por triangulación se refiere a consultar a las compañías telefónicas para que ubiquen el emplazamiento exacto desde el que habían efectuado las llamadas. “Si hubiésemos podido demostrar que él hizo esa llamada desde el lugar de los hechos, a 6 kilómetros de su residencia habitual, el juez le podía haber pedido explicaciones sobre qué estaba haciendo allí esas horas”. El problema estribó en que las compañías telefónicas sólo guardan esos datos durante tres meses. El registro se había perdido para siempre.

No obstante, los Mossos d'Esquadra detuvieron a Rueda. Tras hacerle declarar, tomaron muestras de los restos químicos hallados en sus manos y en su ropa. Lo sometieron a un análisis y concluyeron que había efectuado un disparo, porque hallaron restos de plomo, bario y antimonio. “Son tres compuestos químicos que aparecen juntos cuando se efectúa un disparo”, aclara el abogado. En un principio no había dudas y Rueda fue a la cárcel.

LA TERCERA PRUEBA QUÍMICA, DECISIVA

Seis meses pasó en prisión, hasta que la defensa solicitó una segunda prueba química, de la que se encargó la Policía Nacional. La decepción de la familia llegó al obtener los resultados: “Rueda, cuyo padre es Guardia Civil, esgrimió que los restos químicos en su ropa y sus manos habían aparecido porque le había cambiado la batería al coche el día de antes”. Entre el nuevo análisis químico y la coartada, Rueda fue puesto en libertad por falta de pruebas.

La familia de Isaac pidió un tercer análisis; el del desempate. Le fue encargado a la Guardia Civil, que elaboró un informe contradictorio. “Confirmaron que los restos químicos se debían a un disparo, pero también concluyeron que el fulminante (una pieza de la bala) no coincidía con lo que habían detectado en los análisis. Es decir, que había pegado tiros, pero que no lo había hecho supuestamente con el arma homicida”.

Isaac se casó un año antes de ser asesinado y dejó un hijo de 4 meses. David L. Frías

Después de la tercera prueba, Rueda quedó exculpado y en libertad sin cargos. La defensa de Isaac pidió el sobreseimiento provisional del caso para, en un futuro, poder reabrirlo “cuando la ciencia haya avanzado lo suficiente y sea capaz de determinar de forma concluyente que los restos químicos de la ropa de Rueda se deben a que disparó contra mi hijo”, relata Fernando.

Tras decidir ofrecer recompensa, recibieron un par de llamadas y cartas anónimas que dieron pistas falsas: “Un manuscrito nos decía que el culpable era el dueño de un concesionario de coches de Fraga (Huesca). La policía investigó, pero aquel hombre no estaba ni relacionado con el caso”, explica Conchi. También recurrieron a amigos, a vecinos, a videntes… “Sé que es un camelo, pero al final te aferras a cualquier cosa” dice la madre.

LA LLAMADA ANÓNIMA

Hace un par de años, en el bar de un conocido de Raúl (hermano de Isaac) recibieron una llamada anónima que aseguraba que el arma utilizada para el crimen había sido usada previamente en otros asesinatos. Los Mossos d'Esquadra estuvieron investigando, pero no hallaron ninguna prueba concluyente que permitiese volver a desarchivar el caso.

Por su parte, la identificación de la pistola como una Glock 9 milímetros (la más usada por las fuerzas de seguridad) dio lugar a un titánico proceso de rastreo de armas. Los agentes de las fuerzas de seguridad de la provincia ofrecieron sus pistolas para que se cotejase si los disparos se habían realizado con una de ellas. El resultado fue negativo. 

Desde entonces, la familia no ha cejado en su empeño de conseguir esa prueba concluyente que les permita volver a los tribunales. "Sabemos quién es el asesino de nuestro hijo. Damos 20.000 euros de recompensa a quien nos traiga una prueba concluyente. Una confesión de un testigo, un testimonio directo. O en todo caso, un análisis químico certero".

Isaac besa a su madre en una foto tomada un par de años antes de su asesinato David L. Frías

Sobre esto, familia y abogado reconocen que "al enterarse del caso, se puso encontacto con nosotros una empresa que aseguraba que ellos podían realizar ese análisis concluyente. A medida que fuimos hablando con ellos, nos dimos cuenta de que de química sabían más bien poco, que entregarle las pruebas iba a ser destruirlas y que lo que querían era sacarnos el dinero".

NUNCA SE OLVIDA

"Que te maten a un hijo es algo que no se olvida jamás. Cada día de nuestra vida pensamos en el tema. Es muy duro", reconoce su madre. El padre de Isaac, por su parte, prefiere "no contarte qué sentimientos tengo hacia el asesino. Alguna vez nos hemos cruzado por Lleida y encima se ha paseado delante de nosotros, pavoneándose", asegura. 

Por su parte, Raúl, el hermano del fallecido, sigue teniendo la custodia de su hija que, paradójicamente, tiene dos hermanas que son hijas de Rueda, la persona que pasó 6 meses en prisión acusado del crimen. "Rueda ya no es pareja de Soraya, pero tuvieron dos hijas en común. Nuestra nieta tiene ya 14 años, es muy madura y no tiene problemas al respecto", cuentan en casa. Respecto al hijo de Isaac, ya ha cumplido 10 años. "Le explicamos con tacto lo que pasó con su padre. Un día nos preguntó qué significa ese cartel que lleva su abuelo colgado en la furgoneta. Le contamos que ofrecíamos 20.000 euros por una prueba y él se limitó a responder que eso era demasiado dinero". 

De momento, la familia sigue teniendo esperanzas, aunque cada vez menos. Se reducen a un hipotético análisis químico de las prendas de ropa, que siguen bajo custodia policial. Ellos siguen con su cruzada particular. Los vecinos preguntan y se interesan por el caso, pero el apoyo ciudadano ha sido menor del esperado. "Hemos montado un par de concentraciones durante estos años, pero acudió muy poca gente. En una de ellas empezó a llover y nos quedamos cuatro solos", lamentan los padres, mirándose con tristeza. 

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