La desaparición de Diana Quer en A Pobra do Caramiñal (A Coruña), la violación de una chica madrileña durante los Sanfermines presuntamente a manos del 'Prenda' y sus amigos, o el descuartizamiento de la familia brasileña en Pioz (Guadalajara). Desde hace meses, estos trágicos sucesos rellenan las páginas de los diarios de todo el país, copan cientos de horas de televisión y se cuelan entre los artículos más leídos de los medios digitales.
El ser humano siente una extraña atracción por estos horrores que se encuentra a medio camino entre la fascinación y el pavor. Nuestra propia naturaleza hace que nos mantengamos pegados a la televisión o que no podamos dejar de hacer click en cada nuevo artículo, donde se ahonda en detalles escabrosos o se aportan nuevos datos sobre estos crímenes. ¿Por qué?
Sí: el morbo, la "atracción hacia cosas desagradables", tal y como lo define la RAE, es la principal razón que nos lleva a consumir cantidades ingentes de información sobre asesinatos, desapariciones o violaciones. En nuestro país ya ocurría con programas como 'Quién sabe dónde', con el insigne Paco Lobatón al frente, o con semanarios como 'El Caso', que llegó a tener una tirada de 100.000 ejemplares en su época y narró durante un buen periodo de tiempo algunas de las páginas más trágicas de nuestra historia con buenas dosis de amarillismo.
Fascinación por lo prohibido
Pero, ni mucho menos, es el único elemento. "En realidad, la fascinación por los sucesos tiene mucho que ver con la forma de construir qué es noticia. Ya sabes, si un perro muerde a un hombre, no es noticia, pero si es el hombre el que muerde al perro...", explica Guillermo Fouce, doctor en Psicología y profesor de la Universidad Complutense de Madrid. "Estamos saturados de información, así que para que algo nos llame la atención tiene que ir al extremo", añade.
Esa búsqueda por el más todavía, por los extremos del horror, entronca directamente con otra parte de la naturaleza humana: la atracción por experimentar sensaciones a las que habitualmente no se tendría acceso a través de otros. La fascinación por lo prohibido o lo extraño, que actúa como un perfecto cebo. "Se sabe que los villanos tienen más recorrido que los héroes, llaman más la atención. Ambos son necesarios, el bien y el mal, pero el villano resulta siempre más atractivo", comenta Fouce.
De hecho, en numerosas ocasiones los superhéroes se convierten en seres malvados. Ocurre, por ejemplo, con Spiderman o con Hulk, que protagonizan momentos en sus respectivas tramas en las que llegan a transformarse en sujetos perversos. "Un héroe, una persona que pretende hacer el bien, es algo normal. En cambio, el que realmente nos atrae es el villano debido a su capacidad para transgredir las normas".
La industria cinematográfica
No es de extrañar, por tanto, que la industria del cine se haya inspirado en algunos de los criminales más famosos de todos los tiempos para crear películas y series de éxito. Ocurrió con Charles Manson, el famoso asesino en serie norteamericano, o con Jack 'El Destripador', que estrangulaba y degollaba a sus víctimas para después extraer sus vísceras. Ahora sucede también con Narcos, la serie de Netflix que narra la historia de Pablo Escobar y el cártel de Medellín.
A nadie se le escapa a estas alturas que el capo de la droga fue el principal responsable de cientos de asesinatos que organizó gracias a una red de sicarios que tenía a su cargo. Sin embargo, su figura parece haberse mitificado. La cara de Wagner Moura ha pasado a empapelar las habitaciones de miles de personas por la interpretación de este criminal en la serie. A veces, incluso, nos sorprendemos utilizando insultos como "malparío" o "jueputa" y llegando a zanjar algunas conversaciones con eso de "¿plata o plomo?".
"Con adolescentes puede llegar a ser preocupante porque no se terminan de diferenciar los efectos de la violencia", comenta Fouce. "La guerra se presenta como algo inocuo, que no genera daño y no llegamos a discernir bien entre efectos y consecuencias de algunos actos representados en la ficción". Así, los estudios de Criminología viven desde hace años un 'boom' en países como México, donde el narcotráfico campa a sus anchas y el 'Chapo' Guzmán llega a inspirar narcocorridos. El auge de las series norteamericanas sobre homicidios y la presencia habitual del crimen en las calles se encuentran entre las causas.
"Dicen que..."
Muchos de los grandes mitos de nuestra Historia se han forjado a base de rumores. La necesidad de resolver un misterio, cubrir informaciones que no tenemos con cosas que imaginamos o con elucubraciones de lo más rocambolescas tiene en los sucesos su máximo exponente. "Cuando nos falta información sobre algún fenómeno que nos interesa, tendemos a rellenarlo como sea. A veces con la fábula y otras con la realidad".
"En el caso de Diana Quer, por ejemplo, tiene que ver con quién le pone primero el cascabel al gato". Según Fouce, las hipótesis son muchas, están abiertas, pero la realidad es que apenas hay información nueva. En ese ir y venir entre rumores, dimes y diretes, el ser humano escarba en elementos periféricos, en anécdotas, y los convierte en cuestiones centrales que alimentan su sed.
Una sed que nos lleva a trasladarnos hasta el lado más oscuro de nuestro ser desde nuestro sillón, sin correr ningún tipo de riesgo, llegando explorar la vertiente más perversa del hombre como el que observa una obra desde la valla. La fascinación por el mal. La perversión del ser humano (desde la distancia).
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