Este lunes, David Leo García, poeta malagueño, conseguía con solo 27 años llevarse el mayor bote de la historia del programa Pasapalabra, la friolera de 1.866.000 euros. Es prudente, pero adelanta que algunas editoriales ya han contactado con él para editar su poemario.
No es el único. Estas pequeñas enciclopedias de la tele asimilan la pregunta que les lanza el presentador, se enciende el piloto de su atril y una rápida conexión cerebral les muestra todo el conocimiento que almacenan en su ordenada memoria. Los concursantes profesionales de programas de televisión tienen mucho en común. De hecho, son como una familia. Coinciden en los autobuses y las pruebas que les han llevado de televisión en televisión buscando un gran bote. No son siete, como en el clásico western Los siete magníficos, sino seis, pero tienen el mismo carisma.
Se preparan como si fueran a presentarse a unas oposiciones. Se saben todos los trucos, y el compañerismo acaba en el momento que se enciende el piloto rojo de la cámara. Casi todos empiezan porque ven los concursos en casa y pueden contestar a todas las preguntas o porque un familiar les anima. Repiten porque es una forma rápida y ética de ganar dinero.
Fernando Cerezo, el 'coach'
Tiene 46 años y tantos concursos a sus espaldas (40) que enseña a otros las claves para ganar en el libro Cómo participar con éxito en los concursos de la tele (Pigmalion Edypro), del que ya lleva vendidos más de 2.500 ejemplares. Ha pasado por Pasapalabra, Saber y Ganar, La Ruleta de la Suerte, Euromillón o De Metro a Metro y Madrid Reta, entre otros.
Su espinita: Un, dos, tres, donde no ha llegado a estar nunca. Sus premios, un Fiat Seicento, un Opel Tigra, buenos pellizcos económicos y más de 20 años de recuerdos. Comenzó en 1991 en El Precio Justo y pocos años después repitió en Pasa la Vida, un show que presentaba Terelu Campos y en el que consiguió llevarse 300.000 pesetas. “Una vez comienzas, el gusanillo te va picando más y más, y también es muy divertido conocer a los presentadores y a la gente de la televisión”, confiesa.
La fama llevó a este 'coach' de los concursos a verse en el mismo plató que Musiquito, aquel anciano que cantaba ¿Dónde está la mosca?, y una actriz porno que le pidió entre bambalinas que le desabrochara el corsé. “Ahí me di cuenta de que no estaba en mi ambiente, había llegado demasiado lejos”, bromea. Él también tenía sus manías antes de entrar a concursar. “Nada da más suerte que utilizar el aseo de los platós para tus necesidades mayores”, cuenta sin tapujos. Después de 25 años de viajes, este director de Administración se ha jubilado de los platós.
Manolo Romero, el jerezano del "bote gordo"
Fue el primero en ganar el bote más alto de Pasapalabra, igual que David Leo lo ha hecho en la edición del programa en Telecinco. En 2004 se llevó 1.023.000 euros brutos del programa con los que pudo comprarse una casa en Jerez y montar la librería Laberinto. Antes ya había pasado por Saber y Ganar, 50x15, Ahora Caigo o Atrapa un Millón, de los que consiguió llevarse otros casi 100.000 euros.
A Manolo le cuesta poco reconocer que su motivación siempre ha sido conseguir dinero rápido. “La primera vez nunca esperas ganar, pero una vez lo consigues, ¿por qué no repetir?”. Él es un gaditano con mucha gracia, nunca ha sentido vergüenza por salir en pantalla, pero reconoce que por su veteranía ha visto nacer "los programas en los que se busca directamente a gente que haga el ridículo, como Ahora Caigo”. Explica que los castings para estos programas son muy variados, desde los que solo te hacen una encuesta telefónica, como Saber y Ganar, hasta los que comprueban “que estás dispuesto a hacer mucho el tonto”, comenta este técnico del Ayuntamiento de Jerez que ha tenido que dedicar sus vacaciones y días libres a la que ya se ha convertido en su segunda profesión. No ha ganado tanto dinero como para poder dejar la primera.
Rafael Castaño, el 'Magnífico' más joven
Completa su primera experiencia profesional en el currículum como concursante de programas de conocimiento. Rafael Castaño se ha pasado de los 18 a los 25 años concursando y estudiando. De hecho, fue el concursante más joven en alcanzar los 100 programas de Saber y Ganar. Sus primeros pinitos fueron en Adivina Quién es Quién, un programa de Canal Sur presentado por Pilar Rubio en el que solo duró dos programas. Después hizo un descanso para estudiar Periodismo en Sevilla y, tras acabar los estudios, pudo cumplir su sueño: participar en Saber y Ganar, un programa que veía desde los 7 años. “Envié 3 cartas por escrito para concursar, y ya tenía otras dos preparadas cuando me llamaron”, cuenta.
Rafa conoce al dedillo el recorrido desde su ciudad natal a Sant Cugat del Vallés, en la provincia de Barcelona, donde viajaba una vez cada dos semanas. En menos de 48 horas dejaba grabados unos 10 programas. Ha llegado a ganar 64.000 euros y pudo independizarse gracias a la televisión. Su secreto: saber cómo utilizar los recursos en cada prueba. “Yo tenía muy claro que en La pregunta caliente era mejor enviarle las preguntas que no sabías al concursante más débil, o que en El duelo, prueba en la que se apuesta dinero, era mejor no pujar muy alto”, explica.
La suerte, claro, siempre influye. Por eso quizá Rafa también es un poco supersticioso. “He mantenido algunas manías en los concursos, como saltarme el escalón del medio que te conducía al atril cada vez que entraba a una grabación”, recuerda el joven que, gracias a sus apariciones en televisión y a su memoria, ha conseguido su primer trabajo. En la biblioteca de Sevilla, mientras acompañaba a un amigo una tarde de estudio, alguien le preguntó si era el chico de la tele. Le ficharon para trabajar en el Gabinete de la Alcaldía de Sevilla, y allí sigue.
Jerónimo Hernández, el veterano de las repescas
Es el rey de las segundas oportunidades. Ha llegado a los 121 programas de Pasapalabra gracias a una edición de ex concursantes. A pesar de que la afición por la televisión le llegó muy tarde (a los 43 años), ha pasado por Grand Slam, El Gran Quiz y Saber y Ganar, y ha ganado más de 200.000 euros. En unos días volverá a ser protagonista de otra repesca de habituales de los concursos en El Bote Másters, programa especial de Pasapalabra donde coincidirá, entre otros, con David Leo.
Jero trabaja en la Oficina de Protocolo de la Universidad de Salamanca desde 1993, y dice que ha dedicado el dinero que ha ganado en los concursos a tapar agujeros y pagar su casa. “En los últimos años de crisis económica puede que alguien se haya dedicado a buscar concursos para ganarse la vida, pero no creo que nadie viva de esto. Nunca sabes cuánto vas a ganar exactamente y tampoco da tanto dinero como para retirarse”, argumenta. Sus compañeros de la Universidad siempre le han apoyado. Él cree que su veteranía y su aplomo le han venido muy bien para poner un poco de mente fría a la hora de responder.
Óscar Díaz, "hobby-vividor"
Este madrileño puede decir que, en la cuarentena, ha conseguido dedicarse a sus verdaderos hobbies. Él también acumula récords. Ha llegado a estar 200 programas en Saber y Ganar, y aunque lleva un tiempo sin aparecer en pantalla, reconoce que “un concursante no se jubila nunca”. Como sus compañeros y amigos, también ha pasado por Pasapalabra, Atrapa un millón, Grand Slam o El Gran Quiz. Después de coincidir tantas veces, ya se han convertido en una “pandilla, una minisecta”, relata con gracia.
El pasado septiembre, sin ir más lejos, Óscar Díaz, Rafael Castaño y David Leo estuvieron unos días en casa de Manolo Romero, en Jerez, disfrutando de la Feria. Le preguntamos cuál es el criterio de selección. Es chocante que siempre coincidan los mismos. Él cree que las productoras comparten contactos y tiran de veteranos, de gente que da juego en los programas, pero hay muchas formas de seleccionar al personal. Unos concursos hacen pruebas de rapidez mental, otros hacen preguntas de cultura general por escrito, y otros también hacen prueba de cámara.
Óscar se ha llevado cantidades suculentas: hasta 170.000 y 300.000 euros brutos en cada programa. Gracias a ello ha podido encauzar su vida hacia sus aficiones. Es traductor de inglés, ahora se dedica la mayor parte del tiempo a traducir textos de videojuegos, aunque también presenta un programa de golf en Movistar Plus. “No he hecho ninguna compra importante. Me compré un coche, un Volkswagen Passat, he metido algo de dinero en planes de pensiones y también lo he dedicado a agasajar a la familia”, cuenta. Hace poco invitó a su sobrina, su hermana y su cuñado a viajar a Disneyland con el dinero obtenido en los concursos.
Le gustaría participar en algún otro concurso dentro de poco, el año que viene, por ejemplo, que se celebra el 20 aniversario de Saber y Ganar. “Habrá que darle salida a toda esta basura que hemos acumulado en la cabeza”, ironiza. Mientras tanto, seguirá almacenando conocimiento de las decenas de revistas de todos los campos a las que está suscrito y recibe mensualmente.
David Leo, el poeta de la televisión
A este joven malagueño la fama le ha llegado con mucha más intensidad de la que pensaba. Lleva toda la semana atendiendo a los medios de comunicación y todavía no ha podido darse cuenta de que le ha tocado el gordo, o más bien, de que ha aprobado el gordo. Se ha preparado el concurso como el examen de su vida. Durante más de dos años, ha seguido un horario de estudio, se ha visto más de 2.500 programas de Pasapalabra, ha repasado páginas de diccionario y listas de autores. Así ha conseguido pulverizar a todos sus contrincantes con la letra R del Rosco, la prueba más difícil del programa.
¿Qué hará con casi dos millones de euros? Todavía no le ha dado tiempo a pensarlo. “Cuando pase el huracán, cuando pueda salir a la calle sin gafas de sol, lo pensaré”. Su sueño era poder dedicarse a la poesía, y al menos el esfuerzo le ha servido para no tener que compartir su trabajo con otra profesión, como la mayoría de poetas en España. Asegura que trabaja en un poemario y que ya hay algún proyecto en camino, aunque todavía no puede contar de qué se trata. Esta semana, algunas editoriales ya han contactado con él. En la televisión ha hecho historia, habrá que seguirle la pista en las librerías.