El rodaje de Juego de Tronos en España no solo está dejando ver a los actores de la superproducción de la HBO campando a sus anchas por los rincones de toda Extremadura. También se han acercado hasta allí los cientos de extras que participan en el rodaje de algunas de las principales escenas de la próxima temporada de la serie. Aquello es un hervidero. No obstante, algunos de ellos están dando bastante más guerra de la que se verá durante siete capítulos en las pantallas de todo el mundo a partir del próximo verano. Pablo Serrano es uno de los jóvenes que acudió a la llamada del casting el pasado mes de septiembre en Malpartida, un pequeño municipio de la provincia de Cáceres. Aquello era una buena oportunidad de ganar algo de dinero. Sin embargo, pronto comenzaron los problemas. En lugar de una lucha entre los Lannister y los Stark -las dos principales familias de la saga-, Pablo había iniciado, sin saberlo, algo mayor: su propia batalla en solitario contra Juego de Tronos.
No había dragones de por medio. Tampoco un enorme muro de hielo tras el cual el enemigo -un milenario ejército de zombies helados armados con estalactitas- avanza sin pausa oliendo la sangre. Lo que se erguía ante Pablo y el resto de los extras atraídos por la llamada de la serie eran las “ilegalidades” laborales de la productora. En un primer momento pasaron inadvertidas para ellos. Pablo fue contratado, según ha podido saber EL ESPAÑOL, el uno de noviembre. El rodaje en la zona se alargará hasta el 13 de diciembre, pero Pablo ya no está allí. Él ha desistido de continuar el duro ritmo de trabajo de la serie, pero gracias a su denuncia la situación de los extras en el rodaje ha cambiado. La productora, al final, optó por rectificar.
Los primeros días
Pablo Serrano tiene 28 años, es licenciado en Periodismo y monitor deportivo. Vive en Cáceres, y aunque es consciente de la fiebre que se está dejando notar en la provincia ante la llegada de los actores de la superproducción de la HBO, tampoco le da mucha importancia. No es seguidor de la serie. Tan solo aceptó entrar como extra en el rodaje para lograr la retribución a cambio de casi cinco semanas de trabajo seguidas. Al principio, parecía que el dinero compensaba. “Calculé que iba a ganar en torno a unos 2500 euros por ese tiempo trabajado”, explica.
Pronto se dio cuenta de la alta exigencia que la serie pide a los extras que trabajan con ellos. En el rodaje de Malpartida la HBO está invirtiendo 20 millones de euros, casi el doble de lo que gastó en rodar uno de los principales capítulos de la anterior temporada, la conocida “Batalla de los Bastardos”. Era un trabajo principalmente físico: muchas horas bajo el sol, moviéndose de un lado para otro, ensayando todo tipo de maniobras bélicas. Por eso, Pablo y sus compañeros se pasaban el día entero con la armadura puesta. “No quiero desvelar detalles, pero a mí me tocaban de las pesadas. Estaba hasta las siete de la tarde con ella puesta desde la seis de la mañana. Diez horas con ella puesta, al final se te acaba clavando hasta en el alma”, recuerda.
Los primeros días todo iba sobre ruedas. “Nos llevaron a unas pruebas de entrenamiento y ahí sin problema”, explica Pablo a EL ESPAÑOL. Al poco comenzaron las intensas jornadas de rodaje. Había firmado ya un contrato de 11 horas y una de descanso por cada jornada. Por ponerse al servicio de Los Siete Reinos, iba a percibir 54 euros al día. Cada hora extra se pagaría según el convenio nacional de figurantes, que cifra en 12,50 euros el pago por cada hora trabajada. Pero en el mundo de Poniente, al menos entre bastidores, las cosas no son tan fáciles. “En aquel momento no cumplieron nada”, explica Pablo a EL ESPAÑOL.
Cuando comenzó la grabación con las pruebas de adiestramiento les citaban en Malpartida al mediodía. Sin dinero para moverse y en ocasiones ni diez minutos para comer. Uno de los últimos días que acudió al rodaje, como recoge El Periódico de Extremadura, Pablo grabó una conversación con el móvil en el que hablaba con los representantes de la empresa que realizaba los casting y dirigía a los extras. En esa conversación Pablo preguntaba acerca de las horas que él y sus compañeros estaban pasando de rodaje sin recibir retribución a cambio. “¿Cuándo empiezan a contar las horas extras? Prefiero preguntaros a vosotros, que así me quedo más tranquilo...”, decía el joven. “Da igual cuantas horas hagáis que se os va a pagar lo mismo. Y horas extras, nada de nada”. Esa fue la respuesta que recibió de los responsables de la serie. No eligió “Juicio por Combate” para enarbolar la espada de la justicia como en la serie. Denunció, directamente, a la empresa del casting a Inspección de Trabajo.
La denuncia de Pablo
“Contratos de duración diaria o semanal firmados a posteriori de las fechas que en ellos se reflejan, teniendo que prestar servicios solicitados sin la formalización y aceptación de las condiciones de manera previa...”. Es solo una de las situaciones que Pablo vertió en su denuncia a Inspección de Trabajo.En los papeles que Pablo firmó, se explica cómo los servicios se prestarán en Cáceres.
En los contratos que Pablo firmó se explica cómo los servicios se prestarán en Cáceres. Sin embargo, en cuanto comenzó el rodaje Pablo se encontró con una sorpresa mayor. El rodaje se iba a realizar finalmente en Malpartida, a unos 25 minutos en coche. Y eso corría por cuenta de los extras. “El desplazamiento desde la citada ciudad de Cáceres al lugar de trabajo corre de cuenta de los trabajadores, no recibiéndose contraprestación económica alguna ni ofreciéndose ser vicio de transporte por cuenta de la empresa”, explica Pablo en su denuncia.
El día a día de Pablo en el rodaje no estaba siendo precisamente un paseo vacacional o algo a lo que entregarse como hobbie. Integrado en uno de los ejércitos de la batalla que se está rodando en Malpartida, las condiciones en las que Pablo trabajó no eran las idóneas. A las cuatro de la mañana era citado en el set de rodaje. Se ponía las armaduras, se pertrechaban y se iban al set, al que llegaban a las seis de la mañana. Allí les hacían controles de todo tipo para evitar que se colasen móviles o cámaras. Algo antes de las siete entraban y comenzaba una jornada en la que lo que menos se respetaba eran los descansos.
El rodaje en los Barruecos
Desde hace dos semanas, los extras y los actores de la serie graban en Los Barruecos, un desierto de granito en Malpartida, situado a 14 kilómetros de Cáceres. Rodeados de los conocidos bolos, unas enormes esculturas de piedra naturales repartidas por todo el paisaje, los jóvenes extras convocados y seleccionados comenzaban hace dos semanas los primeros días de rodaje. “Estábamos todo el día haciendo formaciones de guerra, todo el tiempo con trabajo efectivo”, señala el joven. A las diez de la mañana desayunaban: el cattering les distribuía un bocadillo y un tiempo muy escaso para engullirlo: “Nos decían, tenéis dos minutos. Y ahí, con el casco, el escudo, la espada. Había quienes se lo guardaban en las botas y lo iba mordiendo a lo largo de la mañana”.
El siguiente parón era a la una de la tarde para comer. Les daban quince o veinte minutos en los que no les daba tiempo a quitarse la armadura. Y con ella hasta las siete de la tarde. “No salíamos antes ningún día. Pecando de buena fe, pensábamos que lo de las horas extra iba a ser solo algún día, pero al final se convirtió en algo sistemático”.
La ausencia de descansos en los rodajes fueron una de las principales quejas esgrimidas por los extras. Pablo lo explicó luego en su denuncia. “No se respetan los descansos establecidos por ley, y que la hora de descanso pactada en contrato no es efectiva, limitándose los descansos a la no intervención en las labores de rodaje durante pequeños periodos salteados a lo largo de la jornada, siendo estos siempre interrumpidos sin aviso previo y sin informar del total de su duración, obligando por tanto a los figurantes a permanecer a la total disposición de la productora durante los mismos”.
Bajo el sol de Malpartida, de pie o sentados en el suelo, con la armadura clavándose por todos los lados del cuerpo, comían el bocadillo como podían. A veces ni se lo terminaban: la llamada de los productores les hacía dejarlo todo. Tiraban la comida al campo y se ponían a grabar sin previo aviso. “De ese modo, a veces pasaba el día solo con una pieza de fruta”.
La reacción de la empresa
Ha pasado ya más de una semana desde que Pablo dejara el rodaje de Juego de Tronos. En Cáceres todo es jolgorio, una fiebre desatada estos días por el anuncio del cierre del núcleo monumental de la ciudad a la total disposición de la serie. Será los próximos 14 y 15 de diciembre. Entretanto, la empresa ha reaccionado ya ante la repercusión del caso de Pablo en los medios de comunicación. No han cambiado las cosas para los actores, quienes se ven abordados en cualquier situación cotidiana, con los fans apostados a la puerta del hotel. Han cambiado las cosas para los extras del rodaje de Juego de Tronos.
“Después de comer les dan una hora para tumbarse, quitarse la armadura y lo que quieran. Ahora están cumpliendo todo como se tiene que cumplir”, celebra el joven. La empresa que lleva el casting ha pagado ya los sueldos de los primeros días, esos en los que Pablo acudió a los talleres de formación. “Ahora incluso les dan charlas explicando que todo su comportamiento se debía al planning del rodaje. Pero han rectificado las actitudes con las que estábamos disconformes”, recuerda. Para Pablo fue toda una oportunidad desde el punto de vista económico. El joven que venció a Juego de Tronos respira ya tranquilo. No fueron las espadas, ni los lobos blancos ni tampoco el fuego valyrio lo que le ayudó a que cambiase el rumbo del rodaje en Cáceres. Le valió una sola hoja, la que él mismo envió a Inspección de Trabajo.