“En realidad Lleida es un sitio tranquilo y este barrio todavía más”. Sobrecoge escuchar esta frase de boca de una mujer a la que le han matado a su hijo en la puerta de su casa. Es Conchi, la madre de Isaac Martínez; un joven de 26 años al que le pegaron seis tiros a bocajarro al salir de su garaje. Pasó en 2006 y no hay nadie condenado por este crimen. Es uno de los 10 homicidios sin resolver que contabiliza Lleida en lo que llevamos de siglo.
En efecto, Lleida es un lugar tranquilo. Es una capital de provincia de algo menos de 140.000 habitantes. Su índice de asesinatos no es más alto que cualquier otra ciudad española de su tamaño. Entre 2 y 3 homicidios anuales en la última década según las cifras del Ministerio del Interior. Lo que sucede es que, en Lleida, muchos de estos casos jamás se resuelven.
LA NIEBLA DE LLEIDA
“Quan vegis la boira, ja estàs a prop” (“Cuando veas la niebla, ya estás cerca”), me dicen en una gasolinera cuando pregunto si me falta mucho para llegar. Y es que Lleida es niebla, hasta el punto que se ha convertido en una de sus señas de identidad. La densa bruma cubre casi de forma perenne los cultivos de manzanas o cereales que predominan en su paisaje.
Lleida es tal vez la capital de provincia catalana con menos turistas. Es conocida como “la terra ferma” (“la tierra firme”) porque es la única de las 4 que no tiene mar. La principal atracción de la provincia se concentra en las estaciones de esquí de los Pirineos, bien lejos de la capital. Sin embargo, el número de forasteros que se establecen temporalmente en Lleida es muy elevado. La agricultura es el principal sustento de la provincia, lo que lleva a muchos temporeros extranjeros a afincarse allí de forma provisional. Y luego se van. Algunos de ellos son las víctimas o los presuntos asesinos de estos crímenes sin resolver. Personas sin arraigo ni entorno consolidado en la ciudad. Gente de paso.
EL QUIOSQUERO DE LA MARIOLA
La mayor parte de esos habitantes temporales viven en barrios humildes y deprimidos, como La Mariola. “Si piensas pasar por allí, ten cuidado con la cámara de fotos”, me advierte un joven al que le pido que me oriente. En La Mariola se produjo el primero de los asesinatos sin resolver que se han registrado en Lleida en el siglo XXI. Sucedió el 28 de junio de 2001 y la víctima fue un quiosquero al que le asestaron una veintena de puñaladas. Dos ciudadanos marroquíes fueron detenidos como presuntos autores, pero las pruebas de ADN les exculparon. Salieron en libertad sin cargos y nunca se encontró a los responsables. En el barrio nadie sabe nada. "Y si saben no te lo van a decir", me advierte un vecino.
LA PARTIDA: EL ESCENARIO IDEAL
Cuando se sale del centro de Lleida, los campos de cultivo pasan a dominar el paisaje. En el municipio abundan las denominadas partidas: es el nombre que se le da a las zonas rurales de las afueras. Son grandes extensiones de tierra cultivada, con un puñado de solitarias masías separadas entre sí como único indicio de civilización. En las afueras de Lleida se multiplican estos espacios, con mucho campo y pocos vecinos. Sitios solitarios y apartados del centro, ideales para que un crimen pase desapercibido durante mucho tiempo. Es lo que sucedió en noviembre de 2004: en la partida de Grenyana, a las afueras de la ciudad, tirotearon a un varón de etnia gitana. Hasta que la policía descubrió su cadáver enterrado pasaron tres meses. La investigación concluyó con varias detenciones practicadas en 2007 y la liberación de todos los sospechosos por falta de pruebas.
UNA RECOMPENSA DE 20.000 EUROS
El tercer homicidio no resuelto es el de Isaac Martínez, tal vez el más mediático de los diez. Uno de los pocos con arraigo en la ciudad. El joven, de 26 años, salía una mañana del parking de su casa en el barrio de Cappont. En la puerta recibió seis disparos a manos de un encapuchado. Entre el pasamontañas y la densa niebla, nadie pudo reconocer al homicida. La policía arrestó al novio de la excuñada de Isaac, con la que el fallecido había mantenido fuertes disputas.
El detenido, Jordi Rueda, era precisamente el camarero del bar de los juzgados de Lleida. Salió en libertad a los seis meses por falta de pruebas. La familia del finado ofrece una recompensa de 20.000 euros por una pista concluyente que permita meter a Rueda en la cárcel. Ellos tienen claro que él es el asesino, tal y como explicaron a El ESPAÑOL con motivo del décimo aniversario del suceso.
EL CRIMEN DEL CARNICERO
El otro asesinado con arraigo en la ciudad es el carnicero Santiago Mir. Propietario de una próspera industria cárnica, vivía en una casa adosada a su fábrica, en la aislada partida de Rufea. Por la ciudad corrió el rumor de que le había tocado la lotería y guardaba el dinero en su domicilio. Unos encapuchados entraron una noche en su casa para robarle. Mir opuso resistencia y los asaltantes le quitaron la vida de un disparo en la cabeza.
La familia de Mir abandonó la vivienda después del suceso. Ahora el recinto permanece en ruinas. En las paredes confluyen grafitis y pintadas satánicas. Las antiguas salas de despiece son utilizadas como improvisada pista de patinaje por algunos jóvenes. Hay un grupo de skaters en la puerta y les pregunto por la casa y por el caso. Les cuento que soy periodista y he venido a hacer un reportaje sobre lo que pasó en Cárnicas Mir.
- Ah, es porque se oyen voces y eso, ¿no? – me pregunta uno de ellos.
- No, no. Ese sería un trabajo para Iker Jiménez, no para mí… ¿Se escuchan voces, dices? – le pregunto yo incrédulo. Un amigo suyo se adelanta y me responde:
- Bueno, es que dentro vive un homeless.
Misterio resuelto. Ojalá todos los casos en Lleida se cerrasen tan rápido y con tanto éxito.
El de Mir no se pudo resolver jamás. La única detención se produjo en curiosas circunstancias dos años más tarde: un delincuente se sentaba en el banquillo para ser juzgado por un delito menor de faltas. Mientras, la policía lo esperaba fuera de la sala para detenerle y atribuirle el crimen de Santiago Mir. La familia del carnicero había reconocido los ojos del agresor, de un color azul verdoso muy inusual. El imputado, sin embargo, siempre defendió su inocencia. El juez lo dejó en libertad por falta de pruebas.
UN MARROQUÍ DESFIGURADO
También en 2009, en el mes de enero, tuvo lugar el conocido como ‘crimen de Aitona’. Un cuerpo en avanzado estado de descomposición fue descubierto una mañana por un anciano que paseaba por una finca próxima a un vertedero. La niebla hizo que lo confundiese con un jabalí, pero en realidad era un joven indigente magrebí asesinado a golpes en la cabeza. La policía detuvo a cuatro compatriotas suyos de entre 24 y 31 años como presuntos autores. El caso se cerró sin que se pudiesen dirimir responsabilidades y todos fueron absueltos.
2011, EL AÑO TRÁGICO
2011 fue un año especialmente crítico en Lleida en cuanto a homicidios sin resolver se refiere. Concretamente 4 personas fueron asesinadas sin que se haya identificado a un autor. La primera fue Daniela Gabriela Mihalcea. Su cuerpo descuartizado apareció la madrugada del 9 de junio en la puerta de un instituto de la calle Leandre Cristófol. Era una prostituta rumana de 23 años que ejercía en unas rotondas de las afueras de la ciudad. La autopsia concluyó que la mataron de un fuerte golpe en la sien. La línea de investigación siempre apuntó a un cliente de origen andaluz que, a día de hoy, sigue en paradero desconocido.
En junio mataron a Rafael Cruz Mayenco, un varón de 46 años con antecedentes criminales. En 1985 fue condenado a 18 años de prisión por haber degollado a un hombre en La Pobla de Segur. Meses antes había intentado rajarle el cuello a un joven de 19 años con una botella rota. Tras salir de la cárcel había protagonizado varios incidentes con su familia, que le denunció por violencia doméstica. La noche del 21 de junio de 2011 apareció su cadáver tirado en una calle de Torre de Cabdella. Tenía una puñalada en el estómago. Su mujer y su hijo fueron detenidos por el suceso, pero no fueron condenados.
UN CADÁVER Y DOS CABEZAS
En julio se cometió un crimen que en breve saldrá de esta lista. Ha permanecido sin resolver hasta la fecha, pero 5 años después está a punto de cerrarse con un culpable. Todavía sorprende por sus características. En el pantano de La Mitjana apareció una pierna humana flotando. La policía encontró el resto de un cuerpo desmembrado en diferentes zonas del pantano. La víctima era un ciudadano dominicano de 50 años. Lo espeluznante del caso es que, durante la búsqueda, los investigadores llegaron a encontrar una segunda cabeza de un cadáver que jamás ha sido identificado.
La Fiscalía de Lleida apunta que el asesino es un ciudadano dominicano apodado ‘El Muñeco’. Residía en Lleida, pero huyó a su país al día siguiente. Unos compatriotas que le acompañaron al aeropuerto le delataron. Los Mossos están seguros de que además de a su compatriota de 50 años, el presunto homicida habría matado a otra persona ese mismo día. Tal vez el hombre al que pertenecía la segunda cabeza hallada. Tras varios años de gestiones, las autoridades de España y la República Dominicana han acordado la extradición de ‘El Muñeco’ a Cataluña para que sea juzgado.
El fiscal de Lleida, Juan Francisco Boné, ilustra con este caso el complicado proceso que conlleva investigar algunos homicidios: “Yo no considero que sean crímenes sin resolver. En ocasiones pasa como en el caso de ‘El Muñeco’: sabemos quién lo ha hecho, pero se tarda mucho en reunir las pruebas concluyentes o en conseguir la extradición. Se tarda pero se consigue. Él va a ser juzgado en breve por este caso y no hay dudas de que es el culpable”.
Boné incluso se resiste a calificar de crimen no resuelto a todos los casos que no acaban con un responsable en la cárcel: “Tenemos bastante claro quién ha sido el asesino en casos como el de Isaac o el carnicero. El trabajo de Mossos ha sido impecable y la Fiscalía ha hecho todo lo posible por demostrarle al juez que tal o tal persona es el autor. Otra cosa es que luego el magistrado o el jurado popular concluyan que faltan pruebas”, apunta.
“ME INCULPÉ PARA HACERME EL HOMBRE”
En octubre se produjo el último homicidio sin resolver de 2011 en Lleida: un indigente marroquí de 29 años fue asesinado de un golpe en la cabeza. Lo hallaron muerto en el piso de la avenida de Catalunya que ocupaba ilegalmente junto a varios toxicómanos. Los Mossos detuvieron a uno de sus compañeros de piso. El sospechoso confesó hasta en tres ocasiones ser el autor material del homicidio. Sin embargo, en el juicio se retractó asegurando que se había inculpado con un único motivo: “Para hacerme el hombre”. El jurado popular no encontró pruebas suficientes para mandarlo a la cárcel y fue absuelto.
“EL MATAIAIOS”
No se produjo en Lleida otro homicidio sin culpable identificado hasta el año pasado, cuando el conocido como ‘Mataiaios’ (‘Mataabuelos’) empezó a actuar. Se trata de un individuo con una odio irracional hacia los ancianos. El 12 de junio de 2015 asesinó a un médico ecuatoriano jubilado de 82 años. Le asestó una puñalada en el corazón a plena luz del día, en la Zona Alta de Lleida. La policía detuvo por este crimen a un individuo de 35 años, hijo de un policía y con un grave trastorno mental.
La Fiscalía considera que es la misma persona que dos meses antes había apuñalado a un Guardia Civil retirado en el mismo barrio. El Fiscal Boné que cree que actuó con premeditación “porque fue a apuñalarle en uno de los pocos sitios de la ciudad donde no hay ni una sola cámara de vigilancia”. Incluso le fue intervenido un cuchillo con sangre. Pero el sospechoso fue puesto en libertad: los resultados de los análisis policiales concluyeron que la sangre hallada en el arma blanca no se correspondía con la del doctor asesinado.
50 PERSONAS Y NI UN SOLO TESTIGO
El último crimen sin autor conocido se ha producido este año. El pasado 29 de mayo mataron a un rumano de 20 años durante una pelea en un partido de fútbol. El suceso tuvo lugar en Albatàrrec, en un campo de fútbol frecuentado por temporeros rumanos durante los fines de semana. Los Mossos d’Esquadra interrogaron al medio centenar de testigos, pero ninguno había visto nada. No hay detenidos por ese asesinato.
GENTE DE PASO Y SIN ARRAIGO
Muchos de estos asesinatos pasan de puntillas por los grandes medios nacionales, o ni siquiera aparecen. El seguimiento informativo lo realiza casi en exclusiva la prensa local, cuyo trabajo es fundamental para que estos casos salgan a la luz. Albert Guerrero, periodista del diario Segre de Lleida, ha documentado la mayor parte de estos homicidios. Insiste en que Lleida es un lugar tranquilo donde no hay más crímenes que en cualquier ciudad de características similares. También señala que la mayor parte de los asesinatos se resuelven en 2 o 3 días y que los que no esclarecen son de personas de paso o con situaciones complicadas: “Los dos únicos casos en los que la víctima tenía un arraigo con la ciudad son el de Isaac, cuyo asesinato tiene unas motivaciones familiares, y el del carnicero, que fue un robo".
En el resto de casos, o no hay móvil o no existe un entorno en la ciudad que reclame esos cuerpos: “Fíjate en el perfil de las víctimas: un par de indigentes marroquís, un toxicómano que ocupaba un piso ilegalmente con otros drogadictos, una prostituta rumana, un temporero magrebí, otro dominicano, otro rumano... Son gente de fuera que vienen y van. No suelen tener un entorno aquí y nadie los echa de menos. Todo eso dificulta la investigación”.
Siguiendo esta línea, Guerrero recuerda que “la mayor situación de pánico que se ha generado recientemente en Lleida también fue provocada por una persona de fuera”. Se refiere a la ola de apuñalamientos registrados hace dos años. El autor fue Alejandro Ruiz Vidal, un riojano de 22 años y estudiante de 4º de Medicina de la Universitat de Lleida. En septiembre de 2014 le pegó fuego a su piso de estudiante y salió a la calle armado con un cuchillo de grandes dimensiones. Apuñaló a 5 personas. No fueron más porque el machete se le quedó clavado en la espalda de un pakistaní, que fue su última víctima. Antes había acuchillado a un peruano, una argelina, un chino y un ilerdense. Milagrosamente ninguna de las víctimas falleció. Ruiz Vidal, reconocido neonazi y con antecedentes violentos, cumple ahora 81 años de condena.
¿SE HACE TODO LO POSIBLE?
Temporeros, estudiantes, prostitutas, indigentes… Vienen de paso, pasan por Lleida y algunos no salen. O porque se quedan, o porque los matan. El periodista Albert Guerrero insiste en el perfil marginal de muchos de los asesinados y asiente con gravedad cuando le pregunto si eso significa que existen muertos de primera y de segunda categoría.
¿Se está haciendo lo suficiente entonces para resolver estos crímenes? Guerrero coincide con el Fiscal Boné; ambos defienden la labor de investigación de los Mossos d’Esquadra: “Hacen una buena tarea y su unidad de investigación criminal es muy buena; no me cabe duda de que se hace todo lo posible” resume el redactor.
Por su parte, Juan Francisco Boné ilustra con el asesinato del temporero rumano las dificultades que afrontan los equipos de investigación en estos casos: “En la mayor parte de estos crímenes nos enfrentamos a un entorno muy hermético; gente que es de fuera y desconfía, no quieren hablar. Había 50 personas durante la pelea, pero nadie vio nada. Si no hay colaboración de los testigos es muy difícil detener a nadie”, concluye.
En 16 años, Lleida contabiliza 10 asesinatos sin nadie pagando por ellos entre rejas. 11 si se cuenta el crimen perpetrado por 'El Muñeco'. ¿Existe otra zona con una tasa similar de asesinatos sin resolver? Al Fiscal Boné no le cabe duda de que "en Madrid o Barcelona seguro que hay muchos casos, porque son ciudades muy grandes y con más habitantes". En la proporción de Lleida no hay ninguna ciudad en España que se le aproxime.
La crónica negra de este país también apunta a Levante: en la Comunidad Valenciana se ha documentado un centenar de asesinatos sin culpable conocido desde 1980. Lo que ocurre es que muchos de ellos se produjeron en el siglo pasado, y que se trata de una comunidad autónoma entera con 5 millones de habitantes, frente a los escasos 140.000 de la ciudad de Lleida.
LA NIEBLA TODO LO TAPA
Anochece en Lleida. La niebla no ha hecho amago de irse en ningún momento. La humedad del río Segre, que parte la ciudad por la mitad, cala los huesos. Especialmente abrigados van los temporeros subsaharianos, que no están acostumbrados a este frío. Las administraciones de lotería están llenas de inmigrantes. Todos conocen el caso de un senegalés al que le tocó la lotería, se volvió a su pueblo y se lo compró. O un gambiano, o un nigeriano. No pretenden echar raíces en Lleida, están de paso para ganar dinero. Entablo conversación con un chico de Dakar que ha venido desde Castellón a la recolección de la manzana. Le pregunto si piensa quedarse a vivir en Lleida. Tuerce el gesto. "Está bien, pero mucho frío. Y mucha niebla". La niebla hace que muchas cosas no se vean con claridad en Lleida.