Cuando con 45 años la vida te pone entre la espada y la pared solo quedan dos salidas: derrumbarse o buscar una salida. Bere Casillas, archiconocido sastre granadino especializado en trajes de ceremonia y gala, optó por lo segundo. Y lo bordó. Pasó de ser un reputado profesional -al que acudían hombres de toda Andalucía en busca de un traje a medida a su tienda de 300 metros en pleno centro de la capital- a que un buen día el BBVA llamase a su puerta con la intención de quedarse con su casa por las deudas millonarias a las que se enfrentaba.
“En ese momento se te cae el mundo encima. Pasé de saborear las mieles más dulces a las hieles más amargas. Mi vida dio un vuelco imprevisto. Pasé de vender 12.500 trajes al año, tener una tienda de 300 metros cuadrados en pleno centro de Granada y ganar cantidades ingentes de dinero, a estar en la ruina más absoluta. Mis tres hijos, mi mujer y yo nos veíamos en la calle”, recuerda.
Su empresa, como tantas otras, con el año del boom de la fabricación de prendas en China en 2008, hizo añicos su futuro. “En ese momento la facturación cayó un 40% y para colmo el BBVA, que hasta entonces me daba las palmas hasta con las orejas, me cierra el grifo y transforma mis dos líneas de crédito de 100.000 euros cada una, y a tan solo dos años de acabar de pagar mi casa, en un crédito imposible de pagar”, comenta a EL ESPAÑOL desde su showroom en Madrid. "Desesperado, endeudado hasta las cejas y humillado por no poder sacar a mis tres hijos y mi mujer adelante, logré una quita y busqué una solución a la desesperada", añade.
CUANDO SE CIERRA UNA PUERTA SE ABRE INTERNET
Y vaya si la encontró. “Entré en Internet por pura desesperación”, recuerda con una sonrisa tan elegante como el traje que lleva puesto. “Abrí mi canal de YouTube porque me recomendaron que hiciera vídeos con todo el saber que tenía acumulado”, cuenta. Su mujer, Reme, le animó a hacerlo con una sola condición: “Me dijo: Bere, haz lo que quieras pero, por Dios, ¡que no se rían de nosotros!”.
Ni corto ni perezoso tomó buena nota, cogió su cámara de vídeo y su trípode y el 14 de abril de 2009 no solo dio al play y al record sino que cambió el rumbo de su vida y la de los suyos para siempre. “Grabé mi primer vídeo, cómo hacerse el nudo de una corbata (a día de hoy lleva cerca de 13 millones de visitas en todo el mundo) y desde entonces no he parado de generar vídeos”, cuenta.
Un primer material que con la ignorancia de un recién llegado repitió 68 veces hasta que por fin le salió bien. “Nadie me había dicho que los vídeos se pueden repetir y editar, así que me puse como un loco a grabar de un tirón hasta la toma buena. Todavía me acuerdo de una vez que casi me salió bien y me equivoqué y salió de mi boca una sarta de tacos que ni te cuento. Me llamé de todo a mí mismo menos bonito”, dice Bere.
Pero el sastre no solo se dedicó al mundo online, sino que añadió otro ingrediente no menos importante que le ha llevado a ser quien es y que recomienda hacer a cualquiera. Se dedicó a viajar a Madrid con su coche para hacer networking. “Asistía a todos los actos sociales habidos y por haber para hacer marca, para que la gente me conociese”. Y el boca oreja funcionó. Los clientes empezaron a llegar. Y llegaron tantos que no podía atenderles. Por ello buscó en la Red a quien le pudiese complementar y ayudar en la demanda. Y encontró a Trajesamedia.com. Se asoció con esta marca para que de ella pudiese usar todo su tráfico y su equipo a cambio de que Bere hiciese lo que mejor sabe y tanto ama: trajes, camisas, chaquetas o pantalones. De ese impulso surgió otro que le dio el empujón definitivo. Su red de seguidores en abril de 2010 creó una página en Facebook para pedir a Buenafuente que le entrevistase. Algo que logró un 3 de mayo.
—¿Qué ven en usted para que haya revolucionado el mundo de la elegancia masculina a través de una red como YouTube?
—Ven credibilidad. Saben que soy un verdadero especialista y no alguien que habla sin saber. Además, la forma de comunicar gusta. Al principio estaba acojonado porque intentaba no parecer andaluz y hablaba con eses al final, que en mi tierra no se pronuncian. Luego me di cuenta de que tenía que ser yo y que justamente ese acento también gustaba. Así que mis vídeos enganchan porque soy un especialista experto que no usa tecnicismos y que explica de forma llana dudas que todo el mundo tiene. Por ello cuento con 60.000.000 de minutos en tiempo de visualización y más de 25 millones de visualizaciones.
—¿Cuál es la lección más valiosa que aprendió cuando se arruinó?
—Que es de valientes salir a flote. Que siempre hay que buscar una salida a todo y que hay que perseguir sueños. Y sobre todo, que no hay que perder la confianza a pesar de que se llegue a perder la dignidad cuando te encuentras con una mano adelante y otra atrás. Cuando uno tiene un don y sabe que es bueno en algo tiene que luchar, no tirar la toalla. Al final, por donde menos esperas, aparece la luz.
—¿Y la moraleja financiera que no se le olvida de aquello?
Siempre hay que guardar un colchoncito. En mi época dorada, cuando ganaba el dinero a espuertas nunca pensé que me pudiera pasarme a mí lo que me pasó. Gastaba, compraba caprichos y no guardé nada. Incluso cuando se tiene hay que ser previsor y tener siempre un apartadito por lo que pueda pasar.
—¿Qué hay de quienes le acompañaron en ese difícil paso?
—Muchas noches me acostaba por la noche con mi mujer y la cabeza casi me explotaba. Pensaba que al día siguiente iba a levantarme y no tenía cómo sacar adelante a mi familia. Ellos también lo pasaron muy mal. Pero nos mantuvimos unidos. Y aquí estamos hoy. Recuerdo a mi padre, don Francisco, de quien he heredado esta pasión, que a dos días de morir me dijo: "Bere, de mis hijos eres el único que algún día harás algo grande". Y aunque no llegó a ver lo que hoy soy puedo constatar que tenía razón en su pronóstico.
A día de hoy Bere Casillas, además de seguir atendiendo a su clientela en Granada, ha dado el salto a Madrid. Cuenta con una espectacular y acogedora tienda a espaldas de La Cibeles (Marqués de Duero, 8) desde la que recibe desde hace once meses a una selecta clientela de cerca de 600 personas, entre los que hay artistas, cantantes e importantes hombres de negocio. Y sigue pensando en grande: “Justo ahora estamos en una segunda ronda de inversión de 150.000 euros para internacionalizarnos y ampliar plantilla –contamos con 4 personas directas, 12 externas y varios talleres con una media de 50 personas-. Estamos buscando inversores que se enamoren de la marca Bere Casillas y lo que representa: un producto bárbaro, unos acabados increíbles y la capacidad de producción. Solo nos hace falta el empujoncito para abrir franquicias en México, Chile, Nueva York, Los Ángeles y París”.
CARRETERA Y TRAJE
Pero Granada y Madrid no son los únicos puntos en los que Bere Casillas trabaja. El sastre se desplaza varios días de la semana a otros lugares de la geografía española para atender a clientes que le demandan trajes que van desde los 400-600 euros los más baratos a 4.000 los más caros. Para ello ha llegado a un acuerdo con diferentes cadenas de hoteles que le ceden varias habitaciones (no solo la suya para alojarse) para que reciba y tome medida a los clientes.
Y fuera de nuestro país, para atender a los miles de clientes y seguidores que tiene en 15 países gracias a sus vídeos (Arabia Saudí, Vietnam, Taiwán, Ucrania, Trinidad y Tobago, República Checa, Curazao…), recurre a la toma de medidas mediante una webcam. “Tomarse medidas es muy fácil. Basta con entrar en mi web y seleccionar el diseño y el material que se quiere y se siguen las instrucciones con tutoriales con los que medirse mangas, cuellos, altura... Una vez las tienen nos las mandan y les hacemos llegar un traje de prueba gratis a cualquier lugar del mundo para que una vez probado solo quede ajustar centímetro arriba o abajo las medidas. Hecho esto, en un par de semanas, enviamos el traje a su medida con lo que del siguiente traje, pantalón, camisa o chaqueta ya solo es elegir el modelo y los tejidos”, explica Casillas. “El cliente no compra nada a ciegas”, añade el granadino.
—¿Cómo definiría en la actualidad su marca profesional?
—Como una empresa con relaciones honestas capaz de crear lazos emocionales. No tenemos clientes, tenemos embajadores que están muy orgullosos de nuestros productos. Confían tanto que cuando consigues que estén satisfechos no hay mayor satisfacción.
—¿Cómo compagina esta agenda con sus tres hijos y su mujer?
—Esa es la cara triste de esta etapa. Mi familia está en Granada. Lo difícil de esta andadura es estar lejos de mi casa. Por primera vez tras 30 años estoy aprendiendo a saber qué es la soledad. Mientras trabajo estoy apasionado, pongo el alma y el corazón, pero cuando acabo sobre las 12,30 o la una de la madrugada y arranco el coche para ir a casa me doy cuenta que estoy solo. Si pusiera una cama aquí sería el mismo efecto que irme a casa. No tengo estímulos de llegar a casa.
—Si no existiera Internet ¿dónde estaría ahora?
—No estaría aquí ni sería quien soy. Quizá habría acabado de dependiente o ni sé. No concibo mi vida sin dedicar una media de 3-4 horas a mis redes (publicar vídeos, revisar Facebook, Twitter, leer el correo). Me encanta todo ello. Yo siempre digo que cuando entras en Internet sabes dónde entras pero nunca sabes dónde acabarás.