El pasado 9 de mayo fue la primera vez en la historia de Saber y Ganar que Jordi Hurtado faltaba a la cita de las 15:40 de la tarde en La 2. Una intervención quirúrgica le mantuvo de baja durante varias semanas. Fue Luis Larrodera el encargado de darle relevo. Fue el día que un rostro que nunca envejece abandonaba por primera vez un plató que es ya su casa. Un plató que solo ha conocido el éxito a lo largo de dos décadas. La fórmula va más allá de su supuesta eterna juventud: es la ecuación perfecta de algo que comenzó a funcionar cuando se emitió el primero de los 4660 programas de Saber y Ganar, concurso de concursos, la sobremesa televisiva que más aguanta en la parrilla. 2.270 concursantes han recibido las preguntas de un hombre que parece conservarse dentro de una máquina del tiempo.
Jordi Hurtado Torres nació en Sant Feliu de Llobregat hace casi sesenta años, pero lo que más conocemos de él son los últimos veinte. Lo hemos visto siempre igual, la misma joven sonrisa sin apenas atisbo de cambio a lo largo de dos décadas. Jordi Hurtado no es un extraterrestre como ya se ha dicho, ni posee el elixir de la inmortalidad. La historia del presentador va más allá de su relación con el en el que su imagen se ha instalado en las sobremesas de 1.200.000 personas cada día.
Acceder a él ha resultado bastante complicado. Este periodista ha intentado ponerse en contacto con él a través de Rosa Palau, su mujer, quien también gestiona las relaciones del presentador con los medios. La respuesta ha sido negativa. “Lo sentimos pero no sera posible para esta semana. Todas las entrevistas se harán a primeros/mediados de Febrero, con motivo del 20 aniversario de Saber y Ganar de TVE”. Así que ha sido preciso indagar más allá del personaje, del presentador, e ir a los orígenes y a las fuentes primigenias de su historia.
500.000 euros al año y un pasado extremeño
Entre otras cosas, la historia de Jordi Hurtado es la del hombre que dobló a Epi y Blas en Barrio Sésamo, que usó un títere con un traje y su cara como el suyo en un programa en directo, que aparece como agente del Ministerio del Tiempo. Fue locutor radiofónico, imita sin problema Eduard Punset o al Torrente de Santiago Segura, si hace falta se marca un rap con todos los concursantes en medio de una prueba y su es uno de los misterios mejor guardados del país. Por eso se dice que tiene un pacto con el diablo, y también que es un extraterrestre. Hay quien se ha tatuado su cara en la pierna. En 20 años ha formulado más de 300.000 preguntas. Tiene dos hijas y ha vivido en los últimos años entre Molins de Rei y Sant Feliu de Llobregat.
Apoyado por producciones Quart, la empresa que dio a luz el embrión del programa, Jordi Hurtado es un personaje omnipresente en TVE, un factor imprescindible que vive en cuotas del 10% en su franja horaria. Un dato que multiplica por cinco el 2,6 % que obtuvo La 2 el pasado mes de diciembre. Por todo ello, el sueldo del presentador resulta también un tanto más elevado. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, Jordi Hurtado cobra una cifra aproximada de 500.000 euros al año, 130.000 al trimestre, unos 40.000 euros mensuales, un salario modesto comparado con los cuatro millones de euros de Pablo Motos por cada temporada de El Hormiguero, cifra similar a la que cobra Ana Rosa Quintana. No tiene ninguna participación en la productora, de la que es su principal valedor. Además, a principios de este mes de enero Jordi Hurtado pidió un aumento de sueldo que le fue concedido. Ahora pasará a cobrar una cantidad algo mayor. Supondrá un cierto beneficio para el presentador, quien perdió alrededor de un treinta por ciento de su salario en las últimas reducciones de plantilla de TVE.
Otra parte de la historia de Jordi Hurtado comienza mucho antes de que el naciera y muy lejos de Molins de Rei, el municipio catalán de su actual residencia. Esa otra historia empezaría, por ejemplo, con sus antepasados familiares en la provincia de Cáceres. El presentador de La 2 pertenece a una familia de extremeños que no dejó de viajar por el mundo. Entre ellos su primo, Jordi Évole, el actual y famoso presentador del programa Salvados. El padre de Hurtado y el abuelo de Évole no solo eran parientes, sino que proceden del mismo pueblo extremeño: Garrovillas de Alconétar, un rincón industrial hace sesenta años cuyo declive obligó a muchos a marcharse de allí. Entretanto, el abuelo de Jordi Évole, Pedro Évole Macías, fue el último alcalde socialista de Garrovillas entre 1932 y 1934.
El pueblo de la familia de Jordi Hurtado es un pueblo de emigrantes. En 1950, según datos del INE, residían en el pueblo 6.429 habitantes. Veinte años después la cifra se había reducido a la mitad: solo quedaban 3.600 personas en la localidad atravesada por el río Tajo. Hoy allí todavía residen 2145 habitantes. Uno de los más destacados es la prima de Jordi Hurtado, quien nunca ha abandonado el lugar que le vio nacer. “ Es un lugar muy pequeñito. Los hombres casi todos a la construcción. Van a trabajar, la gran mayoría a Cáceres. Luego alguno se dedica al sector del transporte. Hay mucho ganadero también”, explica a EL ESPAÑOL.
“Hemos sido una gente muy viajera. Muchos se marcharon de aquí porque no era una época muy buena”, relata. El padre de Jordi Hurtado vivía en la plaza del pueblo, en una casa que compartió con toda la familia. “La familia de la reina”, dicen en el consistorio de Garrovillas de Alconétar. “La reina porque esa familia, la de Jordi, daba de comer en la fonda a todo el que pasaba por pura hospitalidad”.
Cuando tenía 18 años, Francisco Hurtado, el padre de Jordi, se marchó a hacer la mili a Cataluña y allí que se quedó. Regentaba una fábrica que mantuvo durante años, pero el servicio militar le obligó a mudarse y ya nunca regresó de su aventura. Fue allí, en Sant Feliu de Llobregat, donde Jordi Hurtado creció y vivió sus primeros años de vida.
Juanjo Cardenal, el sabio invisible del programa
Hace unos años, Juanjo Cardenal estaba con su mujer en el Corte Inglés. Mientras esperaba deambulando por la sección de caballeros, para matar el tiempo, un empleado se le quedó mirando, entre inquisitivo e interesado. Finalmente, decidió a acercarse. Señalando a Juanjo con el dedo le dijo: “Perdone, pero… ¿Es usted `el que no sale´ en Saber y Ganar?”. Resignado, Juanjo le respondió y ambos comenzaron a reírse. “Efectivamente, yo soy `el que no sale´ en Saber y Ganar”.
A sus 66 años, Cardenal, el sabio invisible de Saber y Ganar, conserva todavía su auténtica esencia. La socarronería como seña de identidad, una especie de pose chulesca y desenfadada, le convierte en una de esas personas que a las primeras de cambio te inspiran confianza. Quizá por eso es el quien lanza las preguntas. Tan solo ha aparecido en pantalla en dos ocasiones en veinte años de emisión. Es uno de los personajes ocultos más buscados de la televisión. Él, sin embargo, se muestra modesto con su supuesta fama. “Creo que hoy en día la gente tampoco sabe nada de mí. Yo puedo ser el invisible, pero no soy un personaje popular más allá del pequeño círculo de los seguidores de Saber y Ganar. Ellos saben quién soy, pero porque ven el programa, no porque conozcan otras facetas mías. ¡Si a mí por la calle no me reconoce ni dios! (ríe)”.
Juanjo es actor de teatro por vocación, fue locutor de radio, pinta y escribe poesía en su tiempo libre. Incluso dirigió un informativo local de televisión en Tele Elx. Hace de todo y todo bien. A mediados de los años 80, le picó el gusanillo de la imagen, y se estrenó en Televisión Española con “Si Lo Sé, No Vengo”, un concurso de variedades en el que ya comenzaba su andadura televisiva con Jordi Hurtado, de quien no volvería a desligarse. El aporta un valor insustituible: su inconfundible voz, cálida y entrañable. Una voz, según cuenta, entre afable y burlesco, que hace que un poema se disfrute más si lo recita él, no cuando lo lee otro. ¿Veinte años de programa? Algo absolutamente inexplicable. “Es algo milagroso, es el único que ha durado tantos años”.
Saber y Ganar no solo acumula horas y horas de líder de audiencia en su franja. También hay premios en sus vitrinas. En el año 1999 fue elegido el Mejor Programa de Variedades y Concurso por la Academia de la Televisión. En 2012 recibió el premio Bravo de Televisión. Fue nominado a mejor concurso para el TP de Oro en los años 2003, 2004, 2005, 2010. En 2012 Jordi Hurtado ganó por fin el Premio Ondas al mejor presentador de televisión. Carlos Sobera, también conocido presentador de televisión y amigo personal de Jordi Hurtado, lo tiene claro. Sobera reconoce a EL ESPAÑOL que el programa es un ejemplo para todos los concursos televisivos. “Una fórmula muy sencilla, con un gran volumen de preguntas. Permite jugar al espectador desde casa. Con una puesta en escena sobria y sencilla. Una emisión de un nivel alto, riguroso y exigente”.
-Juanjo, ¿Cuál es el secreto del programa?
- No tiene ningún secreto, la verdad. Yo lo atribuyo a que es un programa blanco, a que está en una franja horaria interesante, una hora que no es conflictiva para otros, porque empieza cuando están terminando los informativos de la tarde.
-El concursante de Saber y Ganar no es el típico concursante.
-El concursante ideal suele ser un universitario o alguien relativamente instruido, pero siempre una persona que tenga una cultura amplia, porque le vamos a preguntar de todo: tanto las últimas noticias de la prensa rosa, como nociones elementales de física, o cosas de cine pero para alguien que sea realmente aficionado al cine. Ha de ser una persona que lea, y que lea mucho de todo, que sepa mucho de todo: de deporte, de filosofía, de historia…Tampoco les vamos a hacer preguntas muy específicas de la carrera de Medicina, por ejemplo. Pero sí que ha de ser alguien curioso. La curiosidad es algo imprescindible para nuestros concursantes.
El hombre que parió Saber y Ganar
Jordi Hurtado pone la cara, la sonrisa, la amable conducción; Juanjo pone su voz al servicio del concurso. Pero sin Sergi Schaaff la máquina nunca habría echado a andar. Tiene 79 años, una memoria prodigiosa y ganas de que el concurso más longevo de la televisión prosiga durante muchos años. Él es uno de los responsables de que Saber y Ganar atesore este jueves el 9,6 de cuota de pantalla, casi 1.200.000 personas pegadas al televisor. Aun hoy recuerda desde su despacho en producciones Quart (Barcelona) cómo parió el programa, cómo reclutó a Hurtado a sus filas. La relación entre ambos, y también con Juanjo, comenzó cuando iniciaron la producción de “Sí lo sé, no vengo”. “Pensamos un concurso algo disparatado, de hacérselo pasar mal al concursante. Queríamos mezclar tanto pruebas físicas como intelectuales”.
Y entonces llegó Jordi. “Él trabajaba en Radio Barcelona por aquel entonces. Me causó muy buena impresión. Sabía de radio, y los que han trabajado en radio hablan bien y articulan bien. Yo le noté una actitud, un ímpetu y una simpatía. También antes era más duro, mucho más que ahora. Era muy quisquilloso con las respuestas de los concursantes. Por eso lo elegimos: por su simpatía y por su dureza. Supongo que el tiempo amansa las fieras”. Cuando Sergi ideó un programa más sencillo como era Saber y Ganar, tanto Jordi como Juanjo se unieron a esa aventura. Y desde entonces siguen juntos.
Ahora el programa ya rueda solo, por su cuenta. A Jordi no le hace falta guión. Lo tienen todo tan automatizado que unas pocas notas, dice Schaaff le bastan para arrancar. “Me gusta trabajar con la gente de siempre. Ya conoces sus virtudes y sus defectos”.
El día a día en el programa
El ritmo de trabajo es frenético. Graban dos días a la semana durante más de doce horas consecutivas. De ese modo, obtienen cinco programas en cada sesión de rodaje; un total de diez programas cada semana. Schaaff no tiene problema en reconocerlo: “Aquello es como una fábrica”.
Los concursantes llegan a las ocho de la mañana en los estudios de TVE de San Cugat del Vallés. Tras pasar la noche en un hotel cercano, comienza la jornada de rodaje. Allí se sienten como en su casa. “Entre maquillaje y preparación, se empieza a rodar hasta las ocho de la tarde. La verdad es que es un nivel de exigencia bastante alto”. Quien habla es Rafa Castaño, un joven periodista sevillano de 28 años que se ha convertido en uno de los más ilustres ‘magníficos’ del programa. El pasado mes de mayo alcanzó su intervención número 100. “Se rueda dos días a la semana con una semana de descanso. Los primeros programas que rodé fueron 13 programas seguidos”. Al acabar la jornada, los concursantes cenaban todos juntos en el hotel.
Jordi hurtado y la inmortalidad
Desde el nacimiento de Internet no han dejado de circular bulos por la web acerca de la supuesta inmortalidad del personaje, como si durante los años que ha grabado el programa lo hubieran conservado dentro de una urna repleta de formol. En el año 2009, durante el segundo Simposio sobre Teorías de la Conspiración celebrado en Valencia, a alguno de los presentes le llamaba la atención que el presentador Jordi Hurtado no compartiese nunca pantalla con nadie que no fuese el presentador Jordi Hurtado. "Es evidente que a este señor, a sabiendas de que iba a desaparecer del mapa, le hicieron grabar todas las respuestas y preguntas posibles, con todos los trajes y corbatas posibles, sobre un fondo neutro, y que llevan años cortando y pegando esas intervenciones con las de los concursantes".
Su padre, según cuenta su familia en Garrovillas de Alconétar, poseía también la misteriosa capacidad de conservarse como si de un Dorian Gray extremeño se tratase: eternamente joven. “Mi tío tampoco aparentaba la edad que tenía. El pacto que tenía él y tiene Jordi con el diablo no lo va a entender nadie. Pero bueno, ya un poco sí que se le va notando”, ríe su prima extremeña. A Jordi el asunto le viene de familia.
Había veces que el propio Jordi, en tono de mofa, enseñaba los memes sobre su exacerbada juventud a los concursantes. Reía con ellos. “Yo me compré una camiseta de Spock, el de Star Treck, con la cara de Jordi Hurtado, y salí en el programa con ella. Entonces Jordi me preguntó en directo por la camiseta para que lo contara”. En la camiseta rezaba el saludo ya conocido del protagonista de Star Treck: “Live long and prosper”. Era la metáfora perfecta de Hurtado, un Benjamin Button de la televisión. Tras dos décadas en pantalla de Jordi y su bebé, el cual ya se está haciendo mayor, tampoco han cambiado tantas cosas: acaso una nueva montura para las gafas, alguna que otra corbata, el atrezzo del plató, las músicas, el tipo de preguntas. La estructura, el fondo, sigue siendo el mismo que cuando comenzó la emisión. Pese a la edad de ambos el programa es como su presentador: la fórmula fresca y joven de toda la vida.