Sale poco y se cansa pero el pronóstico es bueno. El estado de salud de Jorge Fernández Díaz, exministro de Interior, mejora. “Poco a poco, no os creáis, va más lento de lo que pensábamos, pero mejora y eso es bueno”. El exdirigente del PP catalán fue diagnosticado de cáncer de hígado hace poco más de un año, tal y como adelantó EL ESPAÑOL, y ha tenido que someterse a quimioterapia, radioterapia y a dos complejas y pesadas operaciones. Como consecuencia de estas intervenciones sufre altibajos. Sucedió hace unos 15 días, cuando tuvo que volver a la Clínica Universitaria Navarra por complicaciones “típicas de un posoperatorio”.
Fernández Díaz acumulaba líquido en sus pulmones y tuvo que pasar casi 15 días ingresado para solventar el problema. “No ha sido muy grave”, puntualizan fuentes cercanas al ex ministro, “pero ha requerido que estuviera dos semanas tratándose en el hospital”.
Hablamos de una complicación habitual en enfermos de cáncer que se han sometido a una resección hepática (extirpación quirúrgica). Tal y como se indica en el portal Netdoctor de EL ESPAÑOL, “las complicaciones más frecuentes son la infección, las complicaciones respiratorias (atelectasias o colapsos pulmonares, derrame pleural, neumonía) y las fístulas biliares. Sin embargo, siendo menos frecuentes, la hemorragia y la insuficiencia hepática posoperatoria son las más temidas, pues pueden condicionar la supervivencia del paciente”. Fernández Díaz ha sufrido una complicación “frecuente”, tal y como la define esta publicación.
Planea entrevistas
Unos “bajones” que condicionan su día a día. “Él intenta llevar una vida tranquila y hace cosas cotidianas, pero le cuesta y a veces tiene que renunciar a planes”, señalan la mismas fuentes. Quiere dar alguna entrevista, sobre todo para hablar de su dolencia y promover así la lucha contra el cáncer, pero termina por cancelar todos los encuentros.
Así ha hecho en dos ocasiones con un famoso presentador de televisión y su programa de entrevistas (nos piden que no citemos el programa porque esperan que el exministro termine, por fin, apareciendo). A principios de enero canceló su participación, que estaba confirmada, y esta semana ha vuelto a hacerlo para el rodaje que tenían previsto llevar a cabo la semana que viene.
La primera cancelación fue motivada por los altibajos y la segunda, según ha podido saber EL ESPAÑOL, se debe a que el exministro quiere irse fuera unos 10 días para “alejarse del ruido mediático”. Seguramente escoja un destino tranquilo y cercano en la montaña.
Hace poco más de un mes, a mediados de diciembre, consiguió salir de casa algo más de lo previsto y estuvo cenando en el restaurante Il Giardinetto -lugar de moda en Barcelona entre artistas, escritores y también políticos-, con algunos compañeros de partido. “Sale a veces, muy poco, a lo mejor da una vuelta de una hora y ya se cansa y vuelve a casa”.
Fernández Díaz vive en la zona alta de la capital catalana, en el barrio de San Gervasio, con su mujer, María Asunción Cárcoba (64), en un piso de 200 metros cuadrados que ya sólo comparten con su perra, Lolita. Los hijos de la pareja volaron hace tiempo. Son Carlos (36) y María (34), que han dado dos nietos, Alejadro y Hugo.
Enfermedad en secreto
Sólo ellos y algún que otro miembro del cerrado círculo del ex ministro supieron de su dolencia mientras se trataba con quimio y radio. El diagnóstico llegó como suele suceder en estos casos, por casualidad. En una visita rutinaria surgieron las dudas, las preguntas inesperadas y la petición de más pruebas. El ministro tenía un cáncer de hígado, un diagnóstico que llegó en uno de los momentos más complejos de su carrera. Y debía ser tratado con urgencia.
El presidente, Mariano Rajoy, fue uno de los pocos en saberlo. Fernández Díaz, devoto católico miembro del Opus Dei, se tomó su enfermedad como un calvario y decidió poner todo lo demás por delante. Organizaba sus sesiones médicas, tanto de quimio como de radio, en función de su agenda política. Y nunca pensó en renunciar, desoyendo los consejos de médicos, familiares y amigos.
Nada se entiende, dicen quienes le conocen, sin tener en cuenta su profunda religiosidad. Se ha contado muchas veces: el ministro vio la luz en Las Vegas, en 1991, y desde entonces es un devoto inquebrantable. Y así se enfrentó a su enfermedad, como un mártir, como alguien que debe superar una prueba de Dios.
Pese a que mantuvo el diagnóstico casi en secreto, el noviembre pasado se comunicaba a los medios que se había sometido a una operación. Aparecieron entonces las primeras sospechas sobre su estado de salud, hasta la confirmación, por parte de este periódico, de que el ex ministro padecía un cáncer de hígado. El jueves 24 de noviembre se sometía a una operación de 10 horas en la Clínica Universitaria de Navarra; y al día siguiente, se sometía a otra operación de tres horas. “Jorge está muy tocado”, decían desde su entorno, “ha luchado y sigue luchando”.
Y en esa lucha todavía hay tiempo para bromas. Porque este jueves, en una operación de la Guardia Civil se procedió al arresto de varios dirigentes de la cúpula de CDC vinculados a la trama del 3%, en la que se investiga el pago de donaciones por parte de empresarios al partido, a través de fundaciones. “Ahora ya no podrán decir que la mano de Jorge está detrás de todo esto”, dicen con ironía desde su círculo.