Rodrigo Nogueira Iglesias tiene 39 años y nadie sabe realmente quién es ni tampoco dónde está. Quizás ni él mismo lo sepa. Sobre él, aparte de que lleva dos décadas construyendo a su alrededor una vida ficticia, se conoce que ha estafado desde 1996 al menos a 62 mujeres y a dos hombres. En total, sin contar ordenadores, móviles y otros aparatos electrónicos, la estafa de Rodrigo asciende a más de 60.000 euros entre todas las personas a las que ha engañado. Muchos y muchas de los que se han cruzado en su vida han quedado psicológicamente destrozados. Ahora tratan de recuperarse mientras Rodrigo se encuentra en paradero desconocido y las autoridades le persiguen.
Cuatro meses después de que se cursase orden de detención sobre él, EL ESPAÑOL habla con las víctimas del chantajista gallego virtual. Las historias que cuentan son tan rocambolescas como surrealistas: exparejas que se conocen entre sí y le tienden una trampa en común el día de San Valentín, un salón de una casa que se suponía en Suecia y estaba en Burgos, historias familiares falsas… Y hasta hombres engañados.
Tras de sí ha dejado un largo camino de infidelidades, desengaños, algunas medias verdades y muchas mentiras a todas las mujeres a las que embaucó. Tras él están no solo las autoridades y las más de 60 mujeres a las que engañó y estafó; también 5 abogados, psicólogos, informáticos forenses, un detective privado, un perito judicial y un analista de datos. Esta es la historia de un hombre cuya vida era pura ficción.
Rocío: primera cita a oscuras
Con Rocío, nombre utilizado para mantener el anonimato de esta persona, quedó en una habitación a oscuras en una cita a ciegas una tarde de febrero de 2014. Querían darle emoción. Ya se habían visto en alguna ocasión pero a través de Badoo, una de las redes sociales de contactos que frecuentaba. Vivían los dos en Galicia y al poco tiempo comenzaron a hablarse. “Físicamente no me atraía demasiado, pero era encantador, contaba su historia de una forma tremenda”.
Sin embargo, Rocío se fue dando cuenta, con el tiempo, de las incongruencias del relato de Rodrigo. A ella le contó que no podía conducir porque tuvo un accidente con un amigo que se puso muy mal y él manejaba el coche. “Me contó que por eso perdió algunos dientes que le faltaban. Sin embargo, en otra ocasión que iba con él, y yo conducía, se nos pinchó una rueda y pensó que había que cambiarla. Yo le dije: ‘Hombre, muchas ruedas no habrás cambiado tú; si solo hace falta un parche’. Tenía cosas muy raras que al final vas relacionando”.
El procedimiento que utilizó con Rocío es el mismo que ha utilizado siempre: les encandilaba con su historia de superación a través de las redes sociales, después quedaba con las víctimas y acababa, de una manera u otra, viviendo de ellas y con ellas. Usaba sus tarjetas de crédito, les robaba sus portátiles y en ocasiones sus teléfonos para revenderlos. Al tiempo, iba estableciendo nuevas relaciones en toda España. Y luego desaparecía sin dejar rastro. Una y otra vez. Una y otra vez.
Sus comienzos en Barcelona
También en Badoo, Geni le conoció con el seudónimo de ‘Banger’. Su foto de perfil le produjo curiosidad, y en seguida establecieron relación. “No sé si le hablé yo o me habló él primero. Me acuerdo que era el día de mi cumpleaños; estaba en Vigo y él me aparecía situado a menos de 100 kilómetros. Después me enteré de que vivía por la zona de Villagarcía. Teníamos gustos afines. Ponía varios grupos en su perfil que también me gustaban a mí: Depeche Mode, Cold Play, U2...”, relata.
Geni es gallega y pasaba una temporada en su tierra antes de volver a Barcelona, donde estaba trabajando como informática. Rodrigo le contó que vivía en Malmö (Suecia) y que había vuelto a casa para cuidar a su hermana, de quien decía que era drogadicta.
Tiempo después le llamó. Ella ya estaba de nuevo en Barcelona. “Me dijo que su hermana se había suicidado y que estaba fatal. Que ya no pintaba nada allí. Dijo que conocía un montón de tatuadores en Barcelona y yo le acabé diciendo que se viniera a mi casa para buscar piso y trabajo de tatuador, que era a lo que él decía que se dedicaba”, explica Geni, recordando todavía aquella primera vez que le vio en la Plaza de España de la Ciudad Condal. “Me dijo que tenía el DNI caducado y que no podía volar. Me aseguró que había dejado el trabajo en Malmö y que no tenía mucho dinero. Le dije: ‘Si quieres te dejo la pasta y ya me la devolverás’. Aquel viaje fueron ciento y algo euros que le presté”. Fueron los primeros de muchos.
En las fotos que Rodrigo le ponía a Geni en las redes sociales parecía un tío guapete. La realidad era bien distinta. “Digamos que las fotos estaban muy producidas. La primera impresión no me gustó nada. Tiene la dentadura destrozada. Le faltaban un montón de dientes y estaba como muy desaliñado cuando le vi”. A pesar de todo aquello, le ofreció quedarse en su casa mientras encontraba piso. Estuvo allí quince días y en ese intervalo le dio tiempo a desplegar todo su arsenal. “Súper bien como compañero de piso. Me levantaba y tenía el desayuno hecho, llegaba por la noche de las clases de los cursos y me tenía la cena hecha. Como pareja no me llegó a convencer, pero lo tiene todo calculado al milímetro”.
Una trampa a tres bandas
Tras desistir con Geni, a los quince días se fue a casa de otra chica con la que ya había entablado contacto. Él se las iba arreglando para conseguir siempre lo que quería. “Te crea una situación en la que eres tú quien acaba cediendo y ofreciéndole dinero. Yo le iba dejando 300, 150, 200… Al final serían en torno a unos 3.000 euros a lo largo del tiempo”, explica Geni.
“Pero una noche cometió un error”, retoma. Transcurrió de la siguiente manera: “A veces, en Facebook, colgaba cosas solo para cierta gente. Pero una noche subió una foto y cometió el error de subirla abierta a todo el mundo”. La publicación era: “Cosas que hacer en Barcelona a las 3 de la mañana”. Y colgó una foto de un tatuaje.
Entonces, una de las chicas con las que tenía supuesta relación, se mosqueó. “Le escribió al momento y le dijo: ‘Cómo que en Barcelona, ¿no decías que estabas en Suiza?’”. Él le comenzó a contestar con evasivas, le explicó, que no, que no era verdad, que se había confundido, que era una foto antigua. Todo eran excusas. “Aquella chica, que vino después de mí, no se quedó tranquila”, explica Geni. “Ya tenía la mosca detrás de la oreja, según me contó. Así que empezó a escribirle a varios de los contactos de Rodrigo en Facebook. Le escribió a la que resultó ser otra de las víctimas”.
La conversación entre las dos fue así: “Ella le dijo: ‘Hola, soy la novia de Roi’. Y la otra, absolutamente perpleja de lo que le estaba contando aquella joven, le contestó: ‘Hola, pues yo soy la prometida de Roi’”.
Después de este rocambolesco descubrimiento, comenzaron a llamarse y escribirse, a contarse lo sucedido. De hecho, una de ellas contó en el trabajo lo que le había pasado: que Rodrigo, un tipo al que había conocido por internet, y con el que había establecido relación y al que le había dejado pasta, era posiblemente un fraude. “Lo estaba contando en su trabajo cuando se acercó uno de sus compañeros y le dijo: ‘A ver, déjame ver una foto de él, que una amiga mía está saliendo con un tío un poco raro’”. Y, efectivamente, aquel era el mismo hombre que las había engañado a todas.
Decidieron tenderle una trampa. Una de las chicas tenía un primo que era Mosso d'Esquadra y de esa manera lo urdieron todo. “Fue el 14 de febrero de 2014. Dos de ellas quedaron con los Mossos. Entretanto, la otra llamó a Roi y este fue a su casa. En un determinado momento, llamaron a la puerta. Ella le dijo: ‘Abre, que es la pizza que he pedido para cenar’”. Y entonces abrió la puerta y se encontró a las otras dos chicas y a los Mossos. Una de ellas se dirigió a él: “Feliz San Valentín, cariño”. Fue una de las primeras veces que le detuvieron. Y los Mossos, según los documentos a los que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, dejaron constancia de lo ocurrido ese mismo día.
Manuel, uno de los hombres a los que engañó
Conforme pasa la semana, y el caso aparece en diversos medios de comunicación, comienzan a aflorar múltiples detalles de la estafa. El miércoles, varias chicas cuentan a EL ESPAÑOL que les ha llegado información de más gente a la que Rodrigo había estafado. En concreto, les llegó información de dos hombres que se habían visto en la misma situación. Geni es una de las que lo explica: “Uno es de Pontevedra, posiblemente te suene porque es pastelero. Se llama Diego, y con este chico vivió unos meses y le robó algo de ropa. El otro también fue su compañero de piso en Huérmeces, un pueblo de Burgos. Se llama Manuel -nombre ficticio- y se ve que hizo compras en Aliexpress con su tarjeta”.
Al poco llama Ruth Sala a EL ESPAÑOL, una de las abogadas del caso y especialista en delitos criminales. Confirma la historia de Manuel: “Rodrigo, que vivía con él, le dijo que se tenía que marchar rápido de allá, que había unas locas que le perseguían. ‘Hay tres o cuatro ex que me persiguen’, le dijo. Manuel le dio dinero en efectivo y cosas suyas para que se marchara”. Lo que aquel joven no sabía era que ese era su segundo engaño. “Manuel no sabía que este tío le había sacado antes pasta de su tarjeta. Las chicas dicen que fueron cerca de cuatrocientos euros”, explica Sala.
Rodrigo Nogueira Iglesias no conduce ni tiene permiso de conducir, nunca usa su nombre propio, ni teléfonos asociados a él. Sus tarjetas son de prepago y están a nombre de terceros. Sobre él pesan 14 denuncias y 2 sentencias. Algunas mujeres no han presentado su caso por miedo a represalias; otras no conocían su nombre real o han pasado muchos años de lo que les sucedió, de forma que los presuntos delitos ya han prescrito. Ahora, la Policía Nacional, la Ertzaintza, los Mossos d'Esquadra y la Guardia Civil están buscándole. Los expertos del caso le definen como un psicópata megalómano. Su familia, en Marín, guarda silencio. Ellos fueron las primeras víctimas de sus mentiras. Hace años que no quieren saber nada de él. Los casos son innumerables, y el engaño alcanza ya dimensiones exageradas. “Para mí es lamentable que no hayamos podido prestarle judicialmente la atención a este tema que se merece”, critica Ruth.
¿Cómo ha conseguido mantener la mentira, el engaño, la farsa durante más de veinte años? ¿Qué es lo que hace? Jorge Jiménez, es uno de los psiquiatras criminológicos que respaldan la denuncia de las chicas. Le define de manera rotunda. “Su perfil criminal básico es el de un psicópata. Obtiene beneficio de la manipulación y engaño de otras personas. No utiliza la violencia porque su contexto de actividad es el plano emocional y sentimental”. Estos sujetos, detalla Jiménez, “suelen buscar la primera impresión positiva pareciendo encantador, culto, refinado, empático y agradable. Una vez conseguida esta primera imagen, empieza a desplegar sus conductas parasitarias y de fraude”.
Aurora y la superación
Aurora tiene 36 años y su historia ya ha saltado a los medios, pero no le tiene miedo a nada. “Yo no me considero una víctima, yo me considero una superviviente. No me ha hecho nada para lo que me podía haber hecho. Te destroza, eso sí, no lo puedes asimilar al principio, pero yo no me considero una víctima”, asegura a EL ESPAÑOL. Desde que acabó su historia con Rodrigo Nogueira la vida de Aurora ha cambiado de forma radical. Va al psicólogo, ha vuelto a casa de su madre en Pamplona y ya no confía en las personas como antes.
Su caso no es el peor de las al menos 63 víctimas de las estafas y de los engaños de Rodrigo, pero lo ha pasado muy mal. “Ya solo me muevo con el círculo de amigos que conozco desde la infancia. A algunos les he tenido que pedir el carné porque no me fiaba. Siempre me manejaba por internet, pero ahora me da muchísimo respeto. No me creo lo que la gente dice. Tengo muy mala hostia desde entonces”.
Ella es el ejemplo de cómo superar el horror de conocer que una persona a la que conoces no es quien dice ser, que te ha engañado y embaucado y que te ha dejado por los suelos. “Te llegas a creer todo. Siempre cuenta una historia de superación y le acabas admirando. Al principio no me gustaba, pero te va ganando: venía a Vitoria, te mandaba libros de poesía que a ti te gustaban, te cocina muy bien, se implica con tus animales… Te muestra lo que quieres ver. Este tío es un peligro”.
Pese a los distintos fraudes cometidos, varias chicas como Aurora coinciden en una característica: es un tío de una inteligencia bastante elevada. “Lo es, aunque sin formación reglada. Tiene buena capacidad de aprendizaje, buenas habilidades sociales y de comunicación. Su principal característica de relación es la mentira y la manipulación psicológica y emocional”, matiza Jiménez. Él, otros expertos y el equipo de Selva Orejón, Directora ejecutiva de onBRANDING, perito judicial en identidad digital y coordinadora de buena parte de las víctimas, son los principales artífices de la investigación que está detrás de Rodrigo.
Gloria y el salón que estaba en Suecia
“Me contactó por Fetlife -otra red social de contactos por internet- y en poco tiempo se convirtió en imprescindible. Tenía una elocuencia, una capacidad de generar una ola de confianza… En tres semanas ya quería verle. Me había parecido un tipo muy interesante. Seguramente sea el hombre más inteligente que he conocido”. Gloria vivía en Bilbao cuando le conoció. También a ella se le presentó como un sueco de padres gallegos. “Llegó a Suecia porque se suponía que su padre era ingeniero de trenes y la RENFE le había contratado para trabajar allí, para hacer obras ferroviarias. Y Roi decía que había nacido allí”.
Hasta le habló en el idioma nórdico para convencerla. Según contaba iba y volvía de allá a España sin ningún problema. En una ocasión, hizo un Skype con él. Roi le saludó a Gloria desde el salón. Gloria no iba a olvidar aquella imagen en su pantalla.
Tiempo después, Rodrigo se esfumó de la vida de Gloria tan rápido como había aparecido. Eso a ella le preocupó en gran medida y fue a la dirección que él le había dado a ver si allí le encontraba. Cuando llegó a esa casa, y llamó al timbre, una chica le abrió la puerta. Era Ana Belén, a posteriori otra de las víctimas. Gloria se quedó algo desconcertada. “Yo le dije que estaba muy preocupada porque él había desaparecido. Ella pensaba que yo era una expareja suya. Él le había dicho que yo era la que se había vuelto loca, por eso al principio me rechazó”.
Al final Ana Belén la dejó entrar en casa, y se llevó una enorme sorpresa. Aquel salón, aquellos colores en las paredes y las cortinas, aquel sofá, todo aquello le sonaba. Lo había visto tiempo antes a través de una pantalla de ordenador, en una conexión por Skype con alguien que estaba, en teoría, a miles de kilómetros de distancia. “Dije: esta es la casa de Roi, la de Suecia. Ahí fue cuando empecé ya a hilar todo. Ana Belén, al principio no me creyó nada”. Fue todo un desengaño.
A las dos semanas, Ana Belén le llamó por teléfono. “Me dijo que Roi había desaparecido y que se había ido a Bilbao y no había vuelto. Supuestamente, a un juicio que tenía conmigo, la loca de su ex, como él me llamaba”, narra la joven. Se había llevado el portátil de Ana Belén.
A lo largo de los meses, Gloria le llegó a dejar en torno a 3.000 o 4.000 euros, sin contar con un portátil, un Iphone y una buena cantidad de viajes pagados.
Su verdadera historia
El mayor misterio de Rodrigo es su verdadera historia, la que se oculta detrás de sus identidades falsas, de su caligrafía fingida, de los trabajos que no realizaba. Algunas de las chicas y de los investigadores han tratado de contactar con la familia en Galicia. Se han encontrado con medias verdades. “Los padres y la hermana están muertos. Hemos hablado con el hermano y la cuñada. No quieren saber nada. A ellos también les jodieron bastante. La hermana sí que se suicida, pero porque él le desvalija el piso. Eso nos lo contó el hermano pero no sabemos si es verdad o no”, detalla otra de las chicas a EL ESPAÑOL, quien no quiere revelar su identidad.
La magnitud de la farsa le hizo llegar a contarle que tenía un tumor en la cara. “Me decía que tenía una enfermedad, que tenía un déficit de calcio, que tenía un tumor… De verdad, este tío es un puto loco”, explica Aurora.
Quizás algún día se llegue a localizar el paradero de Rodrigo, pero hay dos cosas que parecen más complicadas: la primera, calcular el daño real que puede haber causado en todas las personas que se han cruzado en su vida; la segunda, que alguna vez se pueda desentrañar su verdadera historia, la que se esconde detrás de sus mil y una identidades. Ruth Sala lo afirma de manera categórica. “Es de psiquiatra. Yo creo que ni el mismo sabe quién es”.